El cine contemporáneo, un enclave cultural profuso pero con poca o nula variedad de base, arrastra problemas insistentes de tonalidad narrativa porque por un lado cuando quiere ser serio termina derrapando en la cobardía o la idiotez discursiva, algo que tiene que ver con el conservadurismo artístico y la pobreza intelectual de los responsables detrás de cámaras, y por el otro lado cuando pretende apuntar a lo gracioso suele terminar en el terreno de las caricaturas cínicas posmodernas sin un gramo de humanidad, madurez o naturalidad del gremio que sea, un panorama que hasta hace poco era el dominante en el terreno de las grandes franquicias del mainstream y que va dejando paso hacia un regreso a la seriedad a toda pompa porque el público internacional ya no acepta con la facilidad de antaño la pose canchera/ soberbia/ egocéntrica de los blockbusters norteamericanos más estúpidos. Hubo un tiempo, especialmente esas décadas del 50, 60, 70 y 80, en el que esta dicotomía tan taxativa no era tal porque habilitaba una generosa región intermedia en la que las premisas más ridículas se trabajaban desde la más absoluta seriedad o viceversa y la mixtura, más allá de la calidad o ausencia de ella en cada film, casi siempre resultaba fascinante porque le dejaba a cada espectador la decisión de cómo interpretar la película, si considerarla una gesta solemne o quizás reírse de los delirios cinematográficos -o ingredientes forzados/ caprichosos- que tanto amamos y que en innumerables ocasiones se cuelan de una forma u otra en función de un relato que necesita de ellos para hacer avanzar la historia en cuestión.
El Abismo Secreto (The Gorge, 2025), película de Scott Derrickson para Apple TV+, es precisamente un ejemplo de esta vieja estirpe de films con una premisa bastante lunática que se toma muy en serio a sí misma desde un talento que la sostiene y la expande a cada minuto, en esta oportunidad la misión de dos francotiradores de elite, el estadounidense y ex marine Levi (Miles Teller) y la lituana y especialista en operaciones encubiertas Drasa (Anya Taylor-Joy), de custodiar durante un año ambos flancos de un desfiladero a través de torres de vigilancia que se complementan con minas aéreas, ametralladoras y un dispositivo de camuflaje/ bloqueo satelital para que nadie descubra este ignoto lugar. Levi bordea la depresión por estrés postraumático y problemas de conciencia luego de muchos asesinatos para el gobierno de yanquilandia y Drasa llora el óbito de su padre y suele desempeñarse para Moscú y sus “necesidades” en materia de reventar a oligarcas otrora soviéticos, en suma diferencias cosméticas porque los factores importantes son aquellos que los terminan uniendo como la soledad, el objetivo compartido -uno del lado occidental del abismo y el otro del oriental- y la amenaza que surge de las profundidades, hablamos de una colección de monstruos mutantes, los denominados “hombres vacíos”, que se fusionaron con plantas y diversos animales que incluso abarcan insectos, todo por un terremoto que golpeó una instalación de armas bioquímicas de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y así provocó una fuga del material contaminante de los misiles, infectándolo todo a su paso.
Desde una idea minúscula, léase el amor entre los dos personajes primero a la distancia y a posteriori en vivo y en directo de la mano de una tirolesa que eventualmente se corta en el medio del precipicio y los obliga a rescatarse mutuamente sin cesar, el guión de Zach Dean combina elementos del cine de acción, las aventuras, el terror, la fantasía y por supuesto ese romance de opuestos que en realidad se parecen ya que la antigua dialéctica estatal de la Guerra Fría aquí fue sustituida por una privatización de típica impronta neoliberal, en este sentido pensemos que ambos trabajan sin saberlo no para sus gobiernos de manera directa sino para una empresa que mantiene impoluto el abismo en vez de destruirlo con el objetivo de desarrollar supersoldados a partir de los hombres vacíos, Darklake, emporio paramilitar vinculado a la investigación genética. La película no sólo es muy entretenida y aprovecha al máximo la amalgama de géneros y el absurdo de su premisa, precisamente tan ridícula y grotesca que se vuelve real al acercarse a la praxis cotidiana en muchos aspectos, sino que además ataca con astucia y desenfado a la industria bélica y armamentista contemporánea, a los mercenarios del sector privado símil lúmpenes ignorantes y descartables de la muerte y a los experimentos inhumanos que se siguen llevando a cabo en nombre del progreso, la ciencia o la geopolítica fascistoide y psicopática del capitalismo, en pantalla simbolizados en la utilización de soldados y científicos como ratas de laboratorio y en el mismo hecho de mantener sin cambio alguno al desfiladero para recolectar muestras de ADN con drones.
Derrickson se ubica en el mejor nivel de su trayectoria, el correspondiente a Sinister (2012) y El Teléfono Negro (The Black Phone, 2021), y exprime a la perfección la química entre los estupendos Teller y Taylor-Joy, además de la inestimable participación de Sigourney Weaver como la jefa de Levi, Bartholomew, mandamás de Darklake que hace asesinar a los vigías salientes de la torre occidental en cada una de las rotaciones anuales. Con algo del pandemónium mutante y la heroína de Resident Evil (2002), de Paul W.S. Anderson, ese páramo surrealista de Aniquilación (Annihilation, 2018), de Alex Garland, aquella “frontera caliente” de Joint Security Area (Gongdong Gyeongbi Guyeok JSA, 2000), de Park Chan-wook, el Tom Cruise avejentado y modelo ciencia ficción pero con tiempo para el romance de Oblivion (2013), de Joseph Kosinski, y Al Filo del Mañana (Edge of Tomorrow, 2014), de Doug Liman, y algunos planteos del corazón dignos de Sintonía de Amor (Sleepless in Seattle, 1993), de Nora Ephron, y Sr. y Sra. Smith (Mr. & Mrs. Smith, 2005), también de Liman, nuestra propuesta no teme coquetear en su segunda mitad con el folletín aventurero a lo Indiana Jones ni desplegar una utilización noventosa en primer plano de Blitzkrieg Bop (1976), de Ramones, Oh Come All Ye Faithful (2006), de Twisted Sister, o Spitting Off the Edge of the World (2022), de Yeah Yeah Yeahs, entregando un diseño estupendo de las criaturas cercano a Guillermo del Toro, otro soundtrack glorioso de Trent Reznor y Atticus Ross y en general una odisea simple, directa y sagaz, como debería ser el cine industrial…
El Abismo Secreto (The Gorge, Estados Unidos/ Reino Unido, 2025)
Dirección: Scott Derrickson. Guión: Zach Dean. Elenco: Miles Teller, Anya Taylor-Joy, Sigourney Weaver, Sope Dirisu, William Houston, Kobna Holdbrook-Smith, James Marlowe, Julianna Kurokawa, Ruta Gedmintas, Oliver Trevena. Producción: Scott Derrickson, Zach Dean, Adam Kolbrenner, Don Granger, Gregory Goodman, David Ellison, Sherryl Clark, Dana Goldberg y C. Robert Cargill. Duración: 128 minutos.