Historia de Lisboa (Lisbon Story)

Homenaje a Federico

Por Martín Chiavarino

En Tokio-Ga (1985) Wim Wenders había reflexionado sobre la distancia entre la realidad y la ficción a través del cine del realizador japonés Yasujirô Ozu, una de sus grandes inspiraciones, abordando esta tensión a partir de la búsqueda de un instante verdadero, en el que las personas o la naturaleza muestren su esencia. Siguiendo esta premisa en Historia de Lisboa (Lisbon Story, 1994), el director de El Estado de las Cosas (Der Stand der Dinge, 1982) intenta asir ese pequeño momento de verdad siguiendo nuevamente las aventuras de Philip Winter, el personaje que Rüdiger Vogler había interpretado en Alicia en las Ciudades (Alice in den Städten, 1974). Coincidencia o no, homenaje a sí mismo o juego con el actor que lo acompañó en sus primeros films, Wenders emprende en Historia de Lisboa un viaje similar al de Alicia en las Ciudades con un Winter devenido en sonidista, un nuevo trabajo relacionado con la imagen y el cine para el personaje que el propio Vogler había interpretado en En el Curso del Tiempo (Im Lauf der Zeit, 1976), allí llamado Bruno Winter, la última parte de la Trilogía de las Road Movies de Wenders, compuesta también por Alicia en las Ciudades y Falso Movimiento (Falsche Bewegung, 1975), todas protagonizadas por Vogler.

 

A mitad de los años noventa, con una Europa unificada tras la caída de los regímenes socialistas, Philip Winter emprende un periplo por medio continente con una pierna enyesada por un accidente, desde Alemania hasta Portugal, para unirse a la última aventura cinematográfica de su compatriota, amigo y colega, Friedrich Monroe (Patrick Bauchau), en Lisboa, personaje que había aparecido en El Estado de las Cosas, también como director. Tras recorrer muchos kilómetros con varios percances y reflexiones sobre la transformación de Europa, Winter llega a Lisboa para descubrir la ausencia de su amigo y la presencia de un séquito de simpáticos preadolescentes que pululan por la casa dando sus primeros pasos en el cine, de hecho filmando con sus cámaras de video, aprendiendo y experimentando. Sin la presencia del director que le había enviado una carta de invitación para unirse al film pero con muchas horas de filmación en Lisboa, Winter se dedica a revisar las imágenes colectadas por su amigo y sale a buscar y producir el sonido para que el realizador pueda completar su película, encontrándose en su labor con los habitantes de Lisboa en plena faena cotidiana. Con esta premisa Winter busca la sonoridad de la ciudad mientras lidia con los chicos y descubre a la banda folclórica de fados melancólicos portugueses que compone la música de la película de su amigo, Madredeus, que ensaya las canciones de su mejor época, en la que editaron O Espirito da Paz (1994) y Ainda (1995).

 

Historia de Lisboa es exactamente lo contrario de las películas turísticas comerciales que intentan exponer y aprovecharse de las atracciones arquitectónicas y urbanísticas de algunas de las ciudades más hermosas del mundo. El propósito del realizador alemán aquí es homenajear el cine de Federico Fellini, que había fallecido justo unos pocos meses antes en octubre de 1993, buscando la expresión de la vida de Lisboa al igual que Fellini buscaba en sus personajes más estrafalarios la vida de la Roma de la recuperación económica italiana de posguerra.

 

Su mirada sobre Lisboa es también un atisbo sobre el cine y la significación de la imagen en la nueva época, situación expresada por el director Monroe a través de su idea de filmar una película nunca vista antes con una cámara en su espalda, captando la ciudad sin la intervención subjetiva del camarógrafo/ director, intentando escapar de la dicotomía entre subjetividad y objetividad no solo dejando de lado el proceso de filmación en sí sino también archivando las grabaciones casuales captadas por la cámara para que nadie las vea en un cine abandonado. En contraposición a esta postura Winter lo invita a abandonar su proyecto experimental y continuar ofreciendo su visión del cine, intentando captar la belleza de Lisboa, lo que Monroe ya había logrado a través de las imágenes que Winter había descubierto en la casa. Wenders juega así con la misma propuesta de la película, dado que el director de Paris, Texas (1984) había sido invitado junto a otros tres directores del país seleccionado, Portugal, por las autoridades del programa Ciudad Europea de la Cultura para realizar un documental acerca de Lisboa, la metrópoli elegida por la comisión como sede en 1994 para que se organicen eventos culturales que promuevan la cultura europea. Toda la tensión de esta invitación aparece en los diálogos entre Winter y Monroe, así como en la visión de ambos del documental sobre Lisboa. Wenders crea un documental dentro de una ficción, que es en parte un registro documental de la filmación de una película, creando así un hibrido tan hermoso y melancólico como vibrante.

 

En este viaje cinematográfico Wenders encuentra la madurez de un Rüdiger Vogler interpretando a un Philip Winter enyesado y encandilado por la belleza y la calidez de la joven Teresa Salgueiro, la melancólica cantante de fados de Madredeus, así como las ampulosas disquisiciones filosóficas sobre el cine de Patrick Bauchau como Friedrich Monroe, y hasta la candidez de los niños que hacen sus primeros pasos en el cine, todo con el fondo de la belleza de Lisboa y sus habitantes.

 

Como en muchas de sus películas, Wenders intenta combinar sus distintas pasiones, la película de carretera, que aparece en el principio, la fotografía y el estatuto de la imagen, que surgen con las filmaciones de Monroe y sus disquisiciones sobre el cine, la importancia del sonido, a partir de la labor de Winter, y la composición de las bandas sonoras, en este caso a través de las representativas canciones de Madredeus, sin dudas la mejor y más popular agrupación de música de Portugal. Historia de Lisboa nos ofrece el mejor homenaje a una ciudad con una vida cultural enorme realzada por el humanismo aguzado de Wenders, que al igual que Ozu siempre sabe dónde poner la cámara para encontrar los lugares verdaderamente representativos de la idiosincrasia de una ciudad, casi siempre alejados de los hitos arquitectónicos y de los atractivos turísticos.

 

Historia de Lisboa es un homenaje al desparpajo y la autenticidad de Federico Fellini, pero también es un cuestionamiento sobre qué es el cine después de Fellini, en qué se convertirá un cine que ha abandonado su pretensión artística para abrazar el estatuto de la imagen como objeto comercial, una pregunta siempre presente cada vez que un maestro fallece y deja un legado difícil de mejorar.

 

Historia de Lisboa (Lisbon Story, Alemania/ Portugal, 1994)

Dirección y Guión: Wim Wenders. Elenco: Rüdiger Vogler, Patrick Bauchau, Vasco Sequeira, Canto e Castro, Viriato Jose da Silva, João Canijo, Ricardo Colares, Joel Cunha Ferreira, Sofia Bénard da Costa, Vera Cunha Rocha. Producción: Wim Wenders, Ulrich Felsberg y Paulo Branco. Duración: 100 minutos.

Puntaje: 10