La Fortaleza del Vicio (New Jack City)

Aquellos idólatras del crack

Por Emiliano Fernández

A diferencia de su padre, el estadounidense Melvin Van Peebles (1932-2021), un verdadero “hombre del Renacimiento” que se dedicó con el mismo entusiasmo al cine, el teatro, la música, la literatura e incluso las artes plásticas a lo largo de una carrera que se extendió durante la friolera de más de seis décadas, su hijo Mario Van Peebles, nacido en México en 1957, desarrolló una trayectoria exclusivamente como actor y realizador que en cierta medida respetó el derrotero involuntario de Melvin porque después de un período inicial prometedor todo se vino abajo con el transcurso de los años, panorama que tiene que ver en partes más o menos iguales con el vaciamiento creativo en primera persona y la estupidez y el conservadurismo estándar de Hollywood, una industria necia muy poco predispuesta a la innovación o la autonomía artística. Antes de que su carrera cinematográfica se cayera a pedazos debido a una serie de realizaciones que no vio nadie, en sintonía con No Vengas con Tacañería (Don’t Play Us Cheap, 1972), Crisis de Identidad (Identity Crisis, 1989), El Cuento de la Barriga Llena (Le Conte du Ventre Plein, 2000) y aquella ConfessionsOfa Ex-Doofus-ItchyFooted Mutha (2008), además de la digna Corrupción Policial (Gang in Blue, 1996), una propuesta televisiva, y Cuentos Eróticos (Tales of Erotica, 1996), film ómnibus codirigido junto a Ken Russell, Bob Rafelson y Susan Seidelman, Melvin revolucionó el cine del posthippismo y el acervo indie en general con tres obras que colocaron en urgente primer plano el sentir de la comunidad negra norteamericana y la segregación/ desigualdad/ racismo del período, El Permiso (La Permission, 1967), opus en el mercado anglosajón conocido como La Historia del Permiso de Tres Días (The Story of a Three Day Pass) que fue rodado en Francia y giraba alrededor de un romance interracial entre un soldado yanqui y una muchacha local, Watermelon Man (1970), sátira en torno a un vendedor de seguros caucásico y conservador que de un momento a otro se transformaba en negro en línea con aquella conversión fantástica en cucaracha de La Metamorfosis (Die Verwandlung, 1915), de Franz Kafka, y Sweet Sweetback’s Baadasssss Song (1971), clásico errático del avant-garde que también ofició de génesis del blaxploitation a la par de Shaft (1971), de Gordon Parks, y Algodón en Harlem (Cotton Comes to Harlem, 1970), de Ossie Davis, en este caso con el propio realizador interpretando al protagonista del título, un trabajador sexual adusto en guerra contra la brutalidad policial y la lacra social fascistoide o de talante reaccionario.

 

Como decíamos antes, el caso de Mario es parecido al de su padre aunque más complejo porque su periplo en el séptimo arte fue bastante más ecléctico y volcado en buena medida a posicionarse como una estrella de renombre, algo que jamás ocurrió a pesar de reservarse roles cruciales en sus propias epopeyas y de participar en un amplio abanico de propuestas ajenas, jugada que fue desde personajes menores en The Cotton Club (1984), de Francis Ford Coppola, y El Guerrero Solitario (Heartbreak Ridge, 1986), de Clint Eastwood, hasta papeles más prominentes en desastres como Tiburón 4: La Venganza (Jaws: The Revenge, 1987), de Joseph Sargent, y Highlander III: El Mago (Highlander III: The Sorcerer, 1994), secuela de Andrew Morahan. Si bien sinceramente nunca pasó vergüenza a nivel actoral, la dirección fue sin duda su punto fuerte y prueba de ello es su primer período profesional y sus cuatro mejores películas enroladas en el neoblaxploitation o hood film o Nuevo Cine Negro de fines de los 80 y comienzos de los 90, aquel de gente tan diversa como Spike Lee, John Singleton, F. Gary Gray, Ernest R. Dickerson y los hermanos Albert y Allen Hughes, hablamos de La Fortaleza del Vicio (New Jack City, 1991), estupendo clásico del neo noir de mafiosos, Bandoleros (Posse, 1993), reinterpretación bastante estrambótica del western de izquierda, Panteras Negras (Panther, 1995), retrato del nacimiento del célebre colectivo fundado por Bobby Seale y Huey P. Newton, y Baadasssss! (2003), biopic sobre Melvin durante el rodaje de Sweet Sweetback’s Baadasssss Song también conocida bajo el hilarante título de Cómo Sacar el Pie del Blanco de tu Trasero (How to Get the Man’s Foot Outta Your Ass), sin olvidarnos de Corrupción Policial, faena codirigida junto al progenitor, y El Amor Mata (Love Kills, 1998), anomalía fallida de la etapa que pretendió combinar thriller y comedia. Es precisamente en La Fortaleza del Vicio donde Mario logra unificar el drama criminal con la Epidemia de Crack en Estados Unidos de entonces, droga que constituye la base libre de la cocaína y sería reemplazada por la metanfetamina durante las postrimerías del Siglo XX y el comienzo del nuevo milenio, todo contando con el preámbulo represivo/ sermoneador de la Guerra contra las Drogas (War on Drugs) de Ronald Reagan y aquella campaña publicitaria “Sólo di no” (Just Say No) de la esposa del anterior y primera dama, Nancy Reagan, junto con Margaret Thatcher la cara visible femenina de ese neoliberalismo hambreador y lunático que sustituyó al trabajo por la especulación como fuente de riqueza.

 

Todavía muy lejos de la lamentable catarata de trabajos por encargo que llegaría en el Siglo XXI, léase Camino de la Redención (Redemption Road, 2010), Campeón (All Things Fall Apart, 2011), Nosotros Somos la Fiesta (We the Party, 2012), Cielo Rojo (Red Sky, 2014), USS Indianápolis: Hombres de Coraje (USS Indianapolis: Men of Courage, 2016), Armado (Armed, 2018) y Banda de Forajidos (Outlaw Posse, 2024), fase en la que sólo se salvan en parte El Intermediario (Hard Luck, 2006), un policial negro que se estrenó como “directo a video”, y Salt-N-Pepa (2021), amena biopic televisiva acerca del dúo femenino de hip hop, en su ópera prima como realizador Mario nos ofrece un relato coral con cierto énfasis en Nino Brown (Wesley Snipes), personaje de temer inspirado en Nicky Barnes (1933-2012), el mandamás de un sindicato delictivo afroamericano que en los años 70 y principios de la década siguiente se especializó en el tráfico de heroína en Nueva York, El Concilio (The Council), organización que cooperaba con la mafia y que terminaría anulada por el accionar del propio Barnes, el cual luego de su arresto en 1977 se transformaría en informante para el gobierno federal. El guión en sí de Thomas Lee Wright y Barry Michael Cooper es microscópico, parte de la Trilogía de Harlem de este último junto a Duelo de Sangre (Sugar Hill, 1993), de León Ichaso, y Sueños de Triunfo (Above the Rim, 1994), de Jeff Pollack, y se centra en el ascenso entre 1986 y 1989 en Harlem de Nino y su red criminal, Hermanos del Dinero en Efectivo (Cash Money Brothers), eliminando a la competencia, pasando de la cocaína al crack, no dándole comisión alguna al sindicato italiano de Don Armeteo (John Aprea) y Frankie Needles (Anthony DeSando) y especialmente construyendo una “casa de crack” o laboratorio/ fumadero/ centro de venta, El Carter, enorme edificio que termina con su administrador y sus inquilinos desalojados. La policía le encarga al Detective Stone (el propio Mario) solucionar el asuntillo y éste a su vez delega la tarea en Scotty Appleton (Tracy Lauren Marrow alias Ice-T) y Nick Peretti (Judd Nelson), con el primero oficiando de voz cantante en eso de infiltrar a Benny “Pookie” Robinson (Chris Rock), un ex adicto que eventualmente es descubierto y asesinado. Appleton, aprovechando un problema de faldas entre Brown y su mano derecha con poca o nula autoestima, el flamante consumidor de crack Gerald “Gee Money” Wells (Allen Payne), opta por infiltrarse él mismo entre los narcotraficantes negros mientras estalla una guerra a toda pompa con los colegas italianos.

 

La comparación reglamentaria con el padre se cuela de manera natural porque así como La Fortaleza del Vicio fue la película independiente más taquillera de 1991 en Estados Unidos, Sweet Sweetback’s Baadasssss Song anticipó la hazaña familiar en 1971, además de haber constituido el traumático debut actoral de un Mario que debió simular tener sexo a sus 14 años de edad con una de las actrices. La película que nos ocupa retoma otros rasgos de Melvin como primero esas fotografía y edición entre floridas, vertiginosas y detallistas, sin duda haciéndose un festín con los contrapicados y los planos holandeses para mitologizar a los personajes y/ o transmitir su perspectiva psicopática desde ambos márgenes de la ley, y segundo esa autoconciencia ideológica y narrativa llevada al extremo, aquí por un lado sintonizando con la Edad de Oro del Hip Hop en curso, pensemos en la presencia de Flavor Flav de Public Enemy y un soundtrack con pinceladas de Ice-T, Queen Latifah, N.W.A. y ese Teddy Riley cuyo “new jack swing”, cruza revolucionaria de rap y rhythm and blues, retomaría el título original en inglés durante el largo proceso de pre-producción del film, y por el otro lado recuperando sin sutilezas aquella metáfora del capitalismo especulador del ascenso furioso y la caída acorde de Scarface (1983), una joya de Brian De Palma que las criaturas de Snipes y Payne ven en TV, amén del hecho de asimismo refritar el motivo de la corrupción policial -de manera sutil aunque evidente- del Sidney Lumet modelo Sérpico (1973), Príncipe de la Ciudad (Prince of the City, 1981) y Preguntas sin Respuestas (Q & A, 1990) y el popurrí de “pesquisa estatal más guerra de pandillas más auge del negocio narco más infiltrados/ informantes” de El Padrino (The Godfather, 1972), de Coppola, Los Intocables (The Untouchables, 1987), otra de De Palma, Buenos Muchachos (Goodfellas, 1990), de Martin Scorsese, y El Rey de Nueva York (King of New York, 1990), de Abel Ferrara. Si bien ofrece una lectura caricaturesca de la Epidemia de Crack y no todos los personajes están aprovechados, el film nos regala actuaciones brillantes de Ice-T y Snipes, efectivamente convirtiéndolos en actores legitimados y llevando al segundo a sacarse de encima el mote de actor fetiche de Spike Lee, y cuenta con la fuerza discursiva de lo mejor del clan Van Peebles, hoy acoplándose con eficacia al cine de género y burlándose de los “idólatras” del crack que terminan asesinados por la bala menos pensada de una víctima en apariencia inocua, en esta ocasión un anciano fanático religioso en la piel de Bill Cobbs…

 

La Fortaleza del Vicio (New Jack City, Estados Unidos, 1991)

Dirección: Mario Van Peebles. Guión: Thomas Lee Wright y Barry Michael Cooper. Elenco: Wesley Snipes, Ice-T, Allen Payne, Chris Rock, Mario Van Peebles, Judd Nelson, Bill Cobbs, John Aprea, Anthony DeSando, Bill Nunn. Producción: George Jackson y Doug McHenry. Duración: 101 minutos.

Puntaje: 9