Los primeros seis minutos del documental de Asif Kapadia son una explosión: tienen el ritmo de los excesos, del alcohol, la falopa o la droga que sea que pegó bien y, como dice Maradona en algún lugar de la película, te hacen sentir Superman. En ese inicio tremendo, Kapadia arma una mini película que viene de yapa, un trailer de verdad que nos resume el mito de Diego Armando Maradona; sus sueños de pibe, la pobreza argentina, sus inicios en el fútbol, su frustrado paso por Barcelona y su llegada al club más pobre de Europa, tal vez de la ciudad más pobre de Europa, que se dio el gusto de comprar al jugador más caro del mundo. Ese arribo, el del mejor de todos a un club sin pergaminos como el Napoli, estructura el relato. Kapadia se centra en los años donde se forma el mito maradoniano, o sea, el período 1984-1991. Porque más allá de que haya archivos de sus años previos al Napoli y algunos posteriores, Kapadia sabe que su figura se hizo y se deshizo en esos años, y lo que el director busca -como también supo hacerlo con Amy Winehouse en Amy (2015) o con Ayrton Senna en Senna (2010)- es la construcción de una historia de ascenso y caída. De esa búsqueda deriva la potencia cinematográfica y narrativa de la película. Maradona es el Tony Montana de Kapadia, quien simplemente tiene que usar su buen criterio para organizar una vida que nació para ser contada.
En esos primeros minutos también aparece Pelé, el rey en retirada con el resentimiento de saber que llegó su sucesor, y que lleno de veneno dice en un reportaje de aquella época que Maradona -un pibito que mantiene a su familia desde los quince años- no está preparado psicológicamente para ser el mejor de todos. Corte y vemos al Diego de fiesta, y después diciendo que se va a ir de joda cuando se le dé la gana; chapa de crack de adentro y de afuera de la cancha, y una muestra de su relación con una prensa que lo amó y lo odió desde sus primeros días. Los planos de Diego de joda no son en vano, el relato, además de estructurarse a partir de su aventura napolitana, se centra en sus problemas con la cocaína, y toca -sin profundizar pero a su vez dándole peso- su relación con la camorra de los Giuliano y con la madre de su primer hijo no reconocido. El material de archivo es una buena mezcla entre lo que vimos mil veces, imágenes que se pasaron poco y una buena cantidad de videos inéditos. Las filmaciones de Diego en momentos íntimos aportan el plus para la construcción del personaje. Ya sea jugando con su hija o aburrido en una fiesta de Navidad. Con unos pocos entrevistados (entre ellos tal vez el tipo que más sabe sobre Maradona, el periodista Daniel Arcucci), Kapadia arma la historia del Diego no con intención de perfil periodístico ni ánimo moralista, sino con total consciencia del mito, del personaje. Fernando Signorini, el preparador físico más importante de Maradona, dirá que existe Diego, el pibe humilde e inseguro, y Maradona, el Mr. Hyde, el Superman que a la kriptonita se la toma. Kapadia desarrolla la épica, y en la épica reside la mayor diferencia entre Maradona y Pelé o Messi: en lo trágico y lo heroico del ídolo está la diferencia que ningún frío récord Guinness podrá superar.
Diego Maradona (Reino Unido, 2019)
Dirección y Guión: Asif Kapadia. Elenco: Diego Armando Maradona, Pelé, Claudia Villafañe, Dalma Maradona, Jorge Burruchaga, Corrado Ferlaino, Cristiana Sinagra, Fernando Signorini, Gianinna Maradona, Víctor Hugo Morales. Producción: Paul Martin y James Gay-Rees. Duración: 130 minutos.