The Prime of Miss Jean Brodie

Influencia y lealtad

Por Emiliano Fernández

The Prime of Miss Jean Brodie (1969) es una de esas películas cuya existencia uno no puede agradecer lo suficiente porque constituyen la cúspide en calidad de determinado rubro del séptimo arte, en este caso los dramas centrados en las relaciones de poder -y de placer- en los claustros educativos: muy pocas realizaciones han sido tan lúcidas y precisas, y tan sexys y morbosas, en lo que atañe a pintar el juego de la manipulación entrecruzada, la decadencia femenina y las diminutas luchas hegemónicas, con sus contradicciones y víctimas, como esta obra maestra británica dirigida por Ronald Neame y escrita por Jay Presson Allen a partir de la novela de 1961 de Muriel Spark. El centro del relato, situado en la Edimburgo de la década del 30 del siglo pasado, es esa Señorita Jean Brodie del título (una esplendorosa Maggie Smith, aquí entregando el mejor trabajo de su carrera), suerte de profesora de talante progresivo trabajando desde hace mucho tiempo en una escuela bien conservadora y exclusiva para muchachitas, Marcia Blaine. La mujer, que considera que está en la plenitud de su profesión y de su vida, se consagra en cuerpo y alma a sus alumnas ya que para ella constituyen la “crème de la crème” dentro de una institución que aboga por la simple transmisión vacua de conocimientos duros, mientras que Brodie por su parte se abre camino sola enfatizando el enriquecimiento y el compromiso espiritual permanente con la bondad, la verdad y la belleza, circunstancia que lleva a que en sus clases el arte adquiera preponderancia muy por encima de los tristes contenidos oficiales de la currícula.

 

Las cuatro jóvenes favoritas de Brodie, chicas precoces de 12 años con las que comparte picnics y salidas a museos, conciertos, óperas y parques públicos históricos, son Monica (Shirley Steedman), una niña a la que juzga histriónica y que -predice- actuará o escribirá obras de teatro, Mary (Jane Carr), una alumna nueva huérfana y tartamuda con un hermano de comportamiento rebelde, Jenny (Diane Grayson), adolescente con la que Brodie se identifica en extremo por su afectación, gracia, distinción y hermosura, y finalmente Sandy (Pamela Franklin), una ninfa con anteojos y muy perspicaz a la que la profesora considera “de confianza” sin mucho más que agregar, asignándole un futuro como agente del servicio secreto por su frialdad y astucia para leer a sus semejantes con rapidez. Por un lado la docente es objeto de un acoso y un desprecio apenas disimulados a manos de la directora de Marcia Blaine, Emmeline Mackay (Celia Johnson), una mujer que ve con recelo tanto el poder que Jean detenta sobre sus pupilas como sus desviaciones didácticas con respecto al homogéneo plantel de maestros, y por otro lado la protagonista esquiva insistentemente la posibilidad de consolidar su relación con dos colegas del establecimiento, Teddy Lloyd (Robert Stephens), el profesor de arte/ pintura, un hombre casado y con muchos hijos con el que tuvo un affaire hace poco, y Gordon Lowther (Gordon Jackson), docente de canto/ música, un solterón como ella con el que entabla un nuevo romance quedándose de forma habitual en su residencia en Cramond, invitaciones a navegar en un barco propio incluidas.

 

De a poco el film va construyendo toda la complejidad del personaje de Smith sin descuidar al resto, aunando las tres capas principales a su alrededor -alumnas, colegas y superiora/ jerarca- de una manera muy meticulosa en pos de remarcar la paradoja de base que recorre toda la historia, léase el hecho de que Brodie se ve a sí misma como un adalid del cambio y del “moldeado” de mentes hacia la comarca de lo sublime lírico y al mismo tiempo no se cansa jamás de apoyar a lo que ella sopesa como la vanguardia política del momento, nada menos que el fascismo de Benito Mussolini y el autoritarismo de Francisco Franco, dos típicos ejemplos de dictadores hiper regresivos que en todo caso tendrían más puntos en común con el espionaje y la intimidación de su enemiga dentro de Marcia Blaine, Mackay, quien recibe ayuda de una hilarante asistente/ secretaria muda llamada Señorita Gaunt (Ann Way), a quien utiliza para enterarse de los chismes sobre los encuentros de la protagonista y Lowther en Cramond y como mecanismo de presión para que Jean renuncie a su puesto de maestra vía el hermano de Gaunt, a la par diácono de una iglesia en la que el dócil Gordon es organista y artífice en su salida de la congregación por su relación con Brodie sin estar casados. Para colmo la mujer, que se niega a contraer matrimonio con Lowther porque aún siente algo por Lloyd y no desea sucumbir a una ignorancia provinciana que la llevaría a abandonar su profesión, también rechaza los ruegos de un Teddy muy enamorado de ella, además pintor amateur que siempre incorpora en sus cuadros los ojos melancólicos de Jean.

 

Sin duda los dos conceptos fundamentales de la propuesta son la influencia y la lealtad, la primera como eje central del vínculo entre Brodie y sus dos amantes, a los cuales mantiene “hechizados” hasta cierto punto, y la segunda en tanto núcleo ineludible en lo que atañe a la relación entre la mujer y sus pupilas, asimismo con Mackay desautorizando ambas situaciones y buscando la forma de sacarse de encima cuanto antes a la díscola docente. El lado oscuro de Jean, por lo egoísta e insensible, aparece de lleno no sólo a través de sus ingenuas afiliaciones políticas sino también mediante su inusitado plan -nunca reconocido del todo, hipocresía de por medio- de reemplazarse a sí misma en la cama de Lloyd mediante la muchacha que ella considera su duplicado en la praxis, Jenny, a la que lleva a posar para Teddy sin que en suma ocurra nada entre ellos. Mientras que el resentimiento de Sandy hacia la profesora va en aumento, en especial por los elogios de Brodie a Jenny, el aire de soberbia ad infinitum de la maestra y la minimización escalonada de Sandy a ojos de la figura de autoridad, el asunto termina de explotar cuando la cándida Mary se escapa de Marcia Blaine para luchar junto a su hermano en la Guerra Civil Española en el bando franquista -motivada por Jean- y termina muriendo cuando atacan a su tren en la frontera con España, panorama trágico del que la mujer no se siente para nada responsable porque de inmediato ensalza a la adolescente como una “heroína”, la cual por esa época ya no formaba parte del curso de Brodie aunque seguía fiel a sus curiosas doctrinas personales.

 

A diferencia de otras películas posteriores similares como La Sociedad de los Poetas Muertos (Dead Poets Society, 1989), que ofrecían la versión masculina del mismo tópico y que solían caer en muchos engranajes retóricos sentimentaloides, The Prime of Miss Jean Brodie lleva al extremo la premisa de los egos en colisión y la disputa intra institucional sin ningún marco de corrección política castradora que desdibuje este glorioso canibalismo femenino de fondo y su costado más furioso, gracias a esa Sandy que eventualmente termina transformándose en amante de Lloyd y denunciando a Brodie frente a Mackay bajo la acusación de predicar política en el claustro, algo prohibido. La fascinante estructura de la obra se condice con el desarrollo paulatino del declive intelectual/ menopausia implícita de Jean, quien ve derrumbarse sus jactancias por su equivocación a la hora de juzgar al hermano de Mary, quien luego se entera peleaba por la facción republicana, y a una Sandy que de “confiable” no tiene nada, suponiendo además que siempre tendría bajo su control a sus dos amantes, ahora con un Lloyd que la odia y celebra que Lowther también se haya cansado de esperarla y pretenda casarse con la Señorita Lockhart (Rona Anderson), la docente de química de la escuela. Este contrapunto entre mojigatos que apuestan a no estancarse y “emblemas” de avanzada que resultan de lo más reaccionarios, con todos los matices intermedios posibles, desparrama complejidad y múltiples lecturas en un film que sabe diseccionar las fortalezas, fariseísmos y miserias de un grupo excelso de personajes…

 

The Prime of Miss Jean Brodie (Reino Unido, 1969)

Dirección: Ronald Neame. Guión: Jay Presson Allen. Elenco: Maggie Smith, Robert Stephens, Pamela Franklin, Gordon Jackson, Celia Johnson, Diane Grayson, Jane Carr, Shirley Steedman, Ann Way, Rona Anderson. Producción: Robert Fryer. Duración: 116 minutos.

Puntaje: 10