La Trampa (Trap)

De incógnito en la multitud

Por Emiliano Fernández

M. Night Shyamalan se la pasa generando reacciones un tanto extremas entre el público y la crítica, dos gremios que jamás se caracterizaron precisamente por su riqueza intelectual, porque hay quienes lo aman con fervor y otros que lo detestan con igual entusiasmo, algo que de seguro está relacionado con su capacidad de mantener ciertos rasgos autorales en un Siglo XXI volcado a la impersonalización o el carácter intercambiable del grueso de los productos, gran privilegio que incluye la destreza para autofinanciar sus propias películas, conseguir distribuidor con relativa facilidad y mantenerse filmando más allá de que guste o no cada uno de sus films, casi todos englobados en las distintas variantes del thriller y el horror de pura cepa hitchcockiana. Ya sea la envidia, la curiosidad, el tedio o la admiración, el hindú criado en yanquilandia siempre se las arregla para no pasar desapercibido incluso atravesando una meseta cualitativa como la de los últimos años, estos enmarcados en la seguidilla de Glass (2019), Viejos (Old, 2021), Llaman a la Puerta (Knock at the Cabin, 2023) y la flamante La Trampa (Trap, 2024), todas realizaciones que no lograron superar su excelente díptico de regreso a lo mejor de su trayectoria, aquel inesperado, trash y de una rebosante imaginación de Los Huéspedes (The Visit, 2015) y Fragmentado (Split, 2016), a su vez dejando atrás bodrios de la talla de El Fin de los Tiempos (The Happening, 2008), El Último Maestro del Aire (The Last Airbender, 2010) y Después de la Tierra (After Earth, 2013), obras lamentablemente fallidas, torpes o tal vez necias tendientes a la vacuidad total.

 

La Trampa, en términos concretos, es una propuesta apenas correcta que no le cambiará la vida a nadie y que se asemeja al opus previo de familia en crisis, Llaman a la Puerta, dupla que por un lado cae apenas por debajo de las también amables Glass y Viejos y por el otro se ubica muy lejos de la andanada de los comienzos después de las olvidables Rezando con Ira (Praying with Anger, 1992) y Más Astuto que Nunca (Wide Awake, 1998), hablamos por supuesto de Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999), El Protegido (Unbreakable, 2000), Señales (Signs, 2002), La Aldea (The Village, 2004) y La Dama en el Agua (Lady in the Water, 2006). La historia, la primera original del director y guionista desde Glass porque las dos propuestas previas fueron adaptaciones de material ajeno, está centrada en Cooper Adams (Josh Hartnett), un bombero y padre de familia amoroso que lleva a su hija púber, Riley (Ariel Donoghue), al recital de una cantante trivial paradigmática del mainstream del nuevo milenio, Lady Raven (debut de Saleka Shyamalan, hija del cineasta y ella misma una vocalista y compositora de rhythm and blues), situación que se vuelve una pesadilla porque Cooper es también un asesino en serie conocido como El Carnicero, efectivamente teniendo cautivo de manera remota a un tal Spencer (Mark Bacolcol), y porque el evento musical en su conjunto es una emboscada para capturarlo ya que la policía se enteró por teléfono, de manera anónima, de la asistencia del homicida al show rosa del pop prefabricado mediante un recibo por la compra de entradas hallado en una casa vacía, otrora morada del psicópata.

 

Como siempre en el caso de Shyamalan, la obra funciona como una especie de exponente Clase B filmado con recursos de la comarca Clase A y bajo determinada fórmula narrativa/ formal que el señor se encargó de explicitar en entrevistas, en esencia diciendo que estamos frente a El Silencio de los Inocentes (The Silence of the Lambs, 1991), de Jonathan Demme, aunque ambientada en un concierto de Taylor Swift y con un desarrollo en el que todas las canciones -muy por encima, hay que aclararlo- siguen algunos elementos o “sensaciones” de la trama a lo Purple Rain (1984), el film de Albert Magnoli con un soundtrack glorioso de Prince, esquema que en general se condice con la pantalla pero podría complementarse debido al hecho de que el hindú ahora recupera el punto de vista del villano de Psicosis (Psycho, 1960), del ídolo Alfred Hitchcock, ese estadio como contexto del relato de Ojos de Serpiente (Snake Eyes, 1998), de Brian De Palma, y la manipulación claustrofóbica de una señorita al paso de Vuelo Nocturno (Red Eye, 2005), de Wes Craven. Shyamalan, todo un adepto al nepotismo porque no sólo incluyó a Saleka de modo prominente en la odisea que nos ocupa sino que para colmo viene de producir el debut como directora de otra de sus hijas, Ishana, léase Observados (The Watchers, 2024), en esta oportunidad divide a la faena en una primera mitad de encierro musical/ policial y una segunda parte vinculada a la fuga, hoy de la mano de una Lady Raven que se lleva en su limusina al padre y a la mocosa para que el loquito no asesine a Spencer liberando monóxido de carbono vía su teléfono celular.

 

La película aburre un poco por las canciones insípidas de Saleka, la chica sinceramente no actúa muy bien que digamos, el último acto acumula demasiadas ridiculeces y dispara el verosímil hacia las nubes, por momentos hay un intento de “lavado de cara” a las redes sociales y la cultura de las celebridades y la epopeya, en última instancia, nunca se decide del todo por un héroe ya que deambula algo perdida entre la cantante, la esposa de Adams, Rachel (Alison Pill), una perfilista del FBI que ayuda a identificarlo, la Doctora Josephine Grant (Hayley Mills), e incluso la aparición fantasmal/ psicológica de la madre de Cooper (Marcia Bennett), todo porque el señor aparentemente arrastra tantos problemas con sus padres como los de aquel John Lithgow de Demente (Raising Cain, 1992), asimismo de De Palma, amén de la catarata ya señalada de decisiones bobas del asesino -tomar a la artista de rehén tácita o “puerta de salida” contándole su hobby homicida, regresar en los minutos finales a su hogar para confrontar a su esposa, etc.- bajo la excusa de que está muy mal de la cabeza. A favor de La Trampa se puede decir que Hartnett destila perfección, la premisa está más o menos bien aprovechada en términos del suspenso, el trasfondo melodramático estándar de Shyamalan por suerte permanece atenuado y además las ideas de fondo, otro de los puntos fuertes del autor, son múltiples y casi siempre atractivas, desde su fetiche con el incógnito en la multitud, pasando por la banalidad del escenario cual espejo de las sonrisas falsas de Adams, hasta las facetas que conviven en su psiquis, padre, bombero y criminal…

 

La Trampa (Trap, Estados Unidos/ Reino Unido/ Yemen, 2024)

Dirección y Guión: M. Night Shyamalan. Elenco: Josh Hartnett, Ariel Donoghue, Saleka Shyamalan, Alison Pill, Hayley Mills, Mark Bacolcol, Marcia Bennett, Jonathan Langdon, Marnie McPhail, Kid Cudi. Producción: M. Night Shyamalan, Ashwin Rajan y Marc Bienstock. Duración: 105 minutos.

Puntaje: 6