Jim Click o la Invención Maravillosa, de Fernand Fleuret

Autómatas humanos

Por Martín Chiavarino

El escritor francés Fernand Fleuret traza aquí un juego de cajas fascinante en el que un apasionado lector, el propio autor, compra una obra descatalogada a un librero londinense que la vende a un precio irrisorio para sacársela de encima, pero el rescatista galo decide que es en realidad una obra de valor, por lo que la traduce a su idioma para narrar cómo un hombre recluido en una clínica de reposo descubre una novela de un tal Jim Click, un científico, escritor y doctor versado en diversas ciencias y a su vez encerrado años atrás en la misma institución.

 

Fleuret fue un escritor y poeta satírico aficionado a inventar personajes e historias caústicas, amigo de Guillaume Apollinarie y asiduo del ambiente bohemio parisino, que luego de boyar por distintas ocupaciones que saboteó diligentemente, decantó en los círculos literarios franceses como rescatista literario primero, principalmente de poetas satíricos vernáculos del Siglo XVI como Charles-Timoléon de Beauxoncles o de versos impúdicos de poetas clásicos como Pierre Ronsard, para pasar a continuación al género novelístico y la poesía, ya sea con apócrifos manuscritos inéditos de escritores de su invención o con sátiras sobre la vejez del legendario personaje Don Juan o impúdicas jóvenes devotas que se prostituían para conseguir el dinero necesario para ingresar en conventos, ciertamente combinaciones de sus dos principales intereses literarios. Luego de estas obras y a pesar de abjurar del género, Fleuret publica en la editorial de Gaston Gallimard su obra magna, Jim Click o la Invención Maravillosa (Jim Click ou la Merveilleuse Invention, 1930), una novela que como El Manuscrito Encontrado en Zaragoza (Manuscrit Trouvé à Saragosse, 1804-1805), de Jan Potocki, narra el descubrimiento casual en un centro de reposo para agotados, alienados y dementes de una reveladora obra sobre un médico e inventor que participó en un importante acontecimiento histórico.

 

En Jim Click o la Invención Maravillosa, el susodicho personaje, un médico retraído, hereda de su padre, un renombrado relojero, el deseo de construir un autómata como el de Vaucanson, que tanto fascinó a los científicos de la época, para cumplir con una promesa que le hizo a su mejor amigo de la infancia, Horacio Gunson, un niño hiperactivo que anhelaba convertirse en un héroe de la marina británica como su tío. Ya con Horacio transformado en un almirante renombrado y héroe de guerra muchos años después, Jim completa su creación y se la presenta a su amigo, pero el encuentro termina con Horacio muerto por un golpe del autómata en una práctica de boxeo, por lo que preso del pánico y la desesperación Jim decide presentar al androide como el verdadero almirante para evitar un destino funesto en la previa de una importante batalla naval a la que el marino debe embarcarse rápidamente. Así, el androide y su enajenado creador parten hacia una epopeya, en la que viven mil y una aventuras tanto en tierra como en el mar, entrevistándose antes de partir con Jorge III, el Rey de Inglaterra, luchando contra los habitantes de una isla perdida debido a un malentendido y sufriendo una serie de enredos entre el androide, la amante de Horacio y Jim, que se enamora de la bella y seductora mujer que solo tiene ojos para Horacio.

 

La novela es una sátira que retoma -pero también se mofa de- las temáticas de las novelas utópicas/ ucrónicas de H.G. Wells y obras de aventuras de Robert Louis Stevenson como La Isla del Tesoro (Theasure Island, 1883), aunque también ofrece sesgos del terror de Edgar Allan Poe especialmente en el epílogo final, que bebe de La Caída de la Casa Usher (The Fall of the House of Usher, 1839). Fleuret despliega además una gran erudición y un gran conocimiento sobre la vida marítima, la guerra, los autómatas y la mitología clásica, elementos que también encuentran su lugar en esta apasionante e inusual novela de aventuras.

 

Siguiendo una posición muy difundida dentro de muchos ambientes cultos de la época, Fleuret reflexiona aquí cómo muchas veces es imposible distinguir a los hombres de los androides debido a que actúan automáticamente sin reflexionar, con una gran previsibilidad en su accionar, sin pensamientos profundos. Los personajes de la novela están basados en personas reales como Horatio Nelson y Lady Hamilton, el barco de Horacio remite al buque insignia británico Victory y la batalla a la que alude la obra es la de Trafalgar de 1805, por lo que Fleuret, como todo artista satírico en una época iconoclasta como el período de entreguerras, reescribe el pasado, aquí preguntándose si los héroes bélicos y el mundo conservador del poder que emprende los conflictos no son en realidad seres atrapados por mecanismos automáticos, resortes que los conducen a romantizar la guerra y la conquista.

 

El autor mira hacia el pasado para pensar al hombre de principios del Siglo XIX, desconcertado ante los nuevos descubrimientos científicos, sorprendido y muchas veces incrédulo, pero de valoración en general positiva de las nuevas invenciones, en comparación con el hombre de entreguerras, cuya mirada del progreso comenzaba a volcarse hacia una visión más aciaga de la cuestión tras la guerra de trincheras y la utilización de nuevas armas y sustancias químicas con fines bélicos durante la Primera Guerra Mundial, acción que había dejado una herida indeleble en la psiquis europea.

 

El autor ofrece aquí una biografía completa de su protagonista, desde su tierna infancia hasta su internación, describiendo con gran detalle cómo se vuelve un incomprendido por alejarse de la costumbres sociales para crear un androide que cree que le dará notoriedad, una característica de mentes megalómanas, dándose un baño de agua fría cuando se da cuenta de que no hay ninguna diferencia entre que su amigo o el autómata sea el que dirija los ejércitos de su majestad, ya que se han vuelto para el médico indistinguibles.

 

Fleuret también aprovecha para contraponer a su protagonista, Jim Click, un médico e inventor taciturno y encerrado en sí mismo, con las personas más gregarias y extrovertidas, exponiendo cómo el héroe de la marina británica pasa a la posteridad mientras que la historia de Jim termina como un manuscrito en una institución psiquiátrica encontrado por un paciente y escrita durante su reclusión. Casual o causalmente con el derrotero de su vida privada, Fleuret terminó él mismo como su protagonista. Una jugarreta del destino, una burla del autor del camino que él mismo estaba encarando o una prefiguración de esa vía trazada con descuido y excesos de diversa índole que se exacerbaron tras la muerte de la madre de Fleuret y que condujeron al autor hacia el psiquiátrico.

 

Tal vez burlándose de sí mismo o trazando una reflexión final en clave paródica de la humanidad, Fleuret reflexiona a través de Jim Click sobre el arrepentimiento de las personas en relación a sus vidas, sin importar qué han hecho con ellas, comprendiendo que después de analizar la historia de la humanidad es difícil encontrarle la lógica a tanta brutalidad e hipocresía y que ni siquiera tiene sentido buscar un significado porque no lo hay.

 

Jim Click o la Invención Maravillosa, de Fernand Fleuret, fue editado por la editorial independiente argentina Selva Canela con una traducción de Matías Battistón, que también escribió un pertinente posfacio que incluye información sobre el autor y su obra, completamente desconocidos para el público de habla hispana hasta la presente edición corregida por Aurora Moreno Zargo. El encuentro con este autor permite disfrutar de un escritor francés poco leído incluso en su país natal, poco traducido y sin muchas reediciones, una verdadera rareza bibliográfica que vale la pena descubrir.

 

Jim Click o la Invención Maravillosa, de Fernand Fleuret, Selva Canela, 2023.