The Neon Demon

La asimilación de lo estético

Por Emiliano Fernández

La última película de Nicolas Winding Refn, The Neon Demon (2016), funciona como su primera incursión cien por ciento en el enclave del horror y viene a cerrar una trilogía de reinterpretación pop que comenzó con Drive (2011) y continuó con Only God Forgives (2013), dos trabajos tan inconformistas y revulsivos como el presente. Aquí reaparecen todas las marcas formales previas: diálogos que respetan la arquitectura clásica del cine arty (más soliloquios que intercambios entre los personajes), momentos de contemplación de índole preciosista (que rescatan elementos de lenguajes retóricamente muertos como la publicidad y los videoclips), ausencia de un trasfondo de “empatía instantánea” para con el/ la protagonista (un puñetazo a los espectadores criados por cierto Hollywood clasicista, el de “no pensar, sólo sentir”) y -por supuesto- un cúmulo de extraordinarias alusiones al engranaje macro de los exploitations, aunque en modalidad lírica (la violencia furtiva, el sadomasoquismo y los encuentros sexuales rutinarios están vinculados a la poesía visual).

 

Mientras que en Drive los horizontes a deconstruir eran los del western y la cara marginal de la industria cinematográfica y en Only God Forgives los del film noir y la mitología griega, ahora el realizador se vale de algunos artilugios del terror para analizar en particular las concepciones que reinan dentro del mundo de la alta costura y en general el rol de la belleza en el imaginario de la sociedad occidental. The Neon Demon es una obra muy interesante que se para justo en el límite en el que la competencia en el ámbito de la moda muta en antipatía, crueldad y finalmente en un ataque directo hacia el personaje que arrastra todas las miradas masculinas, Jesse (Elle Fanning), una jovencita de 16 años que llega a Los Ángeles con el sueño de convertirse en una modelo. Así como en el pasado eran los hombres los seres más permeables al discurso de la ferocidad y la coacción, hoy les toca a las señoritas ocupar ese lugar pero con rasgos propios: tan marcadas por la avaricia como lo estaba su contraparte fálica, las mujeres también caen en un sistema basado en la exclusión.

 

De hecho, la inteligencia y la misma disposición freak de Refn hacen que las pugnas intra campo estén todo el tiempo en primer plano aunque nunca de manera explícita, ya que el danés está más interesado en construir una atmósfera lúgubre de corrupción y desconcierto que en embadurnarnos en la cara todas y cada una de las bajezas a las que podría ser sometida la pobre Jesse. Dicho de otro modo, las referencias lejanas -muy lejanas- de la película son Sunset Boulevard (1950), Como Plaga de Langosta (The Day of the Locust, 1975) y El Camino de los Sueños (Mulholland Drive, 2001), y no Las Zapatillas Rojas (The Red Shoes, 1948), La Malvada (All About Eve, 1950) y El Cisne Negro (Black Swan, 2010). En ocasiones pareciera que Refn tomó nota de Starry Eyes (2014), un opus similar centrado en el Hollywood contemporáneo que pedía prestados ingredientes varios de Suspiria (1977) de Dario Argento y El Bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968) de Roman Polanski, en especial esa estrategia de vincular al arte con una secta loca y pútrida.

 

El director divide en dos segmentos principales las casi dos horas de metraje y desparrama exuberancia, misticismo y delirio hipnótico sin tapujos, como buen hijo pródigo del genial Alejandro Jodorowsky. Durante la primera parte -prácticamente todo el film hasta la media hora final- juega con una pedofilia convalidada por la industria de la moda (en conjunto los personajes masculinos hacen cola para intimar con Jesse, a los que se suma una fémina) y una perversión que se percibe ominosa (el precio a pagar para escalar es la derrota del prójimo y el comprometer la dignidad personal ante los caprichos de figuras demagógicas que abusan de su poder). En el último tramo la historia se vuelca hacia la necrofilia y el canibalismo en función de los únicos bienes de cambio que cotizan en alza, la juventud y la belleza (aquí a su vez dividida en natural y artificial, cirugías de por medio), y en relación al mecanismo de “asimilación” de las dotes natas de Jesse por parte de otras competidoras del rubro (el rostro hermoso, no importa si está vivo o muerto, es el gran eje de la envidia).

 

Curiosonamente Refn en The Neon Demon está bastante más contenido que de costumbre y si bien continúa con una dialéctica basada en protagonistas misteriosos que se mueven en un espectro de grises que van desde la condición de ángeles hasta el extremo de la perfidia, a decir verdad en esta oportunidad recurre más a las metáforas que a las guadañas gore de antaño: el mundo real se entromete en las quimeras de Jesse a través de un seudo noviecito fotógrafo y el repulsivo administrador del hotel donde se hospeda, no obstante nada se compara a una “amiga” maquilladora y dos colegas modelos, quienes no le perdonan su mezcla de inocencia e intrepidez. Lejos quedaron aquella primera etapa de realismo irónico de la trilogía Pusher (1996, 2004 y 2005), Bleeder (1999) y Fear X (2003), y el período de transición de Bronson (2008) y Valhalla Rising (2009), ahora es momento de nihilismo y de ensombrecer los relatos mediante la retórica de la muerte a la vuelta de la esquina, la falta de piedad, un pasado en el terreno de lo “no dicho” y esa conciencia que aparece de pronto vía convulsiones. El cineasta ratifica su maestría en cada detalle, desde una Fanning con la dosis exacta de ambigüedad hasta otra banda sonora perfecta de Cliff Martínez, un combo de rock industrial, dream pop y aquellos soundtracks de inicios de la década del 80.

 

The Neon Demon (Francia/ Dinamarca/ Estados Unidos, 2016)

Dirección: Nicolas Winding Refn. Guión: Nicolas Winding Refn, Mary Laws y Polly Stenham. Elenco: Elle Fanning, Karl Glusman, Jena Malone, Bella Heathcote, Abbey Lee, Desmond Harrington, Christina Hendricks, Keanu Reeves, Charles Baker, Jamie Clayton. Producción: Nicolas Winding Refn, Vincent Maraval, Sidonie Dumas y Lene Børglum. Duración: 118 minutos.

Puntaje: 8