Poema

Antígona

Por Emilia Carabajal

¿Por qué, Hemón, te empeñas en asirme?

¿Por qué insiste tu sangre que se pierde

En abrazar los vaivenes de mi peplo?

 

Déjame, cervatillo,

Bailar en el aire

 

¿No oyes que el Bóreas tañe su canción

En el lazo de mi cuello?

 

Soy ave de la cueva que me guarda

En ella trazan mis piernas su vuelo

 

A veces errático

A veces circular

 

En ella oscilo

En ella me repliego

 

Y me hundo a veces en una quietud tan oscura

Que tú, animal del día, bramarías de espanto

 

¿Por qué, bestia mía,

Esta ofrenda inútil?

 

¿Por qué derramas tu sangre solar

Ante mi altar nocturno?

 

No es, Hemón, que no te sienta

 

Fuiste en mí la última estampida de lo diurno

El último lazo antes del lazo

 

Pero tu muerte no te acerca

 

Solo mi cuerpo a tu cuerpo cabalga

 

Tú, corcel encabritado,

Galopas la muerte sin que yo te vea

 

¿En qué ríos te detienes?

¿En qué abismos te desbocas?

 

Acaso, potrillo,

Bebas del Leteo

 

Y ya no me nombres

 

Y aunque sepas ahora del filo y de la sangre,

Nada ha de llegarte de mis muertes

 

¿Cómo decirte, Hemón,

Que en la danza de mi peplo

Concluye la danza de una estirpe

Que destrozó su carne con su carne?

 

¿Cómo decirte que bailan en mis pies

Los pies heridos de un niño

Que en mi cuello un eje se fractura

Y es el eje de un carro que se rompe

Cuando el hijo arremete contra el padre?

 

¿Cómo decirte que cuando el Bóreas se agita,

Mi vientre se retuerce

Como si recibiera

De su retoño

Simiente?

 

¿Cómo decirte que el Bóreas

Hace que mis miembros choquen

Como dos hermanos que se matan?

 

¿Cómo contarte, Hemón, que mis ojos

miraron las cuencas vacías de mi padre

Y en ellas vieron la vergüenza?

 

¿Cómo contarte que mis ojos miraron

Las cuencas vacías de mi hermano

Y en ellas vieron el vacío?

 

Tú, por más que sangres,

Potro de luz encabritado

No sabrás de mis muertes

 

No has de saber

Que esta tarde

Ya en mi cueva

Oí voces de varón que se acercaban

Anunciando el fin de mi castigo

 

Esta tarde, Hemón,

Oí a los hombres

Oí tu voz

Y apuré el lazo