La sexta jornada comenzó con lluvia matutina y sol fulgurante en lo que podemos definir como el patrón estándar de Venecia en esta época del año a razón de día por medio, ya que durante el resto de las jornadas el raudo foco de la natura suele dominar el cielo en exclusividad con temperaturas que rondan los 25 grados centígrados a la tardecita. En el día de la fecha pudimos ver The Insult (2017), de Ziad Doueiri, sobre una disputa entre un libanés cristiano y un refugiado palestino en la Beirut contemporánea, y First Reformed (2017), del gran Paul Schrader, epopeya minimalista sobre la crisis de fe y la metamorfosis que atraviesa un ministro protestante a la luz de la avanzada destructora del ser humano contra el medio ambiente.
En la conferencia de prensa de la primera, Doueiri comentó que toda la faena está inspirada en un incidente personal similar al que provoca la batahola de acontecimientos de la película, uno que él mismo protagonizó con otro hombre por un desagüe de un balcón que daba a la vereda y que mojó su ropa de improviso, generando una acalorada discusión entre vecinos. También dejó entrever que su intención de fondo siempre fue construir una semblanza descriptiva de lo que ocurre en el Líbano más que asignar culpas a tal o cual sector del país, ya que todos juegan un papel fundamental en una nación símil polvorín en la que Doueiri considera que cualquier detalle trivial puede desencadenar -y ser utilizado de inmediato- para exacerbar los conflictos enquistados desde hace ya muchísimos años.
Al momento de la charla con la prensa, Schrader aclaró de entrada que la película es la culminación de un trabajo englobador que comenzó en la década del 70 cuando escribió un libro sobre los puntos en común entre el cine y la religión a través de la obra de Robert Bresson, Yasujirō Ozu y Carl Theodor Dreyer, opus que a su vez nació del hecho de que él mismo desde pequeño tuvo una educación religiosa. Conociendo de primera mano el calvinismo holandés, dijo que católicos y protestantes sufren de la misma patología relacionada con la culpa y la sangre en tanto ejes de la condición humana. Ethan Hawke, quien interpreta al capellán protagonista del film, comentó que en su pubertad su familia quería que fuese sacerdote y lo instruyó religiosamente en ese sentido, por ello siente que desde hace mucho tiempo ya estaba preparado para el personaje. Amanda Seyfried, la coprotagonista principal, afirmó que el proyecto le provocaba un poco de miedo desde el vamos, pero aun así decidió participar porque resulta delicioso para el trabajo del actor encontrar una obra de estas características, tan dura y exigente.
El director explicitó que Seyfried estaba de hecho embarazada durante el rodaje y reconoció semejanzas varias entre First Reformed y Taxi Driver (1976), como por ejemplo la presencia de un personaje que rescata a una joven, se transforma de a poco/ despierta ideológicamente frente al terror que lo circunda y prepara un ataque fulminante contra quien considera el enemigo. Hawke dijo que la película efectivamente se mueve en la delgada línea entre la angustia y la esperanza, citando una memorable frase del film. Luego de que el productor llamase a Schrader un “tesoro vivo”, el mismo realizador concluyó que no cree que vivamos mucho tiempo más en el planeta porque las generaciones previas destrozaron el medio ambiente e impusieron un modelo productivo extraccionista que no respeta la vida.
The Insult, de Ziad Doueiri
COMPETENCIA OFICIAL
La fórmula que utiliza el director Doueiri en The Insult es tan antigua como la humanidad, la de los vecinos o hermanos que comienzan una guerra por una disputa totalmente banal, aunque la intención de fondo del libanés es trasladarla a los mil problemas étnicos/ religiosos/ culturales/ políticos que atraviesan todos los estados de Medio Oriente, una estrategia que por cierto ya fue utilizada en otras oportunidades pero pocas veces con la eficacia de la presente obra. Dicho de otro modo, el film le saca lustre a una premisa antiquísima y la encauza hacia una entonación localista: por lo general el rubro de las reyertas fratricidas se concentra en los pantallazos cinematográficos contemplativos, no obstante el opus en cuestión abraza de lleno las herramientas retóricas de Hollywood (un montaje muy dinámico, tomas cortas, utilización de música incidental melosa para enfatizar momentos específicos del relato, preeminencia casi total de los rostros de los actores, etc.). El eje pasa por ese agravio al que hace referencia el título, uno que se desencadena a raíz de una situación bastante particular, cuyos extremos son Toni (Adel Karam), un mecánico libanés que milita en el Partido Cristiano de Beirut y tiene una esposa embarazada, y Yasser (Kamel El Basha), un palestino que se dedica a la construcción y vive en un campo de refugiados de la misma ciudad. Un día le cae agua en la cara a Yasser y así descubre que un desagüe del balcón de un departamento da al medio de la vereda, algo prohibido por ley, cuando se queja ante el dueño, Toni, éste le cierra la puerta de manera cortante y Yasser comienza a reformarle el desagüe “de prepo”, a lo que el otro hombre responde rompiendo todas las modificaciones… circunstancia que asimismo provoca el susodicho insulto de Yasser a Toni, el punto de partida de una batalla judicial cuyas esquirlas incendiarán a las familias y trabajos de ambos. Doueiri, uno de los camarógrafos del Quentin Tarantino de la década del 90 (dicho sea de paso, el único que vale la pena), va magnificando la ambición a medida que pasan los minutos y el conflicto se convierte en una batalla épica con resonancias en los medios de comunicación a nivel nacional, lo que nos deja con una primera mitad excelente de planteo macro y una segunda parte digna que cae en algunos clichés de los courtroom dramas, pero siempre manteniendo el interés del espectador vía una atrapante disputa dialéctica en pos de alzarse con el cetro de la “víctima suprema” de la región y condenar al otro al rol del “verdugo homicida y demente”. Si bien el director inclina ligeramente la balanza hacia el lado palestino, y por supuesto que no se lo puede culpar considerando las penurias cíclicas del pueblo en cuestión, su epopeya es muy interesante porque sirve para ilustrar la bola de nieve de venganzas recíprocas de Medio Oriente y los distintos actores sociales/ corporativos que se benefician con su crecimiento… con los políticos, los grupos de choque y los abogados como principales aves de rapiña.
First Reformed, de Paul Schrader
COMPETENCIA OFICIAL
Con First Reformed, Schrader se recupera de manera prodigiosa de la serie de tropiezos de los últimos años y regresa a la virulencia de barricada -prácticamente sui géneris en lo referido al cine norteamericano de las últimas décadas- de obras como Hardcore (1979), Mishima (1985), Patty Hearst (1988) y Affliction (1997). Ahora se decide a retomar dos de sus grandes marcas registradas, léase el fervor religioso y la enajenación progresiva suburbana, mediante un relato caracterizado por una fotografía majestuosa y centrado en la figura del Capellán Toller (Ethan Hawke), un pastor protestante encargado de una pequeña iglesia que está por cumplir 250 años de antigüedad. Mientras que desde la autoridad eclesiástica lo instan a que prepare la celebración por el aniversario, el señor comienza a brindar ayuda espiritual a un joven matrimonio compuesto por Mary (Amanda Seyfried) y Michael (Philip Ettinger), ella una chica embarazada y muy devota y él un militante radical ambientalista que desea que su esposa aborte porque considera que la sobrepoblación y la locura predatoria para con el planeta están destruyendo absolutamente todo lo que nos rodea. A través de escenas sosegadas e intercambios verbales prolongados entre los personajes, el realizador construye un lienzo en torno a la crisis existencial de nuestros días, ya no sólo mística/ emocional sino también motivacional/ ideológica, fruto de un entorno castrador que pretende banalizar la lucha de Michael y coartar sus ramificaciones en la vida diaria. Por supuesto que la figura que atraviesa esa típica transformación psicológica central en los opus del norteamericano es el capellán, quien -en un claro paralelo con Taxi Driver (1976), uno de los primeros guiones firmados por Schrader- pasa de tratar de convencer a Michael para que desista con el tema del aborto a encontrar su cadáver en el bosque, suicidio de por medio, y luego a adoptar paulatinamente él mismo el credo símil terrorismo ambiental del muchacho… y para colmo todo a su vez se vincula con la fascinación seudo parental/ romántica de Mary hacia Toller. Si la valentía y el desparpajo irreverente de Schrader constituyen rasgos admirables, lo hecho por Hawke directamente es sublime. Desde ya que el actor a esta altura no tiene que demostrarle nada a nadie y por consiguiente el margen para las sorpresas casi no existe, sin embargo no podemos dejar de señalar que las configuraciones faciales ideadas para First Reformed rankean en punta entre los mejores trabajos interpretativos del séptimo arte de los últimos años. El inconformismo doloroso de la propuesta depende también de los fragmentos del diario personal de Toller, esos que escuchamos en la voz de Hawke y que diseccionan con inteligencia el colapso existencial del protagonista a lo largo del derrotero. Una vez más la horrenda culpa cristiana hace estragos cuando viene hermanada con el mesianismo y la soberbia bien hipócrita de las instituciones eclesiásticas, por lo que la genial cruzada final de Toller funciona como un camino redentor que destroza estructuras establecidas y se juega finalmente por el cambio.