Si el realizador norteamericano Noah Baumbach era conocido por ofrecer narraciones correctas sin correr ningún tipo de riesgos con un tono progresista mesurado, en Ruido de Fondo (White Noise, 2022) tira todo su manual por la borda en una obra descontrolada que va del drama familiar y matrimonial a la película catástrofe y del thriller a la comedia sardónica y hasta el musical, para terminar en una crítica al catolicismo sin un norte claro, para colmo con una trama que remite al teatro del absurdo.
Para ver, entender y procesar la película hay que partir del hecho de que es la adaptación de una de las novelas posmodernas más icónicas del Siglo XX, White Noise (1985), la octava ficción del escritor norteamericano Don DeLillo y su obra más famosa, traducida por Gian Castelli al español como Ruido de Fondo y premiada con el National Book Award, el galardón más importante de Estados Unidos. Baumbach es completamente fiel a la trama posmoderna de DeLillo y al igual que la novela la película parece dividirse en relatos sin una conexión aparente.
Jack (Adam Driver) y Babette (Greta Gerwig) son un matrimonio feliz de mitad de los años ochenta que conviven con los hijos de ambos y con los de sus parejas previas en la idílica ciudad de College on the Hill, en Ohio, donde Jack tiene una cátedra de estudios hitlerianos, campo fundado por él a pesar de no saber demasiado alemán, lo que lo pone en desventaja con otros colegas, algo que oculta con su personalidad asertiva. Alrededor de la pareja y sus cuatro hijos se cierne un drama existencialista pequeño burgués sobre el miedo a la muerte, que en ambos dispara distintos temores que son el verdadero eje de la trama. En medio de este típico drama familiar, un accidente entre un camión que transporta residuos tóxicos y un tren libera una sustancia infecciosa por la que toda la ciudad debe ser evacuada. Jack queda expuesto a la sustancia por más de dos minutos y tras la cuarentena comienza a realizarse análisis para determinar si contrajo alguna afección. Por otra parte, la hija mayor de Babette descubre que su madre está tomando unas píldoras experimentales desconocidas, por lo que Jack confronta a su esposa, que le cuenta que las obtuvo como conejillo de indias en un experimento y luego vía una transacción ilegal que involucró tener sexo con uno de los ejecutivos de la empresa farmacéutica. Jack decide ir al hotel donde su esposa acudió para obtener las inocuas píldoras, que son un placebo contra la ansiedad, para intentar matar al vendedor de la droga, pero el intento de asesinato conduce a una odisea que los lleva a una iglesia hospital donde Jack y Babette descubren que las monjas no creen en la escatología católica en un inusual viaje existencial que los ayuda a encontrarse a sí mismos como pareja.
Si en un principio la película discurre como un drama matrimonial con toques de comedia en los que Baumbach se siente cómodo, la trama rápidamente desbarranca como la vida misma hacia un film catástrofe. A partir de ese momento ya es imposible discernir hacia dónde se dirige el relato, salvo que se haya leído la novela de DeLillo, porque todo lo que ocurre ya no tiene ninguna lógica aparente. La narración está al servicio de la denuncia de una sociedad incapaz de disfrutar del presente, pretenciosa y ridículamente banal, que aparenta tener todas las respuestas pero que cualquier cambio la pone patas para arriba, desconfigurando todo el esquema prefabricado para darle certezas a su cotidianeidad.
Pero tampoco se puede decir que Baumbach sorprende. Ya en el comienzo el personaje del profesor Murray (Don Cheadle), que intenta buscar un campo de conocimiento específico que le procure prestigio como el que tiene Jack con Hitler, da una clase acerca de accidentes automovilísticos, prefigurando lo que puede ser una película catástrofe como la que surge a partir del episodio que libera las desconocidas sustancias tóxicas, como en cualquier propuesta de George A. Romero. La utilización de la comedia para tratar temas serios como la muerte no funciona y los diálogos se apegan demasiado al estilo literario, como si Baumbach no quisiera tocar nada de la novela de DeLillo
Ruido de Fondo es una obra recargada de sentido que analiza la naturaleza humana a partir de la deconstrucción de la pareja, con roles muy definidos para cada uno, el hombre que cree saberlo todo y debe tener el control y la mujer que debe acompañarlo, los celos que se transforman en impulso asesino, el arrepentimiento, la visión sesgada del catolicismo que funciona como un seguro de que alguien más, los curas y las monjas, a los que se mira con desdén y lástima o incluso encono, velan por lo metafísico mientras el hombre común se dedica a lo material. Todo lo que ocurre en la película parece artificial, hasta el accidente, como si todo ocurriera en una realidad virtual o en otra dimensión, pero a la vez el film intenta que el espectador se mire al espejo en cada escena, relevando su progresismo como una mentira a la que se aferra para no ver la verdad de lo que realmente busca.
Baumbach es demasiado fiel a la novela de DeLillo, donde se trabaja muy bien la cuestión de los tonos literarios, a diferencia del director, que no logra pasar armónicamente de un género a otro. Impulsada por las buenas actuaciones de todo el elenco, las atinadas composiciones de Danny Elfman inspiradas en los sintetizadores de los ochenta de la banda alemana Tangerine Dream, con reminiscencias a Giorgio Moroder, y los temas de LCD Soundsystem y el dúo de Dean Wareham y Britta Phillips, Ruido de Fondo es una crítica devastadora a la sociedad de consumo, el sistema académico y la cultura evanescente norteamericana, pero carece de un hilo conductor y por momentos parece más ambientada en los setenta que en los ochenta, a veces incluso intentando adentrarse en nuestro presente sin tener en cuenta el contexto.
Claramente el éxito de la novela de DeLillo radica en el hecho de que el absurdo de las teorías conspirativas y los traumas colectivos sobre los que escribía en los ochenta son hoy cada vez más patentes en una sociedad atrapada en la lógica del espectáculo y el consumo. En este sentido, Ruido de Fondo es un film esquizofrénico como nuestro presente, lleno de información, de paranoia, de miedo a la muerte, a dejar de existir, a dejar de disfrutar, a dejar de consumir, lo único que conocemos, lo único que ya somos, consumidores. Con la adaptación de la novela de DeLillo, Baumbach intenta retratar esta experiencia de vida alienada que va del drama al suspenso y de la comedia al musical, recurriendo al absurdo para unir todo y logrando un Frankenstein cinematográfico hermoso y un poco deslucido que no convence.
Ruido de Fondo (White Noise, Estados Unidos/ Reino Unido, 2022)
Dirección y Guión: Noah Baumbach. Elenco: Adam Driver, Greta Gerwig, Don Cheadle, Raffey Cassidy, Jodie Turner-Smith, André Benjamin, Sam Gold, Carlos Jacott, Lars Eidinger, Bill Camp. Producción: Noah Baumbach, David Heyman y Uri Singer. Duración: 136 minutos.