¿Con qué nombre, extranjero, he de llamarte?
Pronuncio con torpeza unos sonidos
Y dudo de que en ellos te reconozcas
No sé cómo has de entender esto que digo
Ni qué palabras esta lluvia te recuerde
¿Acaso hay una con que evoques
El murmullo tenaz de su caída
Y el impacto minúsculo
Fatal
Contra la roca?
¿Acaso hay otra con que digas
El perfume de su enlace con la tierra?
(No lo sé)
Es tu lengua un misterio que te envuelve
Como envuelve la oscuridad a esta gruta
Y es a tientas que te llamo
Como es a tientas que tus manos me descubren
¿Cómo es, forastero, que me nombras?
Es tu voz un ópalo que irradia destellos inasibles
Hay en tu suspiro un rumor de algas
Un vaivén de espumas
Hay un pájaro que se alza voraz en tu gemido
Hay en tu garganta una fragua enceguecida
Y es orden
Y súplica
Y ofrenda
El grito en que te pierdes
¿Qué llama de Ilión resplandece en tu quejido?
¿En qué mar aprendiste el nombre que me otorgas?
Callas
Anochece
No persisto en mis preguntas
Necio es pretender que des respuesta a tu misterio
Cual si yo conociera las brasas que me forjan
Yo, forastero, ignoro el abismo en que se gestan mis rompientes
Tanto como el fondo de esta gruta
Yo no sé qué palabras digo
Ahora que me olvido de mi nombre
En el incendio común que nos traspasa
Es poco, en fin, lo que sabemos
Tal vez, hermoso mío, no haya más certeza que esta lengua que inventamos
Este arrullo indescifrable que nos nombra para siempre
Justo antes de perderse en la tormenta