Pitufos (Smurfs)

Hollywood no sabe pitufar

Por Emiliano Fernández

No han tenido suerte en el terreno cinematográfico Los Pitufos (Les Schtroumpfs), aquellas pequeñas criaturas celestes creadas en 1958 por el dibujante belga Pierre Culliford alias Peyo, porque una y otra vez cada nueva película centrada en los eternamente liderados por Papá Pitufo ha caído muy por debajo del nivel de calidad de las historietas originales y de la serie animada televisiva por la que los personajes son famosos en todo el mundo, Los Pitufos (The Smurfs, 1981-1989), recordado trabajo de Hanna-Barbera Productions para la cadena NBC que desde su simpleza desparramó por el planeta el ideario socialista de esta comunidad adepta a los gorros frigios, las casitas hechas de hongos y las idiosincrasias segmentadas. Las dos obras iniciales no eran malas pero dejaron bastante que desear, Las Aventuras de los Pitufos (Les Aventures des Schtroumpfs, 1965), antología de Maurice Rosy y Eddy Ryssack que recopilaba cinco cortos televisivos, y Los Pitufos y la Flauta Mágica (La Flûte à Six Schtroumpfs, 1975), aquel trabajo escrito y dirigido por el propio Peyo que consiguió distribución mundial recién a lo largo de los años 80, ya con el éxito a cuestas de la serie estadounidense para TV. Cuando Sony Pictures consigue los derechos lanza dos bodrios impresentables que pretendieron aggiornar a los personajes y combinar el live action con unos CGIs espantosos, Los Pitufos (The Smurfs, 2011) y Los Pitufos 2 (The Smurfs 2, 2013), ambas de Raja Gosnell, lo que eventualmente provocó que se decidan por una adaptación cien por ciento animada que respetó un poco más los trazos de Peyo y su plantel de colaboradores, Los Pitufos en la Aldea Perdida (Smurfs: The Lost Village, 2017), obra despareja de Kelly Asbury que mejoró el acabado final pero tampoco logró redondear un producto realmente atractivo o valioso que esté a la altura de todo lo hecho en el pasado.

 

Hoy Sony se desentiende del asunto y le pasa la pelota a Paramount Pictures en ocasión de Pitufos (Smurfs, 2025), reboot bienintencionado aunque también fallido a cargo de un Chris Miller conocido por dirigir Shrek Tercero (Shrek the Third, 2007) y Gato con Botas (Puss in Boots, 2011) y por ponerle la voz a distintos personajes de la franquicia del ogro verde y aquella saga que comenzase con Madagascar (2005), blockbuster de Eric Darnell y Tom McGrath, por cierto los dos “caballitos de batalla” de DreamWorks Animation. La película incluye un prólogo rutinario dentro del mainstream yanqui actual, ahora con Papá Pitufo (John Goodman) y sus hermanos, Ken (Nick Offerman) y Ron (Kurt Russell), custodiando un libro mágico antropomorfizado llamado Grimoria (Amy Sedaris) para que no caiga en las garras de la Alianza de Hechiceros Malvados, y está protagonizada por Pitufina (Robyn Rihanna Fenty alias Rihanna) y Pitufo Sin Nombre (James Corden), este último un Pitufo nuevo en la aldea que todavía no ha descubierto su vocación y desarrolla poderes mágicos gracias a su encuentro con Grimoria, sin embargo cuando pretende mostrarle su flamante destreza a Papá Pitufo crea un pulso de energía que llama la atención de Joel (Dan Levy), el asistente del villano Razamel (J.P. Karliak), hermano de Gargamel (Karliak de nuevo) que decide secuestrar al líder celeste para hallar el volumen mágico y gobernar el mundo desde una maldad que destruye toda benevolencia. La odisea presenta el autodescubrimiento de Pitufo Sin Nombre, los conflictos pendientes de los hermanos de la vileza y ese operativo de rescate interdimensional de Pitufina y Sin Nombre que los lleva a París, Múnich y una Australia donde se topan con la matriarca de una raza bizarra, Snooterpoots, hablamos de Mamá Poot (Natasha Lyonne), edecán en eso de derrotar a Razamel y salvar a Papá Pitufo.

 

A diferencia de las encarnaciones cinematográficas previas en yanquilandia, en esta ocasión el diseño de los Pitufos respeta en serio los dibujos originales de Peyo y la serie de Hanna-Barbera e incluso incorpora en algunos momentos los globos de diálogo de la historieta, lo mismo ocurre con Gargamel, prácticamente la caricatura de un sionista inmundo, y con su célebre gato, Azrael, ahora relegado a un segundo plano. La estrafalaria historia parece refritar tanto El Cristal Encantado (The Dark Crystal, 1982), de Jim Henson y Frank Oz, y Stargate: La Puerta del Tiempo (Stargate, 1994), de Roland Emmerich, como Harry Potter y la Piedra Filosofal (Harry Potter and the Philosopher’s Stone, 2001), de Chris Columbus, y Spider-Man: A través del Spider-Verso (Spider-Man: Across the Spider-Verse, 2023), de Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson, sin jamás aportar algo propio o unificar las referencias nada sutiles con el frondoso ecosistema de Los Pitufos. El cinismo autoconsciente por suerte no es permanente pero embarra diversas secuencias al igual que los chistecitos estereotipados o insulsos, además las escenas musicales resultan innecesarias o lastimosas y nos pasean sin coherencia alguna por el pop hiphopeado, algunos números pomposos símil Broadway y por supuesto la basura sensiblera o cursi prefabricada modelo Disney gracias a una Rihanna que toma la posta de Katy Perry, la voz de Pitufina en las realizaciones de Gosnell, y Demi Lovato, aquella que hegemonizó Los Pitufos en la Aldea Perdida, sin olvidarnos de unos Snooterpoots que generan vergüenza ajena y se ubican a mitad de camino entre un peluche y un funko del montón, por un lado, y entre un Muppet y lo que el equipo creativo aparentemente pretendía duplicar, la raza canina shih tzu y esos wookiees y esos ewoks de la saga La Guerra de las Galaxias (Star Wars), por el otro lado.

 

Estamos frente a un intento de reflexionar sobre la identidad -y su construcción anodina y cobardona- de la mano de Pitufo Sin Nombre, además se recuperan viejos latiguillos de la historieta y la serie animada como la convivencia entre diferentes y esa amabilidad que lucha contra el absolutismo y no debe ser confundida con debilidad sobre todo en el Siglo XXI, tiempo en el que la competencia por gritar idioteces en redes sociales parece ser el estatuto de la “no comunicación” humana, tanto la digital como la prosaica o material, a lo que se suma una supervivencia que siempre es colectiva e igualitaria mediante la suma de todas las partes y sus roles específicos dentro de un armazón social que no es la pirámide plutocrática capitalista ni nada parecido, una sentencia que en Argentina puso de moda recientemente El Eternauta (2025), muy floja adaptación de Bruno Stagnaro para Netflix de la extraordinaria historieta de fines de la década del 50 del guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López. Lamentablemente el nivel del relato es paupérrimo ya que el Hollywood contemporáneo para tontitos no sabe pitufar y desparrama productos homologables a los excrementos que suelen poblar los canales de videocable y los servicios de streaming del nuevo milenio, ese “contenido” que no es más que relleno nauseabundo -y en especial barato, muy económico- destinado a los espectadores menos exigentes o a sus hijos ya lobotomizados por el mainstream, chorreando materia gris por la nariz y listos para votar a la derecha cuando lleguen a la edad habilitante o alcancen en altura las urnas electorales. La horrible amalgama entre live action y animación digital en 3D pareciera reconocer sus flaquezas porque en pantalla no hay ser humano auténtico que tenga el más mínimo peso dentro de la trama, de hecho los pasajes citados no pasan de la desviación, el bache narrativo o tal vez el onanismo tecnológico insustancial, incluido sólo porque podía hacerse o porque se le ocurrió a algún ejecutivo de pocas luces de Paramount Pictures. En este sentido, la secuencia surrealista del final es uno de los pocos ingredientes destacables ya que remite a Intensamente (Inside Out, 2015), aquella joya de Pete Docter para Pixar, nos referimos al instante en el que Pitufo Sin Nombre y Pitufina se enfrentan a Razamel en una seguidilla de universos alternativos hechos de plastilina, dibujos infantiles en un bloc de notas, un videojuego ochentoso de plataformas y finalmente un anime de batallas altisonantes, amén del paso por un ecosistema acuático en el que vive un tardígrado parlante y por una dimensión caracterizada por los sueños y las pesadillas de los Pitufos…

 

Pitufos (Smurfs, Estados Unidos/ Bélgica/ Italia, 2025)

Dirección: Chris Miller. Guión: Pam Brady. Elenco: Rihanna, James Corden, Nick Offerman, John Goodman, Kurt Russell, J.P. Karliak, Dan Levy, Amy Sedaris, Natasha Lyonne, Jimmy Kimmel. Producción: Rihanna, Ryan Harris, Jay Brown y Tyran Smith. Duración: 92 minutos.

Puntaje: 2