Respect

El dolor viene del alma

Por Emiliano Fernández

A diferencia del gremio musical masculino, el cual ha sido objeto de un interés más que importante por parte de Hollywood y el mainstream internacional en general en el campo de las biopics centradas tanto en solistas como en grupos, las cantantes femeninas, en cambio, no han recibido el mismo tratamiento y sólo de vez en cuando han protagonizado de manera directa o indirecta epopeyas biográficas que casi siempre tienden a consagrarse a determinados aspectos de su derrotero privado y/ o profesional. Quizás los exponentes más representativos y heterogéneos del formato, en lo referido a las mujeres vocalistas, sean El Ocaso de una Estrella (Lady Sings the Blues, 1972), opus de Sidney J. Furie sobre Billie Holiday (Diana Ross), La Rosa (The Rose, 1979), de Mark Rydell, inspirada en la vida de una Janis Joplin que en pantalla se llamaba Mary Rose Foster (Bette Midler), La Hija del Minero (Coal Miner’s Daughter, 1980), de Michael Apted, acerca de Loretta Lynn (Sissy Spacek), La Historia de Josephine Baker (The Josephine Baker Story, 1991), de Brian Gibson, sobre la señorita del título en la piel de Lynn Whitfield, Tina (What’s Love Got to Do with It, 1993), también de Gibson, centrada en Tina Turner (Angela Bassett), Selena (1997), de Gregory Nava, ahora girando alrededor de Selena Quintanilla (Jennifer López), La Vie en Rose (La Môme, 2007), de Olivier Dahan, sobre Edith Piaf (Marion Cotillard), Bessie (2015), de Dee Rees, acerca de Bessie Smith (Queen Latifah), Florence Foster Jenkins (2016), de Stephen Frears, retrato de la bizarra soprano del título en la anatomía de Meryl Streep, Nina (2016), de Cynthia Mort, alrededor de Nina Simone (Zoe Saldana), y la asimismo reciente Judy (2019), de Rupert Goold, sobre la actriz y cantante Judy Garland (Renée Zellweger), un muestrario de lo más colorido que enfatiza el hecho de que el campo musical femenino no ha generado verdaderas obras maestras del formato biográfico porque lo que predomina es una chatura con algunos mínimos picos esporádicos de creatividad.

 

Ahora bien, Respect (2021), dirigida por la debutante Liesl Tommy y escrita por Tracey Scott Wilson, conocida sobre todo por su participación en dos famosas series televisivas de FX, Los Americanos (The Americans, 2013-2018), sobre dos agentes rusos que se infiltran en yanquilandia durante la Guerra Fría, y Fosse/ Verdon (2019), inspirada en la relación entre el enorme Bob Fosse (Sam Rockwell) y su compañera romántica/ profesional Gwen Verdon (Michelle Williams), analiza la carrera de una Aretha Franklin en la piel de Skye Dakota Turner, para las escenas pueriles, y Jennifer Hudson, para la pubertad en adelante, y viene a sumarse al grupillo de trabajos correctos -aunque no mucho más- centrados en la dura infancia, adolescencia y hasta adultez de otras intérpretes negras legendarias como la Holiday de El Ocaso de una Estrella y la querida Turner de Tina, dos películas de las que evidentemente se sirve el dúo de Tommy y Wilson en materia del escuadre en general de la vida y carrera de la protagonista y sus traumas de larga data, dupla que a su vez trabaja a partir de una historia original concebida por la segunda en sociedad con Callie Khouri, ésta célebre por haber escrito el guión de Thelma & Louise (1991), de Ridley Scott, y por dirigir Divinos Secretos (Divine Secrets of the Ya-Ya Sisterhood, 2002) y Patsy & Loretta (2019), otra biopic de cantantes aunque en esta ocasión centrada en la amistad entre Patsy Cline (Megan Hilty) y Loretta Lynn (Jessie Mueller). Considerando el inesperado y relativamente reciente fallecimiento de Franklin, en 2018 a los 76 años de cáncer de páncreas, y el hecho de que estuvo involucrada en el extenso desarrollo del film antes de que siquiera ingresase en la etapa de producción, era más que esperable la presencia de un enfoque dramático muy respetuoso y medido ya que la retratada incluso bendijo la elección de casting de Hudson, una mujer que se hizo famosa por su recordada intervención en la tercera temporada de American Idol, esa del 2004 que vio coronarse a Fantasia Barrino como la gran ganadora.

 

El encanto de la película, precisamente, está condensado en la esplendorosa actuación de la actriz principal, como toda vocalista del soul y del rhythm and blues ferviente admiradora de una Franklin que no sólo construyó en sí la faceta moderna de ambos géneros sino que asimismo revolucionó y/ o difundió como ninguna otra cantante el góspel, música por antonomasia de las iglesias bautistas anglosajonas que saltó del ámbito sacro al secular en general gracias al decisivo aporte de los afroamericanos y sus congregaciones específicas. Como toda biopic musical ambiciosa, la estructura retórica es episódica en base a viñetas interconectadas y responde a tres actos principales, el primero correspondiente a la niñez, con ella viviendo en Detroit con su padre ricachón, el pastor bautista C.L. Franklin (Forest Whitaker), y sus hermanas Erma (Saycon Sengbloh) y Carolyn (Hailey Kilgore), luego de la separación del hombre de su esposa (Kimberly Scott), una pianista y cantante con la que tuvo una relación tormentosa, lo que no saboteó el cariño y la admiración que la chiquilla sentía hacia la mujer y por ello su muerte de un ataque cardíaco la marca para siempre. La segunda parte del relato abarca una adolescencia ya con dos hijos, el primero producto en apariencia de una violación cuando niña, y firmando un contrato con Columbia Records al amparo del ejecutivo y productor John Hammond (Tate Donovan), no obstante la chica continúa dominada primero por su progenitor y luego por su esposo golpeador, el también productor Ted White (Marlon Wayans), con quien tiene otro vástago. El tramo final ve a la mezzosoprano pasar del jazz primerizo al éxito del soul de la mano de Jerry Wexler (Marc Maron), de Atlantic Records, a lo que se suma el quiebre de la relación con White y el amor con su manager de gira Ken Cunningham (Albert Jones), padre del cuarto hijo de la mujer y él mismo blanco de abuso doméstico por una Aretha que pronto cae en el alcoholismo, en un comportamiento bastante errático y en una agenda cargada de compromisos opuestos.

 

De las dos opciones de siempre en estos casos, eso de contratar a un actor y sincronizarlo con la voz del vocalista en cuestión o elegir a un cantante con pedigrí y con el peligro de que no sea del todo convincente en las secuencias dramáticas que requieren experiencia escénica en serio como actor, Respect opta por la segunda opción pero apuntalándolo todo en una Hudson que como muchas figuras populares de la actualidad se salteó el recorrido tradicional de antaño ya que en esencia debutó como actriz en Soñadoras (Dreamgirls, 2006), obra de Bill Condon, incluso antes de grabar su primer disco profesional, Jennifer Hudson (2008), seguido después por los también dignos I Remember Me (2011) y JHUD (2014), nada del otro mundo pero potables para el anodino nivel cualitativo del rhythm and blues contemporáneo. El opus de Tommy por suerte no se basa tanto en el mimetismo estándar del género sino en la doble capacidad interpretativa de Jennifer, tanto en materia de su prodigioso despliegue vocal como en lo referido a lograr acoplarse a las distintas dimensiones y períodos del devenir de una Franklin que pasó de un sustrato naif inicial y de dejarse mandonear por los machos a su alrededor a tomar las riendas de su vida y carrera y transformarse, paradoja de por medio, ella misma en una tirana tácita para con su familia, su círculo de colaboradores y hasta su pareja, ese Cunningham ultra tranquilo que viene a reemplazar en el último segmento del relato a las figuras prepotentes del padre y el esposo aunque sin poder contener el clásico paradigma de la estrella que no consigue -o no sabe- manejar la fama y termina cerca de la autodestrucción a conciencia, esquema típico de las odiseas de superación personal que en esta oportunidad se vincula con lo religioso bautista redentor y la grabación en vivo con James Cleveland (Tituss Burgess) del genial Amazing Grace (1972), el álbum más vendido de Aretha y sin duda el disco de góspel más influyente de la historia. Otro factor fundamental, que compensa la entonación narrativa algo anodina y demasiado pulcra y la recurrencia de clichés de las biopics recientes, pasa por el popurrí de temas elegidos a lo selección de “grandes éxitos” que ilustran los diversos cambios de fondo, por ello no puede más que agradecerse la utilización de joyas inmortales como la canción del título, Ain’t No Way, I Never Loved a Man (The Way I Love You), Think, (You Make Me Feel Like) A Natural Woman, Spanish Harlem, Chain of Fools, I Say a Little Prayer, Do Right Woman, Do Right Man, (Sweet Sweet Baby) Since You’ve Been Gone, Precious Memories y Dr. Feelgood (Love Is a Serious Business), entre otras. También es de destacar el buen desempeño de Whitaker, Wayans y Jones, en lo que atañe a las efigies masculinas, y de Donovan y Maron, ya en el terreno de los productores, a lo que se agrega la majestuosa presencia de Mary J. Blige como Dinah Washington, una cantante de jazz y blues del período y amiga de la familia Franklin, y la breve participación de Gilbert Glenn Brown en el rol de nada menos que Martin Luther King, otro asiduo de aquel Detroit y del ambiente piadoso institucional de C.L., dos personajes en esencia utilizados para subrayar primero el trasfondo caníbal de la profesión artística/ musical y segundo la pata militante de Aretha dentro del movimiento por los derechos civiles de la década del 60, llegando a pedir en los 70 por la liberación de Angela Davis, una mítica activista estadounidense marxista, antirracista, feminista y abolicionista del sistema carcelario perseguida por su militancia política por los fascistas del Estado. Sin ser una maravilla del cine actual ni ofrecer nada nuevo, Respect por lo menos no cae en el atolladero de obras fallidas como Nina y Judy y consigue retratar las dificultades para encontrar una voz propia, alcanzar un éxito comercial autosustentable y finalmente convivir con uno mismo porque el dolor nace del alma y en última instancia sólo nosotros podemos mitigarlo cuando el contexto más traumático quedó en el pasado, ya con la adultez permitiendo una libertad mucho mayor de movimientos…

 

Respect (Estados Unidos/ Canadá, 2021)

Dirección: Liesl Tommy. Guión: Tracey Scott Wilson. Elenco: Jennifer Hudson, Forest Whitaker, Marlon Wayans, Marc Maron, Tituss Burgess, Kimberly Scott, Albert Jones, Tate Donovan, Skye Dakota Turner, Mary J. Blige. Producción: Scott Bernstein, Jonathan Glickman, Stacey Sher y Harvey Mason Jr. Duración: 145 minutos.