Con una cuidada y erudita edición, Norberto Cambiasso regresa con la prometida segunda parte de su ambiciosa trilogía sobre la historia del movimiento musical progresivo británico, definición modernista de un sector de la crítica musical que englobaba a una serie de bandas que encandilaron a la crítica y al público durante la primera parte de la década del setenta con una síntesis de modernismo y nostalgia, principalmente a una juventud que buscaba emanciparse del conservadurismo de sus progenitores, pero que tras la esperanza de cambio social y mejora gestada de los años sesenta veía nubarrones de tormenta sobre su porvenir.
Al igual que el historiador del arte, sociólogo y filosofo húngaro Arnold Hauser, epígono del intelectual comunista György Lukács, Cambiasso, docente de estética, critica cultural, música y comunicación de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Quilmes y el Conservatorio Manuel de Falla, y también director y editor de la revista Esculpiendo Milagros, en Vendiendo Inglaterra por una Libra 2: Una Historia Social del Rock Progresivo Británico- Tomo 2: del Revival al Progressive Folk (2022) continúa con el análisis histórico y social, que tampoco descuida lo político y económico, iniciado en el Tomo 1 (2014) de su empresa orientada a comprender el surgimiento, auge y declive del rock progresivo en el Reino Unido, con especial énfasis en Inglaterra, desde finales de la década del sesenta hasta la segunda mitad de la década del setenta.
Si en el primer tomo de su extensa quimera el autor de Que Florezcan Cien Flores (2018) se adentraba en la transición de la psicodelia al rock haciendo hincapié en el camino trazado por Pink Floyd, Yes y Emerson, Lake & Palmer a partir de la influencia y el derrotero del disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967), los nuevos horizontes abiertos al rock y la introducción de la teatralidad en el ámbito, el segundo tomo de esta saga se sumerge en el intrincado camino de la canción folklórica británica al rock progresivo que tiene como protagonistas a The Incredible String Band, Genesis y Jethro Tull, exponentes de una contracultura cuyas raíces en el folk cultivaban los florecientes prados progresivos de la primera mitad de la década del setenta, labrados escandalosamente por la psicodelia de fines de los sesenta.
Al igual que en el primer tomo, el espíritu del texto es analizar la vocación de una serie de bandas británicas por expandir las perspectivas musicales del rock y el pop de la época hacia timbres exóticos para el género, que trasciendan la sencillez de la canción de rock para llevarla a un terreno desconocido a partir de su fusión con tradiciones barrocas, clásicas, orientales y/o populares. En este sentido, Cambiasso expone aquí como el nuevo folk rock de las nacientes estrellas del rock rompía con la tradición del músico folk comprometido con causas sociales que militaba en un sindicato y/o partido político, en una Gran Bretaña en la que el optimismo de la posguerra cedía paso a la decepción ante el fracaso de la políticas laboristas, la inflación, la recesión, el crecimiento de la desocupación, la devaluación de la libra, las huelgas y la humillación del préstamo del Fondo Monetario Internacional, corolario de la asimilación del derrumbe de una de las potencias vencedoras de ambas guerras mundiales.
Para trazar su historia del rock progresivo Cambiasso se adentra en la historia del folklore inglés para encontrar cómo a principios del Siglo XX, con un folklore recluido en las zonas de Somerset más alejadas de las metrópolis, los musicólogos eruditos comienzan a compilar las canciones folklóricas, despojándolas de su contexto y de sus orígenes populares para la apreciación burguesa de las clases medias y altas de las ciudades, que asimilan este revival del folklore a un regreso reaccionario a la tradición como respuesta a los cancioneros políticos de los trabajadores y a la música comercial y bailable de los music halls. La izquierda, precisamente, también inicia el camino de un redescubrimiento de la folk song como una búsqueda de una raíz socialista en la construcción del socialismo, opuesta a la cultura de consumo norteamericana.
De esta manera, a través de distintos autores, Cambiasso analiza el revival desde los intentos de canonización de una tradición folklórica en vías de extinción, pasando por la respuesta de la tradición cultural a la canción comercial, hasta los intentos de contraponer un pasado bucólico como respuesta a los cambios sociales y culturales que amenazan transformar la apacible campiña británica después de la Segunda Guerra Mundial, especialmente debido a la importación de la cultura norteamericana hacia el mundo, que tenía necesariamente a Inglaterra como uno de sus principales mercados.
Siguiendo las páginas de este segundo tomo de la historia del rock progresivo británico el lector puede encontrar las dos etapas de la recuperación de la canción folklórica, la primera como antídoto al capitalismo industrial de preguerra y la segunda como un revulsivo de la sociedad de consumo de la segunda posguerra. A este respecto Cambiasso afirma que a partir de la posguerra cierta veta nostálgica se apodera de la cultura cada vez más, recuperando un pasado más fantasioso que real, de aquiescencia, unidad, solidaridad comunal y valores telúricos asociados a una vida pastoral en vías de extinción, pero la Segunda Guerra Mundial trae aparejada una clausura de la era del optimismo de la modernidad, por lo que la nostalgia reemplaza al artificio bucólico del primer revival de entreguerras.
Cambiasso argumenta que a medida que la crisis se agravaba en Gran Bretaña, la pérdida del sentido de lo británico avanzaba. Ante esto, la cultura popular ofrecía un bálsamo y un renacimiento que proponía una industria cultural capaz de competir con la maquinaria artística norteamericana, apelando a una mezcla de nostalgia por un pasado idealizado y a una crítica social sobre el estado del mundo. La raíz folklórica del rock progresivo británico estuvo moldeada por un pasaje muy abrupto entre la esperanza de cambio social de fines de la década del sesenta, ilusión que prefiguraba el final de un largo camino, y la desazón ante la cruda realidad conservadora que auguraba malos tiempos de reacción y crisis, según el director de Esculpiendo Milagros.
Desde la influencia de Alan Lomax y Pete Seeger en la política de recuperación de la canción folk hasta el surgimiento de Donovan como la primera estrella británica de la canción folk británica, Cambiasso se adentra profundamente en esta transición del folklore al rock recuperando anécdotas, historias y personajes, como la importancia de músicos como Davy Graham en tanto precursor de los arreglos de guitarra en el folk rock, el cantautor y guitarrista Bert Jansch, asiduo de los antros folk y producto de una nueva sensibilidad individualista que surgía como oposición a la sociedad de consumo, o el olvidado Jackson Frank, músico folk de derrotero trágico que merece una revisión y tiene un documental en posproducción desde hace ya unos años titulado Blues Run the Game, por la canción más popular del músico, y dirigido por el realizador Damien Dupont, un potencial Searching for Sugar Man (2012), aquella obra de Malik Bendjelloul que a su vez recuperó los dos discos de principios de los setenta del genial cantautor norteamericano Sixto Rodríguez, venerado en Sudáfrica durante décadas y desconocido en su Norteamérica natal.
Uno de los mejores capítulos del libro para entender el revival y asociarlo a la cultura contemporánea es All Our Yesterdays: Beatles, Stones, Music Hall, Comedy Song o la nostalgia en clave modernista, donde Cambiasso compara por un lado la historia de la recepción de los singles Revolution, de The Beatles, y Street Fighting Man, de The Rolling Stones, entre los defensores de un tradicionalismo folklórico, y por el otro la recuperación de la herencia del music hall en las canciones de The Beatles a partir de Rubber Soul (1966) y en canciones satíricas que logran amalgamar la nueva impronta de vivir el presente pero celebrando el pasado sin renegar de la tradición, una consecuencia de la influencia de programas radiales como The Goon Show, letras absurdas de bandas como The Bonzo Dog Doo Dah Band y experimentos de estudio como los de The Alberts y The Temperace Seven, la banda producida por George Martin antes de cruzar su camino con los integrantes de The Beatles.
En ese mismo capitulo, Cambiasso describe con gran maestría el paso del blues al rock progresivo a fines de la década del sesenta, a partir de las puertas que Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y The Beatles (1968), popularizado como Álbum Blanco, de The Beatles, y Between the Buttons (1967) y Beggars Banquet (1968), de The Rolling Stones, abren a la experimentación y la transformación del blues y el rock en un camino que será explorado unos años más tarde por bandas como Jethro Tull, Led Zeppelin, John Mayall y Aynsley Dunbar Retaliation, y que tendrá a las posibilidades del estudio de grabación como un gran protagonista del género.
Cambiasso aborda aquí distintas cuestiones que hacen a la transición del folk al rock progresivo como la influencia de la música norteamericana, especialmente el éxito de Bob Dylan que permite la consolidación de versiones británicas como Donovan o Simon & Garfunkel, o el replanteo de los músicos más exitosos de su relación con el público, que funciona como una dicotomía entre lo comercial y lo auténtico que conduce a la experimentación con el espectáculo circense, el music hall, las baladas de salón y el teatro de variedades, intento de sustitución de las influencias blues afroamericanas por el music hall que genera algo completamente novedoso a mitad de camino entre ambas, una nueva amalgama más cercana a las tradiciones británicas de esparcimiento urbano de la cultura de masas del Siglo XIX que ya a mitad del Siglo XX prácticamente habían desaparecido. Esto sucede al mismo tiempo que irrumpe en escena la psicodelia de San Francisco, que influye en el desarrollo de sus epígonos en Inglaterra, lo que será el prólogo de otro de los caminos del rock progresivo posterior de los setenta, más y mejor analizado en el Tomo 1 del colosal proyecto de Norberto Cambiasso.
Para Cambiasso, fue precisamente la utilización de las posibilidades del estudio como pilar de las nuevas prácticas de composición que el Sgt Pepper Lonely Hearts Club Band y el Piper at the Gates of Dawn (1967), el debut del Punk Floyd capitaneado por Syd Barrett, abrieron, los que iniciaron esta carrera musical progresiva, una búsqueda de arreglos más elaborados y complejos, afirmación que recorre ambos tomos, y que el autor justifica explicitando con gran detalle y un análisis impecable cual fue el efecto de ambos discos en el derrotero del rock progresivo y sinfónico británico.
Otra de las cuestiones más interesantes que retoma Cambiasso es la influencia de la Incredible String Band en el rock progresivo de corte folk, diseccionando sus canciones y su discografía, que combinan sonidos de todo el mundo producto de los viajes de los integrantes del dúo, Mike Heron y Robin Williamson, pioneros de una psicodelia folk rastreable en The Rolling Stones, Led Zeppelin y Steeleye Span a través de la expansión del pop hacia un formato de suite, un cambio tanto a nivel estructural como de instrumentación en la canción que abarca la vocación experimental de disonancias y progresiones de acordes paralelos, pasando por esquemas métricos inusuales de acompañamiento sincopado, armonías modales y hasta la utilización de instrumentos antiguos y su combinación con materiales modernos y exóticos.
Cambiasso describe cómo junto a The Incredible String Band aparecen un sinnúmero de bandas que experimentan con el folk y la psicodelia, como Pentangle, Strangely Strange, Tea & Symphony, Forest, Spirogyra, Comus, Jan Dukes de Grey y Mellow Candle, y solistas como Bill Fay y Simon Finn, que surgen en tanto exponentes de una contracultura en decadencia, músicos conscientes de que los sueños de la sesenta estaban acabados y las nubes de tormenta se avecinaban.
Al igual que en el primer tomo, los últimos capítulos apuntan a un análisis muy completo de la historia y la discografía de las bandas más exitosas del rock progresivo que canalizaron la confluencia del folk con el género en cuestión, en línea con Genesis y Jethro Tull, explorando las letras y la música de gran parte de las canciones de ambas bandas y desplegando anécdotas sobre su formación, que incluyen el conocido alejamiento del primer guitarrista Anthony Phillips y las inversiones y las polémicas y exitosas prácticas de manejo de la banda que hicieron de Ian Anderson, el líder de Jethro Tull, uno de los músicos más ricos de Gran Bretaña.
Más allá de lo anecdótico, el eje por supuesto es lo musical y las historias que Cambiasso compone sobre las bandas refieren a sus derroteros musicales y sus cambios de timón, que en el caso de ambas bandas fueron varios y con resultados dispares. El rock progresivo aparece aquí como la consolidación de una escena contracultural que pugna por expandirse sin renunciar a la experimentación, lo conceptual y la crítica social, con los pies en una vaga nostalgia por una Gran Bretaña utópica y en una creciente sensación de desazón ante la crisis que en los setenta comenzaba a golpear con fuerza.
En el ámbito teórico e historiográfico, Cambiasso retoma las ideas vertidas por el economista canadiense Kenneth Galbraith en La Sociedad de la Opulencia (The Afluent Society, 1958), a la vez que propina varias críticas de las ideas del funcionamiento cultural en el capitalismo avanzado presentadas por los críticos de la Escuela de Frankfurt, y discute con el idealismo de los intelectuales de la Escuela de Birmingham, especialmente con Richard Hoggard, recuperando más las ideas de Edward Thompson.
También hay por supuesto un gran análisis sobre el surgimiento de las categorías de acid folk o folk psicodélico, creadas durante los noventa para recuperar los álbumes de esa época en su etapa de reedición en disco compacto y remasterización digital, por nombrar algunas de las historias que componen un repertorio que incluye las andanzas del cantautor comunista Ewan MacColl y los festivales de una izquierda que creía en la creación de una tradición proletaria.
Refiriéndose a la confrontación entre las creencias paganas y la ortodoxia cristiana en la historia de Gran Bretaña, Cambiasso menciona a The Wicker Man (1973), de Robin Hardy, Witchfinder General (1968), de Michael Reeves, y The Blood on Satan’s Claw (1971), de Piers Haggard, la trinidad impía del horror folk británico y exponentes de un costado siniestro de este folklore que comenzaba a emerger ante la idealización de ese mismo pasado, referentes cinematográficos de una tensión que se reflejaba en la cultura británica de la época, cuestión rastreable en muchas de las canciones del rock progresivo y especialmente en ese folk psicodélico de fines de los setenta que intentando buscar la identidad inglesa condujo a la música hacia un rock progresivo que en realidad no coincidía con estas tradiciones.
Con una prosa cadenciosa Cambiasso demuestra magníficamente aquí cómo es necesario retratar la historia de la música al calor de la historial social en la que esas bandas y solistas desarrollaban sus carreras, en este caso explayándose sobre la influencia de las art schools y todo el aparato de bienestar social en el derrotero del rock progresivo, lo que marca un influjo del contexto en las letras y la música, ya sea en la vocación experimental, la recuperación de una tradición -real o ficticia- o la referencia a un futuro postapocalíptico o neomedieval.
A pesar de que el segundo tomo de la monumental obra de Cambiasso esta inextricablemente ligado al primero, el libro se puede leer sin problemas ni necesidad alguna de haber leído antes el texto que lo precede aunque es recomendable, por supuesto, adentrarse en el primer tomo antes para comprender cómo la psicodelia funcionó como precursora de un rock progresivo que también tuvo en las tradiciones folklóricas británicas otro de sus ejes más importantes.
En el titulo del libro Cambiasso mantiene irónicamente, en consonancia con su prosa mordaz, el nombre del icónico disco de Genesis traducido erróneamente por el sello local que lo editó en Argentina en lugar de Vendiendo Inglaterra por su Peso, que vendría a ser una traducción más acertada del original en conformidad con la idea de la banda británica que tenía a Peter Gabriel como frontman, como una critica a las malas practicas locales de la época de traducir los nombres de los discos, muchas veces, como en este caso, con errores que rayan el absurdo de la incomprensión y la desidia.
Vendiendo Inglaterra por una Libra 2: Una Historia Social del Rock Progresivo Británico- Tomo 2: del Revival al Progressive Folk, de Norberto Cambiasso, fue editado por Gourmet Musical Ediciones con un diseño de tapa de Santi Pozzi, correcciones de José Sainz y revisiones de Diego Lenger. Cambiasso aquí explaya su conocimiento para recuperar bandas y álbumes olvidados que tuvieron una gran influencia en un movimiento musical de bandas disímiles que bebían del jazz, el blues, la psicodelia, el folk y la música clásica y que componían elegías a una Inglaterra inexistente, a la vez que lanzaban invectivas contra la sociedad de consumo recuperando ideas de la contracultura mientras la esperanza de un mundo mejor trastocaba en incertidumbre, cuando no en desilusión y pesadumbre, lo que en el ámbito musical desató la propensión hacia hermosos experimentos radicales.
Vendiendo Inglaterra por una Libra 2: Una Historia Social del Rock Progresivo Británico- Tomo 2: del Revival al Progressive Folk, de Norberto Cambiasso, Gourmet Musical Ediciones, 2022.