Ir y venir de lo particular a lo general constituye toda una marca de autoría para Néstor Frenkel. El polifacético documentalista argentino, por cierto realizador y productor de sus propias obras desde hace más de dos décadas, cuenta con una gran trayectoria que incluye títulos como Buscando a Reynols (2004), Construcción de una Ciudad (2007), la muy reconocida Amateur (2011), El Gran Simulador (2013), El Mercado (2014), Todo el Año es Navidad (2018) y Los Visionadores (2021), entre otras tantas que le han valido el reconocimiento institucional con el Premio Konex en 2021 y el apoyo del INCAA. En su último trabajo, Después de Un Buen Día (2024), Frenkel recupera varios puntos altos de obras previas, en especial la profundidad de las entrevistas realizadas en Todo el Año es Navidad. Aquí nuevamente indaga con esmero en las historias mínimas de los personajes para entender el fenómeno de turno y a posteriori intentar profundizar en cómo éste impacta tanto en sus vidas como en la propia comunidad.
Después de Un Buen Día analiza, precisamente, la película Un Buen Día (2010), pieza cinematográfica de potencia indefinible producida por el clan Del Boca. Nos referimos al director Nicolás, padre de Andrea del Boca, el guionista y productor Enrique Torres, cuñado de ésta, la asimismo productora Anabella, su hermana, y la propia Andrea, quien tiene una pequeña participación como actriz. El film, protagonizado por Aníbal Silveyra (intérprete que tuvo su pico profesional durante los años 80 y 90) y Lucila Solá (debut y “gancho comercial” por ser por entonces la novia de Al Pacino), nos presenta a dos emigrantes argentinos que se conocen en Long Beach, California, y entre diálogos y paseos por distintas locaciones experimentan una especie de jornada de amor emulando al neoclásico Antes del Amanecer (Before Sunrise, 1995), de Richard Linklater. La película ofrece diálogos, actuaciones y escenas estridentes y también distintos problemas técnicos, como dificultades en la iluminación, la fotografía e incluso el sonido. Por citar un ejemplo, se decidió doblar la voz de Solá con la de una locutora infantil sin una sincronización precisa ni mucho menos. Vale decir, también exagera con temporalidades y giros narrativos de corte fantástico que la vuelven efectivamente inclasificable.
La recepción de la película en 2010 fue prácticamente nula, de hecho fue sacada de cartel casi de inmediato luego del estreno logrando recaudar aproximadamente 20.000 dólares. Sin embargo, años después, tras ser subida a YouTube y empezar a ser difundida en el boca a boca, la propuesta de a poco se convirtió en una obra de culto por ser considerada “la peor película argentina de la historia” o sencillamente una “joya incomprendida”. En definitiva comenzó a tener una recepción propia, erigiendo una comunidad que se inició en la red social Facebook y se autodenominó Grupo de Apreciación de Un Buen Día. A partir de ese momento sus integrantes empezaron a reunirse de manera regular para debatir sobre el film, reinterpretarlo, intervenirlo, invitar a sus protagonistas, realizar fiestas, eventos, foros, etc.
Frenkel inicia su travesía sobre este particular universo con la figura de Solá, quien no participa en el documental, para luego entrevistar a los realizadores, descubriendo el inconmensurable carisma de Enrique Torres, un verdadero trotamundos de múltiples vidas: ex jugador de fútbol, actor de teatro, editor de revistas del “destape” español, periodista amarillista y guionista exitoso de telenovelas de los 80 y 90 (Cebollitas y Muñeca Brava, entre ellas). Seguirá con las angustias y porvenires de Silveyra, actor que en una primera instancia fue golpeado por la recepción negativa del film, y continuará con testimonios intimistas de la familia Del Boca, incluida Anabella, socia y esposa de Torres. Las entrevistas se desarrollan en parte en Buenos Aires y en parte en Estados Unidos, retratando las vidas y los escenarios actuales de los protagonistas, haciéndolos desfilar también por las locaciones de la película en un ejercicio de recuperación y memoria.
Al margen de los valiosos testimonios de Torres y Silveyra, el plato fuerte, por supuesto, es la comunidad que se construye en torno a este fenómeno. La narración se mueve en dicho terreno con soltura presentando las distintas recepciones que tuvo y tiene la obra pero también los vínculos que se tejen entre los integrantes, exhibiendo sus amistades, disputas y creaciones culturales propias. La comunidad incluye relaciones afectivas, matrimonios e hijos que se dan en el propio marco del espacio que se construyó alrededor del fenómeno que disparó el film. Una película que, insistimos, deja de ser lo que es para producir un metalenguaje, una comunidad provista de sus propios sentidos. Un colectivo que, como el propio cine, exige compartir y demanda lo común, la presencia grupal. Lo reclama aún para la sola escucha, la carcajada y la lágrima en el brazo del otro.
Después de Un Buen Día quiebra en gran parte la tradición del cine ficcional modelo Ed Wood (1994), obra de Tim Burton sobre Plan 9 del Espacio Sideral (Plan 9 from Outer Space, 1957), de Edward D. Wood Jr., y El Artista del Desastre (The Disaster Artist, 2017), de James Franco acerca de La Habitación (The Room, 2003), de Tommy Wiseau, y abraza en cambio la pata documental también especializada en films con muy mala fama entre la crítica y el público del ámbito mainstream, pensemos por ejemplo en La Mejor Peor Película (Best Worst Movie, 2009), opus similar de Michael Stephenson sobre Troll 2 (1990), de Claudio Fragasso. Frenkel, despojado de los análisis y las categorías académicas que plantean las nuevas sensibilidades posmodernas, esas que hablan de distancias a objetos que necesitan ridiculizar para disfrutarlos mientras subrayan su propio (y autopercibido) capital cultural, resumirá el planteo sencillamente con la frase “el consumo irónico no existe”.
En este caso puntual sí existe la comunidad. Y bien desarrollada está.
Después de Un Buen Día (Argentina, 2024)
Dirección y Guión: Néstor Frenkel. Elenco: Enrique Torres, Nicolás del Boca, Aníbal Silveyra, Anabella del Boca, Lucila Solá, Andrea del Boca. Producción: Sofía Mora. Duración: 84 minutos.