Wet Leg, de Wet Leg

Groserías de la honestidad

Por Marcos Arenas

Desde ya que no está nada mal englobar a Wet Leg, dúo formado en 2019 en la Isla de Wight y compuesto por las veinteañeras Rhian Teasdale (voz principal y guitarra rítmica) y Hester Chambers (primera guitarra y coros), dentro del revival del post punk correspondiente a la segunda década del Siglo XXI, ese que incluye a muchas bandas variopintas en sintonía con Black Country, New Road, Squid, Dry Cleaning, The Murder Capital, Idles, Soft Play aka Slaves, Fontaines D.C., Black Midi, Savages, Yard Act, Sleaford Mods y Shame, entre otras agrupaciones recientes del Reino Unido. Sin embargo las cosas nunca son tan sencillas y en el sonido de la dupla intervienen ingredientes diversos de otros géneros que muchas veces no son tenidos en cuenta en las descripciones apresuradas de la prensa y el público, como por ejemplo el power pop, el surf rock, el noise, el garage, el indie, la psicodelia, el rock alternativo, la new wave, el art rock, el country, la música disco, el glam, el bubblegum, el post rock, el grunge, el folk y el inefable britpop; del mismo modo es posible identificar una capa visible de influencias en primer plano que se complementa con otra homóloga aunque menos dispuesta a desfilar ante nuestros ojos, así por un lado en Wet Leg tenemos un dejo cercano a Elastica, The Pretenders, Blondie, The B-52’s, Fleetwood Mac, Siouxsie and the Banshees, Talking Heads, The Go-Go’s y David Bowie, y por el otro lado tampoco cuesta demasiado pensar que las señoritas retoman algo de lo más accesible, popero o “radio friendly” de PJ Harvey, Sonic Youth, The Runaways, Pixies, Yeah Yeah Yeahs, The Cure y Patti Smith. El combo se completa con unas letras socarronas que se suman a la larga tradición del rock irónico de artistas tan heterogéneos como The Kinks, Sparks, Frank Zappa, Faith No More, Ian Dury, Pavement, Primus y los contemporáneos Dry Cleaning, mordacidad evidente en su estupendo y revelador disco debut homónimo del 2022 para la discográfica londinense Domino, sin duda una de las mejores óperas primas rockeras de los últimos años.

 

Producido por Jon McMullen, Joshua Mobaraki y un Daniel De Mussenden Carey alias Dan Carey que domina la placa casi en su totalidad, profesional que supo colaborar con Fatboy Slim, Kylie Minogue, Lily Allen, Franz Ferdinand, Tame Impala, Fontaines D.C., The Kills, Bloc Party, Black Midi, Grimes y Squid, el álbum abre con Being in Love, un tema hilarante que retoma la fórmula paradigmática de Pixies del campo del proto rock alternativo, aquella de primero “lento y luego fuerte” en ocasión del estribillo, con el objetivo de comparar la idiotez exuberante aunque adorable de estar enamorado con varias situaciones mundanas -o no tanto- como despertarse a la mañana, padecer insomnio, no tener demasiado apetito que digamos, sufrir de dolores estomacales símil puñetazo en las tripas, no poder concentrarse o tratar de meditar para momentos después terminar automedicándonos, tomando bebidas alcohólicas, recayendo en la “alegría química” o concluyendo que la inspiración y el talento de antaño se desvanecieron. La gran obra maestra del disco es esa insuperable Chaise Longue, un primer single que sigue el esquema sonoro de Being in Love pero ahora con un riff hiper adictivo de parte de Chambers que le deja todo servido a Teasdale para que desparrame ironías a diestra y siniestra -siempre desde un humor muy seco e hiriente- acerca de la inutilidad de los diplomas en el nuevo capitalismo hambreador y zopenco del Siglo XXI, el sustrato impasible del grueso de los mortales, el “acto reflejo” de los padres preocupándose por sus hijos y finalmente el hedonismo social en materia de sustraerse de los problemas de siempre haciendo poco y nada para solucionarlos, todo en medio del ritual rockero de la cerveza tibia en el camerino, alguna que otra cita a Chicas Pesadas (Mean Girls, 2004), comedia adolescente dirigida por Mark Waters, y el latiguillo repetido a lo largo del tema alrededor de ese chaise longue del título, un sofá largo o diván en el que es posible recostarse, símbolo del soponcio inmovilizante -o quizás del marasmo digno de una lobotomía- en el que viven las mayorías populares de la posmodernidad. La fórmula inicial se quiebra con la celestial Angelica, quinto single y una composición que sintetiza muy bien la amplitud estilística del dúo porque durante las estrofas nos encontramos con un dejo new wave bailable a lo Blondie, The B-52’s o la vertiente más luminosa de Siouxsie and the Banshees, en el puente asoma un dream pop símil Cocteau Twins y en el estribillo arremeten una guitarras distorsionadas semejantes al noise de Sonic Youth y The Jesus and Mary Chain aunque con las voces tapadas en la mezcla como si se tratase del shoegaze de My Bloody Valentine circa Loveless (1991), mixtura que trabaja la rauda decepción que sigue a la promesa de pasar un buen rato en el contexto de una fiesta, donde el alcohol, las compañías poco estimulantes, el fariseísmo, el baile tontuelo, la banalidad y la propia tendencia masoquista empañan el evento y generan que la protagonista, nuestra Angélica, pretenda huir cuanto antes.

 

Especie de balada country amable de idiosincrasia surf con un puente psicodélico/ lánguido y un riff reciclado de The Man Who Sold the World, megaclásico de Bowie perteneciente al disco homónimo de 1970, I Don’t Wanna Go Out es una canción de angustia etaria que podría ser adolescente pero aplica a una joven de 28 años en plena depresión o crisis existencial, aparentemente por planes frustrados, veloces o demasiado forzados que derivan en ese motivo conceptual repetido del disco que suele enmascararse mediante el sarcasmo, léase una apatía o indiferencia hacia los demás y uno mismo que provoca un repliegue que a su vez es sinónimo de encierro, desengaño, fatalismo macabro y pendenciero, autoexilio y falta de comunicación. Ubicado musicalmente entre el britpop mujeril de Elastica y su homólogo más new wave de The Go-Go’s, Wet Dream, el segundo corte de difusión, no se anda con muchas metáforas a la hora de retratar la reacción femenina frente al descubrimiento de que la narradora es la protagonista de un “sueño húmedo” de un ignoto varón que puede ser una pareja o un ex novio, aquí comentándole el asunto e invitándola a ver un DVD de nada menos que Buffalo ’66 (1998), el recordado debut como realizador del intérprete Vincent Gallo, planteo que le permite a Teasdale jugar con la indignación ante la eyaculación onírica masculina, con cierto agrado apenas maquillado de arrogancia o vergüenza ajena y con la ridiculez de la fantasía en sí ya que se vincula a un automóvil, un parabrisas lamido y hasta un episodio de masturbación sin más detalles al respecto. Convincing es el único tema del álbum con voz principal a cargo de Chambers, una faena cuasi glam de impronta entre sexy y psicodélica que se sirve de la brevedad de una composición punk -apenas arriba de los dos minutos, como otros pasajes de la placa- para versar sobre una ruptura tácita en la que la contraparte debe convencerse a sí misma del final de la relación, en apariencia por una infidelidad que se mezcla con la infaltable “incompatibilidad de caracteres” y un paisaje paradisíaco de playa que se ennegrece por el mal humor en el ambiente. Loving You, apuntalada en una base electrónica en línea con el trip hop y un estribillo y coros cercanos al indie pop experimental de Animal Collective, continúa la senda de despecho de Convincing aunque en esta oportunidad melodramatizando la cuestión y denunciando en falsete la tendencia hipócrita de fingir amistad luego de la separación romántica, una para colmo sellada por una rauda nueva pareja de parte del varón que lleva a Teasdale a dedicarle a su ex -y a la otra hembra- graciosas palabras de odio, burla o desprecio.

 

En Ur Mum, el sexto y último single, se percibe claramente la amalgama entre el power pop de la base rockera, completada por Michael Champion en bajo y Henry Holmes en batería, y las capas intoxicantes/ hipnóticas de sintetizadores, en esencia responsabilidad de los productores McMullen y Carey, canción que explora la angustia casi siempre contenida del disco, tantas veces disfrazada de las puteadas naturalistas y semi punk de las letras, e incluso la deja salir en ocasión de un sorprendente grito que aparece en el puente y recuerda a aquella “terapia primal” de Arthur Janov que marcó al John Lennon de Plastic Ono Band (1970), ahora en la coyuntura de una nueva ruptura motivada por el trasfondo anodino del macho, la bancarrota moral de las grandes ciudades, la abulia marca registrada de Wet Leg y la necesidad de la mujer de ya pasar a otra cosa, amén del sarcasmo del título en relación al Complejo de Edipo o la eterna dependencia masculina para con el primer modelo femenino, la madre. Siguiendo la tradición de reinterpretar temas previos del mismo álbum, esa que va desde el díptico Waterfall/ Don’t Stop del debut homónimo de 1989 de The Stone Roses hasta Da Funk/ Funk Ad de Homework (1997), de Daft Punk, la primera un original que termina patas para arriba en la relectura en reversa, Oh No, el cuarto corte de difusión, retoma en gran medida el esquema general del track anterior para rearticularlo en una nueva composición mucho más simple -y decididamente de cadencia noise o semi grunge/ garage- tendiente a pegarle al consumismo, la explotación laboral, la comida chatarra, la adicción al smartphone, el narcisismo de la burguesía, sus fiestas de pretensiones arty, la filosofía new age más boba y especialmente la soledad del nuevo milenio, esa enclaustrada de hecho en las pantallas electrónicas y alejada del contacto real con los otros sujetos, quienes en persona se consideran aburridos o peligrosos.

 

Después de un comienzo delicado de aires folk, Piece of Shit, otra de las mejores canciones del lote, muta en un mantra indie popero que recupera algo de las guitarras de Tom Verlaine y Richard Lloyd de Television y reproduce una suerte de diálogo entrecortado de separación del que sólo nos llega la versión femenina, la cual toma la forma de una serie de respuestas en “plan confrontación” que permiten deducir las líneas masculinas faltantes a través de las frases cáusticas de una Teasdale que vuelve a tirar munición pesada contra el macho acusándolo de ciclotímico, delirante, soberbio, desmemoriado, ricachón consentido y de no saber realmente lo que quiere porque -una vez más- el varón de turno ya se consiguió otra mujer pero sigue comunicándose con su ex porque la extraña, echando más leña al fuego de la catarata de coloridos insultos de la narradora y esa metáfora bien literal del título del tema, un excremento homologado a la pareja porque ésta puede flotar o hundirse sin preámbulo alguno. Supermarket, un tema jocoso explícito y muy noventoso en la tradición del slacker rock del Pavement más demente de Crooked Rain, Crooked Rain (1994) y Wowee Zowee (1995), recupera la fórmula “lento y fuerte” y la satura con coros surf autoparódicos que se mofan del hecho de comprar en un supermercado, conocer a los padres de la pareja o importunar a los payasos fascistas de seguridad de una tienda cualquiera mientras se está muy drogado o quizás luego de fumar un porro, excusa para equiparar de nuevo al consumismo -obsesión de la clase media del Primer Mundo y de las naciones subdesarrolladas- con la anestesia política o la falta de ideales del grueso del pueblo en el nuevo milenio. El cierre y tercer single de la placa, la maravillosa Too Late Now, empieza en el terreno del dream pop pero pronto salta a una épica entre etérea y frenética que por cierto trae a la mente la faceta más ampulosa/ colgada de Sonic Youth, en esta ocasión con la cantante deambulando por tópicos varios como la nostalgia escolar, la amargura y el conformismo en la vida adulta, el implacable paso del tiempo, las dudas al componer, el arte de cambiar de opinión a pura incertidumbre, la uniformización en el look que promueven las aplicaciones de citas como Tinder, las esperanzas que despiertan las nuevas relaciones románticas y cierto impulso suicida que se combina con el éxtasis de mandar a la mierda a este “mundo desgarrador” que hemos heredado.

 

Sin ser un disco de gran profundidad intelectual o siquiera un álbum de quiebre dentro de la escena del Siglo XXI correspondiente al revival post punk, volcado en gran medida al costado progresivo y el post rock de bandas de cabecera como Black Midi y Black Country, New Road, Wet Leg (2022), de todos modos, se impone con facilidad como una síntesis muy bien construida de las distintas vertientes del rock alternativo de los años 90 y la primera década del nuevo milenio, logrando reemplazar con intensidad, astucia y eficacia lo que en suma le falta en materia de verdadera complejidad o temáticas un poco más adultas, menos pegadas a aquellas preocupaciones de una primera etapa de la vida que cada día que pasa queda más y más enterrada en el cinismo o exceso de autoconciencia nihilista de buena parte de la humanidad de la actualidad. El dúo de Chambers y Teasdale, dos profesionales impecables con un evidente background musical de muchos años de experiencia y destilación de estilo e influencias, grupo cuyo nombre se deriva de un apodo popular que se le da en la Isla de Wight a los foráneos que cruzan el Estrecho de Solent desde la Isla de Gran Bretaña y siempre mojan una de sus piernas al bajar del barco, aquí entrega un trabajo muy interesante con la capacidad de sacarle el lustre a una intensidad de raigambre punk que a veces parece desaparecida en medio de la intercambiabilidad extrema de las muchísimas propuestas culturales del mainstream y el indie de hoy en día, enfatizando la necesidad de dedicarle una humilde y más que merecida bienvenida a una banda con una personalidad firme, dispuesta a autosatirizarse y amante de las groserías de la honestidad, el desenfreno y una ansiedad de lo más pegajosa y divertida, promesa tácita de futuros discos por venir que esperemos resulten tan apasionantes y efervescentes como este debut, en sí una de las tantas obras de arte craneadas al calor del confinamiento, la paranoia y las reflexiones solipsistas de dos años a raíz de la pandemia planetaria del coronavirus.

 

Wet Leg, de Wet Leg (2022)

Tracks:

  1. Being in Love
  2. Chaise Longue
  3. Angelica
  4. I Don’t Wanna Go Out
  5. Wet Dream
  6. Convincing
  7. Loving You
  8. Ur Mum
  9. Oh No
  10. Piece of Shit
  11. Supermarket
  12. Too Late Now