Pedro Páramo

Almas podridas

Por Martín Chiavarino

Pedro Páramo (1955) significó un punto de inflexión en la novela latinoamericana. Su publicación, dos años después de los cuentos de El Llano en Llamas (1953), transformó el panorama literario mexicano y de toda la región. La extraordinaria prosa de Juan Rulfo consolidó el abandono de la temática realista con la Revolución Mexicana en el centro y la combinación entre realidad y fantasía, que había comenzado en el período de entreguerras con las obras de Arturo Uslar Pietri en Venezuela, Miguel Ángel Asturias en Guatemala y Alejo Carpentier en Cuba, para unir los procesos socioculturales con la mitología local mediante un abordaje perfecto que comprende y asimila la realidad sudamericana.

 

La ópera prima de Rodrigo Prieto, aclamado director de fotografía, colaborador de Alejandro González Iñárritu y responsable del rubro en Secreto en la Montaña (Brokeback Mountain, 2005), la multipremiada película de Ang Lee, no puede ser una apuesta más arriesgada en términos narrativos, poéticos y estéticos. Con Pedro Páramo (2024) Prieto emprende la cuarta adaptación cinematográfica del clásico del escritor mexicano Juan Rulfo, escrito entre finales de la década del cuarenta y mitad de la década del cincuenta del Siglo XX gracias a la ayuda financiera del Centro Mexicano de Escritores, la revista literaria Las Letras Patrias y la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica.

 

Juan Preciado (Tecnoch Huerta) llega a Comala siguiendo la promesa que le ha hecho a su madre moribunda para encontrar un pueblo abandonado lleno de fantasmas, espectros del fracaso de la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, y víctimas varias de las tropelías de Pedro Páramo (Manuel García-Rulfo) y su hijo Miguel (Santiago Colores). Si de día el pueblo parece abandonado por la noche Juan Preciado conocerá a personajes del pasado que aun vagan por las calles y las casas de Comala sin paz.

 

Como en la novela de Juan Rulfo la película se apoya en la voz de distintos personajes para narrar la historia de Pedro Páramo. En la primera parte con Juan Preciado como protagonista, el film construye un retrato de las consecuencias de las distintas guerras civiles que asolaron México durante la primera parte del Siglo XX para luego retroceder al pasado y narrar las causas de esos conflictos a través del personaje de Páramo, un eje cardinal de todas las batallas de Comala.

 

Tras la muerte de sus padres, Pedro Páramo se hace cargo de la finca familiar y decide poner sus asuntos en orden con paciencia y mano de hierro a través de su capataz, Fulgor (Héctor Kootsifakis), que se ocupa del trabajo sucio de su patrón. Primero Páramo se casa con Dolores Preciado (Ishbel Bautista), su principal acreedora, para luego mandarla a vivir lejos con su hermana tras tener un hijo, Juan. Después se ocupa de los estancieros linderos y por último de los que mataron a su padre. En este camino lleno de violencia y desprecio por el prójimo y las leyes, Pedro Páramo actúa con total inmoralidad. Cuando se encuentra con los revolucionarios de Pancho Villa les promete hombres y dinero para su campaña con el objetivo de alejarlos de sus tierras. Pero lo único que le interesa al deshonesto Páramo es recuperar a su primer amor adolescente, Susana (Ilse Salas), que partió junto a su padre tras la muerte de su madre para buscar oro en las minas del progenitor.

 

Al igual que la novela de Rulfo, el realizador mexicano intenta abordar cómo los terratenientes lograron forjar sus fortunas, expandir sus terrenos y subyugar a los pueblos a imagen y semejanza de sus intereses, destruyéndolos por dentro, convirtiéndolos en apéndices de sus estancias y transformando a los habitantes de esas pequeñas ciudades en sujetos dependientes del humor y el carácter del hacendado y su familia. Pedro Páramo es un retrato de la crueldad del hombre y de cómo la falta de escrúpulos de los que se apoderan del poder logra destruir una comunidad cuando la misma no está preparada para enfrentar al lobo disfrazado de cordero que promete prosperidad y solo trae desgracia. En este sentido la película logra su cometido, pero en cuanto al manejo de los tiempos y las voces existe un caos que en términos cinematográficos se pierde en la prosa de Rulfo sin encontrar su traducción a la pantalla.

 

Prieto se aferra demasiado al texto original, en algunas escenas con mayor o menor grado de eficacia, intentando incluso encontrar imágenes para las licencias poéticas de Rulfo, como lo demuestra la transformación de Pedro Páramo en un cumulo de piedras tras su muerte, y perdiéndose en el laberinto de personajes que el autor mexicano propone en su obra magna. En lugar de buscar su propia versión de Pedro Páramo transformando la obra original de Rulfo, el director de fotografía de Silencio (Silence, 2016) intenta ser fiel a la novela, lo cual es loable aunque conduce al director a distintos problemas que no siempre puede resolver, como por ejemplo el derrotero de Juan Preciado y la transición de un personaje a otro. La dificultad con que se encuentra Prieto y de la que no logra salir es la de darle un sentido a todo el conjunto, reflejar toda la historia de principios del Siglo XX en México desde la Revolución hasta la Guerra Cristera, incluyendo el acervo mortuorio de la cultura mexicana. El resultado de esta ambiciosa propuesta es claroscuro y nunca logra sorprender ni ofrecer una obra digna del realismo mágico de Rulfo. Mateo Gil, responsable de Ágora (2009) y Mar Adentro (2005) junto al director Alejandro Amenábar, ya tenía listo el guión desde 2009 y había planificado dirigir él mismo la película, sin embargo el proyecto no terminó de encauzarse hasta que Netflix tomó la posta e incluyó a Prieto como director varios años después.

 

El guión tampoco toma un rumbo claro en cuanto al tono, que pasa del terror y lo fantástico al drama familiar y luego al testimonio social. En todos los rubros técnicos la película es una maravilla, destacándose la fotografía del propio Prieto junto a Nico Aguilar y la música lánguida de Gustavo Santaolalla, que acompaña la propuesta con tonos afligidos y lastimosos que recuerdan a las obras de Iñárritu. Las actuaciones de todo el elenco son excelentes, destacándose Dolores Heredia como Eduviges Dyada, Mayra Batalla como Damiana, Héctor Kotsifakis como Fulgor, Ilse Salas como Susana, Tecnoch Huerta como Juan Preciado y Manuel García-Rulfo como Pedro Páramo.

 

Pedro Páramo es una nueva demostración de que no siempre es posible adaptar literalmente una novela al cine sin transmutarla y transformarla en otra cosa, algo que tampoco es garantía de éxito, por supuesto. En realidad, el principal problema del debut de Prieto es la expectativa de la adaptación de una obra tan importante para la literatura latinoamericana. La propuesta de Prieto es correcta, acertando en algunos riesgos y haciendo agua en otros, pero nunca hundiéndose. La comparación es lo que más avergüenza al Pedro Páramo cinematográfico puesto enfrente de su homologo literario, una garantía de buena lectura en la que siempre se pueden encontrar nuevas interpretaciones, metáforas, metonimias y alegorías que enriquecen al lector.

 

Pedro Páramo (México, 2024)

Dirección: Rodrigo Prieto. Guión: Mateo Gil. Elenco: Manuel García-Rulfo, Mayra Batalla, Tenoch Huerta, Dolores Heredia, Ilse Salas, Héctor Kotsifakis, Roberto Sosa, Giovanna Zacarías, Noé Hernández, Santiago Colores. Producción: Francisco Ramos, Stacy Perskie y Rafael Ley. Duración: 130 minutos.

Puntaje: 6