Cargar la Suerte, de Andrés Calamaro

El temple del torero para acomodar la embestida

Por Maximiliano Curcio

Una discografía tan heterogénea como la de Andrés Calamaro encuentra su eco presente en una obra que viene a nutrir un recorrido musical que a lo largo de cuarenta años sigue ostentando la misma virtud, una fecundidad imperecedera. De la compulsión creativa de Andrés surgen una serie de discos que son la columna vertebral de su obra, Alta Suciedad (1997), Honestidad Brutal (1999) y El Salmón (2000). No debería extrañar a muchos que Cargar la Suerte siga el camino trazado por aquella brillante trilogía de discos.

 

Al cumplirse cuarenta años de su debut discográfico con el grupo de candombe Raíces, vale recordar que Andrés Calamaro ingresó en el mundo musical de la mano del recordado Beto Satragni. Con motivo de celebrar semejante número redondo, el talentoso músico estrena bajo el sello Universal Cargar la Suerte, su flamante trabajo de estudio. Grabado en Sphere de Burbank (en California) y respetando el formato y la vieja usanza de los discos clásicos de jazz, Calamaro regresa a los primeros planos del rock nacional volviendo a grabar en tierras norteamericanas, como lo hiciera para Alta Suciedad dos décadas atrás junto a Joe Blaney.

 

Los músicos elegidos por Andrés para acompañarlo en esta nueva aventura suenan refinados y en gran armonía, valiéndose de la dirección musical de Gustavo Borner y Germán Wiedemer, con quien Calamaro compusiera su reciente disco de voz y piano Grabaciones Encontradas 3: Romaphonic Sessions (2016). Acercándose a trabajos anteriores muy logrados como El Palacio de las Flores (2006), La Lengua Popular (2007) y Bohemio (2013), a quienes hace referencia en lírica y melodías, nos encontramos frente a un disco poseedor de una gran riqueza instrumental y plagado de enérgicas guitarras al comando de Mark Goldenberg y Rich Hinman, sumados a un nutrido grupo musical que se pone al servicio de letras tóxicas y esas figuras reconocibles que pueblan el “universo Calamaro”, fijando en la memoria del fiel oyente una obra superlativa.

 

De la misma manera que composiciones como Media Verónica, El Pasodoble de los Amigos Ausentes y El Tercio de los Sueños pueblan de iconografía taurina la obra de Andrés, aquí no faltarán las referencias que el fan incondicional sabrá reconocer como sutiles pistas trazadas por el cantante. En este sentido, Cargar la Suerte ofrece un microcosmos lleno de marcas personales que dan por sentado la notable capacidad de Calamaro para reinventarse y jugar con la sonoridad de las palabras, creando rimas tan singulares como disfrutables y patentando un estilo inigualable a lo largo de toda su carrera.

 

El corte comercial elegido y tema que abre el disco es Verdades Afiladas, una composición pop clásica con destino de hit radial, en donde el eterno perdedor que encarna el cantante -ese de las espinas sin rosas- se pone al volante de un taxi emulando al personaje de Robert De Niro en Taxi Driver (1976), de Martin Scorsese. Le sigue Tránsito Lento, un mid tempo pegadizo con reminiscencias a Los Aviones y una pintura de la rutinaria vida del músico de aeropuerto en aeropuerto. Para el nómade cantante “navegar es preciso” y Andrés lo dice en una oda inconfundible a su camarada Fito Páez (sobre todo aquel de Al Lado del Camino).

 

El vértigo compositivo del artista que se refugia en su soledad, bajo el cuidado de las musas, se asume en la frase “tengo planes musicales para los cuarteles invernales”. En la disfrutable Cuarteles de Invierno Andrés recarga su cosecha de creaciones para una canción con aires reggae en donde asume su condición de poeta errante: “porque la procesión va por dentro, saco fuerza y me voy al encuentro de mi destino”. Retomando la esencia de la eterna búsqueda musical, el cantante desafía su propio destino en unas líneas que remiten a un cruce entre Patas de Rana (El Palacio de las Flores) y Dentro de una Canción (Bohemio).

 

La irreverente Diego Armando Canciones hace un homenaje a la cultura cannabica y en acto confesional recuerda que dos veces “la emoción desborda”, detalle que despierta suspicacias acerca de sus dichos en público sobre la libertad en materia del consumo de marihuana. En Las Rimas Calamaro saca a relucir su virtuoso costado rap para entonar unos versos que el mismísimo Residente envidiaría. Con una base rítmica que remite claramente a Paloma, El Salmón está de vuelta para advertirnos que nunca miente, al tiempo que desglosa una declaración de principios pícara e incorrecta acerca del estado actual del mundo y las relaciones personales, con una súplica final conmovedora: “que vuelvan los hijos y los nietos perdidos”.

 

Siete Vidas es un rock directo a la mandíbula, compuesto a medias con su eterno cómplice Daniel Melingo, en donde rebelde e incorregible desafía los mandatos religiosos a la vez que se postula como un verdugo implacable. Una letra poderosa acompaña un groove que recuerda a Gomontonera (On the Rock, 2010) y da como resultado un tema cargado de potencia que remite a Deep Purple, con guiños al “arte” torero. En símil registro rockero encontramos la potentísima Falso LV. La canción destila un clima de guitarras incendiario portador de un mensaje crítico y filoso sobre lo artificial de nuestra sociedad, las modas del consumismo, los héroes contemporáneos de cartón y un irreverente alegato político sin medias tintas: “sin guillotina no hay revolución”.

 

Mi Ranchera se perfila como un posible lado B de Crímenes Perfectos y tiene destino de clásico: su estribillo será coreado por multitudes. En uno de los puntos más altos del disco, Andrés carga de sutil poesía vívidas imágenes acerca de las heridas de amor que dejan cicatrices tras una ruptura inconcebible, en una tremenda balada que ejecuta con sentimiento y un color vocal incomparable para declarar que “por inercia voy viviendo”, entregándonos su corazón maltrecho a medida que acusa los efectos de un trance lisérgico. Mientras tanto las variadas texturas acústicas de My Mafia traen consigo un aire familiar a Eric Clapton en Tears in Heaven, al tiempo que el espíritu folk funciona a la hora de celebrar la amistad y la libertad a cualquier precio, inclusive si se está fuera de la ley: “cuando ladra la moral en modal inquisición, me corresponde cantar a la libertad”.

 

Adán Rechaza es un rock duro y sin concesiones que hace referencia a la mitología bíblica, plagado de referencias a la huella musical del músico pudiendo resultar un buen híbrido entre Días Distintos de El Salmón (2000) y Los Chicos de La Lengua Popular. Egoístas es la penúltima joya del disco, una gran bestia pop con aires bohemios y tonos babasónicos en donde el cantante pide perdón por su falta de altruismo y nos roba el corazón una vez más.

 

La melancólica Voy a Volver es un tema que Calamaro canta con emoción y sensibilidad, acompañado por una rica base instrumental que eleva la canción a climas notables. El desencanto por su propia condición de exiliado, nadando contra la corriente en búsqueda de su lugar en el mundo y admitiendo el costado más reflexivo en su razón de vivir, resume la postura de un artista inspirado. La gloriosa voz de Andrés se quiebra derramando imperfecciones con elegancia y verdad para ensayar su última máxima en una conjugación de palabras imposible: “necesidad, pertenecer es un lugar sin dirección/ hay que poder, hay que saber, hay que querer conseguir, porque vivir”.

 

Radicado en Madrid y alejado de los escenarios porteños en los últimos años, Calamaro transita esta etapa de su carrera fuera del foco de atención mediática. El público que extraña verlo más seguido en vivo disfrutará genuinamente este nuevo hito musical que representa Cargar la Suerte. Aquí Calamaro resurge de un silencio de casi un lustro (su inmediato anterior disco de estudio, Volumen 11 de 2016, recopilaba mayormente viejas grabaciones de diferentes etapas de su carrera), mostrando que su don creativo está intacto. Es evidente que su universo musical se percibe atravesado por la incorrección política, el deseo de pertenecer, la soledad de la soltería, los incondicionales amigos bandidos y su pasión por la tauromaquia.

 

En su imperiosa búsqueda de la canción perfecta, la maquinaria de Andrés Calamaro echa a andar un puñado de composiciones precisas y preciosas. Sobreviviendo penas de amor en un bar, encerrado en su departamento o pasando noches enteras sin dormir, el cantante explota un estilo estético/ conceptual marca registrada, con un corazón anclado en la añoranza del pasado y la mirada puesta en un presente musical bendecido por su talento. La nueva cosecha invernal del Comandante Andrés conforma un disco homogéneo y sin fisuras, afirmando la intención de un eterno regreso en excelente forma.

 

Cargar la Suerte, de Andrés Calamaro (2018)

Tracks:

  1. Verdades Afiladas
  2. Tránsito Lento
  3. Cuarteles de Invierno
  4. Diego Armando Canciones
  5. Las Rimas
  6. Siete Vidas
  7. Mi Ranchera
  8. Falso LV
  9. My Mafia
  10. Adán Rechaza
  11. Egoístas
  12. Voy a Volver