Vabank

Contra la mafia de la usura

Por Emiliano Fernández

Todos los que amamos el film noir tenemos el alta estima uno de los subgéneros o formatos más utilizados del rubro, la película de atracos o heist film o caper movie, léase esa faena en la que un grupito de queridos maleantes llevan adelante el planeamiento y ejecución de un robo u operación similar dentro de una fortaleza moderna maquillada, gremio en el que el Robert Siodmak de Los Asesinos (The Killers, 1946) y Sin Ley y sin Alma (Criss Cross, 1949) establece los primeros parámetros y en suma le deja todo servido a las dos películas que -palabras más o menos- inventan el heist film, hablamos desde ya de Asalto al Coche Blindado (Armored Car Robbery, 1950), de Richard Fleischer, y La Jungla de Asfalto (The Asphalt Jungle, 1950), joya de John Huston con Sterling Hayden, Sam Jaffe y Anthony Caruso también conocida en castellano como Mientras la Ciudad Duerme. Durante los años inmediatamente posteriores el formato se consolida por su eficacia retórica y evidente repercusión en taquilla y señales ineludibles de ello son dos trilogías implícitas, la primera de rauda expansión conceptual, aquella de Rififí (Du Rififi chez les Hommes, 1955), de Jules Dassin, Casta de Malditos (The Killing, 1956), opus de Stanley Kubrick, y Bob, el Jugador (Bob, le Flambeur, 1956), de Jean-Pierre Melville, y la segunda de índole paródica e igualmente ayudando mucho en esto de fortalecer los cimientos del subgénero cual signo de firmeza y popularidad ya que la burla implica un lenguaje en común o compartido entre todos, nos referimos a Oro en Barras (The Lavender Hill Mob, 1951), de Charles Crichton, El Quinteto de la Muerte (The Ladykillers, 1955), clásico de Alexander Mackendrick, y Los Desconocidos de Siempre (I Soliti Ignoti, 1958), del gran Mario Monicelli. Un caso aparte es el de Melville, cineasta que sumó al caper la citada Bob, el Jugador más El Soplón (Le Doulos, 1962), Hasta el Último Aliento (Le Deuxième Souffle, 1966) y la genial El Círculo Rojo (Le Cercle Rouge, 1970), porque se movió en la elegancia y el laconismo propios del polar o policial negro francés, algo así como un microclima metropolitano de la angustia.

 

Aquellos años 60 de Topkapi (1964), de Dassin, Banda Aparte (Bande à Part, 1964), de Jean-Luc Godard, Cómo Robar un Millón de Dólares (How to Steal a Million, 1966), de William Wyler, El Affaire de Thomas Crown (The Thomas Crown Affair, 1968), film de Norman Jewison, y Faena a la Italiana (The Italian Job, 1969), de Peter Collinson, sin olvidarnos del Henri Verneuil de Cualquiera Puede Ganar (Mélodie en Sous-sol, 1963) y Cien Mil Dólares al Sol (Cent Mille Dollars au Soleil, 1964), pronto dejarían paso a esos 70 de La Fuga (The Getaway, 1972), de Sam Peckinpah, El Golpe (The Sting, 1973), de George Roy Hill, Blue Collar (1978), de Paul Schrader, y Un Golpe con Estilo (Going in Style, 1979), de Martin Brest, hasta desembocar en la posmodernidad de Perros de la Calle (Reservoir Dogs, 1992), de Quentin Tarantino, Los Sospechosos de Siempre (The Usual Suspects, 1995), de Bryan Singer, Buscando el Crimen (Bottle Rocket, 1996), de Wes Anderson, Ronin (1998), de John Frankenheimer, Un Romance Peligroso (Out of Sight, 1998), de Steven Soderbergh, Snatch: Cerdos y Diamantes (Snatch, 2000), de Guy Ritchie, Un Plan Perfecto (Heist, 2001), de David Mamet, Atracción Peligrosa (The Town, 2010), de Ben Affleck, y Baby, el Aprendiz del Crimen (Baby Driver, 2017), de Edgar Wright, amén por supuesto de la producción artística de otro campeón del neo noir de atracos, ese Michael Mann de Ladrón (Thief, 1981) y Fuego contra Fuego (Heat, 1995). Ahora bien, poquísimos cinéfilos conocen Vabank (1981), ópera prima del director y guionista polaco Juliusz Machulski y uno de los mejores heist films de los años 80, algo por cierto muy inusual tanto por las condiciones más que agitadas del rodaje y el estreno, aquellas huelgas de 1980 de la federación sindical Solidaridad contra el régimen comunista de la República Popular de Polonia (1945-1989) que en el mediano plazo llevarían a la instauración de la ley marcial en 1981, como por el opus resultante en sí, una cruza de la picardía de época de El Golpe, unas sorpresas en secuencia símil Mamet y el típico humor polaco hiper irónico.

 

La propuesta, que tendría una digna secuela de la mano de Machulski, Vabank II (Vabank II, Czyli Riposta, 1985), transcurre en la Varsovia de 1934, en aquella Segunda República Polaca (1918-1939) correspondiente a la etapa de entreguerras, y gira alrededor de Henryk Kwinto (Jan Machulski, el padre del realizador), un trompetista de jazz y célebre ladrón de cajas fuertes que sale de prisión después de una sentencia de seis años cortesía de un tal Gustaw Kramer (Leonard Pietraszak), antiguo cómplice y de hecho su eventual entregador a la policía vía una trampa como parte de una infaltable “colaboración” con las autoridades. Kwinto, sujeto adusto que descubre a su esposa (Zofia Charewicz) con otro hombre (Janusz Michalowski), en un principio se niega a trabajar con dos hermanos que lo quieren como su mentor y tienen un taller mecánico aunque en realidad disfrutan del arte de asaltar joyerías, Moks (Jacek Chmielnik) y Nuta (Krzysztof Kiersznowski), sin embargo luego cambia de opinión porque pretende incorporarlos a su pandilla con el objetivo de vengarse del hoy banquero Kramer, no sólo responsable de su martirio carcelario sino también de la muerte de su mejor amigo, Tadeusz Rychliński, un músico como él que depositó todos sus ahorros en el banco del villano y después sufrió un misterioso robo que lo dejó sin el comprobante del plazo fijo, en esencia una cruel matufia de Gustaw que en este caso se complementó con un asesinato a cargo de su sicario preferido, Krempitsch (Zdzislaw Kuzniar). Incluso deseando ayudar económicamente a la viuda, la bella Marta Rychlińska (Ewa Szykulska), el protagonista recluta a los jóvenes y a un experto en sistemas de alarmas, el añoso J.J. Dunczyk (Witold Pyrkosz), para efectivamente atracar el banco de Kramer, quedarse con una mínima parte del botín y utilizar el resto para culpabilizar del asunto al propio Gustaw a ojos del funcionario policial de turno, Przygoda (Józef Para), misión que implica plantarle el dinerillo en su mansión y capturar sus huellas digitales en una plaqueta que desactiva la alarma bancaria utilizando de señuelo a la pareja de Moks, Natalia (Elzbieta Zajacówna).

 

Anticipando la Trilogía del Engaño de Mamet, esa estupenda de Casa de Juegos (House of Games, 1987), Las Cosas Cambian (Things Change, 1988) y Homicidio (Homicide, 1991), Machulski aquí construye una caper movie brillante que no ofrece nada particularmente novedoso pero apabulla con su inteligencia y vitalidad, incluso abriéndose camino como una obra de género muy descarada que presagia lo que será su período profesional de gloria, aquella trilogía de sátiras anticomunistas del absurdo que incluye la ciencia ficción de Misión Sexual (Seksmisja, 1984), la fantasía de Tamaño Gigante (Kingsajz, 1988) y el thriller bizarro de Déjà vu (1990), propuestas que lo convirtieron en uno de los directores y guionistas más populares tanto en Polonia como en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, fama que se extendió más allá del colapso del Bloque del Este como lo prueba el gracioso díptico de Asesino (Kiler, 1997) y Asesino 2 (Kiler-ów 2-óch, 1999), además de éxitos posteriores de taquilla aunque demasiado olvidables como El Dinero no lo es Todo (Pieniadze to nie Wszystko, 2001), ¿Cuánto Pesa el Caballo de Troya? (Ile Wazy Kon Trojanski?, 2008), Canción de Cuna (Kolysanka, 2010) y su regreso tardío al ecosistema cinematográfico del heist film, Vinci (2004). A mitad de camino entre la comedia sardónica sutil y el film noir de venganza o quizás justicia, Vabank, título que alude al paradigmático “todo o nada” de los juegos de cartas y la ludopatía en general, se beneficia muchísimo de los típicos montajes de mentiras/ escenificaciones/ condicionamientos del caper culto o intrincado, cercano a El Golpe aunque también a Juego Mortal (Sleuth, 1972), de Joseph L. Mankiewicz, y Trampa Mortal (Deathtrap, 1982), de Sidney Lumet, y del extraordinario desempeño de Jan Machulski, los tres actores que componen a sus secuaces, léase Pyrkosz, Kiersznowski y Chmielnik, y ese Pietraszak en la piel del tremendo Kramer, un usurero despiadado que responde al ABC de la mafia capitalista, siempre presta a estafar al pobre diablo a través de regulaciones caprichosas a medida de la oligarquía de la especulación…

 

Vabank (República Popular de Polonia, 1981)

Dirección y Guión: Juliusz Machulski. Elenco: Jan Machulski, Leonard Pietraszak, Witold Pyrkosz, Ewa Szykulska, Krzysztof Kiersznowski, Zdzislaw Kuzniar, Józef Para, Elzbieta Zajacówna, Jacek Chmielnik, Zofia Charewicz. Producción: Czeslaw Klak y Andrzej Soltysik. Duración: 105 minutos.

Puntaje: 9