Lo más interesante de la serie Breaking Bad eran las escenas con Bryan Cranston: era su historia (la de Walter White) la que importaba, guiada -a veces bien- por las formas que Vince Gilligan y los directores que pasaron, usaron para ella. El peso de Cranston era tal que el último episodio de la serie se centró en él y no en su patiño neurótico, Jesse Pinkman (Aaron Paul). Tal vez por ese motivo ahora Gilligan decide explotar, seis años después del final de la serie, el único hilo que le quedó colgado (recordemos que todavía se está produciendo el muy buen spin-off Better Call Saul, un producto superior a la serie original). El problema es que esa historia con final abierto de Pinkman, en la que se escapaba sin rumbo en un Chevrolet Camino de 1978 (durante el episodio Felina, anagrama de “finale”), desde el vamos tuvo menos atractivo que -por ejemplo- la de Saul Goodman, el abogado de los traficantes interpretado por el tremendo Bob Odenkirk; historia que Gilligan, los productores, Netflix o quienes sean que hayan bancado la producción, eligieron para seguir contando. Incluso Hank Schrader, el agente de la DEA interpretado por Dean Norris, o Mike (Jonathan Banks) eran mejores personajes y estaban mejor actuados que el de Pinkman. Lo de Jesse quedó como descarte; y para el mundo trastocado de las series, el descarte es una película. Y decimos trastocado porque históricamente fue (y aunque muchos jóvenes ya no vayan al cine creo que lo sigue siendo) más trascendente una película que una serie.
En este descarte, Gilligan hace un episodio mediocre de una buena serie que tuvo algunos puntos muy altos (recordemos Dead Freight, aquel episodio del robo al tren de la última temporada, y otros cuantos también deudores de las formas del cine) pero que fue mucho más despareja que The Sopranos, otra serie (seguramente la mejor) de la primera década del 2000 que también le devolvió a la TV un salto de calidad que había perdido. La película comienza con Pinkman eufórico y roñoso escapando de sus captores y con un flashback de él y Mike hablando de empezar de nuevo. No hay elipsis, Gilligan sigue en el exacto punto en el que había abandonado la serie en 2013. Los que reciben a Pinkman después del escape son sus amigos Badger (Matt Jones) y Skinny (Charles Baker), personajes que no importaban casi nada ni cuando la serie estaba en lo más alto. Porque al continuar la línea cronológica, Gilligan pierde a los personajes más ricos. Rescata a Todd (Jesse Plemons) en un par de flashbacks y hace una de las mejores escenas de la película: el psicópata Todd saca a Jesse del cautiverio para que lo ayude a enterrar un cuerpo y va por la ruta cantando Sharing the Night Together de Dr. Hook con Pinkman y el cadáver en la parte de atrás del auto. Las pocas escenas potables son flashbacks porque el material con el que trabaja Gilligan es un hueso con muy poca carne, que no lo salva ni el pedacito de western que recita de memoria ni una de las últimas actuaciones del enorme Robert Forster, y que sólo va a entretener el estómago del fandom más dócil.
El Camino: A Breaking Bad Movie (Estados Unidos, 2019)
Dirección y Guión: Vince Gilligan. Elenco: Aaron Paul, Jonathan Banks, Matt Jones, Charles Baker, Todd Terry, Julie Pearl, Gregory Steven Soliz, Larry Hankin, Jesse Plemons, Tom Bower. Producción: Vince Gilligan, Aaron Paul, Mark Johnson, Charles Newirth y Melissa Bernstein. Duración: 122 minutos.