68° Cannes

Día 6

Por Emiliano Fernández

El festival llega a su primera mitad y los colegas ya comienzan a susurrar algunos títulos que podrían pasar -o no- al primer plano al momento de los galardones. Obviando esa irrisoria e inútil futurología, propia de todos los campos/ microcosmos ombligistas, no nos aventuraremos hacia las acepciones volátiles del jurado y optaremos en cambio por continuar con nuestra tarea, el análisis de los films que hacen y sostienen al certamen: hoy fue el turno de Intensamente (Inside Out, 2015) de Pete Docter y Ronaldo Del Carmen, y Louder Than Bombs (2015) de Joachim Trier.

 

Intensamente (Inside Out), de Pete Docter y Ronaldo Del Carmen

FUERA DE COMPETENCIA

Sin lugar a dudas Intensamente (Inside Out) no sólo es la mejor película de Pixar en más de una década, sino que además constituye un regreso al mejor período del estudio de animación, el caracterizado por films magistrales como Monsters, Inc. (2001), Buscando a Nemo (Finding Nemo, 2003), Los Increíbles (The Incredibles, 2004), Ratatouille (2007), WALL-E (2008) y Up (2009), su última gran obra hasta la fecha. Dejando de lado por completo la redundancia de las secuelas y esas lamentables reminiscencias recientes al cine de la factoría Disney (multinacional caníbal que terminó de fagocitar a Pixar hace ya bastante tiempo), esta bella anomalía se juega por un planteo narrativo entrañable que por suerte nos retrotrae a las grandes obsesiones de Andrew Stanton, Brad Bird, Pete Docter y compañía, léase los afectos familiares, las paradojas del convivir, la amistad, la motivación detrás de las utopías íntimas y la moralidad de nuestros pequeños actos cotidianos.

Intensamente es hasta cierto punto una remake de Viaje Alucinante (Fantastic Voyage, 1966) pero en clave sensible y mucho menos «fisiológica», esta vez viabilizada por los conflictos alrededor de las emociones de Riley, una niña de apenas 11 años. Así las cosas, la historia se centra en las interacciones entre Alegría, Tristeza, Desagrado, Temor y Furia, los cinco principales bastiones de la psiquis de la protagonista, quien de un momento a otro se convierte en un ser apático producto de una discrepancia entre Alegría y Tristeza. Docter administra con mano maestra lo que rápidamente adquiere la forma de una road movie a través de la estructura psicológica de Riley, en pos de restituir esa normalidad perdida. La inteligencia y la sensatez sobresalen en el desarrollo dramático de la trama en general y en determinados instantes específicos, como la escena del pensamiento abstracto (surrealismo puro + parodia de los CGI) o las acotaciones hilarantes del amigo imaginario Bing Bong (de a poco se va colando el eje fundamental del relato, el paso de la niñez a la adolescencia y sus sinsabores). Tan imaginativa a nivel visual como en lo que respecta a la dimensión del contenido, la propuesta está destinada a ocupar un lugar ilustre dentro del prodigioso catálogo de Pixar.

 

Louder Than Bombs, de Joachim Trier

COMPETENCIA OFICIAL

El debut en inglés de Trier cae en esa zona de confort tan común de determinados cineastas que deciden apostar a seguro en vez de ampliar su entorno y/ o marco de referencia, quizás por falta de ideas realmente novedosas, por las limitaciones de los egos involucrados o por el deseo de pisar firme en un terreno cinematográfico internacional no siempre estable. El asunto es que el danés en Louder Than Bombs reproduce al dedillo lo ya hecho en las interesantes Reprise (2006) y Oslo, 31 August (2011): aquí persiste con el retrato indie de una crisis vincular/ individual, condimentando la angustia con chispazos de humor ácido. Hoy el desencadenante del desequilibrio es la muerte de Isabelle (Isabelle Huppert), una fotógrafa famosa que con su desaparición deja flotando en un limbo a su esposo Gene (Gabriel Byrne) y a los dos hijos del matrimonio, Jonah (Jesse Eisenberg) y en especial Conrad (Devin Druid), quien comienza a aislarse de manera intermitente.

Una vez más resultan evidentes las buenas intenciones de Trier pero no podemos pasar por alto el hecho de que el verdadero talento del director se encuentra en los collages visuales que gusta de insertar como punto de apoyo descriptivo para con la identidad de los personajes. Si bien sus guiones cuentan con la carnadura necesaria para no ser considerados banales o carentes de un atractivo social sustentable, la estética y el dinamismo de sus opus suelen imponerse por sobre el apartado humano, constriñendo el hipotético vuelo conceptual que el mismo cineasta pretende otorgar a su carrera. Aclarado lo anterior, basta con decir que estamos ante un convite correcto que abusa un poco de la dinámica flashback/ flashforward y que se explaya con serenidad acerca del proceso del duelo, siempre apuntalado en la breve intervención de Huppert y las muy buenas actuaciones del trío masculino.