Super/Man: La Historia de Christopher Reeve (Super/Man: The Christopher Reeve Story)

Otra víctima confundida con héroe

Por Emiliano Fernández

Ante un trabajo tan limitado, redundante y lambiscón como Super/Man: La Historia de Christopher Reeve (Super/Man: The Christopher Reeve Story, 2024), documental de Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, uno puede imaginar a los fanáticos descerebrados de Superman lloriqueando del otro lado de la pantalla frente al desfile de golpes bajos, por cierto una fauna que amerita un lanzallamas purificador al igual que prácticamente todo el público del cine de superhéroes contemporáneo y productos derivados nostálgicos paupérrimos como el presente. Más allá de la idiotez promedio del consumidor del personaje creado en 1938 por Jerry Siegel y Joe Shuster, apenas por debajo del Hombre Araña (Spider-Man), pavada de Stan Lee y Steve Ditko, como la criatura de historietas más mediocre e infantiloide del mainstream cultural, la película esquiva la trayectoria de Reeve (1952-2004) por fuera de sus cuatro propuestas interpretando a Superman/ Clark Kent, léase Superman (1978), de Richard Donner, Superman II (1980), de Richard Lester, Superman III (1983), también de Lester, y Superman IV: En Busca de la Paz (Superman IV: The Quest for Peace, 1987), generoso desastre de Sidney J. Furie, y al hacerlo prolonga de manera póstuma el cliché o encasillamiento profesional que padeció en vida, de hecho siempre pretendiendo escapar de su fama como el “hombre de acero” para transformarse en un actor serio y desarrollar una carrera mucho más variada dentro de Hollywood, algo que no ocurriría por la mentalidad cerrada de los ejecutivos de los grandes estudios y del grueso de los espectadores y por el desconocimiento con respecto al trasfondo teatral indie del actor, donde residía su corazón.

 

Sin embargo el film de Bonhôte y Ettedgui, dupla detrás de la también hiper manipuladora a escala emocional Rising Phoenix (2020), acerca de la historia de los Juegos Paralímpicos, y la mucho más interesante McQueen (2018), retrato del malogrado diseñador de moda inglés Alexander McQueen, comete un pecado incluso más doloroso que tiene que ver con la vieja tendencia del amarillismo/ sensacionalismo a confundir a la víctima con el héroe cuando efectivamente la víctima es sólo una víctima y el héroe es alguien que se sacrifica en pos de un ideal social que no tiene que ver con la propia experiencia o un padecimiento egoísta, y si bien la militancia del amigo Christopher en distintas causas resultó más que encomiable ello no borra el hecho de que fue otro actor millonario insípido del mainstream que sólo tomaba conciencia de algo cuando lo sufría en carne propia, típica disposición del yanqui necio y narcisista. El señor en sí tuvo sus pros y sus contras y la película los cubre de manera muy parcial -o no los cubre- para siempre ensalzar su monumento en el pedestal póstumo, así fue una pareja y un padre abandónico volcado al hedonismo, sobreexigió físicamente a sus hijos, se obsesionó con las células madre para “curarse” cuando terminó cuadripléjico por un accidente ecuestre, durante la mayor parte de su vida tuvo un carácter ególatra y controlador que ventiló frente a compañeros de trabajo y su familia y en suma privilegió una concepción muy errónea -que reproduce el mismo documental- en torno a las discapacidades como condiciones que no son permanentes si uno se envalentona y combate contra ellas a través de ejercicios, rehabilitación, tratamientos, convicción identitaria, etc.

 

Entre los puntos a favor se pueden nombrar su ideología de izquierda, su ataque un tanto paradójico durante la década del 80 hacia la fiebre hollywoodense de las secuelas, aquella militancia en defensa del medio ambiente, el financiamiento de las artes y la ampliación de toda cobertura estatal/ privada para los discapacitados -en este último caso, desde ya, sobre todo luego de la fatalidad de 1995 con el caballo- y especialmente su participación de 1987 en unas protestas para impedir el asesinato de artistas y militantes sociales chilenos durante la dictadura del psicópata de Augusto Pinochet, evento muy recordado en América Latina así como en yanquilandia se recuerda una desafortunada publicidad televisiva en la que se levantaba de su silla de ruedas y caminaba gracias al CGI, otro ejemplo de su propensión a espectacularizar irresponsablemente su tetraplejía y de su poca predisposición a aceptar tanto su condición de miembro de la comunidad de discapacitados como la realidad en términos concretos de su estado, irreversible y a años luz de cualquier falsa esperanza de cura. Super/Man: La Historia de Christopher Reeve sí explora con eficacia la metamorfosis de la estrella norteamericana luego del accidente en un padre cariñoso para sus tres hijos, Matthew, Alexandra y Will Reeve, todos entrevistados para el documental al igual que la madre de sus dos primeros vástagos, la británica Gae Exton, y algunos colegas y amigos de alto perfil como Susan Sarandon, Glenn Close, Jeff Daniels y Whoopi Goldberg, esquema discursivo que lleva a enfatizar que los verdaderos héroes fueron Robin Williams, su amigo más fiel, y Dana Reeve, esposa y madre de Will, un dúo que siempre lo acompañó de cerca.

 

Subrayando todo el tiempo que aquel dinamismo físico de Reeve anterior al accidente se transforma en energía simbólica en el período posterior con el objetivo de aferrarse a la utopía de recuperación, lo que una y otra vez deriva en el atolladero ético señalado por su faceta de figura pública vendiendo humo/ falsas esperanzas en los medios de comunicación mediante el delirio de las células madre como la panacea médica polirubro que nunca fue, la propuesta simplifica desde la demagogia sentimental el martirio de los parapléjicos y tetrapléjicos comparándolo con el derrotero de un privilegiado como el intérprete que nos ocupa, además la animación cursi en 3D resulta innecesaria, centrada en un Christopher de piedra flotando en el cosmos cual Dios del Olimpo, y el tono ultra lisonjero, edulcorado o acrítico de la realización y la lástima fetichizada como recurso dramático incesante se abren paso como ingredientes que en el Siglo XXI ya saben a rancios e impresentables. Todavía más obsecuente y remanida que La Música de John Williams (Music by John Williams, 2024), oda de Laurent Bouzereau al compositor preferido de Steven Spielberg y George Lucas, Super/Man: La Historia de Christopher Reeve apenas si menciona fugazmente a obras loables que constituyeron los primeros intentos del retratado en pos de sacarse de encima la capa y esas calzas ajustadas ridículas, hablamos de Pide al Tiempo que Vuelva (Somewhere in Time, 1980), de Jeannot Szwarc, Trampa Mortal (Deathtrap, 1982), de Sidney Lumet, y Monseñor (Monsignor, 1982), de Frank Perry, y pasa casi completamente por alto faenas que hubiese sido interesante analizar, como Un Periodista Astuto (Street Smart, 1987), de Jerry Schatzberg, Sin Censura (Switching Channels, 1988), conflictivo film de Ted Kotcheff, Detrás del Telón (Noises Off, 1992), opus de Peter Bogdanovich, El Pueblo de los Malditos (Village of the Damned, 1995), de John Carpenter, Sospecha Fatal (Above Suspicion, 1995), aquella epopeya premonitoria de Steven Schachter, y sus dos colaboraciones con James Ivory, Amarás a un Extraño (The Bostonians, 1984) y Lo que Queda del Día (The Remains of the Day, 1993), entre otras. En última instancia aquí nos tenemos que fumar el patetismo aburrido de siempre de homologar al intérprete con su personaje estereotipado para generar lágrimas en función del calvario en cuestión, el de su vida real comparada con una estatua de bronce tan brillante como apócrifa, contraposición entre realidad y ficción que en pantalla refuerza la fábula a instancias de unos realizadores cuyo oportunismo es tan grande y poco sutil como el del mainstream estadounidense, en este sentido recordemos que el documental fue producido de manera independiente y luego adquirido por un consorcio chupasangre de distribución conformado por nada menos que Warner Bros., DC Comics, CNN y HBO/ Max. Los tontitos conservadores que lloran al ver a Superman en silla de ruedas y con respirador pidiendo ampliar los derechos y la cobertura médica para los discapacitados son los mismos lobotomizados -por lo menos en el mundo actual, sin dudas- que votan a la derecha antiderechos y/ o lacras semejantes filofascistas…

 

Super/Man: La Historia de Christopher Reeve (Super/Man: The Christopher Reeve Story, Estados Unidos/ Reino Unido, 2024)

Dirección: Ian Bonhôte y Peter Ettedgui. Guión: Ian Bonhôte, Peter Ettedgui y Otto Burnham. Elenco: Christopher Reeve, Robin Williams, Susan Sarandon, Glenn Close, Jeff Daniels, Whoopi Goldberg, Gae Exton, Matthew Reeve, Alexandra Reeve, Will Reeve. Producción: Ian Bonhôte, Robert Ford y Lizzie Gillett. Duración: 104 minutos.

Puntaje: 3