Breve Crónica de una Paulatina Desaparición, de Juliana Kálnay

Habitar y vivir hasta desvanecer

Por Martín Chiavarino

Breve Crónica de una Paulatina Desaparición (Eine Kurze Chronik des allmählichen Verschwindens, 2017), de la escritora alemana Juliana Kálnay, es tanto una ópera prima como una sorpresa narrativa. Publicada originalmente en alemán por la editorial Verlag Klaus Wagenbach, la novela está escrita en base a capítulos que parecen fotografías perdidas en el tiempo, escenas de un presente esquivo y fantástico que se escapa a través de las rendijas de la realidad. Entre sus galardones, recibió el Premio Aspekte en 2017 que recompensa a la mejor obra debut en lengua alemana y el Premio Hebbel en 2018 y fue traducida al español por su propia autora para la editorial Acantilado.

 

La novela es una crónica insomne sobre la vida de un edificio y sus inquilinos. Con un tono vibrante, de una calidez maravillosa, pero también de un acento misterioso y hasta perturbador, Kálnay construye una fantasía en la que lo cotidiano y lo fantástico se funden deliciosamente. Breve Crónica de una Paulatina Desaparición contiene desapariciones misteriosas, metamorfosis imposibles, transformaciones y asimilaciones en una historia narrada a través de elusiones con un estilo íntimo, cargado de desesperación y urgencia vital.

 

En capítulos concisos y con una prosa cautivadora Kálnay construye historias que parecen ensoñaciones, donde la realidad y la imaginación son indistinguibles. Entre las formas de habitar, los olores conocidos que tranquilizan y los desconocidos que perturban y aguzan los sentidos, la novela trabaja brillantemente sobre la convivencia en los edificios y la construcción del sentido de identidad comunitaria a su alrededor.

 

En esta novela coral creada a partir de la voz y los pensamientos de todos los personajes que habitan el edificio, los distintos narradores dan cuenta de los cambios que acontecen en el espacio que habitan y a sus habitantes, sucesos extraños, inexplicables y sorprendentes, donde lo rutinario se convierte siempre en algo inusual que genera una sensación de pertenencia, pero también de constante zozobra.

 

La desaparición de una extraña niña, Maia, que cava hoyos y se esconde en lugares insólitos es el disparador de la intriga de esta novela sobre los vecinos del número 29 y protagonizada por Rita, una anciana tan misteriosa como el edificio que ha vivido toda su vida en el mismo y ve más allá de lo evidente o de lo que la realidad cotidiana parece querer revelar, que observa y siente el edificio, una anciana que todos creen que es ciega e inventa cosas, pero que sabe demasiado, calla y observa. Rita narra como una testigo privilegiada lo que ve y siente al igual que el resto de los personajes, pero Rita sabe algo que calla, algo que nadie podría comprender salvo los que lo han sentido. Para ella el edificio es más que un hogar, es un ser vivo, que respira y siente, a veces un espacio que es una extensión de su cuerpo, a veces una entidad cercana, pero siempre algo presente, un secreto con el que acarrea y debe convivir, un lugar del que no se puede alejar y del que es difícil hablar, pero también un mundo insondable, pleno de misterios a descubrir que solo los elegidos por el edificio pueden vislumbrar. Aquí cada persona deja una historia en los pisos y paredes, en cada habitación queda un halo, un misterio de lo que fue y de lo que espera ser.

 

El eje de la novela es la paulatina desaparición de los personajes, que parecen entrar en una dimensión desconocida a medida que el edificio los engulle. De a poco los habitantes se evaporan, nadie los ve irse, algunos se transforman, otros dejan un halo, una figura: uno se transforma en árbol que da frutos con los que la esposa hace mermelada. Mientras tanto en el sótano ocurren cosas extrañas, los niños experimentan con fuego en el brasero y los misteriosos crónicos insomnes aparecen y desaparecen en susurros mientras el viejo edificio vibra, cruje y chirría demostrando su vitalidad.

 

La inocente mirada del niño se convierte aquí en algo misterioso y hasta siniestro en su obsesión por los arcanos que oculta el fuego, rito absolutamente reservado e insondable, cuestión que dispara el temor de los adultos ante la incomprensión del mundo infantil y su lógica relacionada con una curiosidad sin límites, un agudo sentimiento de comunidad y una lógica inefable. El descubrimiento y la curiosidad se mezclan con el impulso lúdico pueril y la indiferencia ante el bien y el mal en un ritual de pertenencia que asusta a los no iniciados.

 

Alternando la primera y la tercera persona, entablando diálogos que provocan a las leyes de la lógica y proponiendo la experimentación narrativa como premisa, Juliana Kálnay crea aquí vividas escenas sexuales en balcones, miradas felinas posesivas sobre los espacios y rituales de despedida que trascienden la muerte demostrando que el óbito es una etapa más de la vida para finalmente proponer una parábola sobre el fuego como un componente purificador pleno de misterios, una fuerza hipnótica que destruye, crea y revela secretos.

 

Breve Crónica de una Paulatina Desaparición, de Juliana Kánay, fue publicada por la editorial española Acantilado en su colección de Narrativa del Acantilado y es una gran ópera prima que combina elementos narrativos y estéticos del realismo mágico y de la literatura del absurdo para proponer una visión animista del hogar, del lugar que se habita, crear misterio a través de lo cotidiano y exponer así las distintas formas de habitar, de permanecer y de vivir en este espacio en el que los seres humanos de las grandes ciudades conviven.

 

Breve Crónica de una Paulatina Desaparición, de Juliana Kálnay, Acantilado, 2020.

 

Foto: Mathias Prinz