Un Detective Suelto en Hollywood: Axel F.

El humor de contraste

Por Emiliano Fernández

Visto a la distancia resulta difícil sopesar en toda su envergadura aquel cimbronazo que provocó en su momento Un Detective Suelto en Hollywood (Beverly Hills Cop, 1984), propuesta extremadamente exitosa de Martin Brest que en primera instancia transformó a Eddie Murphy en una de las superestrellas más importantes de la década del 80, quien ya venía de dos obras que habían triunfado en taquilla y ayudaron a convertirlo de comediante prometedor de Saturday Night Live a figura carismática del séptimo arte, léase 48 Horas (48 Hrs., 1982), de Walter Hill, y De Mendigo a Millonario (Trading Places, 1983), de John Landis, en segundo lugar popularizó de manera definitiva el subgénero policial de la buddy movie hollywoodense o película de “pareja dispareja”, hablamos de ese buddy cop cuyo pináculo en popularidad de hecho se remonta a 48 Horas y llega hasta la franquicia que comenzó con Arma Mortal (Lethal Weapon, 1987), obra de Richard Donner con Mel Gibson y Danny Glover, en tercera instancia generó de improviso uno de los clásicos de culto por antonomasia de los años 80, Cobra (1986), odisea de George P. Cosmatos con un Sylvester Stallone que refritó su guión primigenio para Un Detective Suelto en Hollywood, y en cuarto lugar sintetizó muchas de las preocupaciones económicas, políticas y culturales de su época a través de una serie de dicotomías caricaturescas basadas en la oposición entre los afroamericanos y los caucásicos, entre los sectores menesterosos y las clases sociales acaudaladas, entre el este de Estados Unidos en recesión y una zona oeste refulgente, entre la picardía del sobreviviente callejero y la burocracia jactanciosa y las compulsiones de los burgueses, y finalmente entre la sinceridad brutal de los suburbios, caracterizados por el crimen y el desempleo, y la hipocresía de los centros de las ciudades de la posmodernidad, ya con la especulación polirubro reemplazando al trabajo como fuente crucial de riqueza.

 

Las dos secuelas no tan inmediatas y con equipos creativos muy diferentes progresivamente hundieron a la eventual saga en un cuasi olvido que también engulló a este Murphy otrora todopoderoso, el cual a partir de los 90 comenzó a autosabotearse la carrera protagonizando una catarata de desastres de toda índole y tesitura, nos referimos a Un Detective Suelto en Hollywood II (Beverly Hills Cop II, 1987), digna aunque muy inferior faena de Tony Scott orientada más a la acción que al humor marca registrada del film original de Brest, y Un Detective Suelto en Hollywood III (Beverly Hills Cop III, 1994), un mamarracho realmente impresentable de Landis, con quien el amigo Eddie también supo trabajar en ocasión de Un Príncipe en Nueva York (Coming to America, 1988) y la citada De Mendigo a Millonario, que se sentía tan desganado y abúlico como de marco mercenario o sin razón de ser, amén de un piloto para una hipotética serie de TV del nuevo milenio que fue rechazado por la cadena de turno, CBS, y dirigido por Barry Sonnenfeld, Un Detective Suelto en Hollywood (Beverly Hills Cop, 2013), opus que quedó flotando en el vacío en esencia porque en los testeos preliminares el público dejó bien en claro que quería al protagonista de siempre de la franquicia, Axel Foley (Murphy), especialista en mentiras y engaños, y no a su heredero espiritual dentro de la nueva línea narrativa, su hijo Aaron (Brandon T. Jackson). Con tres décadas de retraso y sin que nadie lo pida a ciencia cierta, y luego de muchísimos guiones descartados, peleas internas y directores que abandonaron el proyecto, como Brett Ratner y el dúo belga de Adil El Arbi y Bilall Fallah, hoy nos topamos con el cuarto eslabón de la saga, Un Detective Suelto en Hollywood: Axel F. (Beverly Hills Cop: Axel F., 2024), una epopeya apenas simpática para Netflix del debutante Mark Molloy que por lo menos no desencadena el tedio y/ o la vergüenza ajena de aquella insustancial realización de Landis.

 

El film, exactamente como ocurría con el trabajo de 1987 de Scott en materia de apostar a seguro sin grandes innovaciones en el horizonte retórico, es una remake camuflada de la primera entrega con muchos cameos nostálgicos, típica jugada del Hollywood conservador y de pocas luces de hoy en día, y con una hija treintañera de Foley insertada con relativa naturalidad para reforzar la doble idea de los “sacrificios” de la vida del policía y del paso impiadoso del tiempo a la hora de corroer relaciones o lazos del tipo que sea, Jane Saunders (Taylour Paige), movida que de sopetón contradice a Un Detective Suelto en Hollywood III, donde la ninfa brillaba por su ausencia, y al piloto del 2013 de Sonnenfeld, en el cual como afirmamos con anterioridad el sexo del vástago estaba invertido. Dentro de los personajes de primera línea aquí regresan el tontuelo Billy Rosewood (Judge Reinhold), ahora un detective privado, y su compañero gruñón de correrías John Taggart (John Ashton), hoy un jefazo de los esbirros represivos de Beverly Hills, y entre los “segundones” encontramos a Jeffrey Friedman (Paul Reiser), flamante mandamás en Detroit, y Serge (Bronson Pinchot), aquel homosexual bastante bizarro y con problemas de audición o algo así, sin embargo el verdadero núcleo de interés es el mismo de siempre, por un lado la destreza cómica del también productor Murphy, aquí claramente entusiasmado por la película y mostrándose sin tapujos como un veterano a sus 63 años de edad, y por el otro lado la fórmula estándar, ahora sostenida en un nuevo periplo de Michigan a California, en un villano narcotraficante al servicio de los cárteles mexicanos, el capitán corrupto Cade Grant (Kevin Bacon), y en un colega que acompaña a Foley en su cruzada en pos de rescatar al secuestrado Rosewood, proteger a su hija de todo daño y hallar una tarjeta SD con un video del montón que prueba que los malos son rotundamente malos, el detective Bobby Abbott (Joseph Gordon-Levitt).

 

Desde el vamos hay que reconocer que el australiano Molloy, un realizador publicitario que hace lo que puede con un guión eficiente aunque para nada brillante de tres autómatas del mainstream contemporáneo, Will Beall, Tom Gormican y Kevin Etten, hizo los deberes como corresponde porque el look general puede ser de plástico reluciente, el paradigmático problema de la fotografía digital del Siglo XXI, pero el ritmo y el verosímil están calcados de los dos primeros films de los 80, por ello tenemos una narración sosegada, pocos cortes en el montaje de las escenas de acción, algunos chistes/ sketchs realmente graciosos, una buena dinámica con Abbott, esa música lela que no puede faltar –The Heat Is On, de Glenn Frey, y el célebre instrumental Axel F., de Harold Faltermeyer- y desde ya un puñado de latiguillos altisonantes de la súper acción ochentosa, como por ejemplo las reglamentarias secuencias en un club nocturno, en un muelle, en las caóticas avenidas y calles y en una mansión que hace las veces de sede para una balacera monumental durante el último acto de la historia. Mientras que Bacon y Gordon-Levitt cumplen en sus personajes afables y rutinarios, la hermosa Paige se luce en serio gracias a una criatura contradictoria que por momentos suma humanidad a Axel y en otras ocasiones molesta porque se la pasa llorando por una infancia abandónica de divorcio y amenazas mafiosas en Detroit, así las cosas ella supo vengarse tácitamente mudándose a Beverly Hills y estudiando abogacía. Murphy, ya consagrado en cuerpo y alma al streaming como lo demuestran obras correctas como la presente o Mi Nombre es Dolemite (Dolemite Is My Name, 2019), de Craig Brewer, y opus fallidos símil Un Príncipe en Nueva York 2 (Coming 2 America, 2021), también de Brewer, Ustedes (You People, 2023), de Kenya Barris, o La Calle de la Navidad (Candy Cane Lane, 2023), de Reginald Hudlin, ofrece más humor de contraste pero con la madurez a cuestas…

 

Un Detective Suelto en Hollywood: Axel F. (Beverly Hills Cop: Axel F., Estados Unidos, 2024)

Dirección: Mark Molloy. Guión: Will Beall, Tom Gormican y Kevin Etten. Elenco: Eddie Murphy, Taylour Paige, Joseph Gordon-Levitt, Judge Reinhold, Paul Reiser, John Ashton, Bronson Pinchot, Kevin Bacon, Mark Pellegrino, Luis Guzmán. Producción: Jerry Bruckheimer, Eddie Murphy y Chad Oman. Duración: 118 minutos.

Puntaje: 6