Atrapados en lo Profundo (No Way Up)

La catástrofe de la supervivencia

Por Emiliano Fernández

El cine catástrofe, como cualquier otro género que con el tiempo fue incorporándose al catálogo de recursos del séptimo arte más pomposo, responde a un desarrollo histórico porque puede haber surgido con Aeropuerto (Airport, 1970), propuesta de George Seaton, pero en esencia es una relectura de la fastuosidad de la épica en un contexto moderno y con elementos del thriller, especialmente el ambiente cerrado, la convivencia entre opuestos, el reglamentario conflicto, la andanada de muertes de diversa envergadura y la catarsis final o algo parecido que descomprima la tensión. Tampoco resulta aleatorio que el cine catástrofe haya nacido en aquellos años 70, época del comienzo del desmantelamiento del Estado de Bienestar y el surgimiento con todo del neoliberalismo más salvaje y lo que ello trajo para el cambio de paradigma cultural, en esencia pasándose de una idea de comunidad solidaria o cohesiva al individualismo hedonista que venimos padeciendo desde entonces, algo que el género todo el tiempo le embarra en el rostro al espectador mediante el latiguillo de la supervivencia bajo condiciones cada vez peores o impredecibles o hasta asfixiantes, en este sentido el berretín tácito con el darwinismo capitalista -sólo los más aptos saldrán con vida de la serie de infortunios del caso- subraya ese egoísmo que motiva a las epopeyas mientras tiende a “maquillarlo” con sentimentalismo y una falsa noción hollywoodense de empatía.

 

Atrapados en lo Profundo (No Way Up, 2024), flamante mamotreto de Claudio Fäh, es otro de los múltiples exponentes mediocres del formato aunque hoy con la salvedad de que a la tragedia estándar, en esta oportunidad un siniestro aéreo, se le suman ingredientes de otros dos esquemas narrativos en auge entre la inmunda y muy poco imaginativa Clase B del Siglo XXI, primero las crónicas de reclusión, esas que adoran condenar a los personajes a espacios reducidos o quizás a un laberinto implícito que deberán recorrer para poder salir con vida, y segundo las gestas con tiburones, cocodrilos y/ o depredadores gigantescos similares, otro rubro con sus propias reglas que ha venido sobreexplotándose en el nuevo milenio porque aparentemente todavía existe un público para las faenas de supervivencia de “monstruos naturales” -con perdón de los pobres animales, que por supuesto en realidad son víctimas del ser humano de distintas formas- y sobre todo porque los CGIs necesarios definitivamente resultan muy baratos, siempre enmascarando su precariedad con muchos claroscuros y con movimientos bruscos por parte de las criaturas. Como si la película no se sintiese cómoda sólo con el avión estrellado de turno, de manera adicional somete a los personajes al aislamiento del agua, la falta de aire, las temperaturas de las profundidades, la destrucción progresiva del fuselaje y para colmo los hambrientos y estereotipados escualos.

 

La colección de protagonistas que sobreviven a la caída del avión comercial en el mar, un motor incendiado mediante, incluye a la hija del gobernador de un ignoto Estado, la negra Ava (Sophie McIntosh), su noviecito, Jed (Jeremias Amoore), el amigo idiota y basureador del anterior, Kyle (Will Attenborough), el guardaespaldas de Ava, Brandon (el veterano Colm Meaney, intérprete irlandés que se ubica entre lo poco verdaderamente rescatable del film), un azafato gay y mexicano, Danilo (Manuel Pacific), el cual acaba de perder a una colega en la calamidad, Madison (Peppijna Dalli), y una abuela y su pequeña nieta, Mardy (Phyllis Logan) y Rosa (Grace Nettle), dúo que por el desastre se quedó sin el marido de la mujer y el nono de la mocosa, Hank (James Carroll Jordan). Los siete personajes quedan atrapados en una parte cerca de la cabina que oficia de “bolsa de aire” mientras un par de pilotos, Eli (David Samartin) y Liam (Scott Coker), buscan con un helicóptero el lugar de la caída, pero una ristra de tiburones no facilita las cosas ya que muerden en el abdomen a Brandon y le arrancan la pierna por debajo de la rodilla a Jed, los primeros en fallecer si no contamos a un par de buzos que osan investigar en los alrededores de la aeronave, la cual asimismo constantemente está a punto de terminar en lo más hondo del lecho marino por el peso del armatoste, las corrientes y la presión del agua sobre la tenue carcasa de aluminio.

 

Fäh, un cineasta suizo responsable de bodrios como Coronado (2003), El Hombre sin Sombra II (Hollow Man II, 2006), Hombres del Norte: Una Saga Vikinga (Northmen: A Viking Saga, 2014), Más allá de la Operación Valquiria: El Amanecer del Cuarto Reich (Beyond Valkyrie: Dawn of the 4th Reich, 2016) y dos films de la franquicia que comenzó con Francotirador (Sniper, 1993), de Luis Llosa, aquí ofrece un poco de gore, un ritmo relativamente ameno y una escena interesante para la colisión contra el mar considerando el bajo presupuesto del convite, sin embargo los problemas son varios como esos diálogos horrendos, unas actuaciones muy mediocres, un desarrollo dramático hiper meloso, una premisa central ridícula y un sustrato en general de lo más redundante porque el guionista, Andy Mayson, fue el productor de una retahíla de propuestas semejantes con tiburones o cocodrilos, Terror a 47 Metros (47 Meters Down, 2017) y la secuela Terror a 47 Metros: El Segundo Ataque (47 Meters Down: Uncaged, 2019), ambas de Johannes Roberts, Amenaza bajo el Agua (Black Water: Abyss, 2020), de Andrew Traucki, Gran Tiburón Blanco (Great White, 2021), de Martin Wilson, y Mar de Sangre (Shark Bait, 2022), de James Nunn. Atrapados en lo Profundo ni siquiera nos ahorra la corrección política a la hora de elegir a los sobrevivientes de esta catástrofe boba, de segunda o tercera mano…

 

Atrapados en lo Profundo (No Way Up, Estados Unidos, 2024)

Dirección: Claudio Fäh. Guión: Andy Mayson. Elenco: Colm Meaney, Will Attenborough, Jeremias Amoore, Sophie McIntosh, Phyllis Logan, Grace Nettle, James Carroll Jordan, Manuel Pacific, Peppijna Dalli, Scott Coker. Producción: Andy Mayson y Annalise Davis. Duración: 90 minutos.

Puntaje: 3