The xx, banda inglesa surgida en Londres en el año 2005, es uno de los colectivos más curiosos del Siglo XXI porque lograron alcanzar una enorme popularidad en todo el planeta no gracias a novedades artísticas o un sonido excesivamente comercial sino debido a su porte elegante, una arquitectura musical cerebral y esa capacidad a la hora de amalgamar a la perfección el sentir de los públicos rockero independiente y electrónico masivo de las últimas décadas. El diminuto grupo, integrado por Romy Madley Croft en guitarra y voz, Oliver Sim en bajo y voz y James Thomas Smith alias Jamie xx en producción y beats en general, amén de la hoy olvidada tecladista y segunda guitarrista Baria Qureshi, quien fuera expulsada en 2009 después de una fuerte discusión con Sim en torno a las regalías del caso, lleva editados apenas tres álbumes a la fecha, xx (2009), oda entre misteriosa, glacial y apesadumbrada a un indie minimalista con pinceladas de dream pop, rock alternativo, ambient, lo-fi, bedroom pop, techno, post punk, sophisti-pop y sobre todo un trip hop/ chillout/ downtempo/ lounge que domina espiritualmente la placa y extrae belleza tanto del silencio como de la mixtura hipnótica e impasible entre música y canto, muchas cuasi baladas de por medio, Coexist (2012), suerte de secuela nada disimulada del anterior que se esfuerza por escapar de la monotonía -no siempre lográndolo- mediante una producción más afilada y el arte de combinar por un lado soul y rhythm and blues y por el otro post-dubstep, electropop y future garage, todo por supuesto sin renunciar a un corazoncito indie triphopero que en esta oportunidad comienza a desgastarse a raíz de demasiadas composiciones intercambiables, y quizás el mejor opus del lote, I See You (2017), salto definitivo al mainstream de la mano de un sonido mucho más dance tradicional y masivo tendiente a un dream pop amigable que se unifica con ese rock gótico, esa dark wave y ese synth-pop ochentoso de gente que estuvo en el horizonte creativo de la banda desde el inicio aunque no tan en primer plano, hablamos por supuesto de Siouxsie and the Banshees, Depeche Mode, The Cure, Cocteau Twins, Eurythmics, Suicide, Bauhaus, Yazoo, The Sisters of Mercy, New Order y Dead Can Dance, entre muchos otros.
Ahora bien, Jamie xx sin duda constituye el arquitecto fundamental de los británicos, más teniendo en cuenta la relativa pobreza y redundancias de las letras de los dos vocalistas, y la prueba irrefutable de ello pasa por sus dos primeros discos solistas, We’re New Here (2011), simpático remix álbum de I’m New Here (2010), de Gil Scott-Heron, uno de los precursores del rap y poetas/ recitadores de cadencia musical más famosos de Estados Unidos dentro del rubro de la palabra hablada o “spoken word”, que saca al afroamericano de su nicho estándar, léase el jazz, el blues, el funk y el soul, y lo lleva al terreno del hip hop, el drum and bass, el house, el big beat y aquel post-dubstep que en gran medida el productor patentó a través de su trabajo con The xx y sus remixes para Radiohead, Adele y Florence and the Machine, por cierto sin jamás llegar al nivel de calidad de clásicos como No Protection (1995), de Mad Professor y Massive Attack, o Brothers Gonna Work It Out (1998), de The Chemical Brothers, e In Colour (2015), literalmente un regreso al manantial ecléctico de We’re New Here aunque ahora encarado desde la filosofía sonora de The xx, lo que nos deja con una placa tan correcta como conservadora que acumula capas y capas de dream pop, future garage y krautrock muy concienzudo mientras se entretiene disparando beats heterogéneos de relleno que complementan oportunamente cada clima buscado, desde el cuelgue etéreo ambient, pasando por el mantra lúdico del dancehall y las melodías pop a lo new wave, hasta llegar a la efervescencia de unas pistas bailables homologadas a aquel trance noventoso. Tampoco podemos olvidarnos del hecho de que el músico londinense asimismo se encargó en mayor o menor medida de la producción de los debuts en solitario de sus compañeros de The xx, aquellos Hideous Bastard (2022), trabajo ameno aunque olvidable de Sim que combina el indie, el art pop y la electrónica chillout preciosista de antaño con cierta impronta de rock industrial algo mucho inofensiva, y Mid Air (2023), vuelco hacia el dance, el eurodisco y el house a toda pompa por parte de una Madley Croft que imita a Tracey Thorn, de Everything but the Girl, e incesantemente pretende reconciliar a los clubs de reviente nocturno con la sensibilidad pop meditabunda del proyecto principal con Sim y Jamie xx, a veces consiguiéndolo con naturalidad y en otras ocasiones forzando demasiado el asunto y derrapando hacia el kitsch o lo repetitivo baladí.
In Waves (2024), tercera aventura del aquí también productor Jamie xx, funciona como una propuesta sinceramente fascinante en la que el susodicho se siente más cómodo que nunca mudándose a las pistas de la década del 90, gran horizonte conceptual de la mayoría de los tracks, y en la que se metamorfosea con la vertiente más psicodélica del big beat de The Chemical Brothers circa Surrender (1999) y Come with Us (2002), desencadenando no sólo el mejor álbum solista del señor sino una muy buena amalgama de house, trance, synth-pop, música disco, hip hop, electro, dub, 2-step garage, jungle y la neo psicodelia anteriormente señalada, hoy más que nunca tracción a diversos samples que vampirizan el trabajo de artistas como Tina Moore, norteamericana especializada en rhythm and blues contemporáneo, Astrud Gilberto, la gran cantante brasileña de bossa nova, jazz y samba, The Moody Blues, verdaderos pioneros del rock progresivo, y Double 99, una ignota dupla de UK garage conformada por Omar Adimora y Timothy Andrew Liken alias Tim Deluxe. Luego de Wanna, un bello instrumental minimalista basado en el diálogo entre el piano afligido de Never Gonna Let You Go (1995), de Moore, y un eco lejano sampleado de RipGroove (1997), single de Double 99, el álbum propiamente dicho comienza con Treat Each Other Right, una canción genial coproducida por Rodaidh McDonald, socio histórico de The xx y también colaborador de Beck, Vampire Weekend, Damon Albarn, FKA Twigs, Kanye West, Hot Chip, David Byrne, Tom Krell aka How to Dress Well y los mencionados Adele y Scott-Heron, que repite incansablemente eso de que “debemos tratarnos bien los unos a los otros” sobre una base efervescente que combina el trance y el 2-step garage con un marco de música disco esquizofrénica símil una hipotética cruza entre Giorgio Moroder, Fatboy Slim y Daft Punk. En Waited All Night, con voces de nada menos que sus compañeros en The xx, Madley Croft y Sim, el artista unifica el jungle, el electro y el house para en esencia recuperar el espíritu bailable de Mid Air de la cantante invitada, todo en función de esas clásicas letras de conexión entre extraños en los clubs de trasnoche -o quizás en una habitación, justo antes del sexo- que tanto les gustan a los miembros del trío inglés. Baddy on the Floor, ahora sumando la colaboración de Honey Redmond aka Honey Dijon, un DJ negro, travesti y estadounidense, es una clara reinterpretación del big beat modelo The Chemical Brothers y The Crystal Method en su faceta neo psicodélica y bastante lúdica, lo que pone de manifiesto las intenciones siempre respetuosas del meticuloso aunque nada vanguardista Jamie xx, quien de todos modos se abre camino como un artesano cumplidor del beat posmoderno de reciclaje.
Dafodil, excusa para una nueva coproducción junto a McDonald y para además trabajar con Kelsey Lu, John Glacier y Panda Bear de los célebres Animal Collective, incluye una constante interpolación de Touchin’ You (1972), cover a cargo de Astrud Gilberto de la canción original de Debbie Taylor correspondiente a su único LP, Comin’ Down on You (1972), y una intro y una coda tomadas de las palabras del rapero A$AP Rocky para Buen Viaje: Aventuras Psicodélicas (Have a Good Trip: Adventures in Psychedelics, 2020), documental de Donick Cary para Netflix sobre las drogas alucinógenas, aquí jugando con el synth-pop y el hip hop funkeado/ sexualizado a lo Prince que edifica sinonimia entre el cortejo romántico, la narcotización, los veranos londinenses y por supuesto esa danza cercana a las raves noventosas. Mientras que Still Summer es un instrumental con un sample sutil de Nights in White Satin (1967), excelente tema de The Moody Blues, que sigue al pie de la letra el andamiaje del trance y el acid house, Life cuenta con la participación en voces de la sueca Robin Miriam Carlsson alias simplemente Robyn, cantante que le agrega una pátina de sensualidad neosoulera robotizada a otro asalto de cadencia eurodisco que parece retratar el primer beso de una adolescente en una pista de baile, señorita que anhela que la felicidad no sea efímera, y el hecho de sentirse revitalizada por la agitación de turno cortesía de las luces, la música, la atracción erótica, el alcohol y la nocturnidad. La estupenda The Feeling I Get from You toma la forma de una mini odisea psicodélica creada a partir de los mismos ingredientes de Wanna aunque ahora ampliados/ engordados, nos referimos a un piano melancólico y una base rítmica paradigmática de UK garage que deja paso a un collage de vocalizaciones hiper ochentosas deudoras del dance más pop y sus cavilaciones acerca de la naturaleza hedonista del amor.
Breather, el mejor y más enigmático instrumental de In Waves, sube y baja su intensidad coqueteando en secuencia con el 2-step garage, el ambient y el house con el objetivo de fondo de seguir explorando el latiguillo del presente eterno y de la triple necesidad de olvidar momentáneamente los problemas, consagrarse a la libertad corporal del baile y disfrutar de una alegría que por artificial y fugaz por cierto no resulta menos placentera, ampulosa o adictiva. All You Children, basada en la colaboración en producción con The Avalanches, famoso dúo australiano de sampledelia y plunderphonics a cargo de Robbie Chater y Tony Di Blasi, incorpora unos pasajes vocales de la poetisa afroamericana Nikki Giovanni y un sample ignoto y muy gracioso que repite incesantemente en castellano “qué lindo, qué lindo, feliz navidad” vía voces infantiles filtradas con vocoder, trasfondo para otra apología de una música que combate las lágrimas y de esas pistas de clubs que ya no existen más en nuestro aburrido Siglo XXI, por lo menos en la acepción desprejuiciada y anárquica de otros tiempos. Después de Every Single Weekend (Interlude), suerte de secuela bizarra del track anterior de poco más de un minuto de duración que respeta el motivo de la niñez frenética/ dance/ existencialista, Falling Together, con la cantante irlandesa Oona Doherty, cierra el disco echando mano de una estupenda letra inspirada en dos de las obras más conocidas del astrónomo estadounidense Carl Sagan, Cosmos: Un Viaje Personal (Cosmos: A Personal Voyage, 1980-1981), recordada serie documental para TV, y el libro homónimo de 1980 en tanto corolario del proyecto previo, también un repaso por la historia de la astronomía y un análisis del lugar del ser humano dentro del universo conocido, perfecta coyuntura para una epopeya de future garage con chispazos de dream pop y dub que subraya la insignificancia de la Tierra en el universo y de la humanidad dentro del mismo planeta, por ello aparece la necesidad de primero dejar de lado viejas peleas porque no hay Dios ni salvador externo, de hecho denunciando el narcisismo, la negación, el ego fetichizado y el privilegio capitalista parasitario de unos pocos sobre las mayorías populares, y segundo recuperar la empatía, un tesoro que en los versos de Doherty se homologa tanto a la amabilidad recíproca como a la obligación de cuidarnos los unos a los otros y al “pálido punto azul” que flota/ baila en el cosmos negruzco y lucha por autoasignarse un significado, en síntesis nuestro hogar.
Si bien In Waves, como decíamos con anterioridad, no le va a cambiar la vida a nadie porque la falta de originalidad u ortodoxia musical de Jamie xx no tiene mucho que ver ni con el pastiche mimético de Daft Punk ni con la radicalidad indie errática de MGMT ni con aquella efervescencia breakbeat y realmente pirotécnica de The Chemical Brothers de los revolucionarios Exit Planet Dust (1995) y Dig Your Own Hole (1997), la maestría del productor, DJ y músico británico no se puede negar y en términos generales se agradece mucho la decisión de volcarse a la estabilidad pistera/ psicodélica del dúo de Ed Simons y Tom Rowlands, un claro indicio de madurez ya que el costado más monocorde y tristón de The xx definitivamente quedó en el pasado -en este sentido, además de las dos placas solistas previas, basta con recordar los discos de Sim y Madley Croft- y lo que hoy por hoy domina la producción artística del señor es un conservadurismo anómalo que no bebe del pasado de manera tan literal sino que se preocupa por recrearlo desde las herramientas, posibilidades e intereses concretos del presente, planteo que en parte nos sumerge en una nostalgia algo mucho innecesaria pero asimismo nos saca del costado más nefasto de ella, precisamente esa destemporalización mediocre y prefabricada omnipresente en el mainstream del nuevo milenio. Jamie xx construye un álbum muy entretenido que sabe releer o recuperar géneros que ya tienen lustros o décadas de recorrido aunque sin engolosinarse con los floreos retros burdos y los mashups repugnantes de tantos colegas de hoy en día, quienes que en su doctrina cultural fundamentalista caen en productos zombies y poco y nada saben de la energía vitalizante y siempre honesta del inglés, un experto en encontrarle la vuelta al dance de vieja cepa para que no suene vetusto y al mismo tiempo no resulte intercambiable dentro del vendaval de productos similares del Siglo XXI.
In Waves, de Jamie xx (2024)
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