El Duro (Road House)

El encanto trash ha desaparecido

Por Emiliano Fernández

El Duro (Road House, 1989), única propuesta memorable del director estadounidense Rowdy Herrington, fue una de esas trasheadas ridículas ochentosas que rankean en punta como ejemplo paradigmático de “película tan mala que termina siendo buena o por lo menos entretenida/ coherente en sus locuras”, una categoría sin duda muy popular en esos años en los que dominaban la testosterona y los anabólicos, el karate, los romances algo improbables, el latiguillo de la venganza/ justicia a toda pompa, la pose elegante kitsch, el gore, los héroes y villanos caricaturescos, las escenas infladas de acción y la reglamentaria colección de tetas y culos, precisamente todos ingredientes del film y de aquella historia elemental sobre un encargado de seguridad, James Dalton (Patrick Swayze), que se mudaba desde Nueva York a Jasper, una pequeña metrópoli del Estado de Missouri, para hacerse cargo del ruinoso bar de Frank Tilghman (Kevin Tighe), el Double Deuce, panorama que eventualmente derivaba en una guerra con el jefe criminal local, el temible Brad Wesley (Ben Gazzara), una vez que comenzaba una relación con el otrora interés romántico del mafioso, la Doctora Elizabeth Clay (Kelly Lynch), y para colmo echaba a su sobrino, Pat McGurn (John Doe), el barman del lugar, por robar dinero de la caja registradora, en sí una justificación para una catarata de peleas de bar, toda una institución en el mundo anglosajón hiper alcohólico, y de explosiones hilarantes que además incluían la presencia de un mentor para el protagonista, el amigo y ocasional víctima de asesinato Wade Garrett (Sam Elliott).

 

Gran parte del “encanto” estrafalario de El Duro, pese a quien le pese, recaía en algunas escenas muy específicas, como por ejemplo la del striptease de Denise (Julie Michaels), la pareja ultra putona de Wesley, la genial de la destrucción del concesionario de venta de automóviles Ford de Stroudenmire (Jon Paul Jones), todo gracias a un camión monstruo que pisaba los vehículos, y aquel desenlace cruento y bastante delirante, con todos los representantes de la burguesía vernácula reventando a tiros de escopeta al personaje del querido Gazzara, otro foco de interés muy importante al igual que las muchas canciones interpretadas por The Jeff Healey Band, grupo encabezado por un adalid ciego del blues y el rock. La película en sí fue un vehículo comercial para Swayze, típico actor limitado y carilindo de la época que estaba disfrutando de una enorme fama mundial luego de hacerse conocido con Los Marginados (The Outsiders, 1983), de Francis Ford Coppola, y Los Valientes (Uncommon Valor, 1983), obra de Ted Kotcheff, en este sentido conviene tener presente que al film le tocó el privilegio de ubicarse justo en el medio de los otros cuatro productos de cabecera o quizás más recordados de la estrella en sus comienzos, por un lado Amanecer Rojo (Red Dawn, 1984), de John Milius, y Dirty Dancing (1987), opus de Emile Ardolino, y por el otro lado Ghost: La Sombra del Amor (Ghost, 1990), de Jerry Zucker, y Punto Límite (Point Break, 1991), de Kathryn Bigelow, trasheadas que lo que se proponían hacer lo hacían bien porque combinaban espectacularidad, estupidez y demagogia barata.

 

Lamentablemente la remake del nuevo milenio, El Duro (Road House, 2024), a cargo de Doug Liman, es un trabajo mediocre que ni siquiera llega al nivel de calidad de la original al extremo de estancarse en una trama similar pero con cambios significativos, pensemos en el hecho de que este nuevo Dalton (Jake Gyllenhaal) es un ex luchador de artes marciales mixtas y el local nocturno ya no es mugroso sino bastante inofensivo, hoy situado en los Cayos de la Florida y bautizado simplemente Road House, sinónimo de “bar de ruta” para los norteamericanos, encima la lucha de poder de antaño muta en un aburrido intento de desalojo por un proyecto inmobiliario mafioso símil gentrificación y el trauma identitario del protagonista, antes un asesinato vinculado a un marido celoso con un arma, aquí se convierte en una pelea de la Ultimate Fighting Championship o UFC en la que James mató a su rival de puro psicópata, por no saber contenerse en la paliza en cuestión. Tilghman en pantalla se transforma en Frankie (Jessica Williams), una negra que contrata a Dalton para que expulse a los matones de Ben Brandt (Billy Magnussen), un ricachón que heredó el imperio mafioso autóctono de su padre, ahora en prisión, y efectivamente pretende comprar el bar para tirarlo abajo y construir un resort de lujo, no obstante las cosas no salen como esperaba y desde la cárcel el progenitor del villano le paga a otro psicópata, Knox (Conor McGregor), para que mate a Dalton, por cierto interesado a nivel romántico en la médica Ellie (Daniela Melchior), hija de un sheriff que trabaja para Brandt (Joaquim de Almeida).

 

La película es tan innecesariamente extensa como la original, una vez más dos horas de metraje que podrían ser hora y media cuanto mucho, y si bien el desempeño de Gyllenhaal es ameno, llenando la pantalla de sonrisitas mordaces y músculos con anabólicos, la verdad es que está un poco viejo para el rol, a veces abusa de la soberbia del antihéroe y está claro que no posee el aura involuntariamente camp de Swayze, pivote fundamental de la odisea como lo fue un Gazzara que tampoco tiene reemplazo porque a todas luces no alcanza lo realizado de manera combinada por Magnussen y McGregor, este último sustituyendo al sicario de Wesley de 1989, Jimmy Reno (Marshall R. Teague). La corrección política y la diversidad marketinera apestosa/ modelo woke todo lo inunda, eliminando los culos y las tetas, cambiando de género sexual a varios personajes y condimentando el asunto con féminas aburridas -latina, afroamericana, gorda, lesbiana, adolescente sensible, etc.- que no entienden el frenesí trash ampuloso de la propuesta original. Con una floja banda sonora, villanos olvidables, diálogos horribles, un tono tragicómico y unos CGIs innecesarios a lo videojuego para las escenas de acción y unas peleas demasiado coreografiadas o falsas, Liman lo sobreexplica todo, coquetea de manera fallida con un hipotético western irónico y se posiciona muy lejos de sus mejores trabajos del pasado, léase Identidad Desconocida (The Bourne Identity, 2002), Poder que Mata (Fair Game, 2010), Al Filo del Mañana (Edge of Tomorrow, 2014) y esa Barry Seal: Sólo en América (American Made, 2017)…

 

El Duro (Road House, Estados Unidos, 2024)

Dirección: Doug Liman. Guión: Anthony Bagarozzi y Charles Mondry. Elenco: Jake Gyllenhaal, Conor McGregor, Billy Magnussen, Daniela Melchior, Jessica Williams, Joaquim de Almeida, B.K. Cannon, Post Malone, Lukas Gage, Dominique Columbus. Producción: Joel Silver. Duración: 123 minutos.

Puntaje: 3