En su último film el realizador francés Jean-Pierre Jeunet regresa con una historia de ciencia ficción ambientada en el futuro con un claro mensaje en contra del maltrato animal y con una lapidaria crítica de la supuesta superioridad humana y de sus creaciones artificiales.
Ambientada en el año 2045, el film narra las penurias de una familia y sus invitados en un futuro tan cercano como distópico. Alice (Elsa Zylberstein), una mujer que combina en su casa un estilo moderno con un toque clásico, ha invitado a un admirador que la adula constantemente para llevarla a la cama, Max (Stéphane De Groodt). Los intentos de seducción de Max chocan sin cesar con interrupciones de todo tipo, los comentarios de su hijo, Léo (Hélie Thonnat), un fanático de la tecnología, los estorbos de los androides, especialmente de Monique (Claude Perron), la llegada del ex esposo de Alice, Victor (Youssef Hajdi), junto a su joven y bella novia, Jennifer (Claire Chust), de camino a un vuelo que los llevará a Isola Paradiso, un centro vacacional artificial con todas las comodidades del futuro próximo, y la hija en común de Alice y Victor, Nina (Marysole Fertard). Por si esto fuera poco, también aparece Françoise (Isabelle Nanty), la vecina, que viene a buscar a su pequeño y simpático perro que deambula por la casa y los jardines de Alice. Ante la escalada de las amenazas contra la humanidad proferidas por los Yonix (François Levantal), un androide de inteligencia superior al que la humanidad le ha conferido distintas funciones de gobierno y administración policial y militar, los androides de la casa, Einstein (André Dussolier), Monique, un androide de limpieza, Nettoyeur Howard V2 (James Champel), y el androide de juegos de Nina, deciden poner el hogar en cuarentena a través de la inteligencia artificial que maneja todas las funciones del hogar, Nestor (Benoît Allemane), y dejar atrapados a Alice, su familia y sus invitados, con la finalidad de protegerlos de los peligros que acechan afuera.
Big Bug (2022) es una comedia de ciencia ficción escrita por el propio Jeunet en colaboración con Guillaume Laurant, con quien Jeunet ya había trabajado en su gran éxito Amelie (2011), el film protagonizado por Audrey Tautou y Mathieu Kassovitz, repleta de situaciones cómicas que remiten en todo momento a la consolidación y expansión hacia la clase media de avances tecnológicos hoy en ciernes. Desgraciadamente la película no combina con armonía ambos géneros, que suelen colisionar más que convivir en la trama. Mientras que hay una buena utilización de los elementos distópicos, algunos inspirados en capítulos de la popular serie Black Mirror (2011-2019), creada por Charlie Brooker, como el abuso de la publicidad y el entretenimiento como forma de diversión y humillación de los Yonix hacia los humanos, la incesante catarata de circunstancias risibles o ridículas, que abusan bastante de la técnica de la exageración, no termina de cuajar con la propuesta.
De forma no muy desarrolla, los androides de Alice intentan convertirse en humanos y generan algunas situaciones divertidas que contienen una reflexión filosófica sobre la esencia de la humanidad y la relación de ésta con sus creaciones artificiales. Intentando proteger a los humanos, éstos se unirán para escapar, produciendo la intervención de los Yonix, lo que le traerá consecuencias nefastas a la familia y nos conducirá hacia un final tan absurdo como inesperado en torno a la incompetencia que maquinas y humanos comparten en su petulante egolatría.
Las actuaciones son demasiado infantiles y buscan una hipérbole que no siempre divierte, generando a veces lo contrario a lo que pretenden, incluso con situaciones que se repiten constantemente como los intentos infructuosos de Max de tener relaciones con Alice. También hay típicos recursos cómicos como los que genera el perro de Françoise, que siempre funcionan, o las confesiones del androide sexual de Françoise, Greg (Alban Lenoir), que exponen los cambios que la tecnología genera en las relaciones humanas, nada nuevo, también tomado de otros films y series de ciencia ficción como Inteligencia Artificial (A.I. Artificial Intelligence, 2001), de Steven Spielberg, adaptación del relato del escritor de fantasía y ciencia ficción británico Brian Aldiss, Supertoys Last All Summer (1969).
Fiel a su impronta, lo mejor de la obra de Jeunet es el estilo y la producción artística, pilares de la propuesta a través de la construcción de este futuro de publicidad personalizada, artefactos de una gran especificidad, control central de la casa a partir de una inteligencia artificial y dependencia de androides para todas las tareas del hogar. Los colores chillones y exaltados son centrales para esta construcción estética de una realidad con exceso de maquillaje, autos que levitan, libros de adorno y androides parecidos a autómatas que piensan y sienten.
Jean-Pierre Jeunet equivoca aquí el tono principalmente, dejando que la exageración de las actuaciones haga el truco cómico y generando una caricatura que tiene sus buenas escenas aunque no siempre funciona. Más allá del resultado de la decisión cómica, el film logra conectar con los temores sobre el mundo que viene, la publicidad invasiva, la falsedad de las personas, el aumento insoportable de la temperatura y la dependencia hacia los artefactos que la controlan en ambientes cerrados, el sometimiento a las nuevas formas de inteligencia artificial, la banalidad y la estupidez llevadas hasta extremos que hoy solo vislumbramos en las redes sociales, y por supuesto, la cultura convertida en objeto de culto, legado familiar, decoración y hobby, más que centro del conocimiento. Big Bug muestra a una humanidad sometida a sus creaciones, a su búsqueda de autoindulgencia banal hasta el nivel de la parálisis, en la película de Jeunet matizada por la siempre persistente capacidad francesa de rebelarse y generar disturbios y caos en el enfrentamiento con el orden establecido.
Big Bug (Francia, 2022)
Dirección: Jean-Pierre Jeunet. Guión: Jean-Pierre Jeunet y Guillaume Laurant. Elenco: François Levantal, Isabelle Nanty, Elsa Zylberstein, Claude Perron, Stéphane De Groodt, Youssef Hajdi, Claire Chust, Alban Lenoir, Marysole Fertard, Dominique Pinon. Producción: Jean-Pierre Jeunet y Richard Grandpierre. Duración: 111 minutos.