Wonka

El chocolate que empalaga

Por Emiliano Fernández

Desde el vamos Wonka (2023), film escrito y dirigido por Paul King que oficia de precuela semi espiritual de Willy Wonka & la Fábrica de Chocolate (Willy Wonka & the Chocolate Factory, 1971), la legendaria propuesta de Mel Stuart, llamaba la atención porque se sabía que el proyecto en cuestión iba a obviar la remake del opus de los años 70 a cargo de Tim Burton, Charlie y la Fábrica de Chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 2005), obra protagonizada por un Johnny Depp que le copiaba los tics más aniñados y tétricos a Michael Jackson y asimismo basada en el libro homónimo de 1964 de Roald Dahl, con el objetivo de fondo de recuperar algo de la fábula entre kitsch y surrealista del trabajo de Stuart, además esta “origin story” cuenta con la presencia del excelente Timothée Chalamet en el papel que fuese de Depp y Gene Wilder, el del chocolatero excéntrico Willy Wonka, hablamos de un actor norteamericano/ francés que está atravesando un período de gloria profesional desde que se hiciese famoso gracias a su intervención en películas variopintas como Interestelar (Interstellar, 2014), de Christopher Nolan, Miss Stevens (2016), de Julia Hart, Llámame por tu Nombre (Call Me by Your Name, 2017), joya de Luca Guadagnino, Noches Calurosas de Verano (Hot Summer Nights, 2017), de Elijah Bynum, esa Lady Bird (2017), de Greta Gerwig, y Hostiles (2017), curioso western crepuscular de Scott Cooper.

 

Lamentablemente Wonka, como tantos otros productos que operan sobre contenidos que los grandes estudios -en este caso Warner Bros. Pictures- consideran una “jugada a seguro” en términos de taquilla por la popularidad y/ o largo recorrido histórico de la saga de turno, no pasa de ser un engendro fallido e intercambiable que hace mal prácticamente todo lo que la cada día más lejana Willy Wonka & la Fábrica de Chocolate hacía bien. El guión de King y su colaborador habitual Simon Farnaby, también un actor, arranca con la llegada de Wonka a una ciudad ignota que se parece mucho a la Londres de mediados del Siglo XX luego de siete años de surcar los mares y atesorar el sueño de abrir una tienda de venta de chocolates en la exclusiva Galería Gourmet, lo que le gana la enemistad declarada de los tres magnates del rubro, Slugworth (Paterson Joseph), Prodnose (Matt Lucas) y Fickelgruber (Mathew Baynton), quienes sobornan al jefe de policía vernáculo (Keegan-Michael Key) para que primero expulse a Willy de la metrópoli y luego lo asesine. Con la ayuda de una huérfana negra llamada Noodle (Calah Lane), a quien conoce en la lavandería/ hotel/ cárcel donde se aloja, propiedad de los lúgubres Scrubbit (Olivia Colman) y Bleacher (Tom Davis), este Wonka analfabeto recorrerá un camino tortuoso hasta alcanzar su sueño cuyo pivote central son los “hoverchocs”, golosina mágica que hace flotar en el aire a todos los que la ingieren.

 

Primero y antes que nada, los 116 minutos de metraje total resultan interminables para una semblanza muy sencilla que retoma el ABC de las sátiras sociales de impronta británica, aquí con los oligarcas del ecosistema chocolatero más despiadado o salvajón atacando al pequeño emprendedor que por supuesto lo único que quiere es convertirse en un oligarca como sus pares aunque con corazón símil “capitalismo con rostro humano” y patrañas así, no obstante el verdadero problema del film no es precisamente su moraleja trasnochada sino la infantilización/ trivialización del costado más tétrico del personaje y del relato que supo idear Dahl y sobre todo Stuart en ocasión de la película de 1971, en este sentido basta con considerar que Wonka combina la parábola dickensiana de siempre con humor pueril elemental y mucha sensiblería hollywoodense que hace completamente inofensivo al otrora peligroso Willy, ahora pasteurizado y muy lejos de aquella acepción de Wilder homologada a un millonario lunático impredecible tendiente a unificar en su persona a la misantropía, la vanguardia capitalista, una especie de acracia y una autoridad moral/ punitiva/ institucional que se cargaba a cuatro mocosos burgueses malcriados, Augustus Gloop (Michael Bollner), Veruca Salt (Julie Dawn Cole), Violet Beauregarde (Denise Nickerson) y ese Mike Teevee (Paris Themmen), dejando fuera a Charlie Bucket (Peter Ostrum) como el ejemplo positivo.

 

Otro problema muy importante está condensado en las canciones nuevas de Neil Hannon de The Divine Comedy, señor de la generación del brit pop especializado en una conjunción de art rock y chamber pop que a priori parecía ideal para esta precuela de CGI semejante a plástico pero las composiciones resultantes caen muy por debajo en términos cualitativos en la inevitable comparación con las obras maestras de antaño de Leslie Bricusse y Anthony Newley bajo la dirección musical de Walter Scharf, un panorama calamitoso que de nuevo nos acerca a los musicales hollywoodenses más cursis modelo Disney y que para colmo incluye sutiles reversiones de un par de clásicos inoxidables, Pure Imagination y Oompa Loompa, que fuerzan sin medias tintas la analogía. El film hace gala de detalles loables como las subtramas de personajes secundarios, el romance grotesco de Scrubbit y Bleacher, la idea de un cártel criminal y ultra empalagoso y la escena concreta del soborno del jefe de policía mediante unos chocolates que son sinónimos de dinero, mercancía y droga adictiva, además del muy bien desempeño de los mencionados Colman, Key, Davis y Joseph más participaciones menores -pero también histriónicas y significativas- de Sally Hawkins como la madre fallecida del protagonista, Rowan Atkinson como un clérigo corrupto al servicio del cártel y Hugh Grant como uno de los pigmeos de la franquicia, Lofty, sin embargo la redundancia del diseño de producción para con todo lo hecho en los 70 y la mediocridad y excesiva duración de la epopeya craneada por King, el responsable de las sobrevaloradas Paddington (2014) y Paddington 2 (2017) y la simpática Bunny y el Toro (Bunny and the Bull, 2009), inspirada en parte en el surrealismo paródico de The Mighty Boosh (2003-2007) y Garth Marenghi’s Darkplace (2004), empantanan incluso el carisma de Chalamet, el cual por cierto compensa con presencia escénica y desparpajo lo que le falta en voz y/ o talento para el canto en general, algo que como decíamos anteriormente se vincula a su estupenda racha reciente compuesta por Siempre Serás mi Hijo (Beautiful Boy, 2018), de Felix van Groeningen, Un Día Lluvioso en Nueva York (A Rainy Day in New York, 2019), de Woody Allen, El Rey (The King, 2019), de David Michôd, Mujercitas (Little Women, 2019), de Gerwig, La Crónica Francesa (The French Dispatch, 2021), de Wes Anderson, Duna (Dune, 2021), de Denis Villeneuve, No Miren Arriba (Don’t Look Up, 2021), de Adam McKay, y Hasta los Huesos (Bones and All, 2022), genial road movie de caníbales de Guadagnino con Taylor Russell, Mark Rylance y un Chalamet que volvía a descollar…

 

Wonka (Estados Unidos/ Reino Unido/ Canadá, 2023)

Dirección: Paul King. Guión: Paul King y Simon Farnaby. Elenco: Timothée Chalamet, Tom Davis, Olivia Colman, Calah Lane, Paterson Joseph, Keegan-Michael Key, Sally Hawkins, Rowan Atkinson, Hugh Grant, Matt Lucas. Producción: Alexandra Derbyshire, David Heyman y Luke Kelly. Duración: 116 minutos.

Puntaje: 3