Hotel Pacífico (Zaklete Rewiry)

Desde arriba hacia abajo

Por Emiliano Fernández

Más allá de la inmunda explotación capitalista y el constante robo al trabajador por parte de la burguesía hambreadora propietaria de los medios de producción, panorama que venimos padeciendo desde la caída del feudalismo en los Siglos XVI y XVII, un mecanismo favorito de los chupasangres de la patronal de la posmodernidad pasa por el control del ámbito laboral sobre todo en su dimensión psicológica, verdadero fetiche que pasó al primer plano desde las décadas del 70 y 80 del Siglo XX y en esencia sustituyó la faceta corporal de los “castigos correctivos” que habían hegemonizado los Siglos XVIII y XIX y precisamente la mitad del XX, en este último caso algo así como una fase de transición en la que todavía se penalizaba al sujeto -el trabajador díscolo que no aceptaba calladito su destino- centrándose en distintas variantes de la incomodidad y el dolor físico aunque ya se empezaba a tratar de cansarlo, denigrarlo y manipularlo, también, a través del arsenal de recursos más sutiles de la claustrofobia lobotomizadora posmoderna, esa que como decíamos pone el acento en el esquema de la asfixia inmaterial haciendo que determinada “cultura empresaria” entre en la mente de los trabajadores para uniformizarlos y someterlos sin la necesidad de la catarata de palizas, insultos y amenazas a los gritos de despido de antaño. Este carácter híbrido de la primera parte de la centuria pasada, ya superado el frenesí de la Revolución Industrial y por ello sin el trabajo infantil y el reemplazo sistemático de explotados homologados a esclavos o vasallos que se mueren, queda reflejado en la persistencia en el trabajo de la época de la disposición corporal en la producción capitalista, léase la influencia de la anatomía humana en el quehacer diario, no obstante comienzan a jugar otros recursos del psicologismo más barato de contención como todas las sonrisitas falsas por parte de los jerarcas, el sentido de comunidad limitada a la empresa en cuestión y especialmente una estructura hipócrita de cargos y/ o ascensos que de a poco ganan la complicidad desesperada de los trabajadores.

 

Una de las mejores películas para comprender esta fase de transición en el desarrollo de las relaciones laborales de explotación es Hotel Pacífico (Zaklete Rewiry, 1975), diminuta obra maestra de Janusz Majewski construida a partir de la novela homónima autobiográfica de 1936 de Tadeusz Kurtyka alias Henryk Worcell, cuyo título original en polaco sería Zonas Encantadas, un texto que gira alrededor de un campesino llamado Roman Boryczko, alter ego del escritor, que se escapa del yugo de su padre y siendo un menor de edad se somete a largos años de aprendizaje en el espantoso sistema laboral del establecimiento de turno, en suma una combinación de lo que en la realidad fue un restaurant alemán y el Grand Hotel de Cracovia. El genial Marek Kondrat compone a Boryczko, de hecho un muchacho de provincias que en algún momento de la década del 30 llega a una gran ciudad de Polonia en busca de trabajo y ve cómo un tal Robert Fornalski (Roman Wilhelmi), el jefe del comedor del restaurant de un inmenso hotel, echa con violencia a un jovencito, por ello no deja pasar la oportunidad de preguntarle por algún puesto disponible a otro mandamás del lugar, Albin (Michal Pawlicki), el director del restaurant y jefazo del anterior, quien le ofrece una cama mísera, le asigna a Fryc (Roman Skamene), un barman, como su tutor y lo pone a secar bandejas con arena en la cocina. El tiempo vuela y eventualmente Albin le promete a Fryc un trabajo como ayudante de comedor, en esencia un cargo por debajo de los camareros/ mozos, a cambio de que entrene a Roman para ya reemplazarlo en el bar del restaurant, no obstante el director después decide ascender al más alto Boryczko utilizando de excusa el hecho de que Fryc, otro campesino inculto, no habla bien polaco. Boryczko de inmediato conoce la dictadura del golpeador compulsivo de Fornalski, uno de los camareros favoritos del dueño del hotel, Pancer (Cestmír Randa), y rápidamente se hace amigo de otro ayudante de comedor de corta edad, Henek (Martin Hron), que padece las muchas tundas de los jefes.

 

La propuesta se sirve del latiguillo central, léase el salto de Roman de secaplatos a barman, de barman a ayudante de comedor y de ayudante de comedor a camarero “oficial” tiempo después de recibir un fuerte golpe de Fornalski que le abre un ojo, detalle que provoca una promesa de no perseguirlo más para evitar problemas con el sindicato, con el objetivo de retratar cómo funciona la dinámica y el ámbito laboral del hotel, una especie de ejemplo exacerbado del trabajo promedio del período: dentro del ecosistema del proletariado del establecimiento, por fuera del oligarca panzón de Pancer y su sobrino, precisamente Albin, la única forma de trepar en la pirámide de cargos es a través del masoquismo, la delación, la pérdida de dignidad, la eficacia a cualquier precio, la estrategia de tragarse el odio a los jefes y por supuesto la extorsión, gran posibilidad en caso de que se sepa de alguna fechoría destinada a presionar por un beneficio; en sí un mundo siempre asfixiante e impiadoso a su vez caracterizado por la prohibición de las relaciones románticas con las mujeres de la cocina y otras dependencias rosas, por el constante robo vengativo de dinero y de bebidas alcohólicas por parte de todos los trabajadores, por el trato cordial de Pancer que de repente también muta en palizas, por la necesidad de someterse a un examen ante miembros del sindicato para llegar a ser camarero, por la banalidad basureadora de la clientela de clase alta que asiste al hotel y al restaurant -incluido un pederasta homosexual y muy decadente, el Barón Humaniewski (Czeslaw Wollejko)- y finalmente por una represión anímica que se traduce en los vaivenes románticos de Boryczko, primero enamorado de una chica que despluma faisanes, Zoska (Jaroslava Schallerová), más adelante de una hembra putona de la lavandería, Paulina (Joanna Kasperska), a posteriori prueba con una prostituta ignota (Ewa Ciepiela) y en última instancia empieza una relación formal con la flamante encargada del bar, Hela (Stanislawa Celinska), a la que despiden por un chivatazo del tremendo Fornalski.

 

Majewski, uno de los directores menos conocidos en Occidente de la República Popular de Polonia (1945-1989), visitó muchísimos géneros a lo largo de su carrera como la comedia, el suspenso, la ciencia ficción, la fantasía, el thriller, el cine de acción, el melodrama, el horror, el misterio, la odisea bélica, la gesta musical, el lienzo histórico, las aventuras, el espionaje, el cine familiar, el drama clásico y el documental melómano, sin embargo en el Siglo XXI su realización más famosa continúa siendo Hotel Pacífico porque sus otras tres películas de renombre se mueven en un lejano segundo lugar, hablamos de la comedia antibélica Los Desertores (C.K. Dezerterzy, 1986), el melodrama Los Celos y la Medicina (Zazdrosc i Medycyna, 1973) y la epopeya de terror Lokis: Un Manuscrito del Profesor Wittembach (Lokis: Rekopis Profesora Wittembacha, 1970), una rareza de licantropía que reemplaza a los típicos hombres lobos por osos y en suma un exponente de ese horror al que el cineasta regresaría en ocasión de dos films para televisión, Ventana Tapiada (Okno Zabite Deskami, 1971) y El Sistema del Doctor Tarr y el Profesor Fether (System, 1972). El acierto mayúsculo de la propuesta supera la paradigmática metamorfosis identitaria del joven protagonista, algo siempre repetido en toda crónica de aprendizaje o bildungsroman, ya que el convite además de la escalera laboral caníbal piensa cómo funciona el contagio y la rutina social en entornos cerrados como el hotel y su restaurant, de arriba hacia abajo, por ello Pancer y Albin reparten golpes, Fornalski y los otros camareros siguen el ejemplo e incluso Boryczko, en el final ya transformado en otro pingüino de traje que simula seriedad ante la lacra burguesa de la clientela, le pega a un pobre muchacho que comete un error en medio del vendaval de pedidos y bandejas que van y vienen, en este sentido la corrupción moral y la inhumanidad cosificadora de fondo encuentran a fin de cuentas una nota positiva porque nuestro héroe reconoce el dejo patológico de semejante trabajo y decide renunciar…

 

Hotel Pacífico (Zaklete Rewiry, República Popular de Polonia/ Checoslovaquia, 1975)

Dirección: Janusz Majewski. Guión: Pavel Hajný. Elenco: Marek Kondrat, Roman Wilhelmi, Cestmír Randa, Michal Pawlicki, Martin Hron, Roman Skamene, Stanislawa Celinska, Joanna Kasperska, Jaroslava Schallerová, Czeslaw Wollejko. Producción: Tadeusz Drewno y Jan Suster. Duración: 96 minutos.

Puntaje: 9