Carrera musical de Christiane F. y Alexander Hacke de Einstürzende Neubauten

Christiane y Alexander

Por Matías Bragagnolo
“Cuando te vayas, preguntarás:
¿Cuál de nosotros creés que es el amado?”
Einstürzende Neubauten, Fiat Lux
 

Índice:

 

1. Christiane y los niños de la estación del zoológico

 

Claro está que ninguna de las editoriales que rechazaron el manuscrito de Wir Kinder vom Bahnhof Zoo (Nosotros los niños de la estación del zoo) pudieron prever que el libro, tras su publicación en el otoño boreal de 1978, iba a convertirse en un éxito de ventas. A comienzos de ese mismo año, y durante tres meses y a razón de cuatro horas por día, Kai Hermann y Horst Rieck, periodistas de la revista Stern, habían escuchado la historia de Christiane Vera Felscherinow, una adolescente alemana de dieciséis años adicta a la heroína.

 

La habían conocido como testigo en un juicio en el que se intentaba encarcelar a un hebefílico que satisfacía sus perversiones con niñas púberes a cambio de heroína, y lo que tenía para contar esa muchachita era oro en polvo. En el libro que la revista Stern terminó autopublicando, entre interrupciones a cargo de adultos como su madre, un psicólogo o una funcionaria pública, Christiane F. (así se la conocería inicialmente) relataba un descenso al infierno de los opiáceos y la prostitución callejera en Berlín. Desde el consumo diario de hachís, LSD, Mandrax, efedrina y Valium a los doce años, pasando, con casi catorce, por su primer saque de heroína tras un concierto de David Bowie (de la gira Isolar, cuyos shows empezaban con la proyección de Un Perro Andaluz), y culminando con la estadía en la casa de su abuela, en una pequeña ciudad al norte de Hamburgo, donde se suponía se había desintoxicado de manera más o menos definitiva a los dieciséis.

 

Las páginas del best-seller no se ahorraban golpes bajos. Mientras sus amigos morían como moscas por sobredosis, Christiane tenía su primera crisis de abstinencia a los catorce. Pero antes había debutado sexualmente con su novio, Detlef, un junkie. Y a continuación había venido la prostitución. “… hace un mes era virgen y ahora soy una puta”. Se prostituía para conseguir la heroína del día. Un cliente, el importe para una dosis. Al principio solo masturbaba, para no engañar a su novio, también prostituto. Ambos atendían en forma conjunta a algún que otro cliente, incluso le prestaban servicios sadomasoquistas a uno.

 

Claro estaba que una cosa llevaba a la otra, y para los clientes de Christiane llegarían las felatios. Después de reencontrarse con dos amigas de su misma edad y descubrir que estas también habían empezado a picarse y prostituirse, empezó a atender a ciertos clientes en colaboración con alguna de las dos (“una se ocupaba del tipo por arriba y la otra por abajo, y así liquidábamos el asunto en un santiamén”). Viviendo en el departamento de uno de los clientes de su novio, una noche terminaría siendo, con espanto y desilusión, una espectadora auditiva de la apasionada entrega pasiva del muchachito.

 

El ambiente en que se movía Christiane (la discoteca Sound, la estación de subte del zoológico, el “paseo de las niñas”) era, como podía esperarse, peligroso y degradante. “Conozco a uno que le gusta que le peguen en el hueso de acero que lleva en una pierna como consecuencia de un accidente de moto”. Se exponía a los cafishios que las secuestraban durante días plagados de vejaciones, a las golpizas de las prostitutas profesionales, a las violaciones de los clientes armados. En los baños públicos se inyectaba y caía desmayada cuando la heroína estaba adulterada, limpiaba la jeringa en el agua de los inodoros, era atacada y robada por otros drogadictos. La detenía en repetidas ocasiones la policía; su novio caía preso, una de sus mejores amigas también.

 

Mientras los intentos por desintoxicarse se sucedían con sus correspondientes recaídas, Christiane cumplía quince años. Después de una bizarra estadía en una clínica de recuperación perteneciente a la Iglesia de la Cienciología, llegaba su primer coito con un cliente, un pederasta llamado Heinz, que brindaba alojamiento a adolescentes prostitutas y les pagaba con droga. En una escena por demás estrafalaria, Christiane, encerrada en el departamento de su padre en un intento de éste por evitar que se drogue, desde el balcón de un piso once intercambiaba, bajando una bolsa con una cuerda, una carta de amor y una bombacha por un poco de heroína. Pero Heinz volvía a llamar: la bombacha tenía que estar usada. La muchacha sacaba otra de la canasta de la ropa sucia y la arrojaba por la ventana. La prenda caía sobre un árbol y el pervertido se veía obligado a trepar para conseguirla.

 

Llegaba el primer intento de suicidio, con medio gramo de heroína. Despertaba hecha polvo al día siguiente junto al mismo inodoro del mismo baño público de una estación de subterráneo. También llegaba el día en que ella y Detlef se convertían en dealers.

 

Para mayor abundamiento, el libro incluía fotografías de los mismísimos protagonistas y de sus ambientes naturales, las calles donde ofrecían sus cuerpos para solventar el vicio y los caóticos departamentos. Además de una con el cadáver de una drogadicta de dieciocho años tirado en un baño público.

 

En 1980 empezó a filmarse la adaptación cinematográfica de Wir Kinder vom Bahnhof Zoo, con un presupuesto relativamente bajo y la dirección de Uli Edel. La película se estrenó en 1981 y dio lugar a las traducciones del libro. En Inglaterra se llamó “H, autobiografía de una niña prostituta y adicta a la heroína”, en los Estados Unidos “Christiane F.: autobiografía de una niña de las calles y adicta a la heroína”. Y la niña adicta a la heroína se convirtió en una estrella en todo el mundo.

 

2. Comunidad en la zona roja

 

En 1980 y contando con dieciocho años de edad, Christiane F., ya acreedora de periódicas sumas dinerarias por los derechos de autor de su libro, decidió dejar la casa de su abuela y mudarse a Hamburgo.

 

Asistía a recitales en el centro de convenciones Markthalle Hamburg, donde conoció a un grupo de Geniale Dilletanten, o diletantes geniales, término con el que se autodenominaban los jóvenes de la contracultura de Alemania Occidental. Con algunos de ellos se mudó a la planta alta de un edificio ubicado en el barrio de Sankt Pauli, a un centenar de metros de la legendaria y licenciosa Reeperbahn, en plena zona roja, en el número 13 de la Hein-Hoyer-Strasse, la misma calle que había albergado a Domenica Niehoff, la prostituta más famosa de Alemania. En la planta baja atendía a sus clientes un sex shop, mientras las cinco habitaciones alquiladas por Christiane y sus amigos habían sido hasta poco tiempo atrás la redacción de la revista pornográfica St. Pauli-Nachrichten. Pero antes que eso, y siguiendo con la tradición sicalíptica, todo el edificio había sido un burdel.

 

Entre quienes compartían el alquiler con la estrella heroinómana adolescente -todos hombres, para empezar, ya que ella así lo prefería, aunque más tarde se sumaría Anja Huwe, la cantante de la banda Xmal Deutschland- estaban Frank-Martin Strauß (alias artístico: F.M. Einheit, alias personal: Mufti; 21 años) y Frank Ziegert, ambos miembros de Abwärts, la banda favorita de Christiane F. Por entonces los Abwärts recién estaban autoeditando su primer LP, Amok Koma. Otro inquilino era Klaus Maeck (30 años), por entonces dueño de la tienda de discos y discográfica independiente Rip Off.

 

Por entonces Christiane había limitado su consumo de drogas a ingentes dosis de cocaína y algo de marihuana; nada de heroína después de la cura que había llevado a cabo en la casa de su abuela.

 

3. Alexander el joven

 

El 27 de diciembre de 1980, durante el ZickZack-NeueMusik festival, en el centro de convenciones Markthalle Hamburg, tres de las bandas foráneas (todas las de la fecha lo eran, menos Abwärts) debieron retirarse del escenario en medio de una lluvia de basura arrojada por el público.

 

Fue en los minutos posteriores al show de Abwärts que Christiane F. conoció al cantante y guitarrista Blixa Bargeld. Se lo presentaron Frank Ziegert y F.M. Einheit (que acababa de conocerlo), y estaba con su banda berlinesa Einstürzende Neubauten, por entonces solo un dúo con el percusionista Andrew Chudy (alias N.U. Unruh, de profesión: afinador de pianos), después de la deserción de las chicas del cuarteto original, Beate Bartel (bajo) y Gudrun Gut (sintetizador), que ahora eran parte de la banda Mania D.

 

Los Einstürzende Neubauten (“Nuevos edificios derrumbándose”) tenían que salir a tocar, pero Blixa estaba indeciso, conforme al comportamiento que estaban teniendo los punks locales. Christiane no salía de su asombro ante el aspecto físico del berlinés que acababan de presentarle. “Parecía venir de un entierro punk oficiado por él mismo, con sus ojeras y su tez macilenta”, diría muchos años más tarde.

 

Algunas semanas después F.M. Einheit se uniría a Einstürzende Neubauten como tecladista y percusionista, colaborando con N.U. Unruh en el procesamiento musical de ruidos y la invención de instrumentos musicales; y terminaría arrastrando en su estela al bajista de Abwärts, Mark Chung. La formación definitiva de Einstürzende Neubauten, o al menos la más representativa, se completaría un par de años después con Alexander Hacke, quien en ese día de diciembre de 1980 se les había unido en batería para una de las canciones.

 

También fueron presentados en la misma fecha el tal Alexander y Christiane, y el flechazo fue instantáneo, aunque la posibilidad de algún tipo de relación física o sentimental se planteaba complicada. El muchacho no era, claro estaba, una variante de Detlef…

 

Por esos días, Alex no solo tenía solo quince años (frente a los dieciocho de la renombrada heroinómana), sino que además todavía vivía con su madre en Berlín. Pero a Christiane, pese a su reciente pasado como prostituta y heroinómana, le gustó ese muchachito risueño, con anteojos y voz ronca. No tardaron en empezar a cartearse con asiduidad, calentando a fuego lento un posible romance.

 

Alexander ya era considerado entonces una especie de niño prodigio de la música independiente de Berlín Occidental, un “geniale dilletant” por mérito propio.

 

Hijo único de un matrimonio divorciado, había heredado una batería de un bisabuelo, un músico profesional, multinstrumentista. Ni lerdo ni perezoso, autodidacta, ese fue el primer instrumento que llegó a dominar, mientras lo expulsaban de un colegio tras otro. Su vida estudiantil adquirió cierta estabilidad cuando lo ubicaron en una escuela para muchachos con problemas de conducta, con orientación musical. Ahí fue donde Alexander pasaría días enteros en el salón de los instrumentos, ausentándose del resto de las clases.

 

A los trece años no había todavía cambiado sus dientes de leche, y un dentista tuvo la idea de retirarle toda la dentadura en el mismo día. Su madre, apenada por el desastre que habían hecho en la boca de su hijo, le regaló su primera guitarra eléctrica. No contento con eso, rogó a su madre que le comprara el sintetizador analógico Korg MS-20. El instrumento llegó en la navidad de ese mismo año, 1978.

 

Para su cumpleaños número 14, en octubre de 1979, Alex recibió como regalo su última obsesión: una máquina de ritmos Roland CR-78. La cena estaba servida: ahora Alexander era capaz de grabar sus propias canciones sin tener que armar una banda. Encerrado en su habitación, usando dos caseteras, grababa, mezclaba y experimentaba con las cintas, ralentizándolas, acelerándolas, cortándolas en pedazos, sampleando cosas que tomaba de la televisión. No solo desconocía la existencia de la musique concrète: creía haberla inventado.

 

En septiembre de 1979 fundó la banda Blässe, junto a su amigo Michael Richard Hirsch. Él en bajo y guitarra, su amigo a cargo del sintetizador. Con una formación tan fluctuante como el punk-jazz amorfo que hacían, adquirirían un poco de estabilidad con la entrada de Eva-Maria Gößling y su saxo. Alex permanecería en la banda menos de un año, y no llegaría a formar parte de las pocas grabaciones de estudio que vendrían.

 

Alexander tendría la oportunidad de grabar con Ute Droste, Michael Schäumer, Michael Hirsch y Thomas Voburka el único material que, con excepción de dos colaboraciones para antologías, editaría la banda P1/E: el simple con las canciones 49 Second Romance y Dependence, editado en febrero de 1980. En esta pandilla mixta de adolescentes Alex se había estado ocupando tanto del sintetizador como de las baterías acústica y electrónica.

 

Todavía tenía quince años cuando fue invitado a tocar, primero la batería y más tarde la guitarra, en Mekanik Destrüktiw Kommandöh, una ignota pero sólida banda de punk atípico. Su paso solo quedaría registrado en el disco en vivo oficial Die Kriegserklärung (La declaración de guerra), de 1981, donde puede escucharse su guitarra. (El cantante de Mekanik Destrüktiw Kommandöh, Volker Hauptvogel, pasaría a la historia por su fundamental papel secundario en 1988 en la película gore de culto Nekromantik. Es el hombre que dispara a su vecino con un rifle de aire comprimido.)

 

En 1980 apareció a la venta el primer trabajo de Alex como solista, bajo el seudónimo de Alexander von Borsig, un apellido artístico en alusión a Borsig-Werke, la fábrica de trenes a vapor donde trabajaba su padre como ingeniero mecánico. Para otros proyectos llegaría a usar variaciones similares, como Maestro Borsig o simplemente Borsig-Werke.

 

Die WeltIstSchön! (¡El mundo es bello!) era un casete que se vendía en Eisengrau, el sello discográfico de una boutique de indumentaria punk del mismo nombre, cuyo fondo de comercio Blixa Bargeld compartía con las muchachas de la banda Mania D. El local servía, entonces, también como única boca de expendio de los casetes del sello, entre los que se contaba el primer larga duración de los Einstürzende Neubauten, Stahlmusik, registrado adentro de uno de los pilares del puente Stadtautobahn, sin sobregrabaciones. El joven Hacke se pasaba por el local todas las tardes después del colegio.

 

Del casete de Alex se habían hecho solo veinte copias, con dibujos infantiles en las portadas y títulos y créditos escritos a mano. La mano en cuestión, por cierto, era la del mismísimo Blixa, que confundió el título original, Das Leben Ist Schön! (¡La vida es bella!), con el de una de las canciones.

 

Die Welt Ist Schön! contenía cinco canciones que en total sumaban catorce minutos.

 

Con una métrica similar a Fame de David Bowie, Alex había convertido apenas una decena de palabras del manual de uso de su caja de ritmos en la letra de Accent, la primera de las dos piezas del lado A. Para la letra de la canción acústica con la que abría el lado B, If You Want to Have a Brother, había recurrido a una rima que le habían enseñado en la escuela primaria. El casete cerraba con dos instrumentales: Napalm y Bauarbeiterhymne. Esta última se suponía que era el himno de los trabajadores de la construcción alemanes.

 

Ya en los créditos de este trabajo inicial aparece la inscripción “S.J. PROD.”, significando “Sentimentale Jugend Produktionen”. En 1981 sería reeditado con el nombre correspondiente, Das Leben Ist Schön, por el sello Rip Off.

 

4. Sentimentale Jugend (parte 1)

 

A mediados de 1980, Monogam, el mismo y diminuto sello discográfico que distribuía el simple de P1/E, invitó a esta banda a participar en un compilado. Compartirían el lado A del disco (titulado Monogam 006) con Blank Xerox -italianos, aparecieron de la nada, quizás como hallazgo del mismísimo Alex Hacke, probable cerebro detrás de esta antología; grabaron en Berlín y volvieron a perderse en la nada de la que habían salido- y los Mekanik Destrüktiw Kommandöh (sin Alex).

 

El lado B del compilado que Monogam pondría a la venta en octubre de 1980 estaba ocupado en su totalidad por una colaboración entre el por entonces dúo EinstüerzendeNeubauten -fundado en abril de ese mismo año- y Alexander, esta vez con el seudónimo Alexander von Borsig pero simulando ser, junto a un tal y probablemente inexistente Eckert Stresstock, ahora sin ambages, parte del proyecto musical Die Sentimentale Jugend.

 

La colaboración denominada “Einstüerzende Neubauten & Die Sentimentale Jugend” contaba, en primer lugar, con dos canciones que por entonces hacían en vivo los Neubauten: Zuckendes Fleisch (Carne crispada) y 13 Löcher (Leben Ist Illegal) (13 hoyos [La vida es ilegal]). La lista se completaba con la excelente Dub, las desquiciadas Klinik y Winnetou Walzer (Als Hitler Das Rosa Kanninchen Stahl) (El vals de Winnetou [Cuando Hitler se robó el conejo rosa]) y una versión de Satisfaction, de The Rolling Stones, renombrada como Wollt Ihr Die Totale Befriedigung? (¿Quieren satisfacción total?). El nuevo título para el clásico de los Stones parafraseaba la frase más popular del llamado “discurso de Sportpalast”, arenga llevada a cabo en un mitin nazi por Joseph Goebbels, por entonces ministro de propaganda, en 1943. “Yo les pregunto: ¿Quieren guerra total? De ser necesario, ¿quieren una guerra más total y radical que cualquier cosa que podamos incluso imaginar hoy?”

 

Alexander, además de las cintas pregrabadas, se ocupó de la guitarra y el bajo; y otro tanto hizo Blixa Bargeld, sumando el piano de juguete con el que le gustaba incordiar… Como ejemplo, véaselo interpretando, por esos mismos días, su canción Skorbut (Escorbuto) en la película Kalt Wie Eis. N. U. Unruh sacó a relucir los resortes de acero que durante los siguientes años aporrearía, y los tres compartieron tareas con las voces y el resto de la percusión.

 

5. Sentimentale Jugend (parte 2)

 

La muy independiente discográfica Das Cassetten Combinat resultaba estar a cargo, entre otros, de un joven pintor llamado Kiddy Citny, amigo del joven Hacke. Kiddy había instalado un estudio de grabación en el sótano de la casa tomada que ocupaba la discográfica y su disquería, en el barrio berlinés de Schöneberg. Alex tuvo así acceso al estudio, no por casualidad denominado Combinatsstudio. Por primera vez se daba el lujo -meses antes de llevar con él a los Einstüerzende Neubauten- de grabar en cuatro canales, usando la grabadora Teac 144 que Kiddy había podido comprar. Cien marcos por día era la tarifa.

 

En esas instalaciones Alex grabó su siguiente trabajo solista, durante enero de 1981. El producto terminado fue un casete de dieciocho minutos con nueve canciones. Las dos últimas del lado B, por algún motivo, no figuraban en los créditos, y sus nombres (Tu Mir Weh [Lastimame] y Kleine Nachtmusik [Pequeña música nocturna]) recién se conocerían en 2006 en el compilado Cassettencombinat West-Berlin 1980 – 81, una edición limitada de tres LPs conteniendo una importante porción del material editado por Das Cassetten Combinat en su breve vida.

 

No resultaba claro, prima facie, cuál era el nombre del disco y cuál el del artista. En el arte de tapa figuraban indistintamente las denominaciones “Borsig Werke”, “Alexander V. Borsig”, “Sentimentale Jugend” y “S.J.”, todos seudónimos que Alexander Hacke utilizaba para deslindar las posiciones que asumía, fuera como intérprete o como productor. Pero nada permitía decidirse por una opción, y quizás ni siquiera el propio músico lo sabía. En el catálogo del sello discográfico, por cierto, el trabajo solo figuró como “Borsig Werke”.

 

En este caso, y al igual que con su primer casete, había grabado todos los instrumentos solo.

 

Tote Kammer (Cámara muerta) daba inicio al lado A, un colchón de música electrónica con olor al Giorgio Moroder de Midnight Express, por casualidad con Alex impersonando la inquietante voz de un prisionero que a todas luces ha perdido la cordura, rogando desde una celda de privación sensorial. El título de 10.5 hacía alusión al día de la madre de 1981, el domingo 10 de mayo, y Alex fantaseaba con atacar con un cuchillo a su madre mientras esta dormía una siesta en el sofá. Para mayor detalle, el folleto del casete contenía un dibujo de la señora cortada en tres pedazos. “Escrita después de una disputa con madre”, explicaría ya en su adultez.

 

Se suponía que Pour Mon Bibi, un verdadero resumen del sonido post-punk, había tomado su nombre de la dedicatoria que Boris Vian hizo de su novela L’Écume des jours (La espuma de los días), cuya correcta enunciación era “à monbibi” (“a mi nena”), siendo esta la primera esposa del escritor, Michelle Léglise. En Tu Mir Weh (Lastimame) se metía con el sadomasoquismo, y el disco cerraba con Kleine Nachtmusik (Pequeña música nocturna), que era un cut-up de una melodía de violín extraída de un disco con música de los dibujos animados del Pato Donald. Ralentizando y acelerando a su vez la cinta, Alex provocaba la sensación de estar escuchando un violín desafinado.

 

Párrafo aparte siempre mereció el vals con el que cerraba el lado A, Hiroshima, verdadero y potencial hit del underground industrial del que Alexander se ocuparía un año más tarde, perfeccionándolo y dedicándole su propio disco de 12 pulgadas.

 

En diciembre de 1980, sentándose en el taburete de la batería, Alex fundó junto con Kiddy Citny y Jochen Arbeit (más tarde guitarrista de Die Haut) la banda Sprung Aus Den Wolken. Adquirirían una cierta celebridad en 1987, cuando Wim Wenders incluyera la canción Pas Attendre en la banda sonora de Der Himmelüber Berlin (Las alas del deseo).

 

6. Alexander y Christiane

 

En 1981, todavía con quince años de edad, Alexander Hacke aceptó la invitación de Christiane F. y se mudó a la comuna de Sankt Pauli. Para eso debió fugarse de su casa y abandonar los estudios secundarios. Si sus padres sabían dónde iba a alojarse, la ley podía penarlos por hacer abandono de un hijo menor en edad escolar, por eso decidió desaparecer de la casa de su madre en Berlín de un día para otro, sin pedir permiso ni anunciar su partida o confirmarla luego, una vez en Hamburgo. Desde entonces el muchacho evitaba encontrarse en cualquier tipo de situación que pudiera llevarlo a tener el más mínimo roce con la ley, para evitar ser descubierto y devuelto a la custodia de sus progenitores.

 

La fuga de Alex tuvo, si se quiere, tintes de rapto. Un rapto sin violencia, que entrañaba un verdadero paraíso para el jovencito, claro está. Porque tan pronto como llegó a la comuna de Christiane no solo perdió la virginidad con su enamorada, sino que su lugar de alojamiento en el “Wohngemeinschaft” sería la habitación en la que desde entonces, viajes individuales o conjuntos de por medio, ambos convivirían.

 

Alex carecía de empleo fijo, pero siempre llevaba encima los casetes que había grabado, si se quiere, “profesionalmente”. Como él mismo decía, eran sus “divisas”, ya que allá a donde fuera los vendía en las disquerías. El propietario del negocio se ponía los auriculares, escuchaba el material, y pagaba por él.

 

Incansable, bajo el seudónimo Borsig Werke se mezcló con Sprung Aus Den Wolken (de los que a su vez era miembro) y la banda electrónica y minimalista Aus Lauter Liebe para dar lugar a un monstruo berlinés llamado Meisterwerk. Esta colaboración dio un único fruto: el casete homónimo que puso a la venta Das Cassetten Combinat (sus propietarios, incluido Kiddy Citny, eran miembros de Aus Lauter Liebe). El resultado fue una inquietante, valga la redundancia, obra maestra. Siete temas capaces de provocar pesadillas lúcidas en el oyente.

 

Los Aus Lauter Liebe limitarían su discografía a dos simples y se perderían para siempre.

 

En ese 1981, Das Cassetten Combinat también editó una colaboración entre Alex (como Alexander Von Borsig) y Padeluun, un singular artista anónimo (había renunciado a su nombre real a los dieciséis años) que de vez en cuando incursionaba en el medio sonoro. Se supone que Unhörbare Musik (Música inaudible) consistió en el chiste de vender dos casetes pegados uno contra el otro con Super Glue. No había manera de poder corroborar si los autores habían grabado algo en alguno de los cuatro lados.

 

Das Cassetten Combinat, con sus humildes casetes de tapas fotocopiadas, cerraría para siempre las puertas de la casa tomada a comienzos de 1982, llevándose hacia la nada su disquería y su estudio.

 

7. Einstürzende Neubauten

 

En abril de 1981 Alexander Hacke grabó como invitado de Einstürzende Neubauten por primera vez, en el Combinatsstudio. Era la misma formación de Monogam 006, y fueron dos canciones: Bakterienfüreure Seele (Bacterias para tu alma) y Scheinbar Unsichtbar (Aparentemente invisible). La primera, con Alex en la batería y la guitarra, sería destinada al compilado Lieber Zuviel Als Zuwenig (Zickzack Sommerhits 81), editado en junio de 1981. La segunda jamás vería la luz.

 

Los Neubauten, y en especial después de que también en abril de 1981 se les uniera F.M. Einheit como miembro permanente, querían tenerlo a Alex en sus filas, no bastaba con colaboraciones ocasionales. Todos apreciaban su talento y lo necesitaban a tiempo completo. F.M. Einheit, siete años mayor, no podía evitar experimentar una mezcla de admiración y sorpresa paternal cada vez que lo veía en acción, con su arsenal de casetes llenos de ruidos procesados y cut-ups, y si a eso se le sumaban sus habilidades con los instrumentos convencionales…

 

Pero había un problema. Alexander seguía siendo menor de edad, y el Estado lo quería en el colegio, cuya asistencia, conforme la ley alemana, era obligatoria. Ese fue el motivo de que en más de una oportunidad prefirieran que el adolescente prodigio no los acompañara en las presentaciones en vivo. Así, el ingreso de Alexander Hacke en Einstuerzende Neubauten terminaría convirtiéndose en un proceso paulatino.

 

Kollaps, el segundo larga duración de Einstuerzende Neubauten, vio la luz en octubre de 1981, y todavía Alexander Hacke no era parte de la banda (sí F.M. Einheit). De momento, habían decidido que los asistiría en vivo como ejecutor de las pistas pregrabadas, detrás de la consola de sonido.

 

8. Sentimentale Jugend (parte 3)

 

De alguna manera, un muy enamorado Alexander Hacke logró convencer a su novia y concubina Christiane F. para que, bajo el seudónimo esta vez artístico de Christiane X, se sumara a su proyecto Sentimentale Jugend y, bajo ese nombre, juntos formaran parte de Die große Untergangs-Show: Festival Genialer Dilletanten (El gran espectáculo de la fatalidad: Festival de ingeniosos diletantes), a celebrarse el 4 de septiembre de 1981 en el Tempodrom, una enorme carpa para eventos montada junto al muro de Berlin, por supuesto del lado oeste. Blixa Bargeld se contaba entre los organizadores; por lo tanto, además de proyectos tan interesantes como Die Tödliche Doris, actuarían los Einstürzende Neubauten.

 

El día del evento, Sentimentale Jugend fue un trío, ya que tuvo como músico de apoyo a F.M. Einheit., a cargo delas pistas pregrabadas. Alexander, a un mes de cumplir dieciséis años, vestido con una campera de cuero, el pelo oxigenado y sus anteojos de aumento, cantó en plan maestro de ceremonias borracho, todo el tiempo a punto de romper en carcajadas, casi sin tomarse demasiado en serio lo que estaba haciendo, mientras tiraba secuencias desde su sintetizador. Christiane, de pie junto a F.M. Einheit, a un par de metros de su novio, rasgaba con perfil bajo y concentración la guitarra eléctrica que colgaba de su cuello, sin agregar demasiado ni influir de manera significativa en la instrumentación que salía por los parlantes.

 

Hicieron varias de las canciones del casete Sentimentale Jugend / BorsigWerke / Alexander V. Borsig / S.J., y por supuesto no pudo faltar Hiroshima.

 

9. Helmut, 35, estudiante de medicina

 

El Hafenklang era un sitio que por entonces funcionaba como club nocturno, estudio de grabación y sello discográfico. Contaba con la única (y primera) consola de 24 canales de Hamburgo. Einstürzende Neubauten había grabado ahí Kollaps, los Abwärts todos sus discos, y solo faltaba que Alexander Hacke debutara haciendo de las suyas.

 

Grabó en enero de 1982 cuatro canciones con la intención de que el maxi-single tuviera como canción titular una nueva y profesional versión de Hiroshima, esta vez con la percusión de F.M. Einheit. Su amigo, además de tocar el bajo, lo ayudó a producir la totalidad del disco. Él cantó y se ocupó del sintetizador y el violín.

 

La letra de Hiroshima adquirió, con los efectos de sonido bélicos en la introducción y la duración duplicada, un tono incluso más morboso que en el casete Sentimentale Jugend / BorsigWerke / Alexander V. Borsig / S.J. “Las calles estaban brillantes, yo te sostenía en mis brazos. Entonces el relámpago golpeó. Nos pudrimos, abrazados. Fuimos tan felices, condenadamente felices”, explicaba Alex, primero susurrando como una especie de Serge Gainsbourg criado en un gallinero, después dando alaridos propios de un torturado en plena confesión, todo sobre los acordes de un vals tocado con un órgano de feria. Y a modo de estribillo, el cántico nostálgico: “Hiroshima, ¡qué hermosa que era!”.

 

Hiroshima compartía el lado A del vinilo con Zu Den Anderen Gerollt Werden, no más que Alexander recitando un poema subido de tono mientras masticaba un budín de chocolate, seguido por un poco de ruido modulado al estilo Throbbing Gristle, banda que por entonces tenía fascinado al joven. Todo en menos de dos minutos de surco.

 

El lado B tenía, por un lado, una versión minimalista de Japan (renombrada 日本, 日本 [Japan, Japan]), del E.P. Computerstaat, de Abwärts, donde F.M. Einheit todavía tocaba y cantaba. Por el otro, estaba otra pieza más que inspirada por los Throbbing Gristle: Helmut, 35, Medizinstudent (Helmut, 35 años, estudiante de medicina). Sobre un loop de ruido de sintetizador se escuchaba durante los cinco minutos de la “canción” la voz del futuro médico del título. Todo el parlamento provenía de un casete que le envió el tal Helmut a Christiane F., brindándole un consejo no solicitado respecto del uso y abuso de drogas y sus consecuencias en el cuerpo y la mente. Irrumpía entre las palabras de Helmut una voz en español salida de quién sabrá dónde, diciendo“Tiemblas, entre charcos de sangre que estaba viendo”.

 

Este disco fue atribuido simplemente a “Borsig”.

 

10. Thirsty Animal

 

A mediados de 1982 y con solo dieciséis años, Alexander Hacke volvió a grabar con Einstürzende Neubauten, para el simple Thirsty Animal (Animal sediento).

 

El lado A de Thirsty Animal contenía la pieza del título, nueve tenebrosos minutos que contaron con la participación de Lydia Lunch en la voz y Rowland S. Howard -por entonces miembro de The Birthday Party- en la guitarra. Solo los verdaderos fanáticos de la banda sabrían que eso que alteraba las emisiones de las cuerdas vocales de Blixa en el lado B, Durstiges Tier (Animales sedientos, no precisamente una reversión del lado A), era el pulgar de una mano de F.M. Einheit golpeando una y otra vez contra el pecho del cantante.

 

11. Gesundheit

 

Mientras todo esto sucedía, la película basada en el libro de Christiane, Christiane F. – Wir Kinder vom Bahnhof Zoo, se había convertido en la más rentable de la historia del cine alemán y estaba a punto de ser estrenada en los Estados Unidos. Cuando el padre de la actriz protagónica se negó a dar la autorización para que su hija menor de edad viajara con el guionista y el director a Norteamérica para una gira promocional, estos y el productor tuvieron la muy apropiada idea de llevar en su lugar a la propia Christiane Felscherinow, que contaba con diecinueve años y aseguraba no haber tocado la heroína en muchos meses.

 

Por eso días, a finales de enero de 1982, se estrenaba en Alemania la película de episodios Neonstadt (Ciudad de neón), que sí la tenía a Christiane como actriz. Con segmentos dirigidos por directores diletantes de la Hochschulefür Film & Fernsehen (Universidad de Cine & Televisión), Christiane hizo el papel de reparto como una bartender del mismo nombre en el primero de la secuencia, llamado Verliebt, verlobt, BRD-igt (Enamorada, comprometida, República-Federal-Alemanizada).

 

Una de las primeras personas que Christiane conoció después de pisar territorio americano (Los Angeles, para mayor precisión) en febrero de 1982 fue el DJ Rodney Bingenheimer, con quien trabó una gran e inmediata amistad. Fue algunos días después del primer encuentro en la radio cuando Christiane conoció a Robbie Fields, el dueño de la discográfica Posh Boy.

 

Fields resultó estar compartiendo un desayuno tardío con Rodney en la cafetería Denny’s cuando Uli Edel (el director de la película en promoción) y Christiane F. hicieron su entrada en busca del DJ. Pidieron panqueques y, en medio de la charla, Rodney consideró una buena idea lanzar la carrera musical de Christiane F. Robbie Fields estuvo de acuerdo y, sin perder el tiempo, recurrió a uno de los artistas de su sello, uno cuyo talento apreciaba.

 

Se trataba de David Javelosa, por entonces miembro de dos bandas que habían sido fichadas por Posh Boy: Los Microwaves y Baby Buddha, estos últimos, por casualidad, acababan de editar un LP con el muy alusivo título Music for Teenage Sex (Música para el sexo adolescente). Robbie lo llamó y en un par de horas un presupuesto de mil dólares fue destinado a la grabación de un simple con la voz de la junkie estrella, a quien sin perder un minuto subieron a un avión con destino a New York, donde grabaría en un estudio llamado Noise.

 

Alojada en una suite del piso 23 del Park Inn, Christiane se las arregló para escribir la letra de una canción para el lado A. La escribió en alemán, pero como había estado aprendiendo a hablar el inglés a pasos agigantados desde su llegada al país, a los productores se les ocurrió traducir una parte, volviendo bilingüe a la canción. “Rasgo mi minifalda / Lo encuentro hermoso”, decía la letra. “Me desgarro por vos / me muero de hambre por vos / me olvido de mí por vos”. Y en el momento más picante confesaba: “Robo tu auto / Me voy a la discoteca / Soy tan adicta / a sentir tu volante”. Buscando provocar, la línea “Soy tan adicta” se repetía más de diez veces.

 

Eran los días de la Neue Deutsche Welle (la new wave en su versión alemana), y a elaborar un ritmo bailable a mitad de camino entre la música disco y la electrónica se abocó David Javelosa con su sintetizador. Aunque no recurrió a una caja de ritmos para la base, sino que contrató a varios músicos de sesión para el bajo, la batería y unos tom-toms. Conforme lo establecerían los créditos del disco, Christiane, además de poner la voz, emitió algunos rasguidos con la guitarra. La experiencia como guitarrista en Sentimentale Jugend debía haber sido positiva, porque no lo hizo tan mal.

 

En lo respectivo a la grabación de la voz, la muchacha se limitó a repetir la letra, ora prácticamente hablando, ora adaptando las palabras a una cierta melodía, en un tono entre inocente y sensual. No hubo una sola línea propiamente cantada. El estilo resultó ser un claro antecedente del que más de una vez usarían diez o veinte años más tarde las cantantes contratadas por DJs para prestar sus voces a pistas house, dance o electro.

 

Llamaron a la canción Wunderbar (Maravilloso), y redujeron la duración original de nueve a cuatro minutos.

 

Heimweh (Nostálgica) fue la otra canción grabada, una composición en espejo de la anterior. Heimweh estuvo acompañada, en el lado B, por la versión completa de Wunderbar.

 

Sin haber prestado demasiada atención a las pistas musicales sobre las que la habían hecho recitar la letra y tocar la guitarra, y harta de la locura urbana de New York, Christiane guardó en su valija las cintas con las canciones y regresó a Hamburgo sin haber terminado con los compromisos de promoción de la película. Ni siquiera se molestó en escuchar sus canciones al llegar a la comuna.

 

El simple que fue editado ese mismo año no llevaba como título el de la canción del lado A, sino uno más irónico: Gesundheit! (¡Salud!). Estaba dedicado a Ingor, el perro de Christiane.

 

En los Estados Unidos Wunderbar llegó a tener cierta rotación en las discotecas, y cuando en Europa la propia intérprete escuchó su voz en la radio, el horror la invadió. Eso no se parecía en nada a la música que sus amigos tocaban y que a ella tanto le gustaba. Y estaba harta de no tener control alguno sobre los productos artísticos que llevaban su nombre.

 

12. Final Church

 

En ayuda de Christiane F., Alexander Hacke y F.M. Einheit se pusieron manos a la obra. Habían estado trabajando con la cantante Mona Mur para un E.P. llamado Jeszcze Polska que, al igual que el maxi-single Hiroshima, sería editado por el sello Supermax. Habían denominado a la banda con la que Mona saldría de gira “Mona Mur & Die Mieter” (Mona Mur & Los Inquilinos). Alexander se ocupaba del sintetizador, F.M. Einheit de la batería, Marc Chung del bajo, y en guitarra estaba un tal Godehard Buschkuehl. Todo estaba listo para que el disco de Mona saliera en junio de 1982. ¿Por qué no hacer algo similar con Christiane? Podían formar la “Christiane F. Band”, grabar un simple y salir a tocar.

 

Con la producción del propio Alex pero con un Jon Caffery como ingeniero de sonido importado de Inglaterra (y recién mudado a Berlín), decidieron hacerle un cambio de look a Wunderbar y dejar de lado Heimweh. Trabajaron usando como pista base, por un lado, el bajo de la cinta original, el de Bob Hofnar, y por el otro, una nueva batería, a cargo de Axel Dill, el baterista de los Abwärts (que figurará en los créditos como A. King Dill). La batería de la versión original había sido ejecutada por Celeste Ries, miembro de la fugaz banda femenina Head Cheese, de Filadelfia.

 

Alexander y F.M. Einheit agregaron sonidos electrónicos de sintetizador. Alex sumó un poco de su guitarra a la de Christiane, que dejaron de la pista original. Fuera de algunos versos superpuestos sobre el estribillo final, Christiane no volvió a grabar su voz. Se limitaron a dejar los estribillos, y decidieron pasar las dos estrofas de atrás para adelante. Algo similar hicieron con las partes del piano original tocado por David Javelosa: también las invirtieron y las dejaron bien abajo en la mezcla. Walter Durkacz, el DJ del mítico club nocturno neoyorquino Danceteria, colaboró con algunos scratchings.

 

Por último, decidieron cambiarle el nombre a la canción: Wunderbar (Maravilloso) pasó a llamarse Suechtig (Adicta).

 

En el documental CHRISTIANE F., dirigido por Katja Aschke para la televisión alemana y emitido en 1983, Alexander, Christiane y un par de amigos pueden ser vistos en el estudio de grabación escuchando una mezcla preliminar de Suechtig.

 

Con Spinnen (Perder la cabeza), la canción que inauguraría en lado B del simple, las cosas se pusieron algo más inquietantes. Era una nueva composición que se iniciaba con una rima infantil a cargo de una invitada de lujo: Mona Mur. La voz había sido distorsionada con algún tipo de filtro, y más que la de la cantante alemana, parecía la del prototipo de una niña androide. Con el ingreso de una potente batería a cargo de F.M. Einheit empezaba la violencia. Christiane gritó la letra, despotricando, emitiendo alaridos. No fue casualidad que, en la contratapa del disco por venir, en vez de acreditar su voz, colocaran la palabra “histeria”. También la muchacha castigó su guitarra con algunos rasgueos metálicos, apagados. Alexander V. Borsig (así figuró en los créditos) ayudó a perturbar el clima con un bajo impagable, además de emular con su sintetizador el ululato de una alarma ABC, el tipo de alarma que los alemanes habían dispuesto para los casos de amenaza de contaminación nuclear o química.

 

Adjudicaron a un tal Jimi Hendrix un loop industrial usado (“plattensprung”). Para mayor confusión, en la contratapa del disco, entre las fotos de algunos de los implicados (donde la propia Christiane agachaba la cabeza y escondía su cara detrás de su pelo), figuraba la del mismísimo y difunto héroe de la guitarra. Una broma industrial para una canción más emparentada con lo que los Einstürzende Neubauten estaban haciendo por entonces que con la new wave deforme de Suechtig.

 

El disco que Supermax sacó a la venta y Rip Off distribuyó llevó por título Final Church (Iglesia final) y fue atribuido a “Christiana”. El lado B, además de la histérica Spinnen, incluía una versión dub de Suechtig, retitulada con ironía HealthDub – WieSuechtig (El dub de la salud – ¡Qué adicta!). Por entonces el dub, ese eslabón perdido e inesperado entre la música industrial y el reggae, con el bajo y la batería acompasados rellenando por lo menos la mitad de la mezcla y relegando la parte vocal a algunas apariciones esporádicas, había empezado a funcionar de maravillas a la hora de generar versiones bailables contraculturales destinadas a los lados B de los simples o los E.P.

 

13. Filmando Decoder

 

El 19 de noviembre de 1982 Christiane y Alexander volvieron a tocar en vivo, en el mítico club SO.36. Esta vez no lo hicieron ni como Sentimentale Jugend ni como Christiane F. Band. El afiche los anunciaba como “Borsig”, y compartieron fecha con los temibles SPK y los siempre impredecibles Die Tödliche Doris.

 

Se suponía que por entonces, como Sentimentale Jugend, la pareja había compuesto una canción llamada Der Todholtmichein (La muerte me está alcanzando), de la cual poco llegaría a saberse más allá del título.

 

Durante diciembre de 1982 ambos estuvieron en Hamburgo, involucrados actuando en una película de bajo presupuesto llamada Decoder, escrita, producida y dirigida por Klaus Maeck, Volker Schäfer, Trini Trimpop y un músico punk y cineasta en ciernes llamado Muscha, a quién Maeck atribuiría oficialmente la dirección.

 

Alexander solo tendría, junto a Mark Chung y Mona Mur, un papel como extra, como miembro de una secta de piratas de información liderados por un Sumo Sacerdote interpretado por Genesis P-Orridge. Christiane seria Christiana, la novia stripper de F.M., un ex-empleado de una cadena de hamburgueserías obsesionado con el control que los dueños del negocio ejercían sobre los clientes mediante el uso de cierta música funcional kitsch e instrumental (muzak, en pocas palabras). F.M., como podría imaginarse, no es otro que F.M. Einheit, quien en su vida real también se pasaba el día experimentando e investigando con cintas. El elenco contaría también con la presencia del hermano del músico, Ralph Richter, quien sí era un actor profesional.

 

Pero la filmación de Decoder había empezado un poco antes, más concretamente el 11 de junio de 1982, cuando con motivo de la visita del presidente norteamericano Ronald Reagan estallaron violentas manifestaciones en el oeste de Berlín. El guión requería de un caos idéntico al que se estaba desarrollando en las calles, un caos que de otra manera hubiera sido muy difícil de escenificar con los fondos disponibles. Y ahí, en medio de todo, arriesgando sus cuerpos habían estado F.M. Einheit y N.U. Unruh con sus grabadoras, registrando los sonidos de las explosiones, los destrozos, los gritos y las sirenas de las autobombas y las ambulancias. El equipo de filmación los siguió con cámaras Super 8, mientras con algunas cámaras más sofisticadas eran captados también desde algunos balcones estratégicos. Los registros sonoros de los músicos fueron tan buenos -incluso audible era el silbido de una granada de gas lacrimógeno abierta a los pies de uno de ellos-, que años después, en 1989, aparecieron en la mezcla de Maifestspiele (Fiesta de mayo), el segundo movimiento de la pieza Fiat Lux (Que se haga la luz), del disco Haus der Lüge (Casa de la mentira), de Einstürzende Neubauten.

 

Otra escena requerida por el guión era la de uno de los dos sueños que tiene F.M.: un encuentro epifánico con el misterioso “Viejo” (Old Man), el dueño de una casa de venta y reparación de grabadores y reproductores de sonidos. En el guión, quien se ponía en el papel del Viejo era nada más ni nada menos que William S. Burroughs, el autor del material bibliográfico que había inspirado el argumento de la película.

 

La inspiración de los guionistas había sido, de hecho y en primer lugar, un libro de 1969 llamado The Job: Interviews with William S. Burroughs (La tarea: entrevistas con William S. Burroughs). The Job consistía en una larga entrevista al escritor, conducida por su colega Daniel Odier. Mechados en lugares estratégicos, aparecían ensayos breves y narraciones alusivas. Asimismo, las más recientes ediciones del libro incluían el texto de The Electronic Revolution (La revolución electrónica, de 1971), quizás el trabajo de Burroughs más claro en lo que se refiere al activismo contra el sistema de control establecido: usando una reproductora y grabadora portátil podían generarse efectos subliminares en otras personas hasta el punto de, siendo necesario, provocar verdaderos motines. Burroughs para entonces incluso había llevado más lejos el concepto de guerrilla urbana sutil: The Revised Boy Scout Manual (Manual revisado del boy scout) era un libro que no se había atrevido a publicar. Pero en 1970 había grabado en tres casetes leyéndolo, y la desgrabación del primero sería publicada en el número doble 4/5 de la enciclopedia RE/Search en el mismo año de la filmación de Decoder.

 

Por entonces Burroughs vivía en Lawrence, Texas, y hacia allá viajó Klaus Maeck. Por fortuna William tenía programada una visita a Londres en septiembre de 1982, para una serie de presentaciones en Brixton, en lo que sería el evento llamado The Final Academy. Aceptó actuar en la película bajo dos condiciones: sus honorarios serían una botella de vodka y el rodaje no debía llevarles más que un par de horas.

 

Los productores dejaron el trabajo de filmación en Londres en manos de un profesional: Peter “Sleazy” Christopherson, por entonces todavía en la banda Psychic TV. Pese a que Burroughs aparentaba estar ebrio al llegar al local que habían alquilado en la calle Tottenham Court, y que le costó bastante decir las pocas líneas que le imponía el diálogo con F.M., Sleazy liquidó la escena en menos de una hora.

 

Presente esa tarde estuvo el cineasta Derek Jarman, que con una cámara de 8 milímetros registró la llegada de Burroughs a la locación, así como su partida, y convirtió el metraje en un film experimental de quince minutos llamado Pirate Tape (Cinta pirata). La música del corto estuvo a cargo de Psychic TV, un drone con golpes de metrónomo y un poco de xilofón de fondo, más algunos ruidos y sampleos de voz, incluyendo un inquietante y pederasta loop con la voz del propio Burroughs, enunciando hasta el cansancio “muchachos, duchas de escuela y piletas de natación llenas de ellos”.

 

Decoder contiene otra colaboración por parte de Peter Christopherson, esta vez implícita. En el local de peepshows donde Christiana exhibe su cuerpo también disponen de cubículos individuales donde proyectan películas pornográficas. Entre toma y toma, dos son los films que llegan a verse en las pantallas de catorce pulgadas incrustadas en las paredes. Por un lado, están un par de escenas de autopsia y sexo entre pedazos de cadáveres tomadas del VHS Despair, creado por la banda australiana/ inglesa SPK. Por el otro, es visible la explícita escena de ablación del pene de un adolescente en el mediometraje Polarvision, dirigido por Sleazy para otro VHS, el infame y controversial First Transmission de Psychic TV.

 

La banda de sonido de Decoder, grabada en 1983, como no podía ser de otra manera se encontró a cargo de músicos directa o indirectamente relacionados con aquellos involucrados en la filmación. Además de las contribuciones de The The, Einstürzende Neubauten y Soft Cell (la canción Seedy Films [Filmes perversitos] suena en las escenas de los peepshows), el grueso de esta banda sonora instrumental estuvo a cargo de un dúo ad-hoc entre Dave Ball (la mitad de los mencionados Soft Cell) y Genesis P. Orridge. F.M. Einheit, John Caffery y Alexander Hacke, por su parte, compusieron, entre otras piezas, la desagradable música que las hamburgueserías pasaban todo el tiempo.

 

Pero fue en una de las composiciones de Dave Ball y Genesis P-Orridge donde figuró una involuntaria colaboración entre estos dos músicos, Christiane F. y William Burroughs.

 

F.M. tiene otro sueño que vuelve a involucrar al personaje del Viejo, y en este él está acompañado por Christiana. En esta secuencia onírica, envuelta en una manta de emergencia plateada la joven despierta al pie de una lomada, mientras su propia voz recita (en inglés, idioma que solo utilizaron en sus parlamentos Genesis y Burroughs) los ingredientes de las pociones mágicas de las brujas segunda y tercera de la clásica obra de teatro Macbeth, versos tomados de la primera escena del cuarto acto, en una brillante muestra de intertextualidad:

 

Ojo de tritón y dedo de sapo

Lana de murciélago y lengua de perro

Horquilla de víbora y aguijón de gusano ciego

Pata de lagartija y ala de búho

Para un encanto de magia poderosa

Como un caldo infernal que hierve y burbujea

Hígado de judío blasfemo

Hiel de cabra y trozos de tejo

Plateados en el eclipse de Luna

Nariz de turco y labios de tártaro

Dedo de bebé estrangulado al nacer

Arrojado a un foso por su mala madre

Haz que el caldo sea espeso y cuaje

 

En la cima de la loma se ve la silueta del Viejo, caminando, y Christiana se pone de pie y lo sigue. Sobre graznidos de cuervos se escucha la voz de Burroughs, recitando fragmentos del capítulo Shift Coordinate Points (Cambien los puntos de coordinación), de la novela Nova Express. La grabación del escritor está tomada de la pista Word Falling-Photo Falling (Palabra cayendo-Foto cayendo) del disco Nothing Here Now But the Recordings, editado en 1981 por Industrial Records, el sello discográfico de la banda Throbbing Gristle.

 

Christiana lo alcanza, y juntos caminan por un basurero radiactivo hacia un horizonte de color púrpura, fosforescente. De haber sido realmente Burroughs quien actuaba en esta escena, dos de los heroinómanos más famosos de la contracultura se hubieran conocido en persona, pero no fue así. La escena fue filmada en el vertedero Georgswerder, de Hamburgo, un terreno habilitado por el gobierno, fuera de la ficción, para arrojar desperdicios industriales de peligrosa toxicidad. Y el acuerdo con Burroughs no implicaba un viaje hasta Alemania. Se mantuvo en secreto la identidad del doble.

 

En el LP que se editó con la banda sonora, los dos parlamentos que se escuchaban en este sueño aparecieron en una pieza llamada Dream (Sueño), sobre una base metalófona compuesta y ejecutada, claro está, por Ball y P-Orridge. La mezcla es idéntica a la de la pista de audio de la película.

 

Técnicamente, será la última vez que Christiane F. participe en una producción fonográfica.

 

14. Primera infidelidad

 

Entre sus aciertos con la música experimental y su noviazgo viento en popa, las cosas habían, de alguna manera, adquirido un matiz idílico para Alexander. Al menos hasta que a mediados de 1983 Christiane le fue infiel por primera vez.

 

Para entonces los Einstürzende Neubauten habían decidido sumar de manera oficial a sus filas al muchacho de diecisiete años. Desde marzo Alexander Hacke era un miembro fijo de la banda. En vivo, por precaución, y hasta que cumpliera la mayoría de edad, seguía ocupándose de la consola, fuera del escenario, manipulando el sonido a su antojo, aunque a veces el frenesí lo sumaba en la percusión durante los bises.

 

Por su parte, que Christiane F., ya con veintiún años de edad, no hubiera vuelto a tocar la heroína desde los días de la última desintoxicación en la casa de su abuela no significaba que se hubiera mantenido lejos de las drogas. Por entonces, sus proveedores de cocaína eran una pareja de metaleros llamados Guido y Miriam. No eran dealers de baja calaña, precisamente: entre su clientela se encontraban las bandas más importantes del mundo que pasaban por Hamburgo.

 

Christiane, que solía pasar enormes lapsos sola porque Alexander salía de viaje con los Neubauten, empezó a frecuentar la casa del matrimonio dealer, con quienes había terminado por hacer buenas migas. Un día, Guido tomó conocimiento de que Miriam le había sido infiel con un cliente rockero y decidió vengarse. No tuvo mejor idea que intentar seducir a Christiane. Ella al principio se negó: tenía la suficiente calle como para darse cuenta de la finalidad ulterior del acto sexual que pretendía el malviviente.

 

Pero si de algo estaba plagada la vida de Christiane era de malas decisiones y de cambios de opinión que ni siquiera ella misma podía explicar, y más tarde ese mismo día terminó en la cama con Guido.

 

Por entonces Alex y Christiane habían alquilado un diminuto departamento en el distrito berlinés de Kreuzberg. Mantenían la habitación en la comuna de la zona roja de Hamburgo, pero era en el nuevo hogar donde al menos encontraron una verdadera privacidad y algo parecido a una vida de pareja. Fue mientras desayunaban en ese nidito de amor cuando Christiane, en tono casual, le confesó a su novio que un par de días atrás le había sido infiel.

 

Es fácil imaginar el estado en que los sentimientos del muchacho pudieron haber quedado después de semejante noticia. “Entonces creía que era lo correcto, que la sinceridad quedaba por encima de todo. Pero lo único que conseguí fue partirle el corazón”, relataría Christiane en su segundo libro autobiográfico, Christiane F., Meinzweites Leben (Christiane F., mi segunda vida), en 2013.

 

Quizás por la debilidad que el amor puede llegar a imprimir en el corazón de cualquier mortal, la pareja siguió adelante. El dolor, la desconfianza y los celos de Alexander debieron tener sin cuidado a Christiane, que no dudó en continuar su relación con el matrimonio de dealers, pasando incluso la noche en el hogar de ambos cada vez que su novio músico se ausentaba de su lado. Circunstancias fortuitas -un cargamento nada más ni nada menos que de heroína que quedó en la casa después de que encarcelaran al traficante que lo había dejado en calidad de depósito necesario- se confabularon para poner delante de la joven drogadicta, una vez más en la vida, el temible polvo opiáceo. Cuando Alex regresó de una de sus mini-giras se encontró con una novia por completo colocada con la droga que la había hecho famosa. De momento, no acusó recibo. Estaba demasiado ocupado con la música como para asumir que Christiane estaba enganchada otra vez, por vez primera desde que se habían conocido.

 

Una noche la vio llegar tarde a casa, tan drogada que no lograba contestarle. Por la mañana la confrontó. Quería saber qué cantidad de heroína estaba consumiendo por día. Cuando ella, elusiva, le contestó, con total displicencia, que controlaba su consumo, el joven estalló en cólera. Destrozó a patadas algunas cosas y terminó tirado en el sillón con la mirada perdida. “En ese momento comprendí que estaba a punto de joderle la juventud”, diría Christiane en su segundo libro.

 

A fines de noviembre de 1983 salió a la venta Zeichnungen des Patienten O.T. (Los dibujos del paciente Oswald Tschirtner [un artista austríaco esquizofrénico]), el primer LP de Einstürzende Neubauten que tenía a Alexander como miembro de la banda. Para promocionar el disco, tocarían por primera vez en los Estados Unidos, en una gira de solo siete fechas. De momento, ni la infidelidad ni la renovada adicción de Christiane fueron óbice para que se preparara para viajar al exterior acompañando a su novio. Hubo planes incluso de usar el viaje como una excusa para llevar a cabo una gira promocional del disco Final Church. A una formación que incluiría a la pareja y a F.M. Einheit se les sumó Gerd Rudschuck, un guitarrista amigo de Christiane con un interesante currículo: además de haber sido miembro de la banda funk Pago Pago y de haberlo reemplazado a Alex en Mekanik Destrüktiw Kommandöh, ese año había ayudado a Margitta Haberland, la ex violinista de Abwärts, a componer y grabar, junto con Axel Dill, el excelente simple Dolly Jones Engtanz.

 

15. Concierto para máquina y voz

 

Pero antes de la gira por los Estados Unidos, Einstürzende Neubauten tenía un evento pendiente en Londres. F.M. Einheit y Mark Chung habían compuesto un Concerto for Machinery and Voice (Concierto para máquina y voz) de veinticinco minutos de duración, para ser ejecutado en la New Year Rock Week (Semana de Rock de Año Nuevo) que organizaba el ICA (Instituto de Arte Contemporáneo de Londres). Además de los compositores, ese 3 de enero de 1984 subirían al escenario Alex Hacke, Blixa Bargeld, Genesis P. Orridge, el mismísimo Frank “Fad Gadget” Tovey -enamorado de los Neubauten, los había usado como banda de acompañamiento en noviembre del año anterior, para el alusivo simple Collapsing New People-, el estrafalario Stevo Pearce (dueño del sello discográfico Some Bizzare) y Gila Moussou. Esta última era la bajista y cantante de Schlaflose Nächte (Noches de insomnio), una banda originaria de los Países Bajos inicialmente llamada Suspect, y que cambió de nombre y de estilo (un post-punk bastante áspero) después de cruzarse con los muchachos de Blixa Bargeld, con quienes un año atrás había grabado el disco experimental The Angel Will Not Come (El ángel no vendrá).

 

N.U. Unruh y sus instrumentos inventados, por su parte, esta vez estarían ausentes.

 

Las entradas estaban todas vendidas cuando pasadas las diez de la noche todos los implicados menos Blixa subieron a un escenario donde algunos elementos elegidos por los compositores los esperaban. Para empezar, una mezcladora de cemento y un piano. Desparramado por las tablas de madera del suelo había un buen surtido de herramientas eléctricas: motosierras, taladros y martillos neumáticos. Los siete intérpretes llevaban puestos anteojos de protección industrial.

 

Sobre una pista sonora de -citando de la partitura original, en esas notaciones musicales tan particulares que los Neubauten usaban por entonces- “profundos sonidos eléctricos” empezaron a sonar las herramientas de trabajo. Se supone que debían ser usadas contra pedazos de chapa u objetos tan arbitrarios como un casillero de vestuario, pero pronto y con disimulo los intérpretes empezaron a taladrar y cortar las tablas del suelo. El público no lo sabía, las autoridades del ICA tampoco, pero alguno de los implicados había recibido el dato de que debajo del instituto pasaba un túnel antediluviano que comunicaba la zona de Whitehall con el palacio de Buckingham. Curiosos, los Neubauten y compañía querían aprovechar el evento para acceder al pasadizo.

 

El ruido, como podría imaginarse, no tardó en volverse insoportable, y como si eso fuera poco también estaban el humo y la viruta que caía sobre los presentes de las primeras filas y el olor a gasolina y goma quemada. Parte de la audiencia empezó a retirarse, otros azuzaban a los “músicos” con gritos de júbilo.

 

Como si lo anterior hubiera sido poco, todavía faltaba que la mezcladora de cemento entrara en escena. Alexander se ocupó de llenar el tambor giratorio de botellas de leche, y al deforme redoble del vidrio rompiéndose se sumaron algunos rostros lacerados por las astillas.

 

Superfluos eran los mantras esotéricos que estaba entonando Frank Tovey o las pocas palabras que Blixa Bargeld murmuró al micrófono. Este último había llegado tarde, más o menos a los veintiún minutos de haber empezado la performance, justo cuando alguien vinculado con la administración del instituto decidió desconectar la alimentación eléctrica del escenario. El estruendo cesó, las luces de la reducida sala se encendieron y el personal de seguridad invitó amablemente a los presentes a retirarse. El show había terminado.

 

Presente entre el público estaba Christiane F., orgullosa de los ribetes que la carrera de su novio adolescente estaba tomando.

 

16. Segunda infidelidad

 

El 24 de febrero de 1984 los Einstürzende Neubauten dieron comienzo a su gira por los Estados Unidos, con un recital en el Danceteria de New York. Alexander Hacke, dichoso, ahora estaba sobre el escenario haciendo de las suyas con su guitarra, el instrumento que esgrimiría desde entonces y por varios años en la banda.

 

Mientras las fechas se sucedían con cierta infamia -eran los días en que la banda se había tomado por costumbre prender fuego los escenarios…-, el estado de Christiane F., que los seguía a todos lados, no podía ser más calamitoso. Consumía cuatro gramos de heroína y sesenta pastillas de Rohypnol, Mandrax o Valium por día. El pobre de Alexander, que por entonces no sería virgen en lo que a uso de drogas se refería pero que bien podía decirse que tenía un control absoluto sobre su vida, estaba exasperado. Ver a su novia en un estado casi comatoso lo hacía sufrir, y mucho.

 

Einstürzende Neubauten tocó en Pasadena el 3 de marzo, y Christiane aprovechó para pasar unos días en ese suburbio de Los Angeles, en casa de unos amigos. Al día siguiente la banda tocaría en el desierto de Mojave, en un evento al que la audiencia fue llevada en seis colectivos, y que incluía una performance en la que Alexander Hacke arrojaba piedras sobre el pecho del polémico intérprete de música industrial Boyd Rice, que esperaba los golpes acostado sobre una cama de clavos.

 

Pero mientras todo esto ocurría, Christiane se había metido a curiosear en el garage de la casa de un vecino de sus amigos de Pasadena. Se trataba de un tal Hector Coggins, un artista que se especializaba en desagradables instalaciones mecánicas que incluían entre sus materiales cadáveres de perros y gatos. Se suponía que todo eso fascinó a Christiane, pero más atractiva le resultó la persona misma del artista, que para colmo trabajaba en su garage con el torso desnudo y transpirado, exhibiendo un cuerpo torneado del que la joven no tardó en apropiarse en ausencia de su novio.

 

Hector incluso la acompañó a San Francisco, el lugar de la siguiente fecha de los Neubauten. Esta vez, dadas las circunstancias, Christiane no revelaría su engaño carnal a Alex, y este no tardó en confraternizar con el macabro artista, mientras su novia, para empeorar el panorama, bien podía terminar la noche fumando opio en un departamento con extraños.

 

La gira terminó el 6 de marzo de 1984 con un calamitoso show en Washington D.C., de donde los Neubauten se fueron sin pagar los gastos por todos los estragos en el escenario, que incluían la destrucción de los instrumentos de una de las bandas soporte.

 

17. Meine Seele brennt

 

Consciente o no consciente de la última infidelidad de Christiane, Alexander Hacke estaba harto de sufrir. Se había puesto de novio con una heroinómana en recuperación tres años atrás, y la inocencia juvenil y el amor le habían impedido ver que en la vida de la famosa drogadicta no había nada más importante que la heroína. El único lazo indisoluble en la vida de Christiane Felscherinow existía entre ella y la aguja en sus venas. Casi como una instantánea de esos días, se podía parafrasear la letra de Seele brennt (El alma quema), una canción de Einstürzende Neubauten que vería la luz apenas un par de años más tarde:

 

Empiezas a llorar en el taxi

solo porque digo

que estoy consumiendo.

Estaré muerta en dos años.

 

En algún momento, después del regreso de los Estados Unidos, Alex conoció a una muchacha vienesa a la que Christiane identificaría en su segundo libro con el nombre, real o ficticio, de Tessa. La describió como muy bonita y saludable. “A pesar de que me lo esperaba, no soportaba la idea de que me dejase por otra”, diría en Meinzweites Leben. “Para no sentir el dolor, me abandoné hasta límites insospechados”.

 

18. Decoder: una película póstuma

 

El largometraje Decoder recién lograría tener su estreno en el Festival de Cine de Berlín que se celebró en febrero de 1984. Los críticos y la prensa la destrozaron. Y ello se tradujo en la imposibilidad de dar con un distribuidor.

 

Pero Klaus Maeck creía en su película, y no cejó en su empeño por exhibirla ante una audiencia que supiera apreciarla. Recién en 1986 un distribuidor aceptó llevarla a los cines de Berlín, pero la exhibición fue levantanda después de solo una semana en cartel.

 

Muscha, director oficial de Decoder, se quitaría la vida el último día de julio de 2003, en Düsseldorf, a los cincuenta y un años de edad. La leyenda es incompleta: mientras que los entendidos afirman que filmó su propia muerte, nadie parece conocer el método de suicidio.

 

19. Epilog

 

En 1995, Christiane F. y Alexander Hacke fueron citados en un bar. Se filmaría una entrevista para un documental de Spiegel TV. Recordarían los días de Christiana y Sentimentale Jugend. Llegaron cada uno por su lado, como era de esperarse, pero se los vio en buenos términos, afables. Alex era ya un hombre de treinta años y Christiane contaba con treinta y tres, aunque su cuerpo y su semblante acusaban el abuso de sustancias. Ya no era la muchacha de belleza despampanante en cuya lozanía era imposible adivinar un descenso a los infiernos fluctuante desde la mismísima adolescencia. Él, por cierto, para entonces también había vivido días y noches de consumo.

 

En septiembre de 2020, contando ya con casi cincuenta y cinco años de edad, Alexander Hacke fue entrevistado por Vinzenz E. para la cuenta de Instagram @_obscuredbyclouds.

 

“¿Sigues en contacto con Christiane F. por estos días?”, se le preguntó.

 

“No, en realidad no”, respondió. “Algunas veces la veo en las calles, en la movida – todavía está en eso. Cuando la veo, me alegra que todavía sea posible verla. Pero ya no estamos en contacto, las últimas pocas veces en que en realidad le dirigí la palabra no fueron precisamente experiencias agradables, por decirlo de una manera educada”.