Informe al Comisario (Report to the Commissioner)

El conocimiento, bien valioso

Por Emiliano Fernández

En Informe al Comisario (Report to the Commissioner, 1975), película de Milton Katselas que rankea en punta como uno de los secretos mejor guardados del cine arisco y visceral de la década del 70, confluyen dos tendencias de aquellos años que tienden a unificarse: en lo que respecta al aparato mainstream en sí, resulta fundamental recordar que el Hollywood Clásico casi nunca salía de los estudios a la hora de rodar y por ello los años 60 fueron un período de transición donde empezó a verse un flamante fetiche para con las locaciones sin que desapareciese del todo el gustito de los 50 hacia atrás para con la vieja tradición de encerrarse en un plató para filmar con los rubros técnicos y posibles elementos discordantes completamente controlados, es por ello que con el colapso de las utopías sesentosas y el surgimiento del nihilismo violento en los 70 todo derivó en una sed callejera irrefrenable que llevaba a directores y guionistas no sólo a adoptar como propio lo que hasta no hacía mucho tiempo había sido negado durante décadas, léase la suciedad metropolitana y un enfoque narrativo más documentalista salvajón que desarme las previsibilidades del estudio hermético, sino también a tratar de capturar en pantalla ese mismo desconcierto social y esa misma frustración setentosa que para colmo incluyó el siguiente factor a tener en cuenta, hablamos de la explosión en lo que al tráfico y el consumo de heroína se refiere, en este sentido Estados Unidos se había transformado en un gigantesco paraíso de importación de la droga porque ésta venía desde Turquía y se solía utilizar como puente primermundista de distribución a Marsella, una ciudad portuaria del sur de Francia, esquema conocido como la “conexión francesa” que fue retratado en realizaciones varias de la época en un rango muy vasto que va desde El Imbécil (Le Corniaud, 1965), la gran comedia de Gérard Oury, pasa por Contacto en Francia (The French Connection, 1971), opus de William Friedkin, y El Padrino (The Godfather, 1972), de Francis Ford Coppola, y llega hasta La Venganza de la Pantera Rosa (Revenge of the Pink Panther, 1978), obra de Blake Edwards, de allí la fuerte presencia a mediados del Siglo XX de este manto más o menos tácito de decadencia moral.

 

Si bien la conexión francesa por aquellos años sería desmantelada a través de sucesivas operaciones en conjunto de los esbirros estatales de Francia y Estados Unidos, todo para ser rápidamente reemplazada por el incluso más infame Cartel de Medellín de Pablo Emilio Escobar Gaviria, una organización consagrada especialmente a la exportación de cocaína desde Colombia, la pandemia de heroína en los países centrales se hizo muy evidente y se unificó con otros problemas de aquella fase histórica como la marginación social galopante, la Crisis del Petróleo de 1973, el recorte en las diversas ayudas paliativas para los sectores pauperizados, la salida del patrón oro en 1971 a instancias de Richard Nixon, la inflación cíclica resultante y desde ya el aumento exponencial de la delincuencia, las pandillas y el terrorismo. Informe al Comisario, también conocida en castellano como Investigación Peligrosa y Quiero la Verdad, está basada en la novela homónima de 1972 de James Mills, escritor ya adaptado a la gran pantalla en ocasión de Pánico en Needle Park (The Panic in Needle Park, 1971), de Jerry Schatzberg, y retrata toda esta convulsión nacional utilizando las mismas herramientas formales de la trilogía de policiales hardcore del productor Philip D’Antoni, nos referimos a la citada Contacto en Francia más Bullitt (1968), de Peter Yates, y El Escuadrón Implacable (The Seven-Ups, 1973), único film como director del propio D’Antoni. La historia comienza con el hallazgo del cadáver de una hermosa oficial de la Policía de Nueva York, Patty Butler (Susan Blakely), que trabajaba encubierta como novia de un narcotraficante negro de nivel medio/ alto, Thomas “Stick” Henderson (Tony King), algo así como un “zar de la heroína” que el departamento pretendía encarcelar desde hacía tiempo. A través de una serie de entrevistas a los distintos involucrados por parte del Capitán Strichter (Edward Grover), quien efectivamente construye ese informe del título para un comisario que demanda saber exactamente qué ocurrió (Stephen Elliott), la trama nos presenta un racconto apuntalado en una sucesión de flashbacks y en una pluralidad de voces en off que relatan los hechos anteriores al misterioso fallecimiento de la muchacha.

 

El guión de Abby Mann, célebre por Juicio en Nuremberg (Judgment at Nuremberg, 1961), de Stanley Kramer, Un Niño Espera (A Child Is Waiting, 1963), de John Cassavetes, La Nave del Mal (Ship of Fools, 1965), también de Kramer, y El Detective (The Detective, 1968), de Gordon Douglas, y Ernest Tidyman, conocido por Shaft (1971) y Shaft Vuelve a Harlem (Shaft’s Big Score!, 1972), ambas de Gordon Parks, La Venganza del Muerto (High Plains Drifter, 1973), de Clint Eastwood, Fuerza de Uno (A Force of One, 1979), de Paul Aaron, y la mentada Contacto en Francia, explora un latiguillo infaltable del cine de espionaje y estos policiales de agentes secretos, nada menos que el conocimiento como un bien valioso que puede llevar a la catástrofe, y está consagrado al desarrollo de personajes porque todo el tiempo contrapone el carácter de los dos adalides blancos de trasfondo burgués tranquilo o alejado de la marginalidad citadina previa a la gentrificación de los años 80, 90 y el nuevo milenio, por un lado una Butler que se desempeña como infiltrada en los círculos de adictos y prostitutas para identificar y arrestar a proxenetas, dealers y ladrones del montón, en esencia una muchacha que quiebra dos claros tabúes del momento, primero su condición de mujer detective caucásica y segundo eso de mantener un romance con un hombre de color para conocer su itinerario y conexiones, y por el otro lado ese tal Beauregard “Bo” Lockley (Michael Moriarty), un joven de idiosincrasia hippona y look a tono -tolerancia ante todo y mucho pelo largo- que se unió a la fuerza policial porque su padre fue parte de ella y su hermano, que estaba destinado a seguir los pasos del progenitor, falleció en la Guerra de Vietnam, así termina asignado a un compañero veterano y negro, Richard “Crunch” Blackstone (Yaphet Kotto), que deduce que Lockley no tiene la “pasta” necesaria para el departamento por su exceso de escrúpulos, inocencia y sustrato mojigato al momento de la violencia. A un ignorante de todo Lockley se le ordena encontrar a Patty, renombrada Chiklet, para reforzar su historia falsa ante el narco como fugitiva de un hogar acomodado, sin embargo ocurre un imprevisto y Bo la mata accidentalmente en un tiroteo.

 

Lejos del trasfondo derechoso de otros clásicos del neo film noir de la época, como Harry, el Sucio (Dirty Harry, 1971), de Don Siegel, y El Vengador Anónimo (Death Wish, 1974), de Michael Winner, y cerca de la claustrofobia y/ o tensión in crescendo de La Captura del Pelham 1-2-3 (The Taking of Pelham One Two Three, 1974), opus de Joseph Sargent, y El Hombre en el Tejado (Mannen på Taket, 1976), de Bo Widerberg, Informe al Comisario, precisamente, va construyendo la personalidad de cada criatura para que todo explote en la segunda mitad del metraje, cuando luego de una persecución por las arterias de Nueva York nuestros Henderson y Lockley, cada uno con un arma apuntando al otro, quedan atrapados en un ascensor de una tienda polirubro de la Quinta Avenida, esquema que termina de explicitar el marco político del film porque subraya la complicidad de los dos responsables de aceptar la “bomba en potencia” que fue la misión encubierta propuesta por la mismísima Butler, hablamos del moderado Teniente Hanson (Michael McGuire) y del ya fascistoide Capitán D’Angelo (Héctor Elizondo), este último preocupado por tapar su rastro ante el superior de ambos, el Jefe Perna (Dana Elcar), y por inventar un triángulo romántico entre la finada, el negro y Lockley para transformar al joven oficial de policía, muy propenso a los ataques de nervios, en el chivo expiatorio del desastre, que incluye la eventual ejecución a mansalva del narco. El film de Katselas, un profesor de actuación y chiflado fanático de la cientología que dirigió otras dos faenas atendibles, Las Mariposas son Libres (Butterflies Are Free, 1972) y La Venganza de Red Ryder (When You Comin’ Back, Red Ryder?, 1979), trabaja muy bien la angustia del período, cuenta con un excelente soundtrack funkeado de Elmer Bernstein, incluye dos persecuciones sublimes -la que conduce a la Quinta Avenida y esa nocturna del tullido Joey Egan (Bob Balaban) detrás de la parejita interracial- y por sobre todas las cosas ofrece un desempeño estupendo de unos jóvenes Moriarty, Elizondo, Kotto, Balaban e incluso William Devane y Richard Gere, el primero como asistente del fiscal y el segundo en su rol debut como aquel alcahuete que revela el paradero de Patty…

 

Informe al Comisario (Report to the Commissioner, Estados Unidos, 1975)

Dirección: Milton Katselas. Guión: Abby Mann y Ernest Tidyman. Elenco: Michael Moriarty, Yaphet Kotto, Susan Blakely, Héctor Elizondo, Tony King, William Devane, Edward Grover, Dana Elcar, Bob Balaban, Richard Gere. Producción: M.J. Frankovich. Duración: 113 minutos.

Puntaje: 9