Martin Scorsese, señor hoy por hoy de 82 años, no sólo es uno de los próceres del Nuevo Hollywood de la década del 70, la última vanguardia del enclave estadounidense, sino también una de las figuras que más defendió el cine de autor y/ o con contenido artístico y social valioso a lo largo de las últimas seis décadas, artífice de una carrera magnífica que incluso derivó en la creación de dos de las principales organizaciones sin fines de lucro del ecosistema mundial orientadas a la preservación y a la restauración de todo el patrimonio cinematográfico, The Film Foundation y World Cinema Project, ejemplos supremos de lo que los Estados de nuestro planeta deberían hacer y muy pocos llevan a cabo. El director, una eterna anomalía en la meca del cine de Los Ángeles por su trasfondo cultural católico y neoyorquino hasta la médula, incluso con abuelos inmigrantes sicilianos, cuenta con una etapa formativa que abarca dos obras apenas correctas, ¿Quién Llama a mi Puerta? (Who’s That Knocking at My Door?, 1967), film autobiográfico e hiper cassaveteano, y Pasajeros Profesionales (Boxcar Bertha, 1972), exploitation bajo el halo de Roger Corman, y su primera propuesta en verdad interesante, Calles Salvajes (Mean Streets, 1973), retrato de los rufianes demenciales y ciclotímicos que poblarían su producción posterior. La siguiente fase, ya correspondiente al mainstream iconoclasta del período, incluye dos trabajos muy exitosos en taquilla, Alicia ya no Vive Aquí (Alice Doesn’t Live Here Anymore, 1974) y Taxi Driver (1976), la primera su única aventura femenina y la segunda su colaboración inaugural con el guionista Paul Schrader, socio crucial y asiduo a futuro, y un fracaso de corte experimental, New York, New York (1977), que estuvo marcado por su adicción a la cocaína y cierta incapacidad de Martin para trasladar satisfactoriamente el nihilismo del Nuevo Hollywood al ecosistema de los musicales, algo que también padeció Al Fin Llegó el Amor (At Long Last Love, 1975), de Peter Bogdanovich, y Golpe al Corazón (One from the Heart, 1981), de Francis Ford Coppola, aunque no El Show Debe Seguir (All That Jazz, 1979), la joya del especialista Bob Fosse. Durante los años 80 Scorsese experimentó una suerte de repliegue concienzudo hacia el indie del comienzo porque las opciones laborales se le fueron cerrando en la época de los blockbusters tontuelos para el público menudo/ familiar, derrotero que nos dejó con un opus ameno por encargo, El Color del Dinero (The Color of Money, 1986), secuela de El Audaz (The Hustler, 1961), de Robert Rossen, y una seguidilla de odiseas maravillosas que incluyó a Toro Salvaje (Raging Bull, 1980), El Rey de la Comedia (The King of Comedy, 1982), Después de Hora (After Hours, 1985) y La Última Tentación de Cristo (The Last Temptation of Christ, 1988), por cierto una relectura de la novela homónima de 1955 de Nikos Kazantzakis y un proyecto largamente anhelado por el cineasta, quien sabía que despertaría polémicas por la humanización de Jesús aunque no esperaba semejante locura oscurantista y fascistoide alrededor del film en todas partes.
La década del 90 fue más lineal en su recorrido porque luego de una retahíla de éxitos de taquilla, las extraordinarias Buenos Muchachos (Goodfellas, 1990), Cabo de Miedo (Cape Fear, 1991), La Edad de la Inocencia (The Age of Innocence, 1993) y Casino (1995), se vio una vez más marginado en Hollywood debido a la gélida acogida de Kundun (1997) y Vidas al Límite (Bringing Out the Dead, 1999), la primera una biopic sobre el último Dalai Lama y la segunda un regreso tácito al ámbito nocturno, citadino y lunático de Taxi Driver y Después de Hora. El renacimiento, en términos de legitimidad hollywoodense aunque no artística porque el señor siempre se mantuvo fiel a sus convicciones, se produjo en el nuevo milenio y lo vio reemplazar a su actor fetiche histórico, Robert De Niro, por un Leonardo DiCaprio obsesionado con ser considerado un actor serio, así las cosas la fase más reciente se divide en dos partes, un primer capítulo de mega tanques como Pandillas de Nueva York (Gangs of New York, 2002), El Aviador (The Aviator, 2004), Los Infiltrados (The Departed, 2006), La Isla Siniestra (Shutter Island, 2010), La Invención de Hugo Cabret (Hugo, 2011) y El Lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013), y una segunda etapa que inaugura Silencio (Silence, 2016), especie de cierre de esa Trilogía Religiosa de La Última Tentación de Cristo y Kundun, a su vez el sutil preámbulo para dos épicas históricas orientadas a un streaming que parece no condicionarlo tanto como el mainstream tradicional, El Irlandés (The Irishman, 2019), para Netflix, y Los Asesinos de la Luna (Killers of the Flower Moon, 2023), realizada para Apple TV+. Es de hecho este último servicio de televisión web/ bajo demanda el que está detrás del homenaje que nos ocupa, Sr. Scorsese (Mr. Scorsese, 2025), originalmente una película de la estadounidense Rebecca Miller que se transformó en una miniserie documental para Apple TV+ por el generoso volumen de material acumulado, una epopeya en esencia dividida en pantalla en cinco capítulos de anclaje cronológico de aproximadamente una hora cada uno, Un Extraño en una Tierra Desconocida (Stranger in a Strange Land), Filmar Tanto no es Sano (All This Filming Isn’t Healthy), Santo/ Pecador (Saint/ Sinner), Cine Total (Total Cinema) y Director de Método (Method Director), en este último caso una referencia de Josh Safdie a las técnicas intensivas del Actors Studio, de Lee Strasberg y compañía, que Scorsese suele duplicar en función del involucramiento en cada uno de sus proyectos. Miller es la hija del dramaturgo Arthur Miller y la fotógrafa Inge Morath, la esposa de Daniel Day-Lewis y honestamente una cineasta ficcional algo mucho anodina como lo demuestran Ángela (1995), Intimidades (Personal Velocity: Three Portraits, 2002), La Balada de Jack y Rose (The Ballad of Jack and Rose, 2005), Vidas Privadas de Gente Famosa (The Private Lives of Pippa Lee, 2009), El Plan de Maggie (Maggie’s Plan, 2015) y Adicto al Amor (She Came to Me, 2023), un lote que subraya el marasmo creativo del nuevo milenio, tanto la pata pomposa como este bajo presupuesto.
Aquí la directora, asimismo responsable de un digno documental televisivo previo para HBO, Arthur Miller: Escritor (Arthur Miller: Writer, 2017), precisamente sobre su padre, autor de clásicos teatrales como Muerte de un Viajante (Death of a Salesman, 1949) o Las Brujas de Salem (The Crucible, 1953) y del guión de Los Inadaptados (The Misfits, 1961), una de las tantas obras maestras de John Huston, tiene acceso al inconmensurable archivo personal de Martin y explora con astucia sus obsesiones de siempre, como la masculinidad, la culpa, la violencia, la marginación, los sinsabores domésticos, la perfidia, el estrellato, la redención, la mafia, la bohemia, la alienación metropolitana, la fe y la bancarrota moral del capitalismo y las subculturas que genera, todo mientras obtiene del señor un testimonio visceral en materia de sus “problemillas” de larga data, desde aquella drogodependencia, el egocentrismo y la bipolaridad hasta la depresión, los impulsos suicidas y las tentaciones que llegaron con la fama, precisamente las drogas, la adulación y una catarata de amantes circunstanciales que fueron detonando sus matrimonios hasta llegar a cierta estabilidad en la tercera edad. Más allá de muchos amigos de la infancia y conversaciones nostálgicas con los susodichos sobre su adolescencia y primera adultez, cuando estudia en la Universidad de Nueva York y eventualmente prueba suerte en Los Ángeles, hoy el gran foco de interés es el relato en primera persona del retratado y las infaltables entrevistas a colaboradores de diversa índole como su editora desde Toro Salvaje, Thelma Schoonmaker, su musicalizador preferido y compinche en orgías de drogas y de las otras, Robbie Robertson, líder de The Band, los productores Irwin Winkler, reincidente desde New York, New York, y Margaret Bodde, decisiva en sus proyectos documentales, el director de fotografía Rodrigo Prieto, un mexicano que lo ayuda desde El Lobo de Wall Street, algunos guionistas de cabecera símil Schrader, Jay Cocks y Nicholas Pileggi, éste su socio en Buenos Muchachos y Casino, la encargada de casting Ellen Lewis, figura dominante en el rubro desde principios de los 90, y actores que supo dirigir como De Niro y DiCaprio más Day-Lewis, Jodie Foster, Sharon Stone, Cate Blanchett y Margot Robbie, lote al que se suman otros amigotes de alto perfil, Spike Lee y Mick Jagger, su esposa de principios de los 80, Isabella Rossellini, y la actual, Helen Morris Scorsese, que padece la Enfermedad de Parkinson, sus hijas Cathy Scorsese, Domenica Cameron-Scorsese y Francesca Scorsese, colegas generacionales del Nuevo Hollywood como Brian De Palma y Steven Spielberg y otros directores pero más recientes, pensemos en Ari Aster y los hermanos Benny y Josh Safdie. Uno de los momentos más graciosos y reveladores del documental se produce cuando Robert Uricola, un amigo de la juventud, llama por teléfono a su hermano Salvatore alias Sally Gaga, la principal fuente de inspiración detrás del personaje de De Niro en Calles Salvajes, John “Johnny Boy” Civello, sin contar al mismísimo tío de Martin, el también bastante loquito Joe “El Bicho” Scorsese.
Sr. Scorsese se concentra sobre todo, como era de esperar, en los años 60, 70, 80 y 90 de la trayectoria del director, cortando el primer capítulo en Pasajeros Profesionales, el segundo en New York, New York, el tercero en La Última Tentación de Cristo y el cuarto en Kundun y Vidas al Límite, momentos de crisis profesional que se combinan con los padecimientos señalados anteriormente más sucesos trágicos adicionales como los cuidados cuando niño por su asma y aquella internación por una hemorragia interna en la etapa intermedia entre el musical de 1977 y Toro Salvaje, la película que literalmente salvó su vida porque exorcizó el demonio de la cocaína. Casi todos los films fundamentales están cubiertos, algunos con mucho mayor tiempo de metraje que otros, y en el campo de las rarezas se incluyen cortos de la primera etapa, como los descartables Vesubio VI (Vesuvius VI, 1959) y ¿Qué Hace una Chica tan Linda como tú en un Lugar como Este? (What’s a Nice Girl Like You Doing in a Place Like This?, 1963) y los geniales ¡No Eres el Único, Murray! (It’s Not Just You, Murray!, 1964) y La Gran Afeitada (The Big Shave, 1967), los trabajos colectivos Escenas Callejeras (Street Scenes, 1970), acerca de las protestas en torno a la Guerra de Vietnam, y Woodstock (1970), film sobre el célebre festival contracultural de 1969 en el que Michael Wadleigh le robó el crédito de codirector a Scorsese, los mediometrajes Italoamericano (Italianamerican, 1974), faena autobiográfica vía el derrotero de sus padres, Catherine y Charles, y Muchacho Americano: Un Perfil de Steven Prince (American Boy: A Profile of Steven Prince, 1978), retrato de un amigo de Scorsese cuyas aventuras drogonas inspirarían episodios de Tiempos Violentos (Pulp Fiction, 1994), de Quentin Tarantino, y Despertando a la Vida (Waking Life, 2001), de Richard Linklater, y finalmente los rockumentaries El Último Vals (The Last Waltz, 1978), famosa concert movie que registró el último recital de The Band con una multitud de grandes invitados de la talla de Bob Dylan, Neil Young, Eric Clapton, Ronnie Wood, Joni Mitchell, Van Morrison, Muddy Waters, Ringo Starr, Stephen Stills, Neil Diamond, Ronnie Hawkins, Mavis Staples y Malcolm John Rebennack Jr. alias Dr. John, y George Harrison: Living in the Material World (2011), admirable trabajo sobre el ex guitarrista de The Beatles estrenado en el décimo aniversario de su fallecimiento por cáncer, en 2001 a los 58 años de edad. Ahora bien, lamentablemente se omiten en el repaso general La Invención de Hugo Cabret, el único fracaso comercial de Martin del Siglo XXI además de Silencio, Historias de Nueva York (New York Stories, 1989), antología errática codirigida junto a Coppola y Woody Allen, Cuentos Asombrosos (Amazing Stories, 1985-1987), serie creada por Spielberg para la NBC en la que dirigió un episodio, Espejo, Espejo (Mirror, Mirror, 1986), y los videoclips de Bad (1987), de Michael Jackson, y Somewhere Down the Crazy River (1987), de Robertson, el primero un clásico con Wesley Snipes y alusiones a Amor sin Barreras (West Side Story, 1961), de Robert Wise y Jerome Robbins.
Tampoco se analizan dos trabajos imprescindibles de la cinefilia internacional, Un Viaje Personal con Martin Scorsese a través del Cine Estadounidense (A Personal Journey with Martin Scorsese Through American Movies, 1995), mega documental realizado en el Reino Unido sobre la historia del séptimo arte en yanquilandia y los distintos modelos de director hasta mediados del Siglo XX, y Mi Viaje por Italia (Il Mio Viaggio in Italia, 1999), examen sublime de cuatro horas de duración sobre sus realizaciones favoritas del cine italiano, por supuesto haciendo énfasis en el existencialismo de Michelangelo Antonioni, la “commedia all’italiana” de Pietro Germi y el neorrealismo de genios como Roberto Rossellini, Vittorio De Sica, Luchino Visconti y Giuseppe De Santis, más el dejo pionero de Mario Camerini, Giovanni Pastrone y Alessandro Blasetti y el carácter sui generis del devenir de Federico Fellini, un inconformista como pocos colegas desde entonces. Buena parte de la dimensión documental, televisiva y sobre todo musical de la carrera de Martin se deja olímpicamente de lado, recordemos para el caso The Blues (2003), miniserie sobre el origen del género en la que también participaron Clint Eastwood, Wim Wenders, Mike Figgis, Richard Pearce, Marc Levin y Charles Burnett, No Direction Home: Bob Dylan (2005), recordado estudio de la primera fase de la carrera de Dylan hasta su accidente de motocicleta en 1966, Shine a Light (2008), una excelente concert movie sobre The Rolling Stones circa A Bigger Bang (2005), Una Carta a Elia (A Letter to Elia, 2010), en este caso un retrato de la complejidad profesional e ideológica de Elia Kazan, aquellos pilotos para El Imperio del Contrabando (Boardwalk Empire, 2010-2014), serie de HBO creada por Terence Winter, y Vinyl (2016), otro producto para HBO pero concebido por Scorsese, Winter, Rich Cohen y nada menos que Jagger, el frontman de The Rolling Stones, La Discusión de 50 Años (The 50 Year Argument, 2014), opus codirigido junto a David Tedeschi alrededor del intelectualismo y la revista The New York Review of Books, Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese (2019), lienzo en torno a la gira del título de Dylan correspondiente en parte al álbum Desire (1976), y Personality Crisis: One Night Only (2022), otro trabajo con Tedeschi aunque sobre David Johansen, el recientemente fallecido cantante de los queridos New York Dolls, quien nos dejó en este 2025 por cáncer a los 75 años, amén de sus dos proyectos acerca de la escritora y humorista Fran Lebowitz, Hablar en Público (Public Speaking, 2010) y Supongamos que Nueva York es una Ciudad (Pretend It’s a City, 2021). Si bien está claro que Sr. Scorsese no entrega nada realmente novedoso y en términos prácticos oficia de resumen para legos, la potencia del repaso del propio cineasta sobre su obra y su trasfondo workaholic ultra apasionado resultan intoxicantes y ponen de relieve la obsesión del señor con la dualidad del ser humano, sus facetas negativa y positiva, algo que aparece incansablemente en la existencia del neoyorquino y una creación artística exquisita en donde la integridad de las películas siempre está por delante de la idiotez, los caprichos y las payasadas marketineras de unos gigantes de Hollywood que todo el tiempo pretenden sabotear los films o reducirlos a productos destinados a la masa de ignorantes/ analfabetos culturales que vienen criando desde las décadas del 80 y 90 de la centuria pasada. Otros pivotes de la miniserie pasan por la celebración del gran dinamismo de la fotografía según Scorsese, tanto antes como después de trabajar con Michael Ballhaus, colaborador central de Rainer Werner Fassbinder, el terremoto social causado por odiseas como Taxi Driver, La Última Tentación de Cristo, Buenos Muchachos y El Lobo de Wall Street, entre otras, el amor por el rock and roll de vieja cepa, en pantalla representado por algunos himnos de los Stones en sintonía con Street Fighting Man (1968), Jumpin’ Jack Flash (1968) y Gimme Shelter (1969), y su destreza cuasi masoquista a la hora de lidiar con los ejecutivos bobos del mainstream, de allí que sea el único portavoz del Nuevo Hollywood con una carrera coherente, ambiciosa, cualitativamente pareja, fascinante, rebelde y aún en movimiento, sin perspectivas de atenuar la marcha porque su fuerza creativa italoamericana todo lo puede…
Sr. Scorsese (Mr. Scorsese, Estados Unidos, 2025)
Dirección y Guión: Rebecca Miller. Elenco: Martin Scorsese, Robert De Niro, Leonardo DiCaprio, Steven Spielberg, Brian De Palma, Paul Schrader, Thelma Schoonmaker, Robbie Robertson, Nicholas Pileggi, Daniel Day-Lewis. Producción: Ron Burkle. Duración: 285 minutos.