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“Verdingkinder” era la expresión que definía la solución que el Estado Suizo había encontrado para terciarizar sin costos la manutención de niños huérfanos, gravemente afectados por la indigencia o bien hijos de padres negligentes. Después de un paso intermedio por el orfanato municipal, un buen día llegaba un granjero y los pequeños desgraciados eran colocados en fila para su inspección. De ser necesario, el granjero beneficiado les revisaría los dientes como si de caballos se tratara. El afortunado elegido tendría como destino pasar el resto de su infancia realizando tareas agrícolas de sol a sol, sin más remuneración que un techo para dormir y el alimento indispensable para no caer muerto. No había escuela para estos peones infantiles, pero sí todos los castigos físicos que hiciera falta. Y, de requerirlo el personal adulto, también prestaban servicios sexuales. No eran estos últimos detalles contemplados por las leyes que regulaban este sistema de “casas de acogida”, pero ¿a quién le importaba? Al fin y al cabo se trataba de Verdingkinder, niños legalmente contratados.
En 1873, contando con ocho años de edad, un niño bernés llamado Adolf Wölfli se vio sometido al régimen de los Verdingkinder. Su madre, una lavandera, había muerto a resultas de la peor vida en que la familia había quedado sumida cuando el padre de los niños, un albañil borracho y malviviente, los había abandonado tres años atrás. Adolf era el menor de siete hijos, dos de los cuales habían muerto en su primera infancia.
Alcanzada la mayoría de edad, Adolf decidió dejar atrás un pasado de privaciones, golpes y abusos sexuales perpetrados por granjeros y trató de ganarse la vida en todo empleo decente que se cruzara en su camino. No tardó en enamorarse de una muchacha hija -¿por qué no?- de un opulento granjero. Ella le correspondía, pero pronto debieron renunciar a la posibilidad de casarse: sus padres nunca lo aprobarían.
Cayó en los brazos de una prostituta que lo aceptó como amante e incluso aceptó comprometerse con él. El matrimonio, para martirio del joven, nunca llegó a concretarse.
Abandonado y gravemente deprimido, empezaron a evidenciarse anomalías en el carácter de Adolf: arranques de agresividad, delirios místicos… Se alistó en la infantería.
Era un soldado de 24 años cuando su libido le jugó su primera mala pasada: intentó abusar de dos muchachas adolescentes. Fue condenado a dos años de prisión.
Recuperada la libertad, prosiguió en Bernapor la senda del mal. A menudo sostenía su economía con robos y, en 1895, fue interrumpido cuando estaba a punto de concretar la violación de una niña de tres años.
Esta vez las autoridades se encontraron con un diagnóstico: esquizofrenia crónica con elementos paranoicos. El detenido manifestaba alucinaciones, manía persecutoria, autismo, trastornos de la memoria, catatonia… Fue ingresado en el hospital psiquiátrico Waldau, en las afueras de la ciudad.
Violento y peligroso para los demás pacientes, capaz de destrozar los muebles de una habitación, pasó los primeros cuatro años en celdas de aislamiento. Adolf manifestaba ver motivos abstractos y patrones geométricos en movimiento. Cuadrículas movedizas, espirales, ruedas caleidoscópicas… Lo veía tanto con los párpados cerrados como con los ojos abiertos. Incluso se mezclaban con las personas o los objetos de la realidad, o bien los obstaculizaban. Resultaba una verdadera pesadilla.
Un psiquiatra, al escucharlo describir sus alucinaciones, decidió proporcionarle un lápiz y un papel. Pese a su absoluta carencia de formación artística, Adolf descubrió que cuando trasladaba las retículas de la pesadilla lúcida al papel, la tortura remitía. Y así empezó a remitir también su agresividad.
Mascando tabaco, pasó desde entonces sus días dibujando compulsivamente desde la mañana a la noche, sin siquiera tomarse el tiempo para asearse, a excepción de los domingos, cuando se lavaba la cara. Los materiales no le sobraban: los médicos le daban un lápiz y una hoja de papel de diario en blanco por día. Dibujaba hasta que solo podía sostener el vestigio de grafito con la punta de los dedos, y si el papel se terminaba se las ingeniaba para usar incluso el papel de envolver las compras. Los dibujos, verdaderas transcripciones de sus visiones, ocupaban cada resquicio de la hoja. Pero Adolf no los llamaba dibujos: eran para él composiciones musicales.
Y, como tales, gradualmente fueron apareciendo partituras musicales en medio de los abigarrados diseños. Porque Adolf realmente estaba componiendo música. De hecho, la interpretaba usando trompetas fabricadas con papel. Además de las trompetas, Adolf podía señalar qué tipo de instrumento debía tocarse, a veces incluso con la ilustración de un animal tocando el violín, el trombón o algún instrumento de percusión, lo cual convertía los registros en verdaderas partituras pictóricas.
Sorprendía que recurriera a la notación tradicional, aunque con algunas particularidades.
Para empezar, los pentagramas no eran pentagramas, ya que contaban con más de cinco líneas. En la mayoría de los casos se trataba de hexagramas. Este detalle abonaría la teoría de que Adolf habría adquirido, de niño, algún tipo de conocimiento rudimentario de música en la parroquia local, donde se guardaban partituras musicales del siglo XIV, cuando estaba permitido recurrir a las seis líneas en la notación musical. Una posible participación en los cantos eclesiásticos podía justificar la capacidad de solmisación del paciente psiquiátrico, teniendo en cuenta que esa forma primitiva de solfeo había sido utilizada desde la baja Edad Media por los sacerdotes para enseñar la entonación de los salmos cantados en la misa o en los coros religiosos.
Ciertos estudiosos formularían una segunda hipótesis a la instrucción musical del autor: que las partituras hubieran sido copiadas libremente de un libro de marchas militares para piano.
Debe aclararse, sin embargo, que los primeros hexagramas de las partituras de Adolf estaban vacíos. Solo con el paso de los años empezaron a ser poblados por notas. En general negras, corcheas y semicorcheas, jamás redondas o blancas. Casi siempre con corchetes dobles, uno para cada lado. Adolf las ingresaba de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, pero al llegar al final de cada hexagrama seguía por el inferior en sentido contrario. La métrica estaba indicada por barras, aunque ubicadas con una frecuencia a menudo desconcertante.
Cada comienzo de hexagrama podía tener, para intriga de cualquier músico diplomado, dos claves señalando la altura del sonido. Usualmente eran la clave de sol y la clave de fa. A estas indicaciones se sumaban otras inventadas por él mismo, como ciertos números o puntos que colocaba entre las líneas. Estos puntos resultaron ser, de hecho, el principal misterio de la notación de Wölfli, ya que nadie llegaría a descifrar su función.
Se suponía que estas composiciones eran tanto marchas militares como valses, polcas y mazurcas, nada más ni nada menos que la música que el niño Adolf había escuchado en las calles de Berna cada vez que se llevaba a cabo alguna festividad folklórica. Pero, fueran marchas, valses o polcas, algo que los estudiosos no ponen en duda es que las partituras de Adolf Wölfli, dependiendo del método elegido, dan pie a múltiples interpretaciones incompatibles entre sí.
Además de los dibujos y las partituras o, más bien, en combinación con los dibujos y las partituras, a partir de 1908 Wölfli se embarcó en la titánica tarea de redactar una obra literaria dividida en cinco partes, distribuidas estas en 44 tomos encuadernados por el autor. 19.340 páginas.
La primera, De la cuna a la tumba; o, a través del trabajo y el sudor, el sufrimiento y las pruebas, incluso a través de la oración en la condenación, los múltiples viajes, las aventuras, las calamidades accidentales, la caza y otras experiencias de un alma perdida errando por el mundo; o, un siervo de Dios sin cabeza es más miserable que el más miserable de los miserables, escrita durante cuatro años, ocupó nueve volúmenes y casi 3000 páginas. Abarcaba los primeros ocho años de vida de un huérfano llamado Doufi. Poca falta hace aclarar que se trataba de un alter ego del autor, que quizás ese hubiera sido el apodo familiar del niño Adolf, y que en esta parte se narraban sus desventuras dickensianas, semiautobiográficas.
La segunda parte se llamó Cuadernos geográficos y algebraicos (resultaron ser siete). Se relataba la epopeya que convierte al desgraciado en Doufien el Caballero Adolf, que más tarde sería el Emperador Adolf. En la culminación del séptimo cuaderno, el emperador era canonizado y pasaba a llamarse San Adolfo II. Adolf realizaba viajes intergalácticos, amasaba una fortuna, tenía una familia que lo amaba… La narración se convertía así en una cruza entre una versión fantástica de En busca del tiempo perdido y alguna novela de Georges Perec, todo en un tono Finnegans Wake, con inventarios de objetos, cálculos matemáticos imposibles y palabras inventadas por necesidad y no por capricho, conforme el nivel de extrañeza que se alcanzaba.
Las siguientes dos partes (Cuadernos con danzas y marchas y Cuadernos con canciones y danzas) ocupaban seis volúmenes cada una. Comprendían las canciones y la música que había compuesto San Adolfo II, en una versión moderna del rey David con sus Salmos bíblicos. Composiciones como Necrópolis, anfibios & reptiles, Condesa Saladina o Forma natural de la Isla-de-la-Luz-Sagrada en el Océano Pacífico, y canciones en las que se recurría a la glosolalia.
Adolf Wölfli tenía escritas ya 3.080 páginas de la última parte de la vida de su alter ego (Marcha Fúnebre) cuando la muerte lo sorprendió, en 1930. Tenía cáncer de píloro. Llevaba 35 años recluido en la misma clínica.
02. El doctor Bailey y el hospital psiquiátrico de Callan Park
En 1978 Graeme Revell tenía 23 años y era un inmigrante de Nueva Zelanda que trabajaba como enfermero diplomado en el hospital psiquiátrico estatal de Callan Park, en Sídney, Australia.
El manicomio de Callan Park contaba con una Unidad de Cirugía Cerebral e Investigación, fundada en 1957 nada más ni nada menos que por el doctor Harry Richard Bailey, por aquel entonces Subdirector de la sección de Servicios Psiquiátricos del Departamento de Salud Pública de la ciudad. En 1959 Bailey optó por un nombramiento como Superintendente Médico en Callan Park. Ahora tenía la Unidad de Cirugía Cerebral e Investigación a su disposición.
Hasta su renuncia en 1961, el doctor utilizó la Unidad para experimentar sin demasiadas limitaciones con los pacientes del sanatorio. Empezó administrando LSD a aquellos afectados por la esquizofrenia, no solo a modo de tratamiento sino como método para intentar identificar el área cerebral afectada por la enfermedad. A esto le siguieron las intervenciones quirúrgicas de dudosa ética, como cuando intentó “curar” la homosexualidad de un paciente practicándole una lobotomía.
Pero la verdadera pasión del doctor Bailey -fuera del alcohol y las pacientes y las enfermeras con las que tenía amoríos- fue la Terapia de Sueño Profundo (TSP). El método era relativamente sencillo: consistía en poner a dormir al paciente durante lapsos no menores a dos semanas, con picos de más de un mes. Para ello Bailey utilizaba un cóctel con barbitúricos de la talla del Tuinal, la periciazina, el amobarbital y el etclorvinol. Estaba convencido de que poniendo a la mente en un estado de apagón extendido, el cerebro “desaprendería” los hábitos del pensamiento que crean las condiciones necesarias para detonar y fortalecer las patologías, se tratara de la depresión, las adiciones o los trastornos de ansiedad. Para el resto de las patologías, el doctor complementaba el sueño profundo con la terapia electroconvulsiva. Al fin y al cabo, tenía a su disposición un cuerpo dormido y dócil.
La práctica indiscriminada de la TSP que el doctor Bailey llevó a cabo como director de una clínica privada luego de su renuncia del hospital psiquiátrico de Callan Park afectó a más de mil pacientes entre 1962 y 1979. Se estimó que entre veinte y noventa de estos fallecieron como consecuencia directa de la terapia, ya fuera por neumonía, infecciones intrahospitalarias, deshidratación o vómitos aspirados. De los sobrevivientes, al menos diecinueve se suicidaron y otros tantos siguieron viviendo con secuelas físicas o psicológicas. Se suponía que el doctor también aprovechaba el sueño de sus pacientes mujeres para satisfacerse sexualmente con sus cuerpos exánimes.
03. Colectivo Socialista de Pacientes
Volviendo al hospital psiquiátrico de Callan Park, 1978 fue el año en que el ya mencionado Graeme Revell decidió formar una banda con un joven llamado Neil Hill, a quien sus amigos le habían dado el misterioso apodo nórdico de Skorne. Afectado por la esquizofrenia, Neil era un paciente ambulatorio y además ordenanza del hospital que había trabado amistad con el enfermero Graeme. Los unían intereses artísticos, sociológicos y políticos en común, y ahora compartían una vivienda en el suburbio de Surry Hills. Fascinados por la leyenda de los experimentos que se decía el doctor Bailey había llevado a cabo en la Unidad de Cirugía Cerebral e Investigación del manicomio en que trabajaban, en septiembre llamaron SPK al proyecto musical. Ninguno de los dos había tocado jamás un instrumento, pero eran los días del punk y eso no tenía demasiada relevancia.
SPK eran las siglas con las que se había hecho conocido el Sozialistisches Patientenkollektiv, o Colectivo Socialista de Pacientes, fundado en marzo de 1970 por los pacientes psiquiátricos de la Policlínica de la Universidad de Heidelberg, Alemania Occidental, bajo la conducción del doctor Wolfgang Huber y su esposa Ursula.
Originado por una huelga de hambre (con intentos de suicidio) llevada a cabo por unos cuarenta pacientes en respuesta a una suspensión de sueldo sufrida por el doctor Huber, el SPK tenía como principio fundamental la afirmación de que la enfermedad es una contradicción creada por el capitalismo, siendo los médicos el equivalente a la burguesía en términos marxistas. En tales términos, los enfermos estaban llamados a ser la clase revolucionaria con el objetivo de obtener la abolición de la propiedad privada de los conocimientos médicos en tanto medios de producción. Pero (aquí la paradoja superable) el golpe de muerte a este sistema capitalista enfermo sería dado por los pacientes usando a la enfermedad como arma. No se trataba de curar al individuo para reintegrarlo luego al proceso de explotación capitalista, sino de identificar y atacar los mecanismos destructivos de ese proceso, verdaderas causas psicosomáticas de las enfermedades.
Cuando el SPK alcanzó los 500 miembros activos, llevando a cabo manifestaciones y clases públicas, las autoridades de la Universidad de Heidelberg cayeron en el pánico y los expulsaron del campus. La sentada frente a la institución que llevó a cabo el SPK tuvo como resultado no solo la aparición en los medios de comunicación, sino también el interés suspicaz de la policía. Y los eventos que pronto se sucedieron no ayudaron demasiado.
A menos de un año de fundado el colectivo, dos miembros se dirigieron a la estación de tren de la ciudad. Portaban una bomba de fabricación casera que de alguna manera pensaban colocar en el tren que pasaría transportando al presidente de la República Federal Gustav Heinemann. Un error cronométrico les impidió cumplir con la misión: cuando llegaron el tren ya había pasado.
Una confusa trifulca entre la policía y otros dos miembros del SPK tuvo lugar en junio de ese mismo 1971, en la vía pública. Esto bastó para que, ante los ojos de las autoridades, el SPK fuera una organización tan peligrosa como la unidad terrorista vernácula Baader-Meinhof, bastante activa por esos días. Se iniciaron el mes siguiente allanamientos en muchos de los hogares de los miembros, y algunos fueron arrestados, incluidos el doctor Huber y su esposa. En el día posterior a estos arrestos, el SPK anunciaba su disolución.
Erróneamente, Graeme Revell y Neil Hill estaban convencidos de que el fin del Colectivo Socialista de Pacientes había sido determinado por la muerte de una cierta cantidad de miembros en una explosión accidental, ocurrida mientras fabricaban bombas en uno de sus comités clandestinos.
04. La Klínica Quirúrgica del Pene
Para el primer concierto de SKP, en abril de 1979, en un lugar llamado Garibaldi’s, Graeme Revell y Neil Hill habían reclutado a dos muchachitos punk: Danny Rumour en guitarra y David Virgin en bajo. Neil se hizo cargo de la caja de ritmos y Graeme del sintetizador, ambos gritaron por turno las letras. Cuatro canciones, apenas veinte minutos sobre el escenario en calidad de teloneros de la banda post-punk Voigt/465, no más de veinte personas como público. Les arrojaron latas de cerveza y algunos graciosos desconectaron en tres ocasiones la electricidad que alimentaba los instrumentos.
En ese mismo mes, para la edición de su primer simple de siete pulgadas, No More, fundaron un sello independiente, Side Effects (Efectos secundarios), y contrataron a quien los acompañaría en las primeras grabaciones: un ingeniero de sonido ciego.
La canción que daba título al disco compartía lado con otra llamada Contact, con letra a cargo de Neil Hill, rebautizado Ne/H/iL. La voz les gritaba a los empleados de las fábricas, para quienes las tuercas y los tornillos girando se habían convertido en escenario de sueños húmedos. Porque el problema se presentaba cuando volvían a casa y necesitaban tener contacto con algo, algo que permitiera “atornillar”. SPK le decía al obrero que descolgara de la pared su muñeca inflable y la llenara de agua helada. “Nada como sentir el tejido plástico / Nada de ese refrito humano de mierda”. A una obrera le ordenaba tomar su vibrador de doce pulgadas e imaginarse que era un scanner lo que se estaba metiendo.
Completaba el simple en el lado B la canción Germanik. Además de los dos punks, en este disco participaba un baterista que se hacía llamar Karmel E-klastic. Graeme Revell se había cambiado el nombre a EMS AKS, como el sintetizador portátil que usaban.
A No More le siguió Factory, también un simple con tres canciones, la del título en el lado A. Compartiendo lado B, Retard (Retardo) se basaba en el caso real de un sujeto que asesinó a una niña sin ningún motivo aparente y, declarado insano, terminó, al igual que Adolf Wölfli, pasando 35 años en un hospital psiquiátrico. La voz de la primera mitad de la letra de Ne/H/iL era la del informe de autopsia de la víctima, en la voz del médico patólogo: “La muchacha tenía doce años de edad / Murió mientras le administraba el tratamiento (…) Estaba virtualmente desangrada / Tomé una muestra de sus partes privadas / La cual no mostraba rastros de esperma / No había evidencia de interferencia criminal alguna / Encontré que había 41 heridas punzantes”. La segunda mitad era el recuento del asesinato a cargo del criminal: “Era una de esas noches frías (…) No sabía quién era ella, pero la había visto un montón en el parque”. Para mayor incomodidad, el detalle del asesinato era rematado por una secuencia de incómodas risas.
Slogan era la otra canción del lado B, una arenga del Colectivo Socialista de Pacientes, en inglés y en francés: “Matá matá matá por paz interior / Bomba bomba bomba por salud mental”. Técnicamente, el “eslogan” que se desprendía de la letra no era otro que: “La violencia como terapia”.
En noviembre editaron Mekano, el último simple del año, también con tres canciones, y el último trabajo que incluyera a David Virgin y Danny Rumour, que partirían para formar la banda The Ugly Mirrors (más tarde convertida en Sekret Sekret). “Cuerpo del deseo hecho rompecabezas / La progenie asesina a su progenitor / Torturada carne de metal enamorada / Escurrido el sueño hasta ser sangre”.
Las pocas presentaciones en vivo de SPK estaban dando de qué hablar. Todos los miembros ocultaban sus rostros detrás de bufandas y pasamontañas. EMS AKS cantaba acompañado por una cabeza de oveja desollada, de cuyo cráneo abierto extraía pedazos de seso que masticaba entre estrofa y estrofa. En la pantalla del fondo del escenario proyectaban una película pornográfica filmada en una morgue, con miembros cadavéricos seccionados y teniendo sexo entre sí. A la instrumentación habían incorporado tambores de metal y resortes de suspensión para automotores como elementos percusivos.
No tardó en llegar la invitación de Industrial Records, el sello discográfico independiente de la banda Throbbing Gristle, desde el barrio de Hackney, en Londres. SPK era de momento apenas un dúo, con miembros temporarios que iban y venían intentando ocupar el lugar dejado por Virgin y Rumour. Ne/H/iL y EMS AKS decidieron re-editar el último simple, aunque con algunos cambios.
En primer lugar, dejarían afuera la canción Contact. Ambos (Neil y Revell) estaban de acuerdo en que el trabajo del primero como encargado de la mezcla la había arruinado.
En segundo lugar, para esta edición SPK serían las siglas de Surgical Penis Klinik (la Klínica Quirúrgica del Pene). Y por último, el simple llevaría como nombre Meat Processing Section (La sección de procesamiento de carne).
Meat Processing Section se editó en mayo de 1980 con una tirada de 3.000 ejemplares, algo inusitado para una banda que no había prensado más de mil entre sus tres simples anteriores. En la portada, unas manos con guantes negros manipulaban un pene atravesado por una especie de laparoscopio con punta, que entraba por el tronco y salía por el meato urinario.
Las ventas del nuevo simple insinuaban que el futuro de SPK estaba en Londres. Pero Ne/H/iL no estaba dispuesto a dejar Australia, y EMS AKS partió solo. Se reubicó en Inglaterra bajo un nuevo nombre: Operator. Se le sumaron el australiano Dominik Guerin (rebautizado Tone Generator) en sintetizador y efectos visuales (videos dignos de formar parte de la saga Faces of Death, básicamente) y un inglés llamado Mike Wilkins, que se ocuparía del bajo y la guitarra.
Con este trío como formación volvieron las actuaciones en vivo. Entrevistado por el fanzine Chainsaw luego del show del 23 de diciembre de 1980, fecha que SPK compartió en Londres con Throbbing Gristle y A Certain Ratio, Operator se encargó condimentar con alguna que otra mentira la creciente mala fama underground de la banda. Respecto de la canción Contact, dijo que “era un descarte que arruinaron después de que yo me fui del estudio, y fue remezclada por el psicópata, antes de que se suicidara”. El “psicópata”, claro está, era Ne/H/iL, que seguía muy atento el devenir de la banda desde Australia.
Se editó luego en cassette Live At The Crypt (En vivo en La Cripta), grabado en Londres el 25 de abril de 1981. Técnicamente fue el primer larga duración de la banda, una producción de Sterile, el sello de la banda Nocturnal Emissions (Poluciones Nocturnas).
Ese mismo año grabaron el primer LP de estudio, si bien no fue precisamente en un estudio donde fue registrado. Con excepción de los sampleos (gritos y gemidos de películas pornográficas, un presentador de televisión hablando de armas químicas…), de los ruidos de máquinas o de conversaciones y lamentos de pacientes registrados en el hospital psiquiátrico de Callan Park (en Macht Schrecken una mujer explicaba los efectos adversos de los antipsicóticos que tomaba), el resto de la instrumentación fue grabado en el edificio tomado donde la banda vivía, en el barrio londinense de Vauxhall.
Llamaron al disco Information Overload Unit (Unidad de sobrecarga de información), y ahora SPK significaba System Planning Korporation (Korporación para la Planificación del Sistema, nombre -con C en vez de K- del departamento de armas químicas de los Estados Unidos). La portada era una fotografía de la cabeza rapada de un hombre siendo sometido a una operación cerebral a través de un agujero practicado en el parietal. En la contratapa, un técnico forense abría la faja abdominal de un cadáver.
Los nombres de las nuevas canciones no eran menos repelentes. Suture Obsession (Obsesión por la sutura). Berufsverbot (ley del Tercer Reich que prohibió a los judíos y los opositores ejercer determinados trabajos). Stammheim Torturkammer (Cámara de tortura de Stammheim, una cárcel alemana). Epilept: Convulse (Epilepto: Convulsión). Kaltbruchig Acideath (El descanso frío de la muerte en ácido).
Dentro de la funda, además del disco de vinilo, el comprador encontraba un fanzine llamado Dokumento Uno conteniendo fotos de niños malformados, animales sometidos a experimentos de laboratorio, intervenciones quirúrgicas, mujeres desnudas, penes erectos, cut-ups con textos tipiados o extraídos de libros de medicina (sobre cirugías peneanas, por ejemplo), psiquiatría (con énfasis en los retardos mentales y en ciertos medicamentos) y criminología, información sobre torturas o experimentos gubernamentales con seres humanos, nuevos significados para las siglas SPK (Selective Pornography Kontrol, Special Programming Korps, Strategic Psywar Kampaign), estadísticas militares y eslóganes como “Inyecciones de pus” o “Salí con un dildo”. En el texto de índole editorial que ocupaba una carilla se enunciaba el objetivo de Information Overload Unit: “expresar el contenido de varias condiciones psicopatológicas, especialmente la esquizofrenia, la psicosis maníaco-depresiva, el retraso mental y la paranoia (…) SPK está intentando ser la voz de esas personas condenadas a la lenta decadencia de los hospitales y la terapia química/ eléctrica/ quirúrgica, sin objetivarlos en un descarado producto de entretenimiento”.
Por cierto, la idea original para el envoltorio del disco incluía un regalo adicional: una cápsula conteniendo semen de los miembros de la banda. No le revelarían a nadie el contenido, simplemente querían saber si había gente tan afecta a las drogas como para tragarse una sin cuestionar el contenido. Ellos mismos compraron 500 cápsulas de dos piezas y se pusieron manos a la obra. El problema surgió cuando ya habían rellenado casi todas y volvieron la vista hacia las primeras: el semen las estaba disolviendo.
Mientras tanto, en Australia, Neil Hill se casaba con una joven anoréxica llamada Margaret Nikitenko y ambos se embarcaron en lo que fue una versión paralela de SPK, o SoliPsiK, nombre con el que firmaron las únicas grabaciones que lograron editar, en julio de 1981.
Para este simple de un par de centenares de copias conteniendo las canciones See-Saw (Subibaja) y Chambermusik (Músika de cámara) contaron con la ayuda de un tal Charlyiev (Paul Charlier, su nombre real), que se ocupó de la guitarra, el bajo y el sintetizador. Neil dejó temporalmente de ser Ne/H/iL para denominarse Skorne, y Margaret adoptó el nombre artístico de Suishi. En lo que se asemejó a una versión punk de las chicas cantantes del Clan Manson, en ambas canciones Suishi mezcló su voz con la de otra muchacha que respondía al nombre de Kit Katalog (o a su diminutivo Kitka).
En la foto de la contratapa del simple, el ojo de un hombre oriental acababa de ser enucleado quirúrgicamente. La etiqueta central de cada lado del disco contenía la reproducción del formulario de las pequeñas tarjetas que se ataban a los dedos pulgares de los pies de los caídos en guerra, con los casilleros para colocar los datos del médico que había certificado la muerte, la fecha, etc. El formulario estaba en blanco, pero un sello con las letras D E A D (M U E R T O) cruzaba cada tarjeta.
No sería este simple lo único que esta formación grabaría. Perdida en el tiempo quedaría una inquietante pieza de tres minutos llamada Zombod, grabada para el compilado de bandas post-punk australianas llamado A Selection, editado en ese mismo 1981 por M Squared, el mismo sello del simple.
La versión SoliPsiK de SPK jamás tocó en vivo.
En octubre de 1981 ambas formaciones de SPK (sin Mike Wilkins y con Tone Generator concentrado exclusivamente en los videos de y para la banda) se unieron y empezaron a trabajar en lo que sería el segundo LP oficial: Leichenschrei (El grito del cadáver). Se les sumaron dos miembros de la banda neozelandesa The Features: James Pinker (percusión) y Karel Van Bergen (violín y voz). El primero los dejaría para unirse a la primera formación de Dead Can Dance. El segundo, después de la gira con SPK por los Estados Unidos, se uniría a los ingleses The Band of Holy Joy.
Leichenschrei vio la luz en abril de 1982, firmado esta vez con el verdadero significado de las siglas: Sozialistisches PatientenKollektiv. Por entonces Graeme Revell (u Oblivion, tal era su nuevo nombre artístico) estaba obsesionado con los impactos producidos en la mente del oyente por los sonidos emitidos por otras gargantas humanas. Había estudiado concienzudamente los análisis disponibles sobre los espectros acústicos generados por voces de pacientes psiquiátricos, el uso de ultra e infrasonidos con fines armamenticios y la posibilidad de insertar mensajes subliminares en las pistas de audio del nuevo disco.
A lo largo de títulos como Genetic Transmission (Transmisión genética), Post-Mortem, Desolation, Napalm (Terminal Patient), Cry from the Sanitorium (Grito desde el sanatorio), The Agony of the Plasma (La agonía del plasma), Day of the Pigs (El día de los cerdos), Wars of Islam (Las guerras del Islam) o Maladia Europa (La enfermedad europea) podían escucharse no solo alaridos femeninos o los ruidos industriales a los que ya habían acostumbrado a sus seguidores. Alguien explicaba cómo fabricar napalm, un médico presentaba el informe de una autopsia (“Usamos un escalpelo especial para el… Ahí tenemos una sierra que no atravesará el cráneo al cortar), una paciente psiquiátrica relataba: “Uno de los doctores se robó mi mente de mi cabeza, y va a usarla para hacer un montón de dinero. Están intentando forzarme a hacer cosas anormales, manipulando mi espina dorsal. (…) Intentó contagiarme sífilis restregando su verga en mi sándwich. (…) Creó que usaré un pañal”.
Pero nada de eso era comparable con escucharla a Margaret, la esposa de Ne/H/iL, ponerse en la piel de una pedófila en nada menos que dos de las “canciones”. En Baby Blue Eyes la villana hablaba en pleno acto de seducción, en Internal Bleeding (Sangrado interno) dirigía los actos del niño de ojos azules mientras lograba su cometido.
La música de Despair (Desesperación) bien podría ser la banda sonora perfecta para alguien a quien obligaran a pasar una madrugada en una mazmorra sadomasoquista llena de violadores. Sin duda la única pieza del disco con una voz “cantante”, su letra no resultaba mucho más alentadora: “Los niños pierden el tiempo / Y ríen y juegan a los juegos de guerra de su padre / entre filas y filas de tumbas / de esos que se colgaron / o se cortaron las gargantas. / Y la tierra es tan fina que los cadáveres gritan…”.
Se incluyó una nueva versión del Chamber Music de SoliPsiK y la edición inglesa tenía en la portada una pintura llamada Circulación de efluvios con máquina central y cuadro métrico, realizada en 1916 por Robert Gie, un paciente del Sanatorio Rosegg, en Solothurn, Suiza. Alcohólico con delirios paranoides, Robert plasmaba en sus dibujos y pinturas continuas interconexiones y simbiosis entre el hombre y la máquina, a través de tubos, sondas y cables.
07. Beate Ulbricht y el auto de fe
En la primavera boreal de 1983 la revista italiana VIVA acompañó su número 10 con un cassette de grabaciones en vivo de SPK tomadas de conciertos en Londres, Los Ángeles y Roma. Lo llamaron From Science to Ritual (De la ciencia al ritual). La edición incluía una buena cantidad de material producido por la banda. En uno de los pliegos, tipiado a máquina, había un texto sobre el llamado “arte bruto” (art brut). Las vidas y las obras de Robert Gie y Adolf Wölfli por supuesto estaban reseñadas.
En agosto del mismo año la banda puso a la venta, esta vez bajo el nombre de SepPuKu (el ritual suicida japonés más conocido en Occidente como harakiri), un disco llamado Auto Da Fé (versión de “auto de fe” con error de ortografía, el acto que la Inquisición llevaba a cabo en la plaza del pueblo para que todos vieran a tal o cual acusado de herejía arrepentirse de los pecados y renunciar al demonio).
El lado A contenía cinco canciones extraídas de los primeros tres simples de la banda, el lado B material de estudio grabado en 1981. “Clavá su concha contra la pared / castigá sus malolientes orificios / que convulsione el cuerpo de dolor”, decía la voz femenina del otrora instrumental A Heart That Breaks (In No Time or Place) (Un corazón que se rompe en un santiamén y en ningún lugar), una de las nuevas canciones.
Entre las imágenes de la portada se incluyó una de 1875, donde tres mujeres chinas estaban de pie con sus cabezas asomando por los agujeros de una misma canga. La canga, instrumento de tortura y humillación pública, consistía en dos tablas rectangulares de madera unidas por una bisagra y recortadas de manera tal que, una vez unidas por uno de sus lados, aprisionaban el cuello del supliciado, dejando de un lado de la tabla entera resultante la cabeza y, del otro, el resto del cuerpo.
Pero los elementos inquietantes del “arte de envoltorio” de Auto Da Fé no se terminaban ahí. En el sobre interno incluían, por un lado, un dibujo de una mujer y hombre en atuendos sadomasoquistas maniatados y colgando como marionetas, con los cables insertados en pezones, boca y espalda. El autor del dibujo, se aclaraba, había sido un niño de doce años en una escuela vienesa en 1932. El nombre con el que se lo dio a conocer era Erziehungsflagellantismus (Flagelación educativa). También, por el otro lado, venía de Viena una obra de arte plástico de autor anónimo, fabricada en 1948, que no era nada más ni nada menos que la reconstrucción en tamaño real y con los materiales reales de la máquina imaginada por Franz Kafka en su relato de 1914 En la colonia penitenciaria. La máquina de Kafka era básicamente una compleja cama metálica de cuyo dosel, donde se alojaba el mecanismo que la movía, bajaban agujas que rasgaban la piel de un condenado desnudo, escribiendo sobre su cuerpo el texto de la norma que había infringido.
La etiqueta central de uno de los lados del disco contenía una fotografía en blanco y negro que a primera vista podía resultar anodina. Un matrimonio algo mayor para concebir niños, sentados a una mesa individual, redonda, y en el medio de ambos, también sentada, una niña cubría su cara detrás de unos cuadernos escolares. Una joven, posiblemente una institutriz de la niña, la miraba con afecto.
El señor de la foto no era otro que Walter Ulbricht, un político de raza que no solo fue, entre otros puestos, el Primer Secretario del Partido Socialista Unificado de la República Democrática Alemana luego de la Segunda Guerra Mundial, sino también el jefe de Estado de este territorio entre 1960 y 1973.
En 1945, Walter (ex-diputado alemán que regresaba de un exilio en la Unión Soviética) y su esposa Lotte, estéril, habían intentado adoptar a una niña prusiana, aparecida sin su familia ese mismo año en un centro de recepción de la Cruz Roja en Berlín, escapando del Ejército Rojo. Internada en un orfanato, había sido elegida como hija adoptiva por el matrimonio comunista. No sabían, claro está, que su madre, de quien había tenido que separarse para sobrevivir huyendo con su abuela de los soldados rusos, la estaba buscando sin descanso por toda Alemania. Y la búsqueda fue afortunada: antes de que el año terminara, estaba tocando timbre en la puerta de la casa de los Ulbricht. Así, el matrimonio había tenido que despedirse de la adopción fallida de esa niña cuyo nombre era Beate Krause.
Tres semanas después, habían adoptado a una pequeña ucraniana de un año y medio, hija de una prisionera de guerra que había muerto durante un bombardeo aéreo. Se llamaba Mariya Pestunova, pero los Ulbricht, dolidos por lo ocurrido con la niña anterior, la rebautizaron como Beate Ulbricht.
Atendiendo al estado de censura e hipocresía que se viviría hasta 1991 en la Alemania comunista, nadie debía, por supuesto, saber que la nueva Beate no era hija biológica de los Ulbricht. Y de alguna manera se las arreglaron, no solo para disimular la inexistencia de un embarazo y un bebé, sino también para utilizar toda la infancia de Beate como ejemplo publicitario de una niña modelo para la flamante sociedad comunista alemana. Beate: la perfecta niña; Beate y sus padres: la familia que la República Democrática quería para sí.
Pero las cosas no tenían por qué salir bien. Nadie podía esperar que la presión y la exposición experimentadas por Beate no cobraran un precio a esos padres adoptivos inescrupulosos. La niña creció hasta convertirse en una muchacha, y esa muchacha solo quiso rebelarse contra quienes la habían criado en público. Estos, a su vez, no dejaban de darle guerra. Objetaron su primer matrimonio hasta obligarla a divorciarse, y no tardó en declararles un odio eterno. Casada nuevamente, ahora con un borracho y golpeador, ella misma terminó cayendo en el alcoholismo.
Divorciada por segunda vez, vivía en la pobreza cuando las autoridades a fines de la década de 1970 le quitaron a sus dos hijos. Su padre no estaba para ayudarla con su poder político: había muerto en 1973, desheredándola en su testamento.
A Auto Da Fé le siguió, también en 1983, Dekompositiones, un E.P. de tres canciones en el que las siglas de SPK volvían a convertirse en SepPuKu. De las anteriores formaciones solo quedaba Graeme Revell, que en esta ocasión se llamó Kriystyl. Se sumaban el legendario Lustmord en percusión y una muchacha china de 26 años llamada Sinan Leong, con quien Graeme más tarde contraería matrimonio.
Los recitales se habían vuelto algo más ásperos que de costumbre, si eso era posible. Kriystyl revoleaba cadenas, sacaba chispas de vigas de acero usando una amoladora y manipulaba un lanzallamas de fabricación casera que no tardó en cobrarse una víctima entre el público.
En la primera semana de febrero de 1984, días antes de su cumpleaños número 28, Neil Hill, alias Ne/H/iL, denominado por sus compañeros de banda como “esquizofrénico certificado”, se suicidaba. Dos días más tarde su esposa, Margaret, también fallecía, pero debido a complicaciones derivadas de la anorexia.
“La inanición equivale al asesinato”, decía un comunicado del Colectivo Socialista de Pacientes en mayo de 1971.
09. Necrópolis, anfibios y reptiles
En 1985 fueron finalmente publicadas en Alemania las cinco partes de la obra literario-pictórica de Adolf Wölfli. Para entonces, al menos desde la primera mitad de la década de 1970 había músicos intentando traducir a música ejecutada las estrafalarias partituras del dibujante bernés.
En 1976, con motivo de una exhibición de sus obras en Berna, los musicólogos Peter Streiff y Kjell Keller interpretaron (en el sentido más literal de la palabra) en vivo algunas de sus piezas durante el acto de apertura. En 1978 se editó Adolf Wölfli: Gelesen und Vertont (Adolf Wölfli: leído y musicalizado), un disco en el que un trío de violín, clarinete y órgano pretendía interpretar algunas de las partituras. Se intercalaban grabaciones del doctor Fred Singeisen recitando los textos del paciente. Psiquiatra, Singeisen era el hijo del médico que le había dado a Wölfli su primer lápiz.
Cuando Graeme Revell puso a la venta en 1986, bajo el nombre de SPK, el disco Zamia Lehmanni: Songs of Byzantine Flowers, reconoció en su contratapa la verdadera autoría de la pieza orquestal llamada Necropolis, que incluía los chirridos de una hamaca, el croar de sapos y el graznido de grajas procesados. Necropolis era nada más ni nada menos que la interpretación de una de las partituras de Adolf Wölfli, que Graeme usó como banda sonora para el corto de horror surrealista del mismo nombre dirigido por los artistas visuales Kim Flitcroft y Sandra Goldbacher.
Ese mismo año se decidió a llevar más adelante la experiencia, convirtiendo en música algunas de las otras tantas partituras que había dejado Adolf. Basó varias mezclas en el uso del violín, por ser el instrumento que más aparecía en los dibujos. Si bien las composiciones de SPK anteriores a Zamia Lehmanni podían indicar lo contrario, Graeme era capaz de leer música en un sentido clásico, y eso intentó hacer con las notaciones de esta obra pictórica. En Chimpnags – Apes of the Union Canada:America (Chimpnags- simios de la Unión Canadá:América), de 1911, entre las notas de la banda folklórica de instrumentos de viento incluyó poemas de Marcha Funeraria, el final inconcluso de la obra literaria de Wölfli.
No contento con ello, invitó a compartir el lado B del disco a dos de los combos industriales más interesantes del rubro: Nurse with Wound y Déficit des Années Antérieures. Estos últimos llevaron más lejos el uso de los instrumentos de viento que usó Graeme para emular al instrumento usado por Wölfli para componer: usaron trompetas de papel reales.
El resultado se llamó Necropolis, Amphibians & Reptiles: The Music of Adolf Wölfli y fue editado por el sello fundado por el mismo Revell, que no podía llevar otro nombre más que Musique Brut.
La pieza llamada Ebony Tower in the Orient. Water Fanfare No.1 (La torre de ébano en el oriente [Fanfarria acuática Nº 1]), compuesta en 1904, aparecería en 1988 en un compilado llamado Q.E.D., editado en los Países Bajos. Había sido remixada y acreditada a SPK, una banda que ya había entrado en su proceso de disolución definitiva con el disco Digitalis Ambigua: Gold & Poison, el segundo de los álbumes que había convertido al proyecto en un producto inesperadamente bailable.
Claro que no sería justo criticar este cambio de dirección musical. En especial tratándose de una banda que apenas un par de años atrás había sido la favorita de William S. Burroughs, un escritor no demasiado aficionado a la música.
10. Los destinos del doctor Bailey y de Beate Ulbricht (a modo de final alternativo y lateral)
Las denuncias por mala praxis llevaban algunos años sucediéndose cuando en 1983 el doctor Harry Richard Bailey fue acusado formalmente por las autoridades de Nueva Gales del Sur. El 8 de septiembre de 1985 manejó en su auto hasta Mount White, un suburbio al norte de Sídney. Estacionó en un camino aislado y se tragó una buena cantidad de barbitúricos. Su cadáver fue encontrado por la policía al día siguiente. Había dejado una nota suicida: “Que se sepa que los cienciologistas y las fuerzas de la locura han ganado”.
En el siglo XVII, un escritor samurái llamado Daidoji Yuzan Shigesuke escribió, respecto del seppuku: “La propia forma de morir puede validar la vida entera de una persona”. Los SPK conocían la cita, por eso la incluyeron en la contratapa de Dekompositiones, que por cierto tenía como portada un dibujo japonés ilustrando el ritual suicida.
En la noche del 3 de diciembre de 1991 varios vecinos del derruido departamento donde Beate Ulbricht vivía, en el distrito berlinés de Lichtenberg, llamaron a la policía. Se oían violentas discusiones, y los perros no dejaban de ladrar. Entre el desorden y la suciedad, lo que encontraron los efectivos cuando se vieron obligados a tirar la puerta abajo fue su cuerpo de 47 años, sin vida e inflamado por el consumo de alcohol. Habían desfigurado su cara a golpes, con lo que los peritos determinaron podía haber sido un objeto romo. Beate vivía por entonces de la asistencia social.
Un periodista se presentó en la casa de Lotte Ulricht, para informarle la noticia de la muerte de su hija. “Qué fantástico…”, fue su lacónica respuesta.
“El suicidio equivale al asesinato”, también decía el ya mencionado comunicado del Colectivo Socialista de Pacientes.