La Liberación (The Deliverance)

Alguien nos controla

Por Emiliano Fernández

Lo del afroamericano y homosexual Lee Daniels más que carrera es una exhibición de atrocidades, parafraseando el título de la novela experimental de 1970 de J.G. Ballard, ya que desde distintos niveles -temático, narrativo, ideológico y formal más prosaico- sin duda se lo puede acusar de ser uno de los realizadores y guionistas más mediocres, lacrimógenos e impresentables del mainstream estadounidense del nuevo milenio, en suma un señor que suele engolosinarse con la estructura y los latiguillos del melodrama más exagerado o burdo pero tomándose muy en serio a sí mismo como si la viñeta decadente y repetitiva fuese un documental de observación -es decir, evita la tentación de caer en el camp, por cierto algo que sería sumamente sano en su caso para salvarnos de tanta semblanza sobre terreno político ya ganado- y para colmo intentando dar lecciones de agenda woke dentro de los rubros sexual, racial y social menesteroso, casi siempre generando en el espectador una incomodidad digna de la vergüenza ajena en consonancia con una pretendida idea de “mostrar lo que padecen los sectores marginados” aunque rápidamente pegándose un tiro en el pie porque sus sectores marginados son estereotipos con patas que confirman los prejuicios más bobos tanto de la derecha fascistoide como de la izquierda, en este último caso por supuesto la woke burguesa y sin verdadera conciencia social o empatía alguna.

 

Casi todas las películas de Daniels pueden catalogarse de exploitations de la pobreza o desgracia, decisión que no tiene nada de malo de por sí -gran parte del cine se concentra en el estrato comunal privilegiado de los equipos técnico y creativo, las clases medias- aunque debe ir acompañada de un entramado doctrinario que justifique el asunto sin las típicas romantizaciones, estupideces y reduccionismos de manual de autoayuda de Hollywood, de hecho el marco de todos los films del director ya que su predilección por los lúmpenes y la depravación está orientada a ganar premios en yanquilandia (la denuncia redundante y facilista suele gustar en mentes obtusas) y a confirmar todo aquello de lo que se burlaba la genial Ficción Americana (American Fiction, 2023), parodia de Cord Jefferson sobre los “negros vendibles” en la industria cultural pedestre de nuestros días (como decíamos antes, los clichés del morocho pobre, adicto y golpeador son moneda corriente para llegar a los caucásicos con síndrome de culpa por la esclavitud). Pensemos en toda la basura que nos ha entregado, desde el thriller oncológico El Enemigo Indeseado (Shadowboxer, 2005) y el coming-of-age demencial Preciosa (Precious, 2009) hasta el caótico opus de misterio El Chico del Periódico (The Paperboy, 2012) y el bodrio de época El Mayordomo (The Butler, 2013), sinceramente una peor que la otra porque el golpe bajo gratuito abunda y molesta.

 

Más allá de sus dos productos musicales olvidables para TV, Empire (2015-2020) y Star (2016-2019), en los últimos años parece que por fin aceptó que su estilo ya está demodé, léase ese miserabilismo noventoso de corazoncito seudo indie y amante del shock hoy por hoy trasnochado, y por ello está optando por venderles sus propuestas a las plataformas de streaming, hablamos de Hulu, subdivisión de la Disney que compró Los Estados Unidos vs. Billie Holiday (The United States vs. Billie Holiday, 2021), su horrenda y mentirosa biopic acerca de la célebre cantante de jazz, y Netflix, la cual recientemente estrenó La Liberación (The Deliverance, 2024), primera y desastrosa incursión en el terror por parte de un Daniels que encima se mete con un caso de supuesta posesión demoníaca, aquel del año 2011 en Indiana de la familia de Latoya Ammons, que ya fue etiquetado una y otra vez como un fraude y analizado en La Casa del Demonio (Demon House, 2019), anodino documental de Zak Bagans. Ebony Jackson (Andra Day, la Holiday de la epopeya previa) es una mulata alcohólica y golpeadora que tiene una madre blanca muriéndose de cáncer, Alberta (Glenn Close), y tres mocosos que experimentan trances y cambios drásticos de personalidad luego de mudarse a una flamante casa en Pensilvania, el jovencito Andre (Anthony B. Jenkins) y los ya adolescentes y problemáticos Shante (Demi Singleton) y Nate (Caleb McLaughlin).

 

Si antes teníamos a Nicole Kidman orinando sobre Zac Efron en El Chico del Periódico ahora no puede faltar la secuencia del vástago menor, Andre, defecando en pleno salón de clases y tirándole la mierda a su maestra, amén del mismo trasfondo de superioridad moral de “negro paupérrimo, autodestructivo o ignorante que necesita ser cuidado/ controlado/ supervisado/ educado” de El Mayordomo, faena donde Cecil Gaines (Forest Whitaker) era el trapo de piso de toda la oligarquía política y económica de la Casa Blanca, y Preciosa, un mamotreto involuntariamente hilarante a lo Forrest Gump (1994), engendro de Robert Zemeckis, en el que Claireece Jones (Gabourey Sidibe) era una menor de edad analfabeta, gorda, negra, menesterosa y HIV positivo que era golpeada y abusada sexualmente por sus progenitores al punto de parir dos hijos a raíz del incesto, uno de ellos con Síndrome de Down. Las actuaciones son realmente muy malas o caricaturescas y no se salva ni siquiera la otrora maravillosa Close, aquí perdida en una realización muy torpe que le dedica la primera mitad del metraje -la mejor, paradoja de por medio- a un desarrollo de personajes melodramático estándar mientras que la segunda parte tiende a unificar ingredientes hiper quemados de El Exorcista (The Exorcist, 1973), del recordado William Friedkin, La Noche del Demonio (Insidious, 2010), de James Wan, y ¡Huye! (Get Out, 2017), de Jordan Peele, una vez más aburriendo con su solemnidad, falta de inteligencia y esa premisa burguesa autoindulgente centrada en el hecho de que “alguien” -aquí nada menos que Belcebú, el cual ocupa el lugar de un padre militar ausente en la Guerra de Irak (2003-2011)- controla a los marginados que viven del sistema asistencial del Estado y por ello deben ser rescatados cuanto antes de este yugo externo no homologado por las instituciones, salvador que puede ser una trabajadora social, Cynthia Henry (Monique Angela Hicks alias Mo’Nique), o un exorcista implícito, la Reverenda Bernice James (Aunjanue Ellis-Taylor). La Liberación exacerba este planteo ideológico neoblaxploitation redireccionándolo hacia el cine cristiano excrementicio del Siglo XXI, todo cortesía de un remate discursivo donde nuevamente la colección de debacles se soluciona de repente aunque en esta ocasión por obra y gracia de las invocaciones a Jesucristo y una conversión religiosa muy graciosa de último momento, dando a entender que en el quid cinematográfico de Daniels los problemas de la angustia real -maltrato, olvido, adicciones, etc.- siempre derivan en soluciones mágicas súbitas…

 

La Liberación (The Deliverance, Estados Unidos, 2024)

Dirección: Lee Daniels. Guión: David Coggeshall y Elijah Bynum. Elenco: Glenn Close, Andra Day, Anthony B. Jenkins, Caleb McLaughlin, Demi Singleton, Aunjanue Ellis-Taylor, Mo’Nique, Omar Epps, Miss Lawrence, Todd Anthony. Producción: Lee Daniels, Tucker Tooley, Pamela Oas Williams, Todd Crites y Jackson Nguyen. Duración: 113 minutos.

Puntaje: 2