¿Por qué, Hemón, te empeñas en asirme?
¿Por qué insiste tu sangre que se pierde
En abrazar los vaivenes de mi peplo?
Déjame, cervatillo,
Bailar en el aire
¿No oyes que el Bóreas tañe su canción
En el lazo de mi cuello?
Soy ave de la cueva que me guarda
En ella trazan mis piernas su vuelo
A veces errático
A veces circular
En ella oscilo
En ella me repliego
Y me hundo a veces en una quietud tan oscura
Que tú, animal del día, bramarías de espanto
¿Por qué, bestia mía,
Esta ofrenda inútil?
¿Por qué derramas tu sangre solar
Ante mi altar nocturno?
No es, Hemón, que no te sienta
Fuiste en mí la última estampida de lo diurno
El último lazo antes del lazo
Pero tu muerte no te acerca
Solo mi cuerpo a tu cuerpo cabalga
Tú, corcel encabritado,
Galopas la muerte sin que yo te vea
¿En qué ríos te detienes?
¿En qué abismos te desbocas?
Acaso, potrillo,
Bebas del Leteo
Y ya no me nombres
Y aunque sepas ahora del filo y de la sangre,
Nada ha de llegarte de mis muertes
¿Cómo decirte, Hemón,
Que en la danza de mi peplo
Concluye la danza de una estirpe
Que destrozó su carne con su carne?
¿Cómo decirte que bailan en mis pies
Los pies heridos de un niño
Que en mi cuello un eje se fractura
Y es el eje de un carro que se rompe
Cuando el hijo arremete contra el padre?
¿Cómo decirte que cuando el Bóreas se agita,
Mi vientre se retuerce
Como si recibiera
De su retoño
Simiente?
¿Cómo decirte que el Bóreas
Hace que mis miembros choquen
Como dos hermanos que se matan?
¿Cómo contarte, Hemón, que mis ojos
miraron las cuencas vacías de mi padre
Y en ellas vieron la vergüenza?
¿Cómo contarte que mis ojos miraron
Las cuencas vacías de mi hermano
Y en ellas vieron el vacío?
Tú, por más que sangres,
Potro de luz encabritado
No sabrás de mis muertes
No has de saber
Que esta tarde
Ya en mi cueva
Oí voces de varón que se acercaban
Anunciando el fin de mi castigo
Esta tarde, Hemón,
Oí a los hombres
Oí tu voz
Y apuré el lazo