66° Berlinale

Día 3

Por Emiliano Fernández

La tercera jornada del festival encuentra a la prensa y al público, ambos de una amplitud internacional, finalmente acostumbrados al clima helado de Berlín y dispuestos a aprovechar cada hora diurna para disfrutar de alguna que otra proyección vespertina y/ o recorrer la ciudad, reservando el lapso a partir del crepúsculo para la sala de prensa y las funciones nocturnas (por supuesto, ambiente calefaccionado incluido). A pesar de que se pudo ver la interesante Creepy (Kurîpî, 2016) de Kiyoshi Kurosawa, sin lugar a dudas la gran vedette del día fue Midnight Special (2016), propuesta que podemos definir como el “debut” mainstream del gran Jeff Nichols, de la que hubo una conferencia de prensa y una proyección para los periodistas en el mismo Berlinale Palast.

En apoyo del film, una obra de ciencia ficción melancólica sobre el viaje desesperado que debe emprender Roy (Michael Shannon) para salvar a su hijo Alton (Jaeden Lieberher), asistieron a la conferencia Nichols, Shannon, Lieberher y sus coprotagonistas Joel Edgerton y Kirsten Dunst. El realizador comentó que escribe sus films de manera que resuenen a nivel personal: aclaró que tiene efectivamente un hijo de la misma edad que Alton, que estuvo enfermo y que debió llevarlo al hospital. Nichols dijo que le interesa mucho analizar la forma en que los padres procesan ese temor que gira en torno a la posibilidad de que le pase algo malo a sus hijos. Consultado por el entramado de referencias implícitas, reconoció que se propuso recuperar el misterio detrás de películas como Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977) y E.T., el Extraterrestre (E.T., the Extra-Terrestrial, 1982), en especial aquella sensación relacionada con el hecho de que las susodichas no le ofrecían todas las respuestas al espectador. Al respecto Shannon agregó que varios detalles de la trama quedan ambiguos adrede, y ese -le parece- es el “punto fuerte” de la película. Edgerton por su parte dijo que Nichols posee una visión muy específica como director, ya que sabe exactamente lo que quiere y en consonancia marca al elenco todo el tiempo. El director también comentó que siente que la propuesta es un experimento narrativo porque de manera continua el guión regula la cantidad de información que ofrece al público, según el personaje considerado.

 

Midnight Special, de Jeff Nichols

COMPETENCIA OFICIAL

En la esplendorosa Midnight Special Nichols sigue con esa sana costumbre de reinventarse a sí mismo con cada nueva película aunque siempre manteniendo el misticismo semi catastrófico que lo caracteriza, el que obliga a personajes taciturnos a recurrir constantemente a su fe para sobrellevar la tormenta que parece devorarlos. Mientras que en Atormentado (Take Shelter, 2011) se metió de lleno en el drama apocalíptico más sutil y en Mud (2012) coqueteó a puro misterio con los thrillers bucólicos, hoy la reconversión nos lleva inesperadamente hacia el campo de la ciencia ficción ochentosa y de cadencia austera, en franca sintonía con algunos elementos del cine clase B (aunque ahora bajo el tamiz dramático más pulcro). El realizador incluye efectivamente el recurso del “descubrimiento de lo insólito” y las familias fracturadas del ya desaparecido Steven Spielberg de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo y E.T., el Extraterrestre, no obstante de a poco vuelca la balanza hacia la hazaña personal de un hombre en pos de mantener con vida a su pequeño.

La historia comienza con el secuestro de un niño, Alton, a manos de Roy y Lucas (Edgerton), situación que en el desarrollo se emparda con el arresto por parte del FBI de toda una congregación religiosa símil secta. Ambos acontecimientos se unifican cuando descubrimos que Roy es realmente el padre de Alton y que el líder del grupo al que pertenecían, Calvin Meyer (Sam Shepard), ha ordenado recuperar al pequeño cueste lo que cueste, quien de inmediato se transforma en un botín tanto para el gobierno como para los miembros del culto (el primero lo considera una posible arma y los segundos un Dios). Ahora bien, en lo que atañe a las “destrezas” concretas del pequeño, conviene dejarlas en el tintero para no aguar el relato, sólo diremos que las susodichas tienen que ver con su conocimiento y esas antiparras azules que lleva puestas todo el tiempo. Combinando una estructura vinculada a las road movies y las gloriosas ambigüedades de la fantasía de antaño, Midnight Special recupera una de las columnas vertebrales del cine de aventuras, hablamos del leitmotiv de las “misiones”, esas gestas que son más grandes que el protagonista y que no se reducen a secuencias de acción estériles o al atajo formal del camino del héroe. Aquí se abrazan en cambio las tribulaciones de los cruzados que hacen de la vehemencia y el fundamentalismo su razón de ser.

Nichols evita la pobreza conceptual del Hollywood contemporáneo y baja muchos cambios con respecto al torbellino narrativo del cine de superhéroes, un enclave que la película esquiva a través de una entonación adusta, un corazón retro y un Alton en completo control de sus facultades (excelente trabajo de Lieberher), sin inseguridades ni derrotero de aprendizaje por recorrer. En síntesis, el realizador consigue otra epopeya minimalista y sensata sustentada más en el cariño que en el artificio digital mal direccionado de nuestros días: estamos ante una obra cargada de poesía que deja abierta la puerta a los interrogantes, el dolor, la meditación y un devenir que pone en jaque la capacidad de resistencia de los personajes.

 

Creepy (Kurîpî), de Kiyoshi Kurosawa

BERLINALE SPECIAL

La apuesta por demás bizarra de Kiyoshi Kurosawa en Creepy resulta sorprendente viniendo de uno de los popes del J-Horror del segundo lustro de los 90 y en especial de la década pasada, aquel subgénero del terror -basado en fantasmas minimalistas, venganzas y maldiciones de distinta índole- al que aportó obras clave como Cure (1997), Pulse (Kairo, 2001), Loft (Rofuto, 2005) y Crímenes Oscuros (Sakebi, 2006). Hoy retoma esa clásica tendencia asiática de combinar registros dispares y construye un relato que va mutando con el correr de los minutos: la historia comienza con una tragedia que desencadena el retiro del oficial de policía Takakura (Hidetoshi Nishijima), luego vira hacia las sospechas que despierta el comportamiento de su vecino, el Señor Nishino (Teruyuki Kagawa), y todo termina con un dejo muy irónico y misterioso. Así como pasamos de las autoreferencias símil J-Horror del inicio al thriller hitchcockiano centrado en un barrio perturbador, y de éste a una especie de comedia negra casi delirante, el cineasta saca provecho de cada giro aunque definitivamente se luce en el nudo de la trama, cuando el suspenso está mejor apuntalado y la esposa del protagonista, Yasuko (Yûko Takeuchi), se roba varias escenas a puro desconcierto por las “salidas” de Nishino. Si bien el desenlace arrastra algunos problemas de fondo, también genera un saldo positivo por su reflexión impiadosa acerca del alcance de la voluntad individual y las estrategias de la manipulación, amén de los detalles sarcásticos en torno al modus operandi de los asesinos en serie y los psicópatas en general.