Luego del éxito de Loving Vincent (2017), la primera película que utilizaba el estilo de animación pictórico en la totalidad del metraje, la pareja de directores Hugh Welchman y Dorota Kobiela, alias DK Welchman, regresan con el mismo formato en La Vida de Jagna (Chlopi, 2023) tras un arduo trabajo de pintar cada escena que les llevó cinco años.
Dividida en cuatro capítulos que representan las cuatro estaciones, otoño, invierno, primavera y verano, La Vida de Jagna narra el derrotero de la protagonista del título en castellano, Jagna (Kamila Urzędowska), una joven y bella campesina enamorada del hijo mayor del primer campesino de Lipce, un pequeño poblado de aldeanos del centro de Polonia. Ambientada en algún momento de fines del Siglo XIX, cuando el territorio que hoy ocupa Polonia estaba dividido y era gobernado por las autoridades del Reino de Prusia, el Imperio Austrohúngaro y el Imperio Ruso, la película de Welchman y Kobiela sigue a la protagonista de diecinueve años en su calvario en un pueblo que no soporta su belleza, libertad y calidez. Jagna es una joven alegre que realiza manualidades, hermosas figuras de papel que cuelga en esa casa familiar que comparte con su madre (Ewa Kasprzyk). Claramente se siente atraída hacia Antek (Robert Gulaczyk), el hijo de Maciej (Miroslaw Baka), quien posee las tierras más prósperas del poblado y acaba de perder a su esposa y está harto de la presión de sus hijos para cederles parte de sus dominios, dado que no pretende desprenderse de su propiedad bajo ninguna circunstancia ya que se siente aún productivo. Antek, por su parte, está casado con Hanka (Sonia Mietielica) y atribulado por su correspondida atracción hacia Jagna, su deber familiar para con su esposa y su hijo, a los que no trata demasiado bien, y la tensa relación con su progenitor, con los cuales comparte el mismo techo. Cuando su padre anuncia que se va a casar con Jagna para alejar la posibilidad de ceder la tierra, a pesar de la negativa de la joven, Antek monta en cólera y es expulsado del hogar familiar, dando comienzo a una situación que terminará en tragedia para todos los involucrados.
La Vida de Jagna es la historia de una joven cuya mayor ventaja y principal problema es su belleza. Ella lo tiene todo, juventud, calidez, frescura, talento. Se dedica a crear figuras de papel y a curar animales heridos, además Antek, el hombre que ama, está enamorado de ella. El mundo parece sonreírle pero la envidia es un arma poderosa y gracias a las mentiras de aquellos que alegan haber estado con ella crece el odio del pueblo contra su figura, la de la mujer hermosa que seduce a los hombres. Esta problemática universal de la literatura y el cine es trabajada con gran meticulosidad por los realizadores, rescatando el espíritu de una de las obras más importantes de la literatura polaca.
Basada en Los Campesinos (Chlopi, 1904-1909), obra magna del escritor polaco Władysław Reymont, laureado con el Premio Nobel de Literatura en el año 1924, la película de Welchman y Kobiela es la cuarta adaptación de la novela de cuatro tomos del autor de La Tierra Prometida (Ziemia Obiecana, 1899). El texto, considerado al igual que toda la obra de Reymont como fundacional de la cultura polaca, basa cada uno de sus tomos en una estación para subrayar cómo éstas marcaban la vida de los campesinos a fines del Siglo XIX. Para ello utiliza los estilos hegemónicos realistas y naturalistas, muy de moda en su época, y los combina con las técnicas vanguardistas impresionistas y simbolistas, esas que crecían en importancia en la cultura y las artes de inicios del Siglo XX.
Los realizadores respetan la organización de la novela para componer el retrato de los campesinos polacos desde una posición muy crítica en la que no se salva nadie. La madre de Jagna prácticamente vende a su hija a Maciej por un puñado de tierra que a Jagna no le interesa y que termina regalando a Hanka mientras que Antek, que solo es feliz y tiene una personalidad afable delante de Jagna, se transforma en un ser resentido tras ser rechazado por la bella joven, muy dolida por la convalecencia y muerte de su esposo tras un altercado con el terrateniente de la zona, la tensión con Hanka y el repudio de todas las mujeres del pueblo, que la ven como una amenaza para sus maridos debido a las habladurías que circulan acerca de las intenciones de la muchacha de seducir a los hombres, chismes completamente alejados de la realidad y alentados por las mentiras de los varones para justificar sus infructuosos intentos de acercamiento hacia ella.
La Vida de Jagna presenta la injusta condena de la protagonista por parte de las envidiosas mujeres del pueblo, recelosas de la belleza y la frescura de la joven, y debido a la patética mirada de hombres ahogados por sus impulsos sexuales, pero también indaga en los conflictos de los campesinos y los terratenientes, las tradiciones populares y las experiencias de personas acostumbradas a partirse el lomo trabajando y a luchar por la supervivencia.
Al igual que Loving Vincent, La Vida de Jagna es un viaje visual hacia el estilo pictórico impresionista con imágenes de una gran belleza creadas por un equipo de más de cien pintores, quienes inspirados por las obras de sus colegas polacos de fines del Siglo XIX y principios del XX, Józef Chełmoński, Ferdynand Ruszczyc, Leon Wyczółkowski y Józef Chełmońsk, trabajaron en estudios de Polonia, Lituania, Ucrania y Serbia para producir los cuadros que serían utilizados luego por los animadores para producir la sensación de movimiento de esta maravilla visual.
La ubicua y versátil actuación de Kamila Urzędowska se destaca al igual que todo el elenco en una historia de amor trunco trastocada en odio, en la que cada personaje tiene un lugar muy particular, con sus sentimientos, personalidades, miserias y fortalezas, esas que componen un retrato extraordinario de las aldeas polacas de la postrimería decimonónica. La estupenda fotografía a cargo de Szymon Kuriata, Radek Ladczuk y Kamil Polak se funde con el trabajo artístico de los pintores y animadores, los cuales utilizaron la misma técnica de Loving Vincent con un resultado similar que se asemeja más a la obra de Vincent van Gogh que a los pintores polacos antes mencionados, lo que redunda en un film visualmente cautivador que ameniza un poco el drama trágico que se avecina sobre Jagna y el resto de los personajes.
La Vida de Jagna logra escenas realmente impresionantes, especialmente durante las celebraciones, verdaderas representaciones de la cultura campesina recreadas con maestría, en las que la música y el baile se apoderan del espíritu y los cuerpos de los aldeanos. Las composiciones musicales del rapero polaco, Łukasz Rostkowski, conocido como L.U.C, imponen a las escenas el tono de violencia, ya sea contenida o desatada, que cada toma propone al espectador en esta mirada descarnada sobre el campo polaco. A diferencia del resto de sus trabajos, la música de Rostkowski para La Vida de Jagna intenta buscar un punto de tensión entre los sonidos tradiciones y la música contemporánea, en un contrapunto en el que predominan los cambios bruscos, las voces doloridas y los vientos inquietantes.
Con un trabajo impecable y mucha dedicación, el realizador británico Hugh Welchman y su esposa, la polaca Dorota Kobiela, logran junto a su equipo artístico combinar una historia sobre las costumbres gregarias de la idiosincrasia campesina, que se repiten en cualquier aldea, país y región, con las temáticas universales del amor transformado en encono y las amarguras de la dominación masculina, todo para exponer cómo el miedo, la envidia y el desprecio suelen ser las emociones que mueven las acciones más abyectas del comportamiento humano.
La Vida de Jagna (Chlopi, Polonia/ Serbia/ Lituania, 2023)
Dirección y Guión: DK Welchman y Hugh Welchman. Elenco: Kamila Urzędowska, Robert Gulaczyk, Mirosław Baka, Sonia Mietielica, Ewa Kasprzyk, Cezary Łukaszewicz, Małgorzata Kożuchowska, Sonia Bohosiewicz, Dorota Stalińska, Andrzej Konopka. Producción: Hugh Welchman y Sean M. Bobbitt. Duración: 114 minutos.