Nadie te Había Invitado, de Pablo Bellocchio

Intersticios entre el pasado y el presente

Por Martín Chiavarino

Las obras de teatro del dramaturgo argentino Pablo Bellocchio se centran en conflictos cotidianos existenciales que remiten a situaciones sociales irresueltas de la Argentina como comunidad. Bellocchio trabaja en sus obras desde un humanismo existencialista que propone resistir el avance de la razón instrumental y de la muerte del sujeto a través de una dialéctica negativa que recupera la libertad como responsabilidad y necesidad para construir relaciones. La política y la realidad social sobrevuelan como claves de interpretación de relatos sobre las dificultades de la comunicación de las emociones y la transformación del amor en convivencia rencorosa a través de las heridas infringidas y de las oportunidades perdidas. Tragedias familiares y añoranzas de amores perdidos son algunas de las tramas de Abrir la Puerta, Antes de que Abras los OjosOtra Vez Lunes: Crónica Autómata, obras que implican la puesta en juego de emociones sutiles y expresiones corporales profundas por parte de grandes elencos que trabajan como colectivo.

 

En su nueva obra, Nadie te Había Invitado, el director y dramaturgo traza un significativo paralelismo entre la situación social actual y las consecuencias de las políticas neoliberales en Argentina introducidas a fuego por los militares junto a sus cómplices e instigadores civiles en 1976, y continuadas en un relativo período de consenso durante la década del noventa que tuvo como epílogo una de las crisis de legitimidad política y colapso económico más acuciantes de la historia reciente de nuestro país.

 

En medio de la crisis social a punto de estallar, un pequeño grupo de amigos del secundario de alrededor de treinta años concurre a una reunión tras varios años sin demasiado contacto en la casa de San Isidro de la pareja del organizador. Una vez allí los pocos asistentes que se preguntan por la ausencia de la mayoría comienzan a recordar incómodas anécdotas de experiencias compartidas y situaciones que marcan el irrespirable clima de desintegración social. Así, de a poco, las historias van revelando indicios de la idiosincrasia de cada personaje y las conexiones inesperadas entre el dispar grupo, revelando los secretos, las necesidades y las miserias veladas de cada uno.

 

La obra del autor de Dos, una Desconexión y Si no te veo, Felices Fiestas, trabaja la relación entre la cultura del saqueo y el individualismo instalada en la década del noventa del Siglo XX en Argentina por las políticas neoliberales que pretendían sacar al país de la hiperinflación y el estancamiento económico a través del endeudamiento y la privatización de las empresas de servicios públicos, vaciadas por la última Dictadura Cívico Militar. Los personajes, interpretados por Rodrigo Bianco, Fernando Del Gener, Jimena López, Malena López, Nicolás Salischiker y Marivi Yanno, encarnan aquí algunas representaciones de burgueses que se hunden en sus propias contradicciones y falsedades, intentando escapar de las inevitables consecuencias de un escenario particular de cinismo y doble moral, y general de pobreza extendida creada por las políticas que ellos mismos apoyaron con ahínco y firmeza para sacar provecho financiero a costa de la explotación de los trabajadores y la exclusión social de grandes porciones de la población, privados de derechos básicos.

 

Con una escenografía minimalista que caracteriza las obras del dramaturgo y director, una iluminación que destaca las historias de los personajes interpretadas de frente al público, asemejando conversaciones que buscan interpelar al espectador como ciudadano, y unas excelentes actuaciones de todo el elenco del colectivo Lascia, Nadie te Había Invitado logra a través de reveladores diálogos dialécticos, escenas paradigmáticas de época que proponen repensar la pulsión por la repetición de los mismos errores en un camino que parece calcado hacia el mismo abismo.

 

La obra fue enteramente llevada a cabo por el colectivo Lascia, un equipo de trabajo de creación y ejecución teatral independiente reunido por la obra de corte familiar Los Lascia, dividida en dos partes, Esto Es Tan Solo la Mitad y De Todo Aquello que me Contaste, confirmando la vitalidad del grupo a través de la calidad de sus obras y las actuaciones de un elenco maravilloso. También se destaca la participación de la reverberante voz de Víctor Hugo Morales, que relata las noticias como si los aciagos episodios narrados se precipitaran nuevamente.

 

Bellocchio propone así, al igual que la mayoría de los argentinos hoy, que la historia se repite. Si la primera terminó en tragedia, los malos imitadores neoliberales encubren la farsa de su espectáculo grotesco con un simulado manto de lucha contra la corrupción por parte de los mismos corruptos de siempre, una velada represión y un apoyo social minoritario pero de gran difusión mediática. De esta forma, la Argentina recorre adormecida el mismo camino que ya experimentó en la década del noventa, probablemente con idéntico desenlace de pobreza y exclusión social, pero esta vez más extendida sobre la clase media, con aún menos ganadores y un gran tendal de víctimas.