A Través del Fuego (The Lost Bus)

Hacia el renacimiento

Por Emiliano Fernández

El cineasta británico Paul Greengrass, heredero ilustre de Gillo Pontecorvo y Costa-Gavras y sin duda uno de los pocos especialistas en faenas testimoniales de este oligofrénico Siglo XXI, comenzó su extensa carrera con una etapa poco conocida y muy errática que abarca Resucitado (Resurrected, 1989), Vuelo en Busca del Amor (The Theory of Flight, 1998) y aquellos telefilms Persecución (Open Fire, 1994), El que se Escapó (The One That Got Away, 1996), Un Tremendo Fracaso (The Fix, 1997) y El Asesinato de Stephen Lawrence (The Murder of Stephen Lawrence, 1999). El período de oro profesional sería el siguiente y en este sentido basta con recordar la seguidilla suprema de Domingo Sangriento (Bloody Sunday, 2002), La Supremacía de Bourne (The Bourne Supremacy, 2004), esa Vuelo 93 (United 93, 2006), Bourne: El Ultimátum (The Bourne Ultimatum, 2007), La Ciudad de las Tormentas (Green Zone, 2010) y Capitán Phillips (Captain Phillips, 2013), un lote al que debemos sumar Omagh (2004), obra televisiva producida y escrita por Greengrass aunque dirigida por Pete Travis. La última década del inglés se ubica a mitad de camino entre las dos fases anteriores porque se podría decir que su trayectoria alcanzó una meseta cualitativa en la madurez, en simultáneo digna y un tanto decepcionante si la comparamos con sus joyas de antaño, pensemos en Jason Bourne (2016), 22 de Julio (22 July, 2018), Noticias del Gran Mundo (News of the World, 2020) y A Través del Fuego (The Lost Bus, 2025), flamante opus para Apple TV+ que desde ya tuvo un mínimo estreno en salas tradicionales para poder entrar al circuito competitivo de la temporada de premios, todos trabajos que de todas maneras superan por mucho al grueso de las realizaciones mediocres y sin alma del mainstream de nuestros días. A Través del Fuego se inspiró en Paraíso: La Lucha de un Pueblo por Sobrevivir a un Incendio Forestal en Estados Unidos (Paradise: One Town’s Struggle to Survive an American Wildfire, 2021), libro de no ficción a cargo de Lizzie Johnson acerca de un incendio en el mes de noviembre de 2018 en el norte de California que se extendió durante 17 días, mató a 85 personas, generó 50 mil desplazados y quemó la friolera de 62 mil hectáreas, el fuego más mortífero y destructivo en la historia del Estado.

 

La epopeya fue coescrita por el realizador y el también productor Brad Ingelsby, guionista estadounidense cuyo rango va desde las olvidables El Dinamitero (The Dynamiter, 2011), de Matthew Gordon, Mujer Americana (American Woman, 2018), de Jake Scott, Nuestro Amigo (Our Friend, 2019), de Gabriela Cowperthwaite, El Camino de Regreso (The Way Back, 2020), de Gavin O’Connor, y Echo Valley (2025), de Michael Pearce, hasta las interesantes La Ley del más Fuerte (Out of the Furnace, 2013), de Scott Cooper, y Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015), de Jaume Collet-Serra, más las series Mare de Easttown (Mare of Easttown, 2021) y Task (2025), ambas creadas para HBO Max. El protagonista es un conductor de la empresa encargada del trasporte escolar de la pequeña ciudad californiana de Paraíso, Kevin McKay (Matthew McConaughey), señor que arrastra un buen número de tragedias porque volvió al lugar a raíz de la muerte reciente de su padre, además su madre está en una silla de ruedas, Sherry (Kay McCabe McConaughey, de hecho la progenitora de Matthew), y su ex pareja y su hijo adolescente no lo tienen en alta estima, Linda (Kimberli Flores) y Shaun (Levi McConaughey, asimismo el vástago de la estrella), sin olvidarnos de una mascota canina agonizante debido a un cáncer avanzado. El incendio se desata cuando se cae de repente un enorme aislador de una torre de alta tensión con nulo mantenimiento y enciende una llamarada al tocar el pasto seco, lo que va escalando hasta que se hace necesario trasladar a todos los alumnos remanentes de un establecimiento educativo primario hacia otro punto de recogida porque sus padres aún no los han venido a buscar, tarea que la jefa/ despachadora de la compañía de transporte escolar, Ruby Bishop (Ashlie Atkinson), ofrece a algún conductor valiente que todavía esté detrás del volante de su unidad, así las cosas McKay acepta la misión semi suicida a pesar de estar tironeado por sus problemillas de índole familiar. Junto a una docente que obliga a subir al ómnibus de turno para que lo ayude a contener a los niños, Mary Ludwig (América Ferrera), Kevin traslada a los estudiantes infantiles hacia otro colegio que resulta devorado por las llamas, puntapié para una deriva sin rumbo en pos de sobrevivir en medio de la anarquía y el humo.

 

Mientras el jefe máximo de los bomberos, Ray Martínez (Yul Vázquez), trata de detener la propagación incesante de la calamidad y de conseguir que el maldito consorcio eléctrico corte de una buena vez la energía para que todo deje de empeorar en el minuto a minuto, Greengrass utiliza el relato principal en torno a McKay para desparramar su andamiaje documentalista estándar, aquel de primeros planos profusos, cámara movediza en mano, paladín obrero y anónimo, edición siempre dinámica, actuaciones viscerales, música no intrusiva o directamente ausente y una temática marcada por la premura de la realidad y no por la estupidez pasatista promedio de Hollywood y de los infradotados que la consumen como hamburguesas audiovisuales. Estamos frente a la clásica estructura retórica del cine catástrofe aunque también de su homólogo testimonial, por ello una debacle general, por supuesto provocada por el ser humano y su codicia o belicismo, termina engullendo a un ciudadano de a pie con una colección de padecimientos de por sí, al punto de anularlos porque el cataclismo todo lo consume de manera bien literal. El inglés utiliza el surtido de recursos disponibles, desde las tomas aéreas y unos CGIs naturalistas hasta el suspenso y el desasosiego, para apuntalar la andanada de secuencias de acción alrededor del fuego, el caos y la sensación de estar atrapados o sin salida, en este sentido la incomunicación, la falta de datos certeros y sobre todo el atolladero del tráfico de desesperados escapando de la zona constituyen en conjunto un peligro prácticamente equivalente a los incendios. Dicho de otro modo, el averno en pantalla es sinónimo no sólo de las llamas sino también de cables de luz todavía con tensión, otros vehículos parados del montón e incluso un puñado de loquitos -con armas o sin ellas- que se quieren subir al ómnibus a pura violencia, lo que coloca en primer plano el pancismo utilitarista de Estados Unidos y su falta de nociones éticas verdaderas a escala cultural/ política/ nacional/ espiritual. El último acto, cuando se detiene lo que parecía un movimiento perpetuo símil Máxima Velocidad (Speed, 1994), la obra de Jan de Bont, exacerba el humanismo de fondo al pasar del gigantismo destructor al minimalismo de la protección y la solidaridad de nuestra lata de sardinas de color amarillo.

 

Si bien la película critica a los docentes imbéciles del primario, esos que destilan soberbia tratando a los adultos como si fueran mocosos, con condescendencia y aires de superioridad moral burguesa, trasfondo representado en una Ludwig que de a poco va abandonando su máscara baladí para asistir de verdad a McKay, lo cierto es que como todo producto del mainstream anglosajón o planetario el film apuesta a seguro en términos discursivos y trata de limpiar de culpas a los bomberos en cuanto a la contención del fuego, el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California (California Department of Forestry and Fire Protection) o Cal Fire, nada menos que los primeros en la lucha contra el infierno en cuestión, y enfatiza que el único responsable del desastre es la generadora y/ o distribuidora de electricidad, la Compañía de Gas y Electricidad del Pacífico (Pacific Gas and Electric Company), efectivamente la causante en primera instancia de la ignición por falta de mantenimiento en la red de transporte de energía de California, en función de ello el protagonista es un héroe cien por ciento auténtico que sobrepasa tanto el “señalamiento” recíproco de las dos corporaciones citadas como su propio profesionalismo mediante la vocación de ayudar al prójimo, decisión en primera persona que resulta crucial en todo acto de heroísmo porque la ideología define al gesto que muta en odisea. A pesar de que resulta demasiado extensa y un tanto redundante, repleta de situaciones repetitivas como la praxis mundana, un esquema que Greengrass aprovecha para acumular nerviosismo y reforzar el desarrollo de personajes a sabiendas de que en las tragedias se conoce en serio al otro, un mérito muy grande de la propuesta y más tratándose de Hollywood, aquí con dinerillo de la célebre Jamie Lee Curtis y de un Jason Blum que suele especializarse en gestas de terror a través de su Blumhouse Productions, pasa por el hecho de que los niños no son odiosos o tontos o caprichosos como en otras faenas de encerronas con familias o chiquillos varios de por medio, aquí ocupando un lugar complementario o neutro de posibles víctimas que jamás desvían la atención con respecto al núcleo del relato, la cruzada de supervivencia al mando del conductor. El malestar del jefe de bomberos, Martínez, siempre desplegándose a plena luz y rodeado de colegas impotentes, contrasta con la noche rojiza del autobús y del personaje al volante del eficaz McConaughey, constantemente cerca de fallecer por la voracidad del capitalismo, léase la desidia de la firma eléctrica, y por el cambio climático, como efectivamente afirma la criatura de Vázquez en materia del incremento del número anual de incendios y de su furia concreta. En última instancia está muy bien resuelta la escena de la salida de la región calcinada como si fuese un renacimiento desde la oscuridad del útero hacia el sol o la dimensión diáfana del mundo que nos rodea, en pantalla de hecho “pariendo” por segunda vez a un grupete de nenes que resucitan al reencontrarse con sus padres, un espejo de la reconciliación masculina posterior entre Kevin y su retoño, Shaun…

 

A Través del Fuego (The Lost Bus, Estados Unidos, 2025)

Dirección: Paul Greengrass. Guión: Paul Greengrass y Brad Ingelsby. Elenco: Matthew McConaughey, América Ferrera, Yul Vázquez, Levi McConaughey, Ashlie Atkinson, Kay McCabe McConaughey, Kate Wharton, Danny McCarthy, Spencer Watson, Gary Kraus. Producción: Brad Ingelsby, Jason Blum, Gregory Goodman y Jamie Lee Curtis. Duración: 130 minutos.

Puntaje: 7