Viernes (Friday)

Fumando hierba en el barrio

Por Emiliano Fernández

A pesar de que el surgimiento del cine stoner, ese que gira alrededor de la marihuana, las drogas en general y los problemas para conseguirlas y los problemas que luego surgen una vez que se las consume, suele vincularse a dos realizaciones del mismo año, hablamos de Colegio de Animales (National Lampoon’s Animal House, 1978), obra de John Landis que patentó el motivo de las fraternidades drogonas y hedonistas en perpetua lucha contra el decano y sus rivales/ vecinos/ colegas que hacen de la seriedad conformista un fetiche, y Como Humo se va (Cheech & Chong’s Up in Smoke, 1978), un film dirigido por Lou Adler que probaría ser el único eslabón digno en la franquicia cinematográfica estelarizada por los comediantes Cheech Marin y Tommy Chong, dúo conocido precisamente como Cheech & Chong y especializado en componer a dos incondicionales del cannabis que oficiaban de caricatura de los hippies o de la pata más amigable/ inofensiva de la contracultura de los 60 y 70, a decir verdad las películas fumonas y drogonas pueden rastrearse hasta una década atrás en función de aquel decadentismo del séptimo arte posterior al Mayo Francés de 1968, ejemplos claros son las tres faenas más conocidas, Busco mi Destino (Easy Rider, 1969), de Dennis Hopper, Más allá del Valle de las Muñecas (Beyond the Valley of the Dolls, 1970), de Russ Meyer, y Fritz, el Gato (Fritz, the Cat, 1972), el clásico animado de Ralph Bakshi. Durante esa misma época, cuando el hippismo pacifista y el desconcierto de las autoridades fascistoides mutaban en la militancia aguerrida de izquierda y la contraofensiva represora de la derecha, asimismo empezaba a redescubrirse Locura por el Porro (Reefer Madness, 1936), mamarracho de Louis J. Gasnier financiado por un grupo de cristianos fanáticos que pretendían alertar a la juventud acerca de los peligros de la marihuana, algo que resultaría en un tiro por la culata en diferido porque el productor Dwain Esper le compraría el film en 1938 a su colega original, George Hirliman, y reeditaría la propuesta insertándole nuevas tomas para ya transformarla en un producto destinado al circuito de exhibición del acervo exploitation, así las cosas Locura por el Porro se reestrenaría a lo largo de los años 40 y 50 hasta convertirse en una autoparodia implícita entrados los 70, todo gracias a su paranoia desproporcionada y la antología de desastres que le adjudicaban en pantalla al pobre hachís.

 

Durante los años 80 las comedias reinaron en el mainstream pero en general fueron mucho más “family friendly” para adaptarse al neoliberalismo ultra conservador y patriotero de Ronald Reagan y George H.W. Bush, planteo que no habilitaba la rebeldía de antaño y el humor político de influjo corrosivo, no obstante con la presidencia de Bill Clinton los aires se relajaron y en los 90 hubo un resurgimiento del cine stoner en un rango que va desde lo indie adolescente tontuelo de Rebeldes y Confundidos (Dazed and Confused, 1993), de Richard Linklater, y Cajeros (Clerks, 1994), digno debut de Kevin Smith, hasta el sustrato decididamente contracultural y muchísimo más inteligente de El Gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998), de los hermanos Joel y Ethan Coen, y Pánico y Locura en Las Vegas (Fear and Loathing in Las Vegas, 1998), la joya de Terry Gilliam basada en el libro de 1971 de Hunter S. Thompson, a su vez una sutil obra maestra del periodismo gonzo. Otra de las películas fundamentales perteneciente al ecosistema de la hierba de aquella época, muy famosa en yanquilandia aunque prácticamente desconocida en buena parte del mundo hispanoparlante, es Viernes (Friday, 1995), ópera prima del afroamericano F. Gary Gray que aglutina elementos de otras dos vertientes muy de moda en los años 90, nos referimos al hood film, la propuesta centrada en barrios más o menos marginales, y el Nuevo Cine Negro o neoblaxploitation, especie de aggiornamiento de la vieja corriente comercial de los 70 que nació con Shaft (1971), de Gordon Parks, y las pirotécnicas Watermelon Man (1970) y Sweet Sweetback’s Baadasssss Song (1971), del tremendo Melvin Van Peebles. Si bien ambas comarcas muchas veces se confunden y de hecho se entrelazan en diversas odiseas vinculadas a la negritud y sus estereotipos asociados, como por ejemplo las pandillas, las drogas, el hip hop, el lenocinio, las familias en crisis, las puteadas y la violencia doméstica, tranquilamente se puede identificar la génesis del neoblaxploitation, léase Haz lo Correcto (Do the Right Thing, 1989), de Spike Lee, y Los Dueños de la Calle (Boyz n the Hood, 1991), de John Singleton, y vincular a Viernes con otros hood films cómicos en sintonía con Fiesta en Casa (House Party, 1990), de Reginald Hudlin, y La Barbería (Barbershop, 2002), de Tim Story, tan exitosos como para desencadenar secuelas por derecho propio.

 

La película de Gray, también un prolífico director de videos que trabajó para gente como Cypress Hill, Mary J. Blige, Usher, Coolio, Barry White, OutKast, Queen Latifah, TLC, Whitney Houston, Babyface, R. Kelly, Jay-Z y los inefables Dr. Dre y Ice Cube, ambos otrora miembros de N.W.A., los papis del gangsta rap, adopta un enfoque caricaturesco típico del cine stoner, ya que no tiene una historia propiamente dicha y apenas si juega con el esquema narrativo de una deuda por un poco de marihuana que debería haberse vendido y no fumado por el dealer de turno, pero condimentando el asunto con capas de sabiduría y costumbrismo autobiográfico que vienen firmadas por DJ Pooh, un productor discográfico que tuvo su etapa de gloria en el hip hop de los 90, y el mismo Ice Cube, socio habitual del anterior y aquí también protagonista y productor porque ya venía ganando prestigio como actor por sus intervenciones en Los Dueños de la Calle, Oro y Cenizas (Trespass, 1992), opus de Walter Hill, La Placa de Hielo (The Glass Shield, 1994), de Charles Burnett, y Duro Aprendizaje (Higher Learning, 1995), de Singleton. El narcotraficante que no puede resistir la tentación de su propia mercadería es Smokey (Chris Tucker, en su primer papel de importancia luego de recorrer el circuito del stand-up), un muchacho que está en libertad condicional y se pasa todo el viernes del título, precisamente en un vecindario negro del Sur de Los Ángeles, con su mejor amigo, Craig Jones (Ice Cube), el cual viene de ser echado de su trabajo justo el día anterior, en su franco/ jornada de descanso, porque la supervisora asevera haberlo visto robando cajas en el comercio en cuestión a través de las cámaras de seguridad. Los jóvenes se fuman la marihuana que Smokey debería vender y así se ganan una amenaza de muerte del proveedor con ruleros, Big Worm (Faizon Love), a quien le deben 200 dólares que deberían entregar antes de las 22 horas, excusa para un desfile de personajes que incluyen al abusón del barrio, Deebo (Tom Lister Jr.), el padre de Craig, un ex boxeador y hoy empleado de la perrera municipal conocido como Señor Jones (John Witherspoon), el interés romántico del despedido, la linda Debbie (Nia Long), la infaltable novia celosa, Joi (Paula Jai Parker), una vecina bastante putona, la Señora Parker (Kathleen Bradley), y la hermana hiper pedigüeña/ mendicante de Debbie, Felisha (Angela Means).

 

Sin duda la eficacia del convite y su carácter duradero en la memoria popular tienen que ver tanto con la química entre Ice Cube y Tucker, este último destilando carisma y el primero demostrando que también es un muy buen actor de comedia, como con la picardía de los diálogos, los sketchs y el slapstick muy histriónico de fondo, en un único movimiento contrabalanceando la sordidez fatalista del neoblaxploitation de base criminal de la época y diferenciándose de otras farsas que también derivaron en franquicia como las citadas Fiesta en Casa y La Barbería, la primera naif y la segunda demasiado nostálgica, sin olvidarnos del enfoque semi dramático de Amigos por Siempre (The Wood, 1999), de Rick Famuyiwa, y de la jugada facilista de centrarse en personajes de otras razas que pretenden ser negros, como los caucásicos de Chicos Blancos (Whiteboyz, 1999), de Marc Levin, y aquel asiático que protagonizaba Fakin’ Da Funk (1997), de Timothy A. Chey. Eje crucial de una de las mejores bandas sonoras del período, Friday (Original Motion Picture Soundtrack) (1995), compilado con canciones de Dre, The Isley Brothers, Cypress Hill, Bootsy Collins, Rick James, Scarface, Mack 10, Roger Troutman y por supuesto Ice Cube, y catalizadora de dos secuelas inferiores sin Tucker, El Próximo Viernes (Next Friday, 2000), de Steve Carr, y El Viernes Después (Friday After Next, 2002), de Marcus Raboy, nuestra gesta de suburbio nos reenvía a la época del videocable, el identificador de llamadas, el radiomensaje y aquel G-funk y además retrata la cultura slacker, la ética anti-trabajo capitalista que caracteriza al cine stoner, y se abre camino como lo mejor de Gray junto a sus otras dos incursiones en el neoblaxploitation, Hasta el Final (Set It Off, 1996), variante rosa de la caper movie o film de atracos, y Straight Outta Compton (2015), genial biopic alrededor de N.W.A., todo en medio de una catarata de bodrios por encargo como El Mediador (The Negotiator, 1998), Un Hombre Diferente (A Man Apart, 2003), La Estafa Maestra (The Italian Job, 2003), Tómalo con Calma (Be Cool, 2005), Días de Ira (Law Abiding Citizen, 2009), Rápidos y Furiosos 8 (The Fate of the Furious, 2017), esa Hombres de Negro: Internacional (Men in Black: International, 2019) y Lift: Un Robo de Primera Clase (Lift, 2024), opus mediocres que lo enclaustraron en el gremio de los cineastas mercenarios que pierden su identidad…

 

Viernes (Friday, Estados Unidos, 1995)

Dirección: F. Gary Gray. Guión: Ice Cube y DJ Pooh. Elenco: Ice Cube, Chris Tucker, Nia Long, Tom Lister Jr., John Witherspoon, Paula Jai Parker, Faizon Love, Kathleen Bradley, Angela Means, Regina King. Producción: Ice Cube, Bryan Turner, W.E. Baker y Patricia Charbonnet. Duración: 97 minutos.

Puntaje: 9