El segundo largometraje de ficción de la realizadora italiana Maura Delpero, Vermiglio (2024), se adentra en el final de la participación italiana en la Segunda Guerra Mundial para narrar la vida de la familia de un profesor de una escuela rural en una localidad de las montañas de la región Trentino-Alto Adigio, Vermiglio, un lugar perfecto para que un par de desertores del ejército italiano se escondan durante la desbandada general.
Vermiglio es una película costumbrista sobre la vida a mitad de la década del cuarenta en medio de la guerra. Corre 1944 y la ciudad de Vermiglio, en el norte de Italia, no parece conocer que alrededor hay un cruento conflicto armado, salvo por la partida de algunos pocos jóvenes al ejército. Cuando llegan al pueblo dos desertores, Attilio (Santiago Fondevila), un habitante vernáculo, y Pietro (Giuseppe De Domenico), un amigo de Sicilia, los lugareños liderados por el profesor de la escuela, Cesare (Tommaso Ragno), los acogen con hospitalidad. Lucia (Martina Scrinzi), la hija mayor de Cesare, se enamora de Pietro a primera vista y comienzan una relación que termina con la joven embarazada. Mientras la madre de Lucia, Adele (Roberta Rovelli), engendra y cuida a los hijos de Cesare, el hombre compra discos de pasta para disfrutar de uno de sus pocos placeres, la música. Ada (Rachele Podrich), la hija adolescente del medio, desea escapar del destino de la maternidad o de ayudar a su madre y se da cuenta de que para ello necesita completar sus estudios, pero la familia de Cesare solo tiene recursos para enviar a uno de los hijos a estudiar fuera del pueblo y la hija menor, aún una niña, es la que demuestra tener mejores condiciones para sobresalir, por lo que las esperanzas de Ada quedan tempranamente truncas a pesar de demostrar sobrada voluntad, condenándola a compartir las penurias de la vida en el campo junto a Dino (Patrick Gardner), el hermano mayor, que se enfrenta al padre y no pone empeño en los estudios.
Delpero, conocida por el público argentino por Maternal (Hogar, 2019), va cambiando el foco para centrar la mirada en distintos protagonistas del film, haciendo hincapié en Ada, Lucia y Cesare, tres familiares que van creando sus caminos en una localidad rural estática donde nada parece cambiar a lo largo de los siglos. Lucia queda embarazada y Ada no se resigna a ser una asistente de su madre en las laborales hogareñas, mientras que Pietro emprende el regreso a su tierra natal dejando a su esposa embarazada a punto de parir. Todo ocurre con naturalidad, como si fuera obra del destino, como si la historia fuera un eterno retorno de lo mismo. La rebeldía, las confesiones, los anhelos, el amor, la desolación, el desanimo, la vida y la muerte que se interconectan y el llanto de los bebés son instancias de la existencia parsimoniosa de Vermiglio, un lugar en medio de las montañas donde la guerra resulta remota.
La realizadora logra excelentes actuaciones de todo el elenco, destacándose en sus papeles Rachele Podrich, Tommaso Ragno y Martina Scrinzi, los tres protagonistas a través de los cuales la historia avanza para contar la vida cotidiana de este pueblo bucólico. También hay una participación de Carlotta Gamba como Virginia, una mujer rebelde de otro pueblo que también se esconde de la guerra, que le muestra a Ada otra realidad y otras posibilidades impensables para una joven del campo. Delpero se da el lujo aquí de trabajar con el director de fotografía ruso Mikhail Krichman, responsable del rubro en Leviathan (2014), el multipremiado film de Andrey Zvyagintsev, que maneja con gran maestría las tomas panorámicas alrededor de la zona y el paso de éstas a las distintas perspectivas de los personajes y los acercamientos hacia su intimidad y sus sentimientos.
Con muy poco, Delpero y su equipo hacen mucho. A través de Cesare la película capta la frustración de un hombre culto ante la imposibilidad de impartir educación en su pueblo, para retratar cómo vive el fracaso educativo de su propio hijo y de prácticamente todos los adultos de la localidad, los cuales aprenden muy poco o directamente se niegan a ir a la escuela, enfocándose en las consecuencias de las decisiones difíciles y la desazón ante la confianza de todos en la sabiduría popular por sobre el conocimiento científico y la medicina. Para Ada aprender y educarse es la única salida a la visión lastimosa de volverse un apoyo para su madre y luego, en el mejor de los casos, ocupar su lugar como mujer en su propio matrimonio, opciones que no parecen entusiasmarla mucho. La cámara sigue sus anhelos y su fracaso inicial, su intento de ayudar a su hermana, Lucia, que cree encontrar en Pietro al amor de su vida para eventualmente descubrir que la existencia es en realidad una serie de heridas que dejan grandes cicatrices difíciles de cerrar.
Pero la historia de Delpero no se queda solo en las historias familiares sino que discute desde el punto de vista de los habitantes del pueblo sobre la insensatez de la guerra, el estatuto de los desertores y la necesidad de tener que tomar partido a pesar de los esfuerzos por mantenerse al margen, cuestiones que se mezclan con las consecuencias de los actos más inocentes y las eternas tensiones entre el sur y el norte de Italia.
Vermiglio es un drama histórico, descarnado y costumbrista, a la vez sutil y profundo, basado en la familia de la propia Delpero, que destaca las figuras femeninas en un entorno patriarcal para analizar las limitaciones de los habitantes de los pequeños pueblos y la imposibilidad de salir de la estrechez de miras y de la falta de horizontes al vivir encerrados en una rutina monótona que no cambia con los años, pero que siempre queda sacudida cuando el escándalo azota las puertas de forma inesperada.
Vermiglio (Italia/ Francia/ Bélgica, 2024)
Dirección y Guión: Maura Delpero. Elenco: Martina Scrinzi, Rachele Potrich, Tommaso Ragno, Roberta Rovelli, Giuseppe De Domenico, Carlotta Gamba, Orietta Notari, Santiago Fondevila, Anna Thaler, Patrick Gardner. Producción: Maura Delpero, Francesca Andreoli, Santiago Fondevila y Leonardo Guerra Seragnoli. Duración: 119 minutos.