26° BAFICI

El último reducto de la resistencia

Por Martín Chiavarino

Una vez más, y por vigésima sexta oportunidad, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) regresó con lo mejor de la escena argentina y mundial para confirmar nuevamente, para bien y para mal, que es, junto con el Festival de Cine de Mar del Plata, la fiesta del séptimo arte más importante de la Argentina y una de las más significativas, convocantes y prestigiosas de toda América Latina.

 

Desde su inauguración bajo la jefatura de Gobierno de Fernando de Rúa en 1999 con la dirección del realizador cinematográfico, periodista y gestor cultural Andrés Di Tella, y hasta el 2007, cuando renuncia el crítico y docente de cine Fernando Martín Peña, el BAFICI nunca dejó de crecer, con una programación que para los parámetros de hoy era impresionante, verdaderamente independiente, con un presupuesto mucho mayor e invitados increíbles de la talla de Darren Aronofsky y Francis Ford Coppola. A partir del 2008 comienza una historia de claroscuros, aunque no sin la presencia de grandes invitados como Todd Haynes, Paul Morrissey, Peter Bogdanovich, Mario Monicelli, John Waters y Nanni Moretti, en la que los directores artísticos y programadores hicieron todo tipo de malabarismos para mantener la calidad a pesar de los recortes año a año realizados al festival por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, objetivo que lograron con creces hasta la suspensión del BAFICI en el 2020 debido a las restricciones sanitarias y la edición online del 2021. Desde el regreso de la presencialidad en 2022 la calidad y la convocatoria mermaron de una manera abrupta a pesar de los esfuerzos del director artístico y los programadores. Si la calidad aún queda del lado del debe por la falta de presupuesto, entre la consolidación de las plataformas de productos audiovisuales como creadoras de contenido propio y las transformaciones del cine independiente y del cine industrial que incluso hacen innecesaria, sino obsoleta, la segmentación entre mainstream e independiente, categorías que al menos necesitan una discusión seria y una revisión en sus definiciones, hoy la convocatoria dio un giro inesperado, en parte por la buena curaduría de las películas exhibidas en comparación con las tres ediciones anteriores y en parte por la necesidad del cine argentino de encontrar un lugar para consolidar sus esfuerzos de supervivencia en medio de los intentos del gobierno nacional de desfinanciar desde el Estado a la cultura independiente, lo que se tradujo en una merma en la producción audiovisual con apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), por lo que los referentes del rubro advierten que el año próximo la cantidad de películas argentinas podría llegar a caer aún más.

 

En esta última edición el 26 BAFICI se realizó por trece días en lugar de los diez que solía tener, nuevamente eligiendo como sede la sala Lugones del Teatro San Martín, las salas Graciela Borges y Manuel Antín del Centro Cultural San Martín y el Espacio INCAA Cine Gaumont, además de mantener, al igual que el año pasado, las cuatro salas del Cinépolis del subsuelo de Plaza Houssay, las tres salas del Cinearte Cacodelphia y el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, a las que se sumó este año la sala del Cine Teatro Alvear.

 

Este año las actividades especiales se centraron en la crisis del cine argentino debido a las políticas del Estado, que cambiaron el panorama de una industria que ya venía con dificultades en su financiación y que no encuentra consensos para iniciar un ciclo virtuoso que la lleve a aprovechar en toda su dimensión la calidad y cantidad de recursos que tiene. También se otorgó un merecido premio a la trayectoria al realizador Bebe Kamin y a la directora, guionista, productora y gestora Lita Stantic, fundadora junto a María Luisa Bemberg de una de las productoras más importantes del nuevo cine argentino, GEA Cinematográfica, hoy Lita Stantic Producciones, que produjo muchos de los films de María Luisa Bemberg, Lucrecia Martel, Adrián Caetano, Diego Lerman, Pablo Trapero y Alejandro Doria. Antes de cada función se exhibieron fragmentos de una entrevista a la galardonada por parte del crítico de cine Javier Porta Fouz, director artístico del festival, en los que habla de la historia del cine argentino, su presente y la necesidad de forjar su futuro creando películas con un mensaje que interpele política, cultural, social y estéticamente al espectador.

 

Este año la sección rescates no estuvo a la altura de otras ediciones, con la exhibición de El Inocente (L’Innocente, 1976), de Luchino Visconti, Jonas que tendrá 25 años en el año 2000 (Jonas qui aura 25 ans en l’an 2000, 1976), de Andre Tanner, y Don’t Cheat, Darling! (Nicht Schummeln, Liebling!, 1973), de Joachim Hasler, como algunos de los hitos. La vedette de la sección música fue Pavements (2024), película de Alex Ross Perry sobre la reunión y el tour de la banda californiana, y de paso se aprovechó para incorporar documentales de los últimos once años sobre varias bandas, sobre todo Supersonic (2016), film de Mat Whitecross sobre la historia de Oasis, el grupo de los hermanos Gallagher, Pulp: A Film About Life, Death & Supermarkets (2014), de Florian Habicht, sobre la banda liderada por el genial compositor y cantante Jarvis Cocker, y Teenage Superstars (2017), el documental de Grant McPhee sobre la escena de Glasgow en los años ochenta y noventa del Siglo XX. No obstante el éxito del festival vino de la mano de las películas argentinas, entre las que se destacaron La Virgen de la Tosquera (2025), obra de Laura Casabe basada en un cuento de Mariana Enríquez con guión de Benjamín Naishtat, ganadora de la Competencia Argentina, y Bajo las Banderas, el Sol (2025), de Juanjo Pereira, ganadora de la Competencia Internacional, sin olvidarnos del premio del público a Presente Continuo (2025), de Ulises Rosell, y el premio del jurado para El Día Interrumpido (2025), de María Villar.

 

Aquí encaramos algunos comentarios sobre la ópera prima de Dan Sturman, The Stamp Thief (2025), dos películas de la competencia internacional, Beachcomber (2025), de Aristotelis Maragkos, y The Antique (2024), de Russudan Glurjidze, y dos documentales de la sección de música, las mencionadas Supersonic y Teenage Superstars.

 

Supersonic (2016, de Mat Whitecross, Música)

Los hermanos sean unidos

Oasis fue la banda de rock más exitosa del movimiento británico conocido como britpop, una reacción del pop a la popularización de las bandas alternativas y su sonido de guitarras distorsionadas, retomando una aproximación más melódica a la música y suavizando los arreglos de las guitarras eléctricas. El documental de Mat Whitecross recaba una tonelada de material de archivo para reconstruir la conflictiva historia de la banda surgida en Manchester y liderada por los hermanos Liam y Noel Gallagher. A través de numerosas entrevistas realizadas a lo largo de los noventa intercaladas con grabaciones de recitales, material casero y videos de todo tipo de la década en cuestión, el realizador narra los comienzos de Oasis hasta llegar a su apogeo y la separación. Supersonic (2016) se sumerge en la historia de Oasis con una lógica solipsista, sin analizar demasiado la escena británica, ni el devenir de Creation Records, ni tampoco la agresiva y sin sentido disputa con otra de las bandas de la escena, Blur, con la que peleaba por el podio del grupo más exitoso del britpop. Whitecross se centra en las trifulcas cotidianas debido al temperamento disímil de los hermanos Gallagher, el rol de la madre y el padre de ambos, las miserias del colectivo y el distanciamiento cada vez mayor de todos los integrantes, ofreciendo una obra nostálgica para los fanáticos de Oasis, por momentos agridulce, con todas las canciones icónicas que marcaron una época, y haciendo hincapié en la transición de Noel Gallagher de guitarrista y compositor a cantante. El documental es una aproximación al germen de la ruptura, que estaba incluso antes de que la banda estuviera formada y es por supuesto deudor de la época en la que las entrevistas fueron realizadas, cuando los hermanos Gallagher estaban aún peleados y una reunión de Oasis no estaba en los planes de nadie. Para los que puedan ver a través de los enconos fraternales encontrarán el amor filial y una conexión única que también se traduce en choques constantes, pero que son la esencia misma de la banda y el combustible de esa energía que los convirtió en una de las agrupaciones de rock fundamentales de la década del noventa.

 

The Antique (2024, de Russudan Glurjidze, Competencia Internacional)

Refugiados

El director georgiano Russudan Glurjidze retoma algunos de los elementos de su film anterior, House of Others (Skhvisi Sakhli, 2016), para continuar analizando las consecuencias de los interminables conflictos bélicos entre Rusia y Georgia. Vadim (Sergey Dreyden), un jubilado ruso, le vende su otrora lujosa casa a Medea (Salome Demuria), una joven inmigrante georgiana que trabaja en un depósito de antigüedades de San Petersburgo, con varias condiciones, que el hombre mantenga el usufructo del inmueble mientras viva y que se respeten una serie de reglas de convivencia predeterminadas. Lado (Vladimir Daushvili), otro georgiano que prácticamente no habla ruso y tiene una relación amorosa con Medea, también trabaja en el depósito de antigüedades de una mujer que observa todo atentamente a través de las cámaras de seguridad como un Gran Hermano mientras Medea intenta catalogar y organizar todo. Entre estos tres personajes surge una incómoda convivencia. Sin que Vadim lo sepa, Lado visita a Medea, cambiando cosas de lugar en el departamento y rompiendo objetos valiosos, como el tocadiscos del jubilado, por su torpeza. Mientras que Lado intenta sobrevivir en un país hostil que busca deportarlo, Medea desea integrarse en la Rusia de Putin sin renunciar a sus raíces, y Vadim, probablemente un ex agente de los servicios de inteligencia del Estado Ruso durante su vida laboral activa, es hoy un anciano que busca sobrevivir con su magra pensión. Glurjidze recurre al humor para narrar un drama, el de los inmigrantes perseguidos, las deportaciones, los arrestos al azar, los abusos policiales, el tráfico de antigüedades, los recortes en las jubilaciones, la tendencia de la sociedad actual a olvidarse de los ancianos entronizando la juventud, el sinsentido del trabajo asalariado, la explotación laboral y la dificultad de la vejez en lo que atañe a adaptarse a estos nuevos tiempos que buscan dejarla de lado.

 

Teenage Superstars (2017, de Grant McPhee, Música)

Chicos de Glasgow

Teenage Superstars (2017), el documental de Grant McPhee sobre la escena de rock alternativo e independiente de Glasgow, recupera la historia de las bandas de la ciudad escocesa desde la emergencia de la primera camada con The Pastels a la cabeza, pasando por BMX Bandits, The Soup Dragons, Teenage Fanclub y The Vaselines, hasta llegar a los éxitos de The Jesus and Mary Chain y Primal Scream a fines de los años ochenta y principios de los años noventa. La historia de estas bandas es también la historia de los inicios de Creation Records, la compañía discográfica que pasó de ser un sello independiente creado para promover bandas locales a crecer exponencialmente tras el éxito mundial de Oasis y la explosión del britpop. Con mucho material de archivo y entrevistas a todos los integrantes de la escena de Glasgow, McPhee logra un retrato cabal de toda una época, llena de caos, búsquedas musicales y sorpresas, como el fanatismo de Kurt Cobain por The Vaselines y BMX Bandits. Las melodías de Teenage Fanclub y el carisma y el talento de Stephen McRobbie, líder de The Pastels, se encuentran con los recuerdos de Alan McGee y Joe Foster, los fundadores de Creation Records, que rememoran los hitos de la época junto a los integrantes de las bandas más Thurston Moore, de Sonic Youth, y muchos otros, quienes destacan la influencia de la escena de Glasgow y la consolidación de Creation Records como el puntapié inicial del regreso del rock y el pop británicos al liderazgo de los rankings musicales internacionales. A pesar de que muchos de los grupos aún están en actividad, Teenage Superstars es un documental cargado de nostalgia, emotivo, lleno de admiración, que realiza un trabajo de búsqueda de material muy exhaustivo para dejar en claro que en los años ochenta en Glasgow y sus alrededores unos jóvenes que amaban la música salieron a hacer lo que más les gustaba sin preocuparse por el éxito, encontrando de esta manera la esencia del rock.

 

The Stamp Thief (2025, de Dan Sturman, Óperas Primas)

La búsqueda del tesoro

El realizador y productor Dan Sturman construye aquí un falso documental sobre un falso film de ficción que busca un falso tesoro que bien podría ser verdadero. The Stamp Thief (2025), el segundo largometraje de Sturman, es una Caja de Pandora que se adentra en el derrotero de los tesoros enterrados por los nazis durante su huida del avance de las tropas rusas. El hijo de un psicólogo que había atendido en su consultorio a un bombero, cuya esposa era la hija de un funcionario nazi en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, le cuenta una historia a los productores de la película en cuestión sobre unas estampillas muy valiosas enterradas en un sótano en una ex ciudad alemana ahora parte de Polonia. La historia entusiasma a un grupo de cineastas, que deciden viajar a Polonia con el pretexto de realizar una película para intentar recuperar el tesoro y donarlo a algún museo, pero las dificultades comienzan a apilarse profusamente y complican todos los esfuerzos de los embriagados aventureros, embarcados en una odisea contemporánea de incierto resultado. The Stamp Thief es una obra ingeniosa y atrapante sobre una cuestión real, el robo por parte de los funcionarios nazis, ya sea desde la expropiación del Estado como de los pequeños hurtos individuales de los ventajeros, de las pertenencias de los judíos enviados a los campos de concentración. Múltiples historias familiares desconectadas, relatos orales, una quimera tan delirante como posible, un buen sentido del humor, una crítica a las políticas polacas, la derechización de la sociedad local y la desaparición de la población judía del país son algunas de las cuestiones que la película protagonizada por sus propios autores, Dylan Nelson, Gary Gilbert y Dan Sturman, desarrolla mientras rompe con las divisiones entre el documental y la ficción. The Stamp Thief es un hilo enrollado que los protagonistas intentan desentrañar bajo la hostilidad de gran parte de la sociedad y el Estado Polaco, intentando reencontrarse con el pasado judío en Europa, con los tesoros perdidos, en una historia tan falsa que podría perfectamente ser verdadera.

 

Beachcomber (2025, de Aristotelis Maragkos, Competencia Internacional)

Sueños de libertad

Ilias (Christos Passalis), el hijo de un marinero fallecido, encuentra junto a unos colegas que anhelan convertirse en navegantes un barco abandonado en buen estado en las costas de una isla griega. Juntos comienzan una restauración que es una búsqueda de una libertad que solo pueden hallar en el mar. Adaptando la obra de uno de los poetas más famosos de Grecia del Siglo XX a raíz de su producción literaria y sus aventuras como marino, Nikos Kavvadias, el realizador Aristotelis Maragkos crea en Beachcomber (2025), su segunda película, una odisea imposible y un homenaje a los sueños de los perdedores de siempre. Si antes de encontrar el barco encallado la vida de Ilias y sus amigos era un constante deambular sin un propósito claro, buscando pelea en los bares, trabajando para sobrevivir y bebiendo para sobrellevar la falta de un objetivo concreto, el encuentro con el barco y las posibilidades que abre se convierten en una promesa de un mundo sin límites y por ello mismo en una amenaza, en la chance de un estrepitoso fracaso, de que no hayan nacido para lanzarse a la mar, de que en realidad sean hombres y mujeres de tierra firme. Beachcomber es un film poético, descarnado, en el que todo gira alrededor de Ilias, un personaje feroz que tiene una relación amorosa con la mujer que cuida a su madre y no quiere aceptar nuevos socios en su improvisada empresa naviera, sin embargo accede ante la persistencia de Tasia (Aliki Andriomenou), la única mujer de la isla que anhela abandonarla. Aristotelis Maragkos y Christos Passalis participaron en la presentación de la película durante el 26 BAFICI y explicaron después de la función que los personajes están atravesados por la violencia del mar y de los elementos, pero también por la agresividad de las circunstancias, el padre ausente y la madre incapacitada, en fin, por la historia griega. Escrita por el director junto a Hrysoula Korovesi, Beachcomber es una alegoría helénica que retoma las obras clásicas del país para narrar la imposibilidad de progresar, de lanzarse a la aventura, de tener una vida interesante, de encontrarse a uno mismo y de superar los propios obstáculos. Maragkos construye una propuesta de claroscuros, por momentos de una gran luminosidad que luego pasa a un pesimismo abrumador, siempre navegando en esta tensión y buscando el poniente como un filósofo o un marino perdido.