Roger Waters, el legendario ex líder de Pink Floyd, ofreció dos shows en el Estadio Único de La Plata los días 6 y 10 de noviembre como parte de su gira mundial Us + Them y Metacultura estuvo presente para dar testimonio de lo acontecido.
Con el habitual despliegue audiovisual que conceptualmente atraviesa su obra, el artista deslumbró a sus miles de seguidores que abarcan desde entusiastas millennials hasta fieles fanáticos de las primeras generaciones que recuerdan con nostalgia a esa leyenda llamada Pink Floyd, cuya música ha atravesado las fronteras del tiempo. Haces de luces y animaciones en la pantalla se sucedían y acentuaban la grandilocuencia de la propuesta del nuevo tour, como siempre acostumbran los mega espectáculos que monta Waters. El concierto tuvo una marcada idiosincrasia social y su rol militante no es una novedad, sobre todo el compromiso del británico con los derechos humanos. Proveniente de Brasil y continuando con el itinerario sudamericano de su presente gira que luego lo llevaría a Chile, Waters expresó su preocupación por el triunfo de la ultraderecha en el vecino país de la mano del payaso fascista Jair Bolsonaro.
A lo largo del extenso setlist, Waters hizo un repaso por los mejores álbumes de Pink Floyd, cautivando a una audiencia que agotó ambas jornadas y que se hizo presente, inclusive, pese a la abundante tormenta que puso en peligro la celebración del segundo show, previamente reprogramado del día viernes 9 de noviembre al sábado 10. El ex bajista y vocalista de la genial formación de rock progresivo surgida en Londres trae consigo una música atemporal concebida por una de las bandas más emblemáticas de todos los tiempos y portadora de un repertorio musical imperecedero, evolutivo e indestructible: es entendible el furor que causa en nuestro país semejante obra cuando Waters o David Gilmour deciden volver a presentarse.
El talentoso músico sacó a relucir una serie de gemas de notables discos como The Dark Side of the Moon (1973), Wish You Were Here (1975), Animals (1977) y The Wall (1979). Gracias a dicha elección, la lista de clásicos se extendió con generosidad a lo largo de la noche platense, destacando las versiones de Breathe, One of These Days, Time, The Great Gig in the Sky, The Happiest Days of Our Lives, Wish You Were Here y Another Brick in the Wall, interpretada junto a un coro juvenil de Buenos Aires.
El lado B del setlist sirvió como premisa para que Waters dé a conocer su nuevo material. La ocasión permitió al público disfrutar de una serie de canciones estreno de su flamante álbum Is This the Life We Really Want? (2017), su regreso discográfico al formato de canciones tradicionales de rock luego de 25 años de silencio. Inspirado por un poema del palestino Mahmoud Darwish, Waters resignifica en su nueva obra al amor como antídoto y -en pie de guerra- se planta contra la derecha caníbal internacional y contestatario nos interpela desde el mismo título, “¿es esta la vida que realmente queremos?”. El trío conformado por Déjà Vu, The Last Refugee y Picture That se encumbra como la columna vertebral de un disco sin fisuras, que se aprecia y agradece.
Los 50.000 espectadores presentes vivieron un momento singular cuando, promediando el final, se reprodujo en las pantallas la icónica canción La Memoria, una composición de León Gieco con fuerte raigambre social y perteneciente al maravilloso Bandidos Rurales (2001). El público reconoció el gesto, acompañando desde las plateas y el campo una letra que cala hondo en el derrotero hiper trágico de nuestro país. De modo similar a como hiciera U2 (otra banda masiva y con fuerte compromiso social) hace un par de años con Solo le Pido a Dios, la gesta se repetiría en la segunda función del show, con el mismísimo León Gieco cantando en el escenario ante el conmovido y atento acompañamiento de Waters y banda.
El compositor inglés, conocido por su activismo político, aprovechó la ocasión para criticar al poder fascista de turno, previniendo sobre el mando político que detentan líderes de dudosa procedencia al frente de potencias mundiales, una llamada de alerta que mancomuna a diversos artistas de todo el mundo. Con el arte como bandera para luchar contra la amenaza enemiga, y a lo largo de más de dos horas y media de show, la advertencia de Waters fue un continuo discurrir acerca de los peligros del mundo y el calamitoso estado actual de la condición humana. Para el músico el arte constituye un instrumento vital e imprescindible para construir un mensaje orientado a desenmascarar a los corruptos del neocapitalismo especulador, xenófobo y hambreador que ostentan la rueda del poder.
Apoyándose, primeramente, en las apabullantes guitarras de Dave Kilminster y acoplándose a los virtuosos músicos que integran su banda, Waters lució de buen humor y conectado con su audiencia. Dogs y Pigs abrieron el primero de los bises para dar paso a Money, Brain Damage y Eclipse. La exquisita Smell the Roses selló un segmento demoledor, mientras Comfortably Numb coronaba una noche inolvidable.
Precedida por una pronunciación a favor de la lucha de los pueblos originarios, Waters también extendió su comunión con el público, quien retribuyó el guiño del artista, siempre comprometido con las causas sociales del país. Atento a temas candentes de nuestra fibra social y como señal de defensa del aborto legal, el músico se colocó un pañuelo verde alrededor del cuello, al tiempo que homenajeó a las Madres de Plaza de Mayo y recordó a los desaparecidos durante la última -y genocida- dictadura cívico militar.
La primera visita de Roger Waters al país desde que en 2010 presentara en el estadio de River Plate su gira The Wall con asistencia récord, deja a su paso un saldo muy positivo. El músico ofreció un sólido repaso por una obra épica y extraordinaria, con una mirada retrospectiva hacia una banda con calibre de leyenda y con un pie anclado en un presente inspirado que da fruto a uno de los mejores álbumes solistas de su trayectoria.
Roger Waters en el Estadio Único de La Plata. 06-11-18 y 10-11-18.
Roger Waters: voz, bajo y guitarra.
Dave Kilminster: guitarra.
Gus Seyffert: guitarra, bajo y teclados.
Jonathan Wilson: voz, guitarra y teclados.
Drew Erickson: piano y teclados.
Bo Koster: piano y teclados.
Jon Carin: teclados, programaciones y guitarra.
Ian Ritchie: saxofón.
Joey Waronker: batería y percusión.
Jess Wolfe: voz y percusión.
Holly Laessig: voz y percusión.