The House of the Devil

Para el goce

Por Ernesto Gerez

El inicio es precioso, un juguete coronado con el título en letras grandes y amarillas. Con 16 mm extragranulados la cámara se acerca a Samantha (Jocelin Donahue) desde atrás, que debería estar contenta porque pegó la casa que buscaba, pero en esa postura -está parada quieta mirando por la ventana- y en la música que acompaña, ya hay sufrimiento, el dolor ya llegó. Ti West dijo en una entrevista que le gustan los créditos iniciales y setear desde el principio el tono que va a tener la película, pero aunque la primera escena de The House of the Devil (2009) sea genial no es del todo fiel a la idea del director. Está el grano, están los colores lavados de los setentas y los primeros ochentas y, como decíamos, ya está la muerte mirando a través de los lentes, pero es un inicio lúdico, con planos congelados, sintetizadores y estilo canchero. El tono posterior no tiene mucho que ver con esa idea, digamos, del ritmo rapidito de la caminata inicial de Samantha y el desborde esteta; si bien la ambientación es central, y las caras elegidas en el casting dan perfecto con la época que se busca representar e incluso con años anteriores, y lo puramente estético en general es importante a través de toda la película, lo que sigue es un armado que se toma su tiempo en generar suspenso y en explotar, y no hay muchos más gestos, digamos cancheros, como los del comienzo.

 

De todos modos, el inicio se presta para el goce y en eso sí hay una correlación con el resto del relato, porque todos los clichés del género que usa West están ahí al alcance del ojo para ser disfrutados, desde los zoom out a la paleta de colores de unos ochentas marrones y amarillos -y no fluorescentes o con luces de neón como suelen ser representados últimamente, característica más del final de aquella década y sobre todo de inicios de los 90- y a los complementos pop como esa pizzería donde Samantha come con su amiga, o la explosión gore del último acto. Todos los espacios y todas las acciones dan sensación de ya haber sido utilizados y West lo sabe y los pone ahí para que los disfrutemos. El casting no solo cumple, dignifica y se presta también para el disfrute; por eso está un ratito Dee Wallace, guerrera del género, y por eso está Mary Woronov, que supo pasar por rollos de delicias infernales como Eating Raoul (1982), de Paul Bartel, o Silent Night Bloody Night (1972), de su entonces esposo Theodore Gershuny, donde, como acá y como en tantas otras películas de horror de los 70, la casa era la locación principal y un personaje importante más. Woronov entra en escena en penumbras, siniestra, mirándose en un espejo porque su presencia multiplica el goce.

 

Otro protagonista además de Samantha y la casa, es -otro acierto- el fuera de campo. Porque la scream queen llega a la casona a cuidar a un bebé que no es tal, es un ente que no vemos; mecanismo que favorece el suspenso y que recién levanta su sábana en el clímax. Woronov es la Señora Ulman, esposa del Señor Ulman (Tom Noonan y su cuerpo raro y gigante y terrible), la pareja de freaks que contrata a Samantha para que cuide al supuesto bebé. West combina horror satánico con cierta dinámica del slasher, aquella que, tal como hicieron John Carpenter o Wes Craven, reformula la leyenda urbana de la niñera acosada. Hasta el acto final la cámara de West, que alterna entre el mencionado 16 mm y el digital con menos grano de algunas escenas nocturnas, más allá del uso estético del zoom (por desgracia desbancado por el travelling desde ya hace mucho, aunque sean recursos no excluyentes), se mantiene relativamente estable hasta el desmadre final. Esa estabilidad que se percibe sobre todo por la poca cámara en mano, es coherente con la construcción gradual y con cierta prolijidad que no entra en conflicto con las mencionadas decisiones formales a disposición del goce visual, regalo eterno para la cinefilia popular.

 

The House of the Devil (Estados Unidos, 2009)

Dirección y Guión: Ti West. Elenco: Jocelin Donahue, Tom Noonan, Mary Woronov, Greta Gerwig, AJ Bowen, Dee Wallace, Heather Robb, Darryl Nau, Brenda Cooney, Danielle Noe. Producción: Josh Braun, Larry Fessenden, Roger Kass y Peter Phok. Duración: 95 minutos.

Puntaje: 9