Corazón de Trueno (Thunderheart)

Desdemonizando al luchador social

Por Emiliano Fernández

Corazón de Trueno (Thunderheart, 1992), de Michael Apted, constituye un caso bastante extraño para el promedio cualitativo mediocre y pasatista de Hollywood desde los años 90 en adelante porque hablamos de un intento sumamente digno de por un lado denunciar el olvido que padecen los pueblos originarios en las sociedades contemporáneas, un pivote conceptual que aquí se unifica con otras temáticas como la guerra civil, las conspiraciones, la connivencia estatal y la mafia capitalista vinculada a la minería y el extraccionismo en general, y por el otro lado retratar de manera conjunta y con muchas “libertades creativas” tres episodios históricos distintos aunque hermanados por el protagonismo de los indígenas de América del Norte, nos referimos a primero la Masacre de Wounded Knee de 1890, cuando el Séptimo Regimiento de Caballería de los Estados Unidos abrió fuego sobre un grupo de lakotas y mató a unos 250 aborígenes desarmados a los que los blanquitos temían porque solían realizar una ceremonia inofensiva llamada la Danza de los Espíritus, segundo la Ocupación de Wounded Knee de 1973, otro suceso dentro de la Reserva India de Pine Ridge, ubicada en los Estados de Dakota del Sur y Nebraska, que en esta ocasión abarca el control del pueblo aludido por parte de 200 lakotas y seguidores del Movimiento Indio Americano para protestar por las trabas a la destitución del “presidente tribal” Richard Wilson, un energúmeno hiper corrupto que se sostenía en el poder mediante una seguidilla de homicidios contra sus rivales políticos cortesía de su propia milicia, los Guardianes de la Nación Oglala, lo que derivó en dos asesinatos de indígenas por agentes del FBI y la no tan rara desaparición de un militante afroamericano por los derechos civiles, Ray Robinson, y tercero la injusticia en torno al pobre Leonard Peltier, un activista lakota que en 1977 fue sentenciado a cadena perpetua por supuestamente haber asesinado en un tiroteo dos años atrás a dos esbirros del FBI en una zona de Pine Ridge donde se encontró uranio y carbón.

 

Apted, quien dirigió un documental sobre el Caso Peltier, Incidente en Oglala (Incident at Oglala, 1992), y su guionista de turno, John Fusco, quien saltó de las loables Encrucijada (Crossroads, 1986), de Walter Hill, Demasiado Jóvenes para Morir (Young Guns, 1988), de Christopher Cain, y Demasiado Jóvenes para Morir II (Young Guns II, 1990), de Geoff Murphy, a las bastante flojas Spirit: El Corcel Indomable (Spirit: Stallion of the Cimarron, 2002), de Kelly Asbury y Lorna Cook, Hidalgo (2004), de Joe Johnston, y Emboscada Final (The Highwaymen, 2019), de John Lee Hancock, construyen una guerra civil desigual entre los militantes de izquierda que abogan por una mejora de las paupérrimas condiciones de vida de los lakotas en la reserva, el Movimiento Indio Americano, y el grupo fascistoide en cuestión que tiene al gobierno central, el FBI y la mafia minera de yanquilandia detrás, los Guardianes de la Nación Oglala, conflicto por supuesto visto desde la perspectiva de un clásico “outsider” tranquilizador del marco mainstream hollywoodense, Ray Levoi (Val Kilmer), agente del buró que es trasladado por su jefazo, William Dawes (Fred Thompson), a una reserva de Dakota del Sur para investigar el homicidio de Leo Alce Veloz (Allan R.J. Joseph) ya que el padre de Ray fue un mestizo con sangre lakota, una de las subculturas de los sioux. Obligado a unir fuerzas con un agente veterano, Frank “Cooch” Coutelle (Sam Shepard), Levoi pasa de despreciar a los nativos americanos por prejuicio a comprenderlos y sentirse representado al entrar en contacto con un par de locales, el policía tribal Walter Cuervo Caballo (Graham Greene) y el hechicero Sam Reaches (Ted Alce Delgado/ Ted Thin Elk), y al descubrir que su compañero está construyendo dos chivos expiatorios elegidos a dedo, Jimmy Mira Dos Veces (John Trudell) y la maestra Maggie Águila Oso (Sheila Tousey), sólo porque pertenecen a la organización que en la ficción hace las veces de ese Movimiento Indio Americano, léase el Movimiento por los Derechos Aborígenes.

 

La entretenida película unifica el neo noir de misterio y el western revisionista haciendo un uso maravilloso de motivos paradigmáticos de ambos formatos, pensemos en el compinche inesperado a lo buddy movie, Walter Cuervo Caballo, el interés romántico exótico, Maggie Águila Oso, el falso culpable y eje de un complot con cacería incesante incluida, Jimmy Mira Dos Veces, el colega caucásico que muta en tremendo traidor y psicópata, Coutelle, la infaltable figura de autoridad ultra añosa, Sam Reaches, e incluso dos clichés adicionales que no siempre aparecen en los policiales negros o en el cine del Lejano Oeste, el sicario modelo pobre diablo cuyo destino es ser utilizado y luego descartado por el poder, Richard Halcón Amarillo (Julius Drum), y un adalid de la perfidia étnica/ racial y de la prototípica codicia capitalista, ese Jack Milton (Fred Ward) que ocupa el lugar de Richard Wilson porque cuenta con un ejército privado de indios pro-gubernamentales y pro-extraccionismo que investigan, acosan y reprimen codo a codo con el FBI a toda voz opositora, en pantalla con el uranio oficiando de excusa central para la conspiración ya que los sondeos mineros en superficie están contaminando el río y el agua potable de los aborígenes, por ello Leo Alce Veloz se ganó unos disparos en la espalda al desentrañar el secreto. Este sustrato de corrupción, verdugos varios y homicidios en pos de silencio a lo Barrio Chino (Chinatown, 1974), obra maestra de Roman Polanski que asimismo fetichizaba al agua como ingrediente crucial del arcano, explora con astucia el tópico de la demonización de la cultura alternativa y del luchador social a instancias del capitalismo más concentrado, salvaje y especulador, uno voraz que pone al dinero por encima de todo, y se acopla a la andanada de thrillers del director en torno a dilemas éticos o humanos, ciclo que incluye a Extorsión (The Squeeze, 1977), Gorky Park (1983), Un Extraño en Casa (Firstborn, 1984), Acción Judicial (Class Action, 1991), Medidas Extremas (Extreme Measures, 1996) y la olvidada Enigma (2001).

 

Si bien el desenlace resulta un tanto inverosímil, sustentado en la militancia indígena de izquierda salvando la vida de Ray y Walter en el último segundo, justo cuando estaban por ser fusilados por Coutelle y Milton símil epopeya del Nuevo Hollywood o la contracultura setentosa que tanto amamos, no cabe la menor duda de que el desarrollo de personajes es muy bueno, el respeto por los intereses y la espiritualidad de los nativos americanos dice presente y el elenco en su conjunto brilla en todo momento, desde los villanos de los siempre cumplidores Shepard y Ward, pasando por un Greene que derrocha sarcasmo y además venía de una excelente labor en Danza con Lobos (Dances with Wolves, 1990), de y con Kevin Costner, hasta llegar a un Val Kilmer que aquí interpreta a un heredero de la resistencia indígena anticolonial, Corazón de Trueno, y que por cierto estaba en lo mejor de su carrera gracias a ¡Súper Secreto! (Top Secret!, 1984), de Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker, Top Gun (1986), de Tony Scott, Willow (1988), de Ron Howard, Mátame otra vez (Kill Me Again, 1989), de John Dahl, The Doors (1990), de Oliver Stone, y las futuras Escape Salvaje (True Romance, 1993), otra de Scott, Tombstone (1993), de George P. Cosmatos, Fuego contra Fuego (Heat, 1995), de Michael Mann, y Batman Eternamente (Batman Forever, 1995), del payasesco Joel Schumacher. Hoy lejos del nivel de calidad de geniales paladines del acervo cinematográfico socialmente comprometido, como Richard Brooks, Stanley Kramer, John Frankenheimer, Sidney Lumet y Alan J. Pakula, el británico Apted, un señor heterogéneo que pasaba de bodrios por encargo como 007: El Mundo no Basta (The World Is Not Enough, 1999) y Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba (The Chronicles of Narnia: The Voyage of the Dawn Treader, 2010) a biopics rutinarias en sintonía con Himno de Libertad (Amazing Grace, 2006) y Pasión por las Olas (Chasing Mavericks, 2012), esta última codirigida junto a un Curtis Hanson que atravesaba problemas de salud y fallecería en 2016, en sí gustaba de diversos fetiches temáticos que fueron más allá del thriller de cadencia moral o política como las propuestas mencionadas o su extraña ópera prima sobre travestismo durante la Segunda Guerra Mundial, El Triple Eco (The Triple Echo, 1972), recordemos aquel marco musical de El Ídolo (Stardust, 1974) y La Hija del Minero (Coal Miner’s Daughter, 1980) y la feminidad empoderada de Agatha (1979), Gorilas en la Niebla (Gorillas in the Mist, 1988), Testigo (Blink, 1993), Una Mujer Llamada Nell (Nell, 1994), Nunca más (Enough, 2002) y Código Abierto (Unlocked, 2017), amén del humor bobo de Mi Nido o el Tuyo (Continental Divide, 1981) y Estado Crítico (Critical Condition, 1987) y el registro documental muy variopinto de Bring on the Night (1985), Moviendo la Montaña (Moving the Mountain, 1994), Inspiraciones (Inspirations, 1997), Isaac Newton y yo (Me & Isaac Newton, 1999), La Película de la Copa Mundial de la FIFA 2006: La Gran Final (The FIFA 2006 World Cup Film: The Grand Finale, 2006), la citada Incidente en Oglala y aquella curiosa saga televisiva denominada Up (1964-2019), una colección de nada menos que nueve films -realizados cada siete años- sobre el mismo grupo de ciudadanos ingleses y los muchos cambios que el paso del tiempo trajo consigo…

 

Corazón de Trueno (Thunderheart, Estados Unidos, 1992)

Dirección: Michael Apted. Guión: John Fusco. Elenco: Val Kilmer, Sam Shepard, Graham Greene, Fred Ward, Fred Thompson, Sheila Tousey, Ted Thin Elk, John Trudell, Allan R.J. Joseph, Julius Drum. Producción: Robert De Niro, John Fusco y Jane Rosenthal. Duración: 120 minutos.

Puntaje: 8