En La Alteración de los Mundos: Versiones de Philip K. Dick (L’Altération des Mondes: Versions de Philip K. Dick, 2021) el filósofo francés David Lapoujade, conocido por la compilación de textos póstumos de su profesor Gilles Deleuze, La Isla Desierta y Otros Textos (L’île Déserte et Autres Textes, 2002) y Dos Esquemas Locos (Deux Régimes de Fous et Autres Textes, 2004), editados en Francia por Éditions de Minuit, emprende la inconmensurable tarea de adentrarse en la literatura y la mente de uno de los escritores más creativos de la ciencia ficción, Philip Kindred Dick, autor de varias de las mejores obras del género, como ¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep?, 1968), Ubik (1969) y El Hombre en el Castillo (The Man in the High Castle, 1962). Editado en castellano por la editorial independiente argentina Cactus con la traducción de Pablo Ires en su colección Occursus, la obra recupera la intensidad y la imaginación de la narrativa delirante de Dick, su capacidad para construir realidades y su incesante búsqueda de una liberación de los condicionamientos mentales para acercarse a los recuerdos ancestrales alojados en la memoria colectiva.
En once capítulos y una introducción, Lapoujade trabaja sobre distintos conceptos, como el delirio, los mundos, lo fantástico, la entropía, la paranoia y el bricolaje, para exponer las líneas argumentales y las nociones que componen la obra de Philip Dick. En este sentido, el autor de Ficciones del Pragmatismo (Fictions du Pragmatisme, 2008) señala que el objetivo de Dick en su literatura es desnudar el hecho de que todos los mundos que los seres humanos crean son artificiales, artefacto, manipulación, alucinación o delirio. En esta línea, Lapoujade analiza las temáticas de Dick contrastándolas con los cánones de la ciencia ficción y con autores que utilizan algunas de sus mismas estratagemas, como el escritor inglés James Ballard.
Para el autor de Deleuze, los Movimientos Aberrantes (Deleuze, les Mouvements Aberrants, 2014) en las novelas de Philip K. Dick hay una guerra de psiquismos y un descenso a las profundidades de lo real para atisbar los delirios que allí actúan buscando la oportunidad para salir a la superficie. En las obras de Dick los psiquismos buscan imponer o preservar una realidad que siempre se encuentra en un proceso de desintegración debido a la intrusión de otros mundos que colisionan, produciéndose una superposición que tiende a la entropía. Estos psiquismos se enfrentan mediante la telepatía, las drogas y las manipulaciones de distinta índole. A través de un análisis de distintas novelas y cuentos de Dick, Lapoujade señala que el autor de Tiempo de Marte (Martian Time-Slip, 1964) coloca a sus personajes en una zona en la que los mundos se solapan, desploman o se bifurcan, una zona a la que se accede a través de las drogas, los trastornos psíquicos, la hipnosis o la manipulación mental, distintas manifestaciones de un delirio que se apodera de los psiquismos, lo que en realidad es un intento de cura o reparación de un mundo descompuesto.
En este sentido, Lapoujade recupera un concepto importante en Dick que define a muchos de sus personajes, el bricoleur, un reparador que se diferencia del ingeniero, un inadaptado social que intenta salirse con la suya, incapaz de adecuarse a los engranajes de los mundos artificiales, que lucha con sus problemas personales y en esa búsqueda encara la reparación de un mundo desgarrado y fragmentado a través de los materiales abandonados por estos mundos artificiales que crearon las posibilidades de la catástrofe. Estos materiales son desviados de su uso predefinido para reparar los mundos físicos y psíquicos destruidos por las fuerzas de la entropía. Las grietas de los psiquismos se rellenan con delirios, ensamblando fragmentos de mundos heterogéneos para construir un camino circular entre ellos y crear nuevos mundos vivibles a partir de los restos del pasado. El bricoleur es de esta forma el artesano que repara, hace lo que puede con lo que tiene y en el camino se ve envuelto en vastas intrigas que le son ajenas pero que lo afectan, estropeando los planes de todos para arreglar sus cuestiones personales.
Pero Dick también recupera al irresponsable, el desobediente, a los esquizofrénicos que acceden a otra realidad, al psicótico para reflexionar sobre la relación de los psiquismos con la realidad o con lo que creemos que es la realidad, dado que una de las características de las obras de Dick es el cuestionamiento con respecto a la propia identidad, la realidad misma. De esta forma hay una disputa en cada ser entre el hemisferio izquierdo y el derecho, entre el cálculo y la empatía, la racionalidad y la emoción, el lenguaje verbal y lo no verbal.
Analizando la heteróclita obra de Dick, Lapoujade indica que en muchas de las novelas y cuentos del autor de Lotería Solar (Solar Lotery, 1955) la realidad preexistente es sustituida por flujos de información en constante transformación, y de esta forma el mundo se vuelve inestable y precario. La guerra que menciona Lapoujade por el control de los psiquismos es entonces una guerra por el control de la información, dado que los seres humanos se han convertido en información en las nuevas sociedades de control que anulan lo privado.
Una de las cuestiones que Lapoujade examina estudiando la obra de Dick es que los mitemas del género son abandonados o relegados a un segundo plano, retomando cuestiones esotéricas, psicológicas, religiosas, bíblicas y médicas, incluso la teoría de la información, temáticas y formas de encararlas ajenas a las tramas de la ciencia ficción clásica. Así en Dick se pueden encontrar influencias del I Ching, El Libro de los Muertos Tibetano, las ideas de los psicólogos suizos Carl Jung y Ludwig Binswanger, el gnosticismo, el platonismo o la literatura y las ideas de William Burroughs y Alfred Korzybski, por dar algunos ejemplos de los dominios en los que Dick se adentra para construir mundos fantásticos donde se deshace el principio de causalidad. De esta forma Lapoujade encuentra que para Dick la ciencia ficción es una forma de aproximarse a las encrucijadas del presente, a la deshumanización de las personas, la androidización de la humanidad, la invasión del campo social por parte de los universos artificiales, la televisión y los parques de diversiones, acercamientos a la realidad que son excusas para confrontar lo falso consigo mismo.
Para Lapoujade hay una relación entre el arte pop y la obra de Philip Dick, ya que para ambos la realidad se ha vuelto ficticia, lo ficticio se la vuelto la nueva realidad, el pop hace proliferar las apariencias para revelar su vacuidad, su carácter falso, al igual que en muchas de las producciones del autor de Simulacra (The Simulacra, 1964), donde el mundo puede ser una proyección, un holograma, un artificio que le pertenece a quien controla las apariencias.
Al igual que en muchas obras de ciencia ficción en Dick la prehistoria se mezcla con la post y la alter historia, pero la novedad en Dick consiste en que éste siempre introduce dos tramas superpuestas en las que los personajes buscan crear la realidad más rápido de lo que ella puede crear a los protagonistas, un intento de ganarle a la entropía, a veces tan solo de engañarla. Lapoujade trababa mucho sobre entrevistas a Dick, e intercambios con el escritor polaco Stanislaw Lem, autor de Solaris (1961), pero también retoma la Exégesis, la febril reflexión de Dick sobre su experiencia religiosa durante la redacción de Una Mirada en la Oscuridad (A Scanner Darkly, 1977), que lo llevó a creer que era un viajero del tiempo, un cristiano perseguido del año 70 transpuesto en la década del setenta del Siglo XX.
Al igual que Dick, Lapoujade advierte que la tecnología no viene a transformar el mundo existente, sino que viene a cambiarlo por uno artificial en el que el productor pueda poner sus condiciones, para controlar los psiquismos controlando las emisiones. Las máquinas cibernéticas son así dispositivos para adaptarnos a los mundos artificiales, mundos en los cuales hay un precio de admisión, hay que pagar para ser reducido a la esclavitud. Siguiendo a Dick, Lapoujade encuentra que el poder se vuelve una programación anónima e impersonal, una serie de instrucciones de uso a las que nos sometemos gustosamente como usuarios, delegando las responsabilidades y aceptando los términos.
Para su análisis, Lapoujade también recurre a la obra del filósofo marxista Fredric Jameson, Arqueologías del Futuro: El Deseo Llamado Utopía y Otras Aproximaciones de Ciencia Ficción (Archaeologies of the Future: The Desire Called Utopia and Other Science Fictions, 2005), y la gran obra del filósofo francés Gilbert Simondon, El Modo de Existencia de los Objetos Técnicos (Du Mode d’existence des Objets Techniques, 1958), para entender el surgimiento y la popularización de la ciencia ficción, que para Jameson tiene lugar cuando declinan las utopías políticas del horizonte social y esas nuevas utopías tecnológicas que reemplazan las utopías políticas y la obsesión por la tecnología como forma de dominación.
Lapoujade también realiza una interesante contraposición de la noción de entropía en Ballard y Dick para reflexionar sobre los mundos fantásticos interiores de Ballard que se despliegan hacia el exterior y la psiquis como campo de batalla. Mientras que en Dick los hombres luchan contra la entropía, en Ballard el ser humano abraza la entropía, que ya se ha apoderado de la realidad.
A través de las propias palabras de Dick, Lapoujade relaciona la obra del escritor de California con la paranoia instalada durante la Guerra Fría, los efectos de las drogas alucinógenas y su relación con el éxtasis religioso, la contraposición de la colonización de América con la apropiación de otros mundos, o de otras psiquis, el otro convertido en criatura perseguible y exterminable, un paralelismo lúcido e impactante con la historia de Estados Unidos, una catástrofe en ciernes que prefigura una ruptura con el presente.
En La Alteración de los Mundos: Versiones de Philip K. Dick la filosofía, la historia, la literatura y los delirios paranoicos se encuentran para formular las preguntas correctas a través de la obra de un escritor tan estimulante como sorprendente: qué somos, hacia dónde vamos, qué estamos construyendo, qué dejamos de lado, interrogantes sobre nuestra humanidad que la tecnología deja en carne viva, abriendo caminos para explorar un futuro que parece lejano aunque ya está entre nosotros.
La Alteración de los Mundos: Versiones de Philip K. Dick, de David Lapoujade, Cactus, 2022.