Más alto que su talento, sólo el cielo. El notable artista aragonés celebra tres décadas de trayectoria editando un box set de lujo, Canciones 1987-2017, que incluye una recopilación de composiciones pertenecientes a las tres etapas representativas de su carrera musical. Una ocasión imperdible para poner en perspectiva el lugar que ocupa Enrique Bunbury en la escena del rock en castellano. Hablamos de una figura insoslayable que se codea con los más grandes de la historia y cuyo incansable afán compositivo lo ha convertido en un artista prolífico y fundamental. A continuación repasaremos en este especial lo mejor de una cosecha musical notable.
Primera Parte: Héroes del Silencio (1987-1996)
Héroe de leyenda
Héroes del Silencio, uno de los grupos de rock en español más destacados de las últimas décadas, nació en Zaragoza y estuvo formado inicialmente por Enrique Bunbury (voz y guitarra rítmica), Juan Valdivia (guitarra solista), Joaquín Cardiel (bajo) y Pedro Andreu (batería). Iniciando su derrotero a mediados de los años 80, experimentaron pronto un gran éxito en España e Hispanoamérica, hito que los llevó a recorrer varios países europeos para luego convertirse en uno de los grupos más exitosos de la historia del rock en español. Luego de doce años, en los que publicaron cuatro álbumes de estudio, vendieron más de seis millones de discos y encararon giras mundiales presentándose en más de treinta países y ofreciendo más de mil conciertos, la banda se separó en 1996, dejando tras de sí un legado único.
Héroes fue conformando su propia identidad musical gracias a un gran cuidado de su imagen, construyendo una iconografía y simbología muy propia. Apegándose a una poesía que se nutría de diversas influencias literarias, hizo gala de una gran riqueza lírica, acompañada de melodías complejas y una base rítmica potente influenciada por clásicos del rock anglosajón.
Épicas canciones, potente sonido, rebelde actitud e imagen auténtica fueron los cuatro ingredientes que convirtieron a Héroes en una fórmula consolidada y en una eximia banda de rock. A lo largo de sus discos de estudio la banda hizo eterna una serie de himnos del rock español, infaltables en cualquier setlist: Maldito Duende, La Chispa Adecuada, Sirena Varada, Entre Dos Tierras, Iberia Sumergida, El Espíritu del Vino y Mar Adentro. Arrastrando una legión de fans alrededor del mundo, la gran virtud que posee la banda (y que también es marca registrada de Bunbury) es que su desarrollo musical es emblema de una continua evolución, cuyos discos enmarcan un momento concreto de su presencia como grupo. Esa ética musical agiganta más aún su persistencia como ícono de una época.
Luego de la separación en 1996, y para fans de las nuevas generaciones que siguen deslumbrándose con la multitudinaria banda, Héroes ha editado recopilaciones que permiten descubrir material inédito: Antología Audiovisual, El Ruido y la Furia y The Platinum Collection son ejemplos pensados para incondicionales.
A once años del tour de regreso que los reuniera brevemente durante 2007, escuchar a Héroes del Silencio siempre es una oportunidad para rescatar joyas olvidadas y redescubrir la impronta de un grupo que nos entregó al gran Enrique Bunbury.
El Mar no Cesa (1988):
Sobresale aquí Héroe de Leyenda, su primera gran composición, perteneciente a un primer mini-LP de 1987, símbolo de unos inicios absolutamente artesanales y carta de presentación pública. El debut por la puerta grande se produce con esta gema musical cuyo título dice mucho de la carrera posterior de Bunbury, casi en destino profético. El furor despertado los llevaría a romper fronteras impensadas, de Zaragoza al mundo, a la conquista del rock mundial. Temas como El Cuadro, Hologramas y Agosto se reeditaron posteriormente en 1998 para el álbum Rarezas. Por su parte, Fuente Esperanza, Flor Venenosa y la propia Héroe de Leyenda fueron regrabadas vocalmente por el propio Bunbury para el recopilatorio Canciones 1984-1996, editado en el 2000.
Senderos de Traición (1990):
El álbum es una pieza homogénea que se encumbra como el techo creativo de una banda joven, talentosa y hambrienta de éxito profesional. Compuesto de doce temas emblemas del rock en nuestro idioma y haciendo honor a todas sus influencias del pop, rock gótico y el hard rock en idioma inglés (como The Cult), el disco atesora perlas como Despertar, Maldito Duende, Entre Dos Tierras, Con Nombre de Guerra y La Carta. Con apenas 22 años, Bunbury da cuenta de un dominio escénico y vocal digno de un prodigio.
El Espíritu del Vino (1993):
Héroes del Silencio alcanza la madurez musical gracias a un Bunbury inspiradísimo que entrega la combinación perfecta -en idénticas dosis- de furia en escena, belleza lírica y una voz inigualable. Haciendo gala de una imagen conceptual muy concreta y sofisticada, deudora de la estirpe de Led Zeppelin (basta recordar el uso de los anagramas), la banda exhibe gran química y concibe un disco extenso y excesivo (16 temas), en donde Sirena Varada, Flor de Loto, Bendecida y Sangre Hirviendo entregan momentos insuperables.
Avalancha (1995):
Desde un disco cuyo título incita a la revolución, Héroes del Silencio consigue su cumbre de popularidad en 1995 gracias a un cuarto trabajo de estudio que los llevó a una gira por diversos países. En América Latina causan un fervor sólo comparable al ocasionado por Soda Stereo, y así la legión de incondicionales extenderá las fronteras del fenómeno musical. El último registro de estudio conserva una calidad compositiva íntegra y un espíritu innovador. Potente, enérgico y colmado de riffs de guitarra, destacan el tema que le da el título a la placa, Deshacer el Mundo, Iberia Sumergida y la siempre sugerente La Chispa Adecuada.
Segunda Parte: El Huracán Ambulante (1997-2005)
Libre dentro de una canción
Luego de la disolución de Héroes del Silencio, Enrique Bunbury se une a una banda llamada El Huracán Ambulante, compuesta por Ramón Gacías, Copi Corellano, Rafa Domínguez, Ana Belén Estaje, Luis Miguel Romero, Javier Iñigo, Javier García Vega y Delsarte Morán. La experiencia a lo largo de una década deja el saldo de siete álbumes de estudio, discos en vivo y una videografía selecta de alto vuelo visual, donde destacan el riesgo artístico asumido y el compromiso hacia una perfecta arquitectura sonora patentada en las huellas de Radical Sonora, Pequeño, Flamingos y El Viaje a Ninguna Parte.
Entretanto, la incansable búsqueda musical de Bunbury lo lleva a encarar proyectos como Bushido, participar del homenaje musical a Leopoldo María Panero, formar el recordado dueto junto a Nacho Vegas (que entregará esa magnífica joya llamada El Tiempo de las Cerezas) y la participación en numerosas bandas sonoras cinematográficas. Los nuevos horizontes musicales de Bunbury van tranzando un camino propio, alejado de la masividad conseguida junto a Héroes. Enrique prefiere ser fiel a sus convicciones musicales y redescubrirse mediante coqueteos con la electrónica, la música árabe y el tecno-rock. Bebiendo del rock industrial de bandas del momento como Nine Inch Nails, Bunbury conserva la perfección lírica y vocal que lo caracteriza.
Asumiendo los consabidos riesgos artísticos y meditando un retiro que -afortunadamente- nunca sucedió, Bunbury apuesta a doble o nada. Sabemos de sobra que ganó la partida, convirtiéndose en un artista solitario exquisito, frontman como ya no existen. A las puertas del nuevo milenio, el músico se disponía a escribir el capítulo más interesante de su carrera. El mundo entero estaba por enterarse.
Radical Sonora (1997):
El cambio radical es la manera de reafirmarse, nada más honorable que un artista comprometido con lo que su arte expresa. Las letras referencian una auténtica declaración de principios y Bunbury abraza el modernismo musical de manera soberbia. La nueva estética recicla la imagen. Bunbury 2.0 es el arquetipo del nuevo artista de rock, y el nuevo álbum es una aplanadora que pone en marcha la bunburología más transgresora: Salomé, Alicia y Polen. Con mucho aún por decir, la ruptura con Héroes libera a un Bunbury que parecía encorsetado en sus afanes creativos. Su experimentación electrónica en Radical Sonora lo muestra cómodo e igual de preciso abordando estilos inéditos en su obra. Un músico fértil y en estado puro disfrutando de su pico creativo en solitario a la par que cimenta su estatus de estrella mundial.
Pequeño (1999):
Incomprendido por la crítica y soportando la espalda que le daba el público, Bunbury no claudica de sus ideales. Fiel al nuevo sendero musical que había emprendido, dos años después de su debut en solitario se anima a nutrir su obra de ritmos latinos, mediterráneos y balcánicos. El nuevo giro lo lleva por caminos inéditos que Bunbury parece transitar con los ojos cerrados. El minimalismo y los aires de cabaret que ostenta Pequeño no sólo resultan una parábola del título sino que deja tras su paso una serie de canciones insignia: El Extranjero se coreará en cada show, Infinito es su primer intento de ranchera y De Mayor es un pícaro rock de vodevil que precede al aire circense que explorará en el registro en vivo Freak Show.
Flamingos (2002):
Bunbury traza una línea meridional que divide su trayectoria en dos, sin miedo a patear el tablero una vez más. Sus primeras obras solistas rompen de forma contundente el paradigma noventoso y son el necesario ave fénix para una absoluta reinvención. La maquinaria Bunbury fusiona rock con influencias electrónicas y mediterráneas para obtener una alquimia sonora distintiva en temas como Lady Blue, Y al Final, San Cosme y San Damián y Enganchado a Ti. Festivo e inspirado, nos da la bienvenida a El Club de los Imposibles. ¡Bunbury lo hizo de nuevo!
El Viaje a Ninguna Parte (2004):
Subido a la ola de su irrefrenable don compositivo, Bunbury continúa creativo e imparable, disfrutando al máximo su estadía en el estudio de grabación. Su cuarto disco en los últimos siete años es nada menos que un trabajo doble compuesto por veinte temas, prueba de la versatilidad de su autor. Echando mano a una gama de estilos de lo más variopinto, el disco está atravesado por cuatro momentos que brillarán por siempre: Que Tengas Suertecita entrega el matiz latino de un “Licenciado” en ciernes, Los Restos del Naufragio es un testamento conmovedor donde nombra, uno a uno (pasando por Spinetta, Fito, Charly y Andrés), a sus maestros del rock, El Anzuelo posee una letra exquisita que explota la sonoridad de cada palabra y el estribillo de El Rescate es la muestra más cabal de un artista que deja la voz y el alma en sus canciones.
Tercera Parte: Los Santos Inocentes (2006-2017)
Estos son mis dominios
Junto a Ramon Gacías, Jorge “Rebe” Rebenaque, Robert Castellanos, Alvaro Suite, Jordi Mena, Quino Bejar y Santiago Del Campo, Enrique Bunbury conforma en el año 2006 la banda Los Santos Inocentes para comenzar a dar forma a su nueva etapa solista. Durante la siguiente década, el músico aragonés elevaría su canon musical un escalón, irradiando su carisma en los escenarios de todo el mundo.
Un puñado de discos -sin contar la filmación de documentales sobre su obra e infinidad de lados B y colaboraciones con artistas de relevancia mundial- atestiguan el paso firme de un Bunbury consumado que se da el gusto de colaborar junto a Andrés Calamaro en el disco Hijos del Pueblo, que plasma una gira en conjunto, y de desenterrar sus gloriosos archivos musicales en la múltiple edición de lujo que viera la luz el pasado año.
Diseccionando su obra más reciente nos encontramos con cuatro discos esenciales, prueba del perfeccionismo casi obsesivo de Bunbury para registrar música a nivel hi-fi: Hellville de Luxe, Las Consecuencias, Palosanto y Expectativas. Siempre lejos de su zona de confort, la permanente búsqueda de la perfección coloca en el centro de la órbita del rock en castellano a un músico de talento inigualable y en pleno dominio de su arte, al tiempo que nos deleita con su asombroso histrionismo en escena, que recuerda lejanamente a David Bowie.
Hellville de Luxe (2008):
Cuatro años de paréntesis desde El Viaje a Ninguna Parte fue la necesaria pausa para barajar y dar de nuevo. El presente disco estrena su flamante banda y a Bunbury se lo ve revitalizado, vigoroso. Habiendo hecho las paces con sus musas creativas, el regreso representa la permanencia de sus convicciones musicales, esas por las que siempre luchó y jamás traicionó. Amparado en unas guitarras demoledoras, El Hombre Delgado que no Flaqueará Jamás es un manifiesto de reafirmación personal en clave de blues. De excelente factura y columna vertebral de un álbum uniforme, se destaca la pegadiza súplica Bujías para el Dolor, acompañada de un tándem imbatible: Hay Muy Poca Gente, Porque las Cosas Cambian y El Porqué de tus Silencios, tracks que exudan el encanto de un artista en sostenida curva ascendente.
Las Consecuencias (2010):
Intimista y oscura, esta obra se presume apta sólo para fans con fino paladar. Con gran acento acústico de guitarras, Bunbury rezuma más melancólico, sombrío y reflexivo que nunca. La belleza lírica del tema que da título al disco da paso a su resonancia en otras tantas canciones, reflejos de la búsqueda interior del artista y sus nuevas profundidades creativas de altísimo vuelo poético. Ella me dijo que no, El Boxeador y 21 de Octubre engrosan el catálogo de obras maestras del músico. Comentario aparte para dos perlas. Es Hora de Hablar es el punto culmine del don de letrista de Bunbury, en donde su desgarrador canto se funde en una melodía apoteósica. En Los Habitantes el punteo inicial de guitarras es todo un éxtasis, inmejorable prólogo a un cantante que se anima a hablar en tono autobiográfico desgranando una letra lúcida plagada de doble sentido e incorrecciones políticas.
Licenciado Cantinas (2011):
La simpatía de Enrique Bunbury por la música latina (cultivada por sus influencias y probablemente en sus numerosas visitas) ve finalmente su justo homenaje gracias al disco de versiones que concibe. Revisitando la obra de autores claves de esta geografía como Agustín Lara, Louie Ortega, Casas Padilla o Atahualpa Yupanqui, el cantante se anima a un enésimo desafío artístico del que sale más que bien parado. Apropiándose de un cúmulo de clásicos del cancionero latino, el artista explora su faceta de versionista, imprimiendo a las composiciones con su singular sello. La mejor virtud de un cover es aportar ese plus que mejora la original y la disimula hasta hacerla parecer propia. ¡Bravo, Bunbury!
Palosanto (2013):
En tiempos de automatismo y masificación, consciente del paso del tiempo y de los males que afectan al mundo, Bunbury es esa antena receptiva que alienta a la rebelión bajo un lema que suena como un mantra, “despierta, todo ha cambiado”. La épica rockera para la post devastación es la metamorfosis perfecta para exorcizar la crisis de la mediana edad: un rock star que se planta en la madurez de su carrera, de cara al paraíso musical y con el mundo a sus pies. Con Salvavidas nos convida de su canibalismo gourmet, con Prisioneros ostenta unas dotes de cantautor que nada envidian a Joaquín Sabina y con Causalidades entrega un decálogo de advertencias como máxima de vida. Como contraste, sus visiones apocalípticas encuentran eco en una estética visual cinematográfica, presente en letras como las de Los Inmortales, Destrucción Masiva o Más Alto que Nosotros, Sólo el Cielo. La gira presentando el presente álbum dejaría como registro un vivo imprescindible, Madrid, Área 51.
Expectativas (2017):
Luego del celebradísimo Unplugged para MTV (El Libro de las Mutaciones), Bunbury se juega su as bajo la manga. El pico creativo de Bunbury toca nuevas cotas jamás alcanzadas y el perfeccionismo de esta obra es categórico, atravesando con elegancia las texturas sonoras de un disco imprescindible. Su amplísimo conocimiento musical viste las canciones como nadie. Con ambos pies afianzados en el presente, Bunbury mira hacia el futuro y nos cuenta lo que pasa en el mundo. Haciendo gala de una prestancia sin igual y con una identidad estética apabullante, el cantante parece literalmente de otro planeta. Comprometido con los designios del mundo actual, desafiando al poder de turno, escapando de los convencionalismos y disconforme para con diversos peligros que se ciernen sobre la condición humana, toma partido político y se define como un anarquista pragmático. Su contundencia rockera se hace sentir y sobre el escenario Bunbury sigue dando cátedra: Cuna de Caín, La Actitud Correcta, Parecemos Tontos y La Ceremonia de la Confusión ya son hits indiscutidos. Bonus track: en Al Filo de un Cuchillo Bunbury entrega -probablemente, y no es poco decir- la mejor performance vocal de su carrera.
El repaso brindado mediante la retrospectiva deja como saldo una discografía sin fisuras, un lugar asegurado en el Olimpo del rock mundial y una ciega certeza: con Enrique nuestra capacidad de sorpresa no termina de agotarse jamás. Como un hechizo, su escucha y apreciación sigue cautivándonos arriba y abajo del escenario. Uno intuye que el aragonés errante ya estará planificando su próximo viaje musical, rumbo a otra prolífica década que nos deparará un secreto mejor guardado. ¿A estas alturas alguien podría apostar en su contra? No han visto nada todavía aún…