En nuestro presente ya casi no existen obras maestras de la tensión y la incomodidad como la sublime Secretos de un Escándalo (May December, 2023), joya de Todd Haynes que se enrola en simultáneo en esas dos vertientes fundamentales de su carrera que por supuesto también representan sus dos grandes obsesiones a nivel conceptual, hablamos de los dramas sobre la bancarrota ética del “sueño americano” símil Safe (1995), Lejos del Paraíso (Far from Heaven, 2002), Carol (2015) y la miniserie para HBO Mildred Pierce (2011), opus en los que la comunidad operaba como una coyuntura opresiva que exacerbaba tendencias autodestructivas ya presentes en los sujetos y vinculadas a su sexualidad y/ o identidad, y las epopeyas musicales en sintonía con el mediometraje Superstar: The Karen Carpenter Story (1987), los largos Velvet Goldmine (1998) e I’m Not There (2007) y el documental avant-garde The Velvet Underground (2021), todos trabajos que giraban incansablemente sobre la idea del artista rebelde y martirizado que simboliza el poder de la industria cultural sobre el público masivo, amén de ciertas pinceladas del naturalismo lírico de Wonderstruck (2017) y del thriller testimonial de El Precio de la Verdad (Dark Waters, 2019). Las dos corrientes de la trayectoria de Haynes, en esencia originadas en aquel terrorismo satírico primigenio correspondiente a la antología Poison (1991) y el corto televisivo Dottie Gets Spanked (1993), se sienten tan pero tan a gusto juntas en Secretos de un Escándalo por la naturaleza bien bizarra o demencial de una historia de base que unifica a las esferas pública y privada mediante el latiguillo de la segunda penetrando en la primera de manera bastante poco sutil, nos referimos al caso verídico de Mary Kay Letourneau (1962-2020), docente casada de una familia de trasfondo político vinculado al Partido Republicano que en 1996, cuando contaba con 34 años de edad e incluso tenía cuatro hijos, comenzó una relación romántica con uno de sus alumnos, Vili Fualaau de apenas 12 años y ascendencia samoana, con quien para colmo engendraría dos hijas en 1997 y 1998, ambas nacidas estando ella en prisión luego de que la policía los encontrase en un automóvil en 1996 en una “situación sospechosa” y Letourneau violase un acuerdo judicial con la fiscalía en el que se declaraba culpable, se le otorgaba una sentencia de sólo seis meses de presidio -tres de cumplimiento efectivo- y se le prohibía volver a ver a sus vástagos y a Fualaau, menor de edad con el que de todos modos se reunió en 1998 y por ello tuvo que pasar siete años y medio en la cárcel.
Haynes evidentemente toqueteó sin acreditar el guión principal de Samy Burch, un hasta ahora director de casting que creó un mínimo esquema narrativo previo con el también debutante Alex Mechanik, un editor, y curiosamente se propone abarcar no la génesis del vínculo pederasta entre Letourneau y Fualaau sino el período posterior a la liberación de ella en 2004, cuando al año siguiente los dos se casan y optan por venderle los derechos de la ceremonia a nada menos que Entertainment Tonight (1981-2023), el programa sobre el mundo del espectáculo más longevo de la televisión estadounidense, así las cosas la pareja brindaría sucesivas entrevistas para muchos medios de comunicación de alcance nacional y permanecería unida -ella trabajando como asistente legal y él como DJ y empleado de una ferretería- hasta el divorcio definitivo en 2019, con Letourneau falleciendo a sus 58 años unos meses después a causa de un cáncer colorrectal. La película cambia todos los detalles históricos y presenta una premisa de idiosincrasia enteramente ficcional aunque la esencia en términos macros sigue siendo la misma porque la ambigüedad moral domina la faena y la colonización de la intimidad por parte del todo comunitario -Estado, vecinos inmediatos y enjambre esperpéntico del show business- se da por sentada: mientras que el caso real ocurrió en Seattle, Estado de Washington, el film traslada la acción a Savannah, Estado de Georgia, adonde en 2015 llega la actriz Elizabeth Berry (una también productora Natalie Portman) para entrevistar a Gracie Atherton-Yoo (la enorme Julianne Moore, actriz fetiche del realizador desde Safe) y su esposo Joe Yoo (Charles Melton), una dupla que lleva casi 24 años juntos y tiene tres hijos grandecitos, léase Honor (Piper Curda), una joven que está en la universidad, y los gemelos adolescentes Charlie (Gabriel Chung) y Mary (Elizabeth Yu), trío de apariencia más asiática que occidental porque Joe es mitad coreano. El devenir parece “estable”, con Gracie vendiendo pasteles de arándanos y concurriendo a clases de arreglos florales y Joe trabajando de técnico radiólogo, hasta que queda claro que el vínculo cobró notoriedad internacional cuando en 1992 ella, con 36 años, fue encontrada teniendo sexo con él, por entonces de 13, en el depósito de una tienda de mascotas suburbana donde ambos trabajaban, Telfair, lo que provocó que Gracie pasase un tiempo detrás de las rejas y aún hoy continúe encontrando en la puerta de su hogar cajas de cartón con mierda adentro cortesía de sus vecinos, los cuales no aceptan la máscara de normalidad del matrimonio.
Mediante una colección de entrevistas sorpresivas y un tanto escalofriantes a la parentela, su círculo cercano y personas varias relacionadas con el proceso legal y tamaña anécdota, como por ejemplo el reglamentario abogado defensor que intervino en el juicio, Morris Sperber (Lawrence Arancio), ese dueño bastante anodino de la tienda de mascotas, el Señor Henderson (Charles Green), el ex esposo de ella, Tom Atherton (D.W. Moffett), y uno de sus vástagos previos, el otrora amigo de Joe y hoy gay y cantante de covers Georgie (Cory Michael Smith), Elizabeth, en sí tan maquiavélica y meticulosa como Gracie, irá creando un personaje tangible porque efectivamente su visita a Savannah responde al hecho de que debe interpretar a la hebefila en sólo tres semanas en una película independiente, panorama marcado por aires de intromisión que encima ya venía caldeado por los nervios a raíz de la próxima finalización/ graduación del colegio secundario de los gemelos y Peter (Zachary Branch), el nieto de la criatura de Moore que es compañero de los anteriores y responde a la camada que Gracie tuvo con Tom, completada por Billy (John Eric Lee Smith) y la madre de Peter, Cassidy (Hailey Wist). Haynes, aquí enarbolando su estampa de satirista genial e hiper cáustico, no sólo construye un melodrama que coquetea con la comedia negra, la farsa social, el thriller psicológico, la tragedia romántica y un erotismo cuasi vedado, sino que también ofrece una retahíla de capas discursivas que juegan con las verdades y las mentiras entrecruzadas -y por consiguiente, con un enigma inabarcable porque en pantalla el sentido último de las motivaciones es escurridizo- y especialmente permiten múltiples lecturas superpuestas, así la faena puede pasar como una denuncia del deporte burgués favorito, la agresividad pasiva, como una sátira de las familias ensambladas contemporáneas, en esta oportunidad atravesando la crisis del nido vacío, como un análisis del margen de influencia de los mass media en la edificación y reproducción de los prejuicios sociales, algo que la película abiertamente vincula a nuestra memoria cultural como miembros de un colectivo fascinado por los sucesos morbosos que invitan al desprecio fácil, como un retrato colateral de la creación artística, ahora más bien volcada a la profesión actoral mimética y su faceta más grotesca, cruel y cínica, y finalmente como un estudio tragicómico de la hipocresía, el masoquismo, la ingenuidad, el narcisismo y esa manipulación lisa y llana de la burguesía, otros rasgos infaltables del estrato que nos ocupa en lo referido al plano mundano/ diario.
Echando mano primero de la fotografía kubrickiana de Christopher Blauvelt, colaborador asiduo de Kelly Reichardt, a su vez una cineasta que ha sido producida sistemáticamente por Haynes, y segundo de la música de Marcelo Zarvos, un compositor y pianista brasileño al que se le encargó algunas piezas nuevas y sobre todo refritar aquel prodigioso leitmotiv del francés Michel Legrand para El Mensajero del Amor (The Go-Between, 1971), parte constituyente de la trilogía de colaboraciones de Joseph Losey con Harold Pinter, futuro ganador del Premio Nobel en 2005 que también escribió El Sirviente (The Servant, 1963) y Accidente (Accident, 1967), el realizador en Secretos de un Escándalo se hace un festín con la complejidad de los tres personajes centrales y las extraordinarias actuaciones de Portman y Moore, dos veteranas del ecosistema hollywoodense que están muy bien secundadas por Melton: Gracie hace gala de una tendencia psicopática que la lleva a vampirizar a escala emocional a Joe y a tratarlo como un simple vástago más de su cosecha, por ello el joven de 36 años -la misma edad de Elizabeth y la misma de su esposa cuando fue atrapada en el depósito teniendo sexo con el preadolescente- posee un complejo de inferioridad arrastrado desde lejos que lo hace en simultáneo un poco inmaduro y ultra pollerudo, dependiente de ella, además la negación de la pareja en materia de hablar sobre el pasado traumático puede servir para defenderse de la prensa amarilla y los ataques comunales pero al mismo tiempo los deja muy a merced del ventajismo y parasitismo identitario de la actriz, esa Berry que está en pareja aunque no tiene problema alguno a la hora de acostarse con el director del film por venir y con el propio Joe, una especie de testigo intrascendente del hecho de que la irresponsabilidad moral, el egoísmo y la autovictimización vana de Gracie se reproducen en el comportamiento exhibido por Elizabeth frente al clan que investiga, la parentela malsana Atherton-Yoo. Si por un lado las dos mujeres con seductoras natas con poca capacidad para empatizar con el resto de los mortales, a quienes ven como medios para un fin, en concreto alcanzar la perfección, por el otro lado esta relación de competencia tácita por el mismo espacio hogareño se contrapone a la fragilidad de ambas en el ámbito privado, la cocinera lloriqueando a moco tendido ante cualquier ingrediente que quiebre su rutina y la intérprete padeciendo asma y definitivamente resintiendo el detalle de que sólo sea conocida por el público por una telenovela boba en la que apareció desnuda y a la que detesta en secreto, El Arca de Norah. El dejo metafórico de la realización también suma a su encanto y elegancia gracias al gustito por la caza de codornices de Gracie, una aparente tradición de su familia que representa su carácter predatorio y en los minutos finales la lleva a que se identifique con un zorro en el bosque, y gracias a las mariposas monarca que el cuasi coreano cría en el domicilio conyugal que compraron con el dinerillo obtenido por esa cobertura exclusiva de la boda vendida a un programa de televisión, The Insider, insectos que simbolizan a ojos de él la posibilidad de romper la claustrofobia porque su pretensión de “avanzar” en términos amorosos con otra entomóloga amateur con la que conversa de manera virtual en Facebook/ Messenger, una tal Michaela, queda en la nada ya que no quiere mezclarse con un hombre casado. Con mucho del Ingmar Bergman de Persona (1966), Sonata Otoñal (Höstsonaten, 1978) y la recordada trilogía de Detrás de un Vidrio Oscuro (Såsom i en Spegel, 1961), Luz de Invierno (Nattvardsgästerna, 1963) y El Silencio (Tystnaden, 1963), obras minimalistas, abstractas y sofocantes que pensaron los límites de la fuerza de voluntad y la comunicación humana, y entre chispazos de sadismo o quizás gran desconfianza, pensemos en la agresora sexual diciéndole a la actriz que Joe tuvo otras amantes antes que ella, en él no quemando una carta sincera que ella le dio 24 años atrás a pesar de instrucciones explícitas al respecto, en Georgie afirmando ante Elizabeth que su madre fue abusada sexualmente cuando niña y púber por sus dos hermanos mayores y en la misma recurrencia libidinosa de la intérprete y cómo dicha estrategia le permite saber qué sintió Gracie en su momento y hasta conseguir la carta en cuestión, la hipnótica película adopta un punto de vista muy nihilista y sardónico porque la realidad se nos aparece como una repetición patológica de conductas previas y como una estafa contra terceros y uno mismo, de allí que la búsqueda de verdad y/ o deleite visceral derive en misterio y frustraciones porque las personalidades son pura simulación…
Secretos de un Escándalo (May December, Estados Unidos, 2023)
Dirección: Todd Haynes. Guión: Samy Burch. Elenco: Julianne Moore, Natalie Portman, Charles Melton, Cory Michael Smith, Elizabeth Yu, Gabriel Chung, D.W. Moffett, Charles Green, Piper Curda, Hailey Wist. Producción: Natalie Portman, Christine Vachon, Sophie Mas, Tyler W. Konney, Pamela Koffler, Grant S. Johnson, Will Ferrell y Jessica Elbaum. Duración: 117 minutos.