This Much I Know to Be True

Elegías de ultratumba

Por Martín Chiavarino

This Much I Know to Be True (2022) es el último film del realizador neozelandés Andrew Dominik, quien hoy retoma aquella exitosa colaboración junto a los músicos Nick Cave y Warren Ellis que supo entablar en ocasión de Once More Time with Feeling (2016), documental centrado en el proceso de composición de Skeleton Tree (2016), el emotivo disco de Nick Cave and the Bad Seeds marcado por la muerte accidental del hijo adolescente del compositor de Let Love In (1994). Reeditando esa experiencia, Cave y Ellis convocaron nuevamente a Dominik para retratar el proceso de composición y grabación de Carnage (2021), un disco completamente diferente de los salmos y lamentos de los melancólicos Skeleton Tree y Ghosteen (2019), en esta última oportunidad sin The Bad Seeds y en una colaboración estrecha entre el trovador de Murder Ballads (1996), como autor de la música y la letra, y un Ellis que se suma en la composición musical.

 

El film se centra en la relación creativa entre Nick Cave y Warren Ellis, la grabación del disco en una fábrica abandonada en la ciudad portuaria de Bristol, su nuevo hobby pandémico, la cerámica, y la conexión que Cave establece con sus seguidores a través del sitio The Red Hand Files, una plataforma en la cual personas que necesitan contención comparten sus experiencias personales con Cave para recibir el reflexivo mensaje del músico.

 

La realización de Dominik, el reconocido artífice de Chopper (2000), The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford (2007) y Killing Them Softly (2012), tiene como director de fotografía a Robbie Ryan, responsable del rubro en La Favorita (The Favourite, 2018), el extraordinario film de Yorgos Lanthimos, Yo, Daniel Blake (I, Daniel Blake, 2016), el drama social dirigido por Ken Loach, y Philomena (2013), la comedia dramática de Stephen Frears, un apoyo muy importante que realiza una labor fenomenal en varias escenas musicales, ya sea en los juegos lumínicos o a través de travelings con dos cámaras alrededor de Cave y los músicos, quienes interpretan algunas de las mejores canciones de los dos últimos álbumes del australiano.

 

El documental intercala las entrevistas a Cave y Ellis con las canciones de Ghosteen y Carnage interpretadas en Bristol como himnos en una iglesia en ruinas. La imposibilidad de realizar conciertos durante la pandemia y de reunirse lo impulsa a retomar un aspecto desconocido del cantautor, la cerámica, disciplina a partir de la cual crea figuras sobre la vida del Diablo que representan la historia misma de cada hombre y de la humanidad, metáforas universales sobre el nacimiento, el primer amor, la partida hacia la guerra, el regreso de la contienda, el remordimiento y el perdón, estadios que marcan también el estado emocional de Cave en su camino hacia la redención. Esta faceta se mezcla con la dinámica creativa de las canciones y la contención emocional que ofrece a las personas que le envían mensajes a través de The Red Hand Files, relatando diversas situaciones emocionalmente difíciles que atraviesan los que escriben, lo que produce en Cave reflexiones acerca del estado del mundo, la vida y la muerte en un proceso de empatía compasiva que lo conduce a entablar un nuevo tipo de relación con un público que se vuelve real y palpable para el músico. Esta empatía que fue desarrollando a lo largo de los últimos años, producto de su conexión con los seguidores que le escriben para desahogarse o buscar contención, es también parte de la caótica matriz de composición de la letra de estas canciones, llenas de emociones profundas y desgarradoras.

 

Dominik, Cave y Ellis logran aquí una comunión envidiable en una película hipnótica en la que la música deja al espectador anonadado por la síntesis entre tristeza y alegría que ofrecen unas canciones que citan y discuten con el actor y bailarín Fred Astaire y la extraordinaria escritora estadounidense Flannery O’Connor. This Much I Know to Be True también cuenta con una aparición de Marianne Faithfull, la cual colabora con su voz en una escena también muy emotiva con la cantante es un estado delicado de salud bromeando sobre su condición.

 

Cave, Ellis y los músicos que los acompañan en este viaje interpretan piezas delicadas de gran sensibilidad, con letras poéticas que atraviesan al que las escucha, canciones despojadas y descarnadas en las que la voz de Cave reverbera de anhelo y nostalgia ante una realidad inesperada que cambia la relación de las personas con el mundo en el que viven.

 

Andrew Dominik crea aquí una película íntima que no solo acompaña a Nick Cave y a Warren Ellis, desnudándolos en su dialéctica creativa, sino que construye una ceremonia en la que el espectador se deleita con el humor y las reflexiones filosóficas de Cave sobre la vida, con la música melancólica en primer plano, envolviéndolo todo y fundiéndose con los juegos de intensidad de la iluminación que va de lo tenue hasta el enceguecimiento, del desasosiego al éxtasis, un camino que reconstruye el trayecto de Ghosteen a Carnage, dos discos tan disímiles como parecidos, de un tenor completamente diferente pero emparentados por la necesidad de experimentar las emociones al máximo.

 

El título de la película remite a unos versos de la canción que cierra Carnage, Balcony Man, una elegía agridulce como la vida misma que resalta lo extraordinario que ocurre en lo cotidiano. Un amanecer en un balcón se convierte en algo hermoso en cuarentena, en un encierro que resalta cómo durante mucho tiempo lo importante quedó relegado por lo efímero, cuestión que solo podemos vislumbrar cuando es muy tarde y el momento ha pasado y lo que se ha perdido es irrecuperable. En medio del dolor y la desesperanza, el polifacético y carismático Nick Cave encuentra verdad en la música, la cerámica, en la comunión del sufrimiento emocional y la empatía, en suma un mensaje profundo de genuina alegría en una época de desconcierto y cinismo.

 

This Much I Know to Be True (Reino Unido, 2022)

Dirección y Guión: Andrew Dominik. Elenco: Nick Cave, Warren Ellis, Marianne Faithfull, Earl Cave, Wendi Rose, Janet Ramus, Eloisa-Fleur Thom, Alessandro Ruisi, Luba Tunnicliffe, Max Ruisi. Producción: Isaac Hoff y Amy James. Duración: 105 minutos.